Disparidades. Revista de Antropología 77 (2)
julio-diciembre 2022, e026
eISSN: 2659-6881
https://doi.org/10.3989/dra.2022.026

ARTICLES/ARTÍCULOS

LA ESTACIONALIDAD COMO APREHENSIÓN DEL TIEMPO: LITERATURA Y ANTROPOLOGÍA DEL TIEMPO EN EL EMPORDÀ DE JOSEP PLA

SEASONALITY AS THE APPREHENSION OF TIME: LITERATURE AND ANTHROPOLOGY OF TIME IN JOSEP PLA’S EMPORDÀ

Eliseu Carbonell Camós

Universitat de Girona

https://orcid.org/0000-0003-0335-4421

RESUMEN

Muchos pueblos de la tierra basan su aprehensión del tiempo en los indicadores estacionales que van apareciendo y transformándose a lo largo del año, ya sean especies animales o vegetales, cambios en el clima y la luz del paisaje. Algunos escritores han percibido la importancia de estas cuestiones para comprender la cultura de las sociedades sobre las que escribían. En particular, en el período posterior a la segunda Guerra Mundial, en que las sociedades rurales del Mediterráneo se estaban transformando por los efectos de la modernidad, encontramos algunos ejemplos significativos de ello. Este artículo analiza el caso de Josep Pla, uno de los principales autores de las letras catalanas del siglo veinte, cuya obra contiene mucha descripción sobre el paso del tiempo en la sociedad rural catalana, sobre la forma en que es aprehendido el paso del tiempo, y en especial la impresión sensible de las estaciones, en una sociedad agrícola cuyas formas culturales se desvanecen ante él. El articulo enmarca esta obra literaria en el contexto de la etnología del Mediterráneo, antropología del tiempo y en concreto en el estudio de la estacionalidad en la cultura.

PALABRAS CLAVE: 
Antropología del tiempo; Etnología del Mediterráneo; Literatura y antropología; Temporalidad; Estacionalidad; Josep Pla (escritor).
ABSTRACT

Many peoples of the earth base their apprehension of time on the seasonal indicators that appear and transform throughout the year, whether they are animals or plants, as well as movements in climate and light on the landscape. Some writers have perceived the importance of these issues to understand the culture of the societies they wrote about. In particular, in the post-World War II period, when the effects of modernity were transforming the traditional rural societies of the Mediterranean, we can find some significant examples. This article analyses the case of Josep Pla, one of the main Catalan writers of the twentieth century, whose work contains much reflection on the passage of time in Catalan rural society, and specially the sensitive impression of seasons, on the way in which the passage of time in a vanishing agricultural society is lived. The article frames this literary work in the context of the ethnology of the Mediterranean, the anthropology of time, and specifically in the study of seasonality in culture.

KEYWORDS: 
Anthropology of time; Mediterranean ethnology; Literature and anthropology; Temporality; Seasonality; Josep Pla (writer).

Recibido: 28 de enero de 2021; Aprobado: 7 de octubre de 2021

Cómo citar este artículo / Citation: Carbonell Camós, Eliseu. 2022. «La estacionalidad como aprehensión del tiempo: literatura y antropología del tiempo en el Empordà de Josep Pla». Disparidades. Revista de Antropología 77(2): e026. doi: < https://doi.org/10.3989/dra.2022.026 >.

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

 

El estudio de la estacionalidad en la cultura ha sido objeto de interés para la antropología desde, al menos, el célebre ensayo de Marcel Mauss (1979) Mauss, Marcel. 1979. «Ensayo sobre las variaciones estacionales en las sociedades esquimales», en Sociología y Antropología: 359-430. Madrid: Tecnos. publicado en el año 1905 sobre «les variations saisonnières des sociétés eskimos». Desde la antropología entendemos la estacionalidad como una forma cultural de percibir y coordinarse socialmente con los cambios que van ocurriendo en el medio natural a lo largo del ciclo anual solar, esto es, una vivencia social del tiempo. La antropología del tiempo no ha sido un terreno excesivamente prolífico dentro de nuestra disciplina, a pesar de los notables aportes realizados desde enfoques teóricos y temáticos muy diversos. Este artículo pretende hacer una modesta contribución al estudio de la estacionalidad a partir, en este caso, del análisis de la obra literaria de un escritor. Como se tratará más adelante, como otros escritores contemporáneos suyos hicieron en otros lugares del Mediterráneo, Josep Pla tomó consciencia de que la sociedad agraria a la que él pertenecía se encontraba en proceso de desaparición y que era preciso dejar testimonio literario de aquél modo de vida. Pla percibió que se iba dejando atrás una forma de estar en el mundo atenta a las variaciones estacionales. La narración de la estacionalidad, es decir, el relato literario de cómo era vivido el tiempo, fue su manera de darnos a conocer aquella sociedad agraria.

Tras una sucinta presentación de la figura del escritor Josep Pla, el artículo se organiza en dos partes. En la primera trato de situar el tema del artículo en relación al contexto teórico de la antropología del tiempo, por un lado, y las obras literarias como fuente de estudio antropológico, por el otro. Aunque en la acotada extensión de un artículo no es posible desarrollar con suficiente profundidad ambos temas, me ha parecido necesario situar el estudio de la temporalidad en la obra de Pla, así como la propia obra de Pla, en el marco teórico que justifica mi análisis.

En una segunda parte, el artículo se dedica a analizar el modelo de estacionalidad que aparece en la obra de Pla. El autor habla a veces como un payés y a veces como un observador de la vida payesa. Las perspectivas emic y etic aquí se mezclan, porqué no olvidemos que Pla era un literato, un artista si se quiere -aunque él rechazaba esta etiqueta y en todo caso prefería la de cronista o periodista-, pero no era un antropólogo. De su observación de la vida rural, de su contacto diario con payeses y pescadores, de sus viajes, sus lecturas y pensamientos surge esa monumental obra literaria donde hallamos descrito con detalle un modelo de estacionalidad como imagen de continuidad e identidad colectiva en una sociedad agraria.

JOSEP PLA, EL ESCRITOR DEL TIEMPO EN UNA SOCIEDAD AGRARIA.

 

Nacido en una familia propietaria de una finca agrícola en la comarca del Empordà (noreste de Cataluña), Josep Pla i Casadevall (1897-1981) es una de las principales figuras de la literatura catalana contemporánea. Tras estudiar derecho en Barcelona emprenderá una exitosa carrera como periodista, escritor y corresponsal en París y otras capitales europeas hasta el estallido de la Guerra Civil española (1936-39), al término de la cual se recluye en su comarca natal. Esta etapa de su vida, denominada por sus biógrafos como «autoexilio interior entre pescadores y payeses» ( Febrés 1990 Febrés, Xavier. 1990. Josep Pla: biografia de l’homenot. Barcelona: Plaza & Janés Editores. ), será la más prolífica de su producción literaria, una época de cercanía con la gente del campo y voluntariamente apartado de la vida urbana y las relaciones con la élite cultural barcelonesa previas a la guerra. Cuando la situación política se lo permite, vuelve a viajar por Europa y América sin dejar nunca de escribir. Su gigantesca obra, cuya edición de la Obra Competa en la editorial Destino suma 45 volúmenes y unas 30.000 páginas, solo contiene una novela El carrer Estret (La calle Estrecha) y algunas breves narraciones de ficción. En su mayor parte está formada por libros de viaje con apuntes históricos, artísticos y sociales, dietarios, crónicas, notas, ensayos, biografías, memorias y sobre todo descripciones de paisajes y sus gentes.

En una encuesta realizada entre 134 especialistas para establecer el canon literario catalán ( Geli 2007 Geli, Carles. 2007. «Reportaje: El canon catalán. Viaje colectivo al centro de las letras catalanas». El País, suplemento literario Babelia, 6 de nov. Disponible en: < https://elpais.com/diario/2007/10/06/babelia/1191627550_850215.html >. Fecha de acceso 18 ene 2021.), El quaderns gris (El cuaderno gris) de Josep Pla aparecía como la obra contemporánea preferida y la tercera más importante de toda la historia de la literatura catalana. Publicado en 1966, es la reelaboración literaria de un dietario real del joven Pla escrito durante los años 1918-1919, entre Barcelona y el Empordà. En él se da cuenta del día a día de la pequeña burguesía local y de la gente de campo con la que convive el autor. El gris del cuaderno no hace solo referencia al color de las tapas del dietario, sino sobre todo a la evocación de un mundo ordinario, cotidiano y pedestre en contraste con la modernidad urbana pretendidamente brillante y colorista.

La vida cotidiana en la Cataluña rural de la primera mitad del siglo veinte y la evocación del paso del tiempo son el argumento principal de ésta y otras importantes obras de Pla, como La huida del tiempo, publicada en castellano en 1945 o Les hores (Las horas), Els anys (Los años) o Els moments (Los momentos), obras publicadas ya en catalán entre 1953 y 1955. También en los más de 2.000 artículos publicados en el semanario Destino bajo el significativo epígrafe de Calendario sin fechas, título que evoca un tiempo ajeno, o poco pendiente, del tiempo pautado en agendas y horarios que invaden la vida moderna. Buena parte de estos textos fueron escritos en poblaciones costeras pequeñas y prácticamente aisladas, como Begur, La Escala o Cadaqués, donde el escritor buscó refugio junto a sus vecinos payeses y pescadores después de la Guerra Civil española y en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, y tras haber pasado la primera mitad de su vida profesional siendo corresponsal en París, Berlín, Londres, Madrid y Roma. En aquél ambiente de una sociedad agraria dentro de un mundo en rápida transformación, la desaparición de un modelo de sociedad al que su familia había pertenecido durante generaciones y que él mismo rompe al ser el primer hereu 1 En Cataluña desde la Edad Media, la transmisión de la propiedad de la tierra se basa en la figura del hereu o primogénito. del mas Pla 2 Mas es el nombre que reciben las casas de campo en Cataluña, incluye la vivienda y las dependencias agrícolas. A menudo, como en el caso que nos ocupa, el mas lleva el mismo nombre que el apellido de la familia propietaria. que no se dedica directamente a la agricultura, hablar de la huida del tiempo significaba dos cosas a la vez: por un lado, describir el desvanecimiento de una cultura agraria que él había conocido en primera persona y que el turismo, la paulatina marginalización de la actividad agrícola y pesquera, y el crecimiento urbano transformará totalmente; pero, en segundo lugar, significaba también fijar literariamente la singular vivencia del tiempo de aquella sociedad, ya que era justamente esa vivencia del tiempo lo que hacía, a ojos de Pla, genuina, distinta del mundo moderno, la sociedad que se desvanecía ante él. Así, en los Escrits empordanesos (Escritos ampurdaneses) publicados hacia el final de su vida, decía: «Aquellos admirables marineros y pescadores que había en La Escala, que fueron tan amigos míos en la taberna de Arquímedes, han desaparecido, y el hecho me abruma. Cada día estoy más cansado de lo que llaman la cultura -que genéricamente es inexistente- y la modernidad» 3 Todas las citas de libros de Pla, en catalán en el original, han sido traducidas al castellano. ( Pla 1980: 154 Pla, Josep. 1980. Escrits empordanesos. Obra Completa, 38. Barcelona: Destino.).

Esta no es una ocurrencia de Josep Pla. Otros escritores, contemporáneos suyos, emprendieron un camino parecido de acercamiento a la gente de campo de sus respectivos países para fijar literariamente una forma de estar en el mundo que pronto desaparecería. Por mencionar solamente obras sobre el Mediterráneo rural, podemos recordar Zorba el griego de Nikos Kazantzakis, Conversaciones en Sicilia de Elio Vittorini o Campos de Níjar de Juan Goytisolo, entre otros ejemplos. El tema tampoco es ajeno a la etnología mediterranista que se estaba desarrollando en aquellos años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y que perseguía un objetivo similar, como tendremos ocasión de ver. Pero sobre todo encaja con una tradición intelectual en la que el joven Pla se forma como escritor, muy paradigmática del primer tercio del siglo veinte, que tiene la fenomenología del tiempo como principal foco de interés y que cristaliza en las obras de Henri Bergson, Martin Heidegger, Merleau-Ponty y por supuesto en la obra literaria de Marcel Proust que tanta influencia ejercerá sobre Pla y los escritores de su generación. En este artículo trataremos la narración literaria de la vivencia del tiempo en una pequeña esquina del Mediterráneo occidental, presentada como una fenomenología de la mutabilidad. En contraste al peso de los horarios en la vida moderna, a la precisión matemática del reloj, a la puntualidad, que tanta importancia tuvo en el desarrollo del capitalismo industrial como nos mostró E.P. Thompson (1991) Thompson, Edward. P. 1991. «Tiempo, disciplina de trabajo y capitalismo industrial», en Costumbres en común: 395-452. Barcelona: Crítica., Pla describe una sociedad agraria atenta a las impresiones sensibles del paso del tiempo a través de las estaciones, a los movimientos del tiempo natural, menos cuantificables, menos precisos, pero sensorialmente más perceptibles y que dejan una impronta profunda en la cultura.

Centrarse en la descripción fenomenológica del paso del tiempo en la Cataluña rural podría interpretarse como una evasión lírica del autor respecto a una época violenta y convulsa. El mismo escritor explicaba en el prólogo del libro Bodegó amb peixos (Bodegón con peces) aparecido en 1950, que en los primeros años de la postguerra se instaló en Fornells de Begur, un barrio de pescadores aislado, porqué: «no había ni iglesia, ni reloj público, ni oficina administrativa, ni encarnación de la autoridad. Ni siquiera había cementerio, cosa sorprendente con tantos cementerios que hay en este mundo» ( Pla 1966b:11 Pla, Josep. 1966b. Aigua de mar. Obra Completa, 2. Barcelona: Destino.). La ausencia de la Iglesia y el Estado, del reloj y el cementerio, es decir de la muerte, habían de ser más un deseo de evasión que una realidad en la España de postguerra. Pla pertenecía al grupo de intelectuales conservadores catalanes que, de la mano de Francesc Cambó, apoyó al bando franquista durante la Guerra Civil. Pero acabada guerra, Pla no se sumó a la nómina de los vencedores, sino que alejado de ellos tratará de asegurar la supervivencia literatura catalana en un contexto totalmente adverso, promoviendo la edición de obras catalanas de distintos autores publicadas antes de la guerra, así como obras inéditas tan pronto como se abrió un resquicio legal para hacerlo. La correspondencia publicada con el editor Josep M. Cruzet entre 1946 y 1962 da buena cuenta de ello ( Gallofré, 2003 Gallofré, Maria Josepa (ed.). 2003. Josep Pla, Josep Maria Cruzet. Amb pedres disperses. Cartes, 1946-1962. Barcelona: Destino.). Y esto lo hará desde un buscado aislamiento en su comarca natal. La persecución de la lengua catalana, la represión política, el hambre y el estraperlo solo aparecen veladamente en los libros publicados durante las primeras décadas del franquismo, recurriendo a menudo a exageraciones o escenas casi esperpénticas.

En el libro Viaje en autobús publicado en 1943, el lector encontrará varias escenas de este estilo. Por ejemplo, cuando un compañero de viaje en el autobús, «un docto amigo», alaba la belleza del paisaje agrícola ampurdanés, describe la ordenación perfecta y la magnífica gradación de colores, etc., y de repente, cuando pronuncia la palabra «patatas», todos los pasajeros se levantan alborotados tratando de localizar las patatas, pegándose a los cristales e incluso uno trata de bajarse del autobús. Pla se pregunta qué habría hecho aquél hombre si hubiera conseguido bajarse: «A juzgar por las apariencias aquél señor sentía un amor al paisaje frenético, apasionado» ( Pla 1968c:71 Pla, Josep. 1968c. Viatge a la Catalunya Vella, 9. Obra Completa. Barcelona: Destino.). En otro episodio del viaje en autobús se sienta al lado de una maestra de escuela y, tras una conversación sobre la contradicción entre la historia escrita y la historia vivida, Pla pregunta a la maestra qué prefiere: las Letras, las Ciencias o un buen filete. «¡Dios mío! Un filete con patatas ahora mismo», responde la maestra ( Pla 1968c:42 Pla, Josep. 1968c. Viatge a la Catalunya Vella, 9. Obra Completa. Barcelona: Destino.). De este modo, tras aparentes conversaciones filosóficas sobre estética o historia, Pla hace surgir de forma cruda un retrato social de la época: la escasez de alimentos que sufría la población civil, no solo en las ciudades, sino también en una comarca agrícola como era el Empordà de los años cuarenta, debido a la política de autarquía económica del régimen franquista y el mercado negro que generaba precios elevados para los productos agrarios locales.

La crítica a la situación que vivía la población en la postguerra se expresará más abiertamente en la nueva edición de este mismo libro para su inclusión en el volumen 9 de la Obra Completa en 1968, donde en sus primeras páginas escribe: «Las reacciones, si son dirigidas por ineptos, son como las revoluciones. El año 1940 hasta los árboles parecían manoseados» ( Pla 1968c:14 Pla, Josep. 1968c. Viatge a la Catalunya Vella, 9. Obra Completa. Barcelona: Destino.). Por lo tanto, podemos concluir que la obra de Pla bascula entre la evasión lírica y la descripción crítica de la sociedad agraria en el Empordà ( Carbonell 2006:232-238 Carbonell, Eliseu. 2006. Josep Pla: El temps, la gent i el paisatge. Barcelona: Edicions de 1984.). En el presente artículo, la descripción de la estacionalidad en la obra de Pla no se interpreta como una evasión literaria que rehúye el mundo real, sino que se toma como el esfuerzo de un escritor por narrar una forma cultural de vivir y sentir la temporalidad.

medium/medium-DRA-77-02-e026-gch1.png
Mapa 1.  - Costa del Empordà con las principales localizaciones citadas. Imagen extraída de Google Maps.

TIEMPO, ETNOLOGÍA Y LITERATURA EN EL MEDITERRÁNEO RURAL.

 

La antropología del tiempo ha ocupado un espacio discreto en el conjunto de los estudios etnológicos a pesar del rol central que desempeña el tiempo en las culturas. El tiempo es fundamental en ámbitos clave que aborda la antropología en el estudio de las sociedades como la política ( Kaneff 2004 Kaneff, Deema. 2004. Who Owns the Past? The Politics of Time in a ‘Model’ Bulgarian Village. Oxford: Berghahn Books.; Stacul 2005 Stacul, Jaro.2005. «Natural time, political time: Contested histories in northern Italy». The Journal of the Royal Anthropological Institute, 11(4): 819-836. doi: < https://doi.org/10.1111/j.1467-9655.2005.00263.x >.), el parentesco ( Testart 2000 Testart, Alain. 2000. «Quelques considérations sur le temps dans la parenté et le mariage entre cousins croisés». L’Homme, 154-155: 547-558. doi: < https://doi.org/10.4000/lhomme.48 >.; Porqueres 2006 Porqueres, Enric. 2006. «Parentiu i actes individuals: el temps d’una fragilitat estructurant». Revista d’Etnologia de Catalunya, 28: 64-69.) y evidentemente los rituales ( Leach 1971 Leach, Edmund. 1971. Replanteamiento de la antropologia. Barcelona: Seix Barral.; Gell 1992 Gell, Alfred. 1992. The Anthropology of Time. Oxford: Berg.). Si nos centramos en el área del Mediterráneo, en los años posteriores a la segunda Guerra Mundial esta región despierta un notable interés en la antropología social dando lugar a algunas monografías bien conocidas. El impulso de la antropología mediterranista en los años de la postguerra en Europa, principalmente en la Universidad de Oxford, fue debido a varias causas, como la experiencia previa de los jóvenes etnólogos ingleses durante la guerra en zonas rurales del Mediterráneo y la consciencia de que aquél mundo iba rápidamente a transformarse ( Carbonell 2010 Carbonell, Eliseu. 2010. «‘Exactly what I had been looking for’: the Anthropology of the Mediterranean 1950-1970». Con(textos). Revista d’antropologia i investigació social, 4: 5-22. ), así como a la necesidad de la antropología de abrirse a nuevos horizontes de estudio tras la desintegración colonial, como señaló hace años Talal Asad (1973) Asad, Talal (ed.). 1973. Anthropology and the Colonial Encounter. Amherst: Humanity Books.. En estas monografías sobre sociedades mediterráneas podemos encontrar referencias relativas a la vivencia del tiempo en las comunidades rurales que eran estudiadas, unas sociedades rurales que nos aparecen retratadas bajo una espada de Damocles de la transformación radical por la modernidad, pero que conservaban todavía una forma singular de vivir y experimentar el tiempo.

Citemos algunos ejemplos brevemente. En su trabajo sobre los pastores trashumantes sarakatsani, John Campbell (1964) Campbell, John. 1964. Honour, Family and Patronage. Oxford: Oxford University Press. plantea la existencia de distintas cualidades de tiempo, sagradas y profanas, entre los pastores de las montañas del Epiro, al norte de Grecia. Por su lado, Emrys Peters (1990) Peters, Emrys. 1990. The Bedouin of Cyrenaica. Studies in Personal and Corporate Power. Cambridge: Cambridge University Press., discípulo de Evans-Prtichard, cuando describe las relaciones políticas entre los de los beduinos de Cirenaica, en Libia, pone énfasis en una de las bases temporales más importantes, la duración, ya que la duración de, por ejemplo, las hostilidades, aparece directamente relacionada con la distancia entre los linajes segmentarios. El antropólogo egipcio Ahmed Abou-Zeid, quien estudió también en Oxford con Evans-Pritchard y Peristiany, en su monografía sobre el oasis de El-Kharga habla de la importancia del tiempo en la agricultura, ya que la propiedad agrícola equivale no al tamaño de la finca sino al tiempo que se posee para el uso de las fuentes de riego, medido según el movimiento del sol y las estrellas, disponibilidad de tiempo que se transmite en forma de herencia de padres a hijos ( Abou-Zeid 1956 Abou-Zeid, Ahmed. 1956. «The Great Oasis: A Study of the Social Institutions of El-Kharga; An Egyptian Oasis in the Western Desert». Ph.D. Thesis. Oxford: Bodleian Library, University of Oxford. ). Otras dimensiones temporales que aparecen analizadas en estas etnografías mediterranistas realizadas a mediados del siglo veinte serían, por ejemplo, el ritmo del tiempo que impone la Iglesia católica al conjunto de la sociedad en Malta ( Boissevian 1969 Boissevain, Jeremy. 1969. Hal-Farrug: A village in Malta. Nueva York: Holt, Rinehart and Winston. ), el ciclo de las estaciones que regula el trabajo agrícola en la Anatolia central ( Stirling 1965 Stirling, Paul. 1965. Turkish Village. Londres: Weidenfeld and Nicolson.), así como de la producción y consumo en Grecia ( Du Boulay 1974 Du Boulay, Julliet. 1974. Portrait of a Greek Mountain Village. Oxford: Clarendon.) o las crisis del trabajo en Portugal ( Cutileiro 1971 Cutileiro, José. 1971. A Portuguese Rural Society. Oxford: Clarendon Press.).

Ocupémonos ahora del uso de fuentes literarias para la construcción del conocimiento antropológico. Como es bien sabido, la frontera entre la etnografía y la literatura de ficción fue tema de debate de la antropología sobre todo en los años noventa del siglo pasado, a partir de la publicación de El antropólogo como autor de Clifford Geertz en 1988 y la antropología postmoderna, que identificaba etnografía con género literario ( Marcurs, 1991 Marcus, George. 1991. «Epílogo: La escritura etnográfica y la carrera antropológica», en James Clifford y George Marcus (ed.), Retóricas de la antropología: 357-364. Madrid: Júcar.; Clifford, 1995 Clifford, James. 1995. Dilemas de la cultura. Antropología, Literatura y Arte en la perspectiva posmoderna. Barcelona: Gedisa.). Sin embargo, este debate se apartaba de los planteamientos de los Estudios Culturales que ya en los años setenta habían reivindicado la importancia de la literatura como fuente para el estudio de la vida social y cultural. Me refiero a autores como Finnegan (1977) Finnegan, Ruth.1977. Oral Poetry. Its nature, significance and social context. Cambridge: Cambridge University Press., Williams (1997) Williams, Raymond. 1997. Marxismo y literatura. Barcelona: Península. o Hoggart (1966) Hoggart, Richard. 1966. «Literature and Society», en Norman McKenzie (ed.), A Guide to the Social Sciences: 19-37. Londres: Weidenfeld and Nicolson., para el cual: «el sentido de la complejidad cualitativa de la vida social que puede darnos una novela es irremplazable» ( Hoggart 1966: 233 Hoggart, Richard. 1966. «Literature and Society», en Norman McKenzie (ed.), A Guide to the Social Sciences: 19-37. Londres: Weidenfeld and Nicolson.). Podemos incluso remontarnos más atrás. American Indian Life, libro editado por Elsie Parsons en 1922, es una compilación de narraciones de ficción basadas en la vida de los nativos de Norteamérica, firmadas por antropólogos como Franz Boas, Robert H. Lowie, Clark Wissler, Paul Radin o Alfred Kroeber. En la introducción, Kroeber explica lo sorprendente que ha resultado este ejercicio literario para ellos, señalando las ventajas de la forma ficcional sobre la científica: «It allows a freedom in depicting or suggesting the thoughts and feelings of the Indian, such as is impossible in a formal, scientific report» ( Kroeber 1991:13 Kroeber, Alfred. 1991 [1922]. «Introduction», en Elsie C. Parsons (ed.), American Indian Life: 11-16. Lincon: University of Nebraska Press.).

En España, como bien señala Montserrat Clua (2019) Clua i Fainé, Montserrat. 2019. «Antropologia i literatura: l’ús de Pedra de tartera com a material etnogràfic». Rassegna iberistica, 42(112): 447-460. doi: < https://doi.org/10.30687/Ri/2037-6588/2019/112/009 >., Julio Caro Baroja fue pionero en el uso de obras literarias junto a las otras fuentes escritas conservadas en los archivos, como base para sus estudios etnohistóricos. Otro antropólogo que ha reivindicado con naturalidad las ventajas de usar obras literarias para la antropología ha sido el también escritor de novelas Joan F. Mira (2007) Mira, Joan Francesc. 2007. «Literatura y antropología», en Carmelo Lisón Tolosana (ed.), Introducción a la antropología social y cultural. Teoría, método y práctica: 547-567. Madrid: Akal., quien destaca que no solamente podemos tomar la novela como un documento etnográfico, sino que también podemos usar al novelista como informante. Por su parte, Joan Frigolé (1995) Frigolé, Joan. 1995. Un etnólogo en el teatro. Ensayo antropológico sobre Federico García Lorca. Barcelona: Muchnik. hace el camino inverso cuando demuestra la utilidad de la antropología para la comprensión, en toda su complejidad social, del teatro de Federico García Loca. Solamente conociendo las reglas de matrimonio consuetudinario o el papel de la fertilidad en la sociedad almeriense, podremos llegar a comprender la totalidad del cuadro social que componen obras como Bodas de sangre. De lo contrario, nos quedaremos solo con la experiencia estética, perdiendo otras dimensiones de estas obras. Varios antropólogos han demostrado que las obras de grandes escritores nos aportan importantes conocimientos etnográficos de ciertas sociedades, o en áreas particulares de una sociedad, donde no había ningún etnógrafo para describirlas. Podemos citar como ejemplos el estudio de Elisabeth Fernea (1989) Fernea, Elisabeth. 1989. «The case of Sitt Marie Rose, an ethnographic novel from the modern Middle East», en Phillip Dennis y Wendell Aycock (eds.), Literature and Anthropology: 153-164. Lubbock: Texas Tech U.P. sobre la escritora libanesa Etel Adnan o el de Peter y Jane Schneider (1998) Schneider, Peter y Jane Schneider. 1998. «Il Caso Sciascia. Dilemmas of the Antimafia Movement in Sicily», en Jane Schneider (ed.), Italy’s «Southern Question». Orientalism in One Country: 245-260. Oxford: Berg. sobre el siciliano Leonardo Sciascia.

Volviendo a la descripción del tiempo en el Mediterráneo, encontramos en la misma época que la etnología comenzó interesarse por esta área del planeta, una serie de escritores que se desplazan hacia los territorios más alejados de las ciudades para conocer de primera mano y describir la vida social de las gentes del mundo rural en sus propios países. Se trata de una literatura de género naturalista, ruralista o realista que, desde una experiencia muy cercana a la realidad social local y formando parte de las respectivas tradiciones intelectuales nacionales, analizan y describen literariamente unas formas culturales que estaban desapareciendo ante el avance de la modernidad. Antes hemos nombrado algunos ejemplos, pero probablemente el ejemplo más explícito y profuso sea la novela meridionalista italiana. En obras como Gente in Aspromonte de Corrado Alvaro, publicada en 1930, o Le parrochie di Regalpetra de Leonardo Sciascia, publicada en 1956, títulos que podrían serlo también de una etnografía de la época, encontramos la formulación literaria de la vida social y de la identidad cultural del Mediterráneo en Calabria o Sicilia, respectivamente. En estas obras hallamos un tratamiento de la vida social, las relaciones, las ideas, los sentimientos, realizado con una precisión semejante a la descripción densa de la etnografía. Quizá se pueda echar en falta en esta literatura una mayor concreción analítica y la base teórica, propia de los científicos sociales. Pero en cambio debemos reconocer su capacidad de penetrar en aquellos aspectos, como las sensaciones o percepciones de las personas sobre el paso del tiempo, tema sobre los que no existen apenas vestigios documentales de los que pueda valerse el científico social y que la única forma de acceder sería la observación participante.

La vivencia del tiempo, de las formas de experimentar la temporalidad y el cambio, así como de la huida del tiempo y las sensaciones que ello provoca, es un tema siempre presente, más o menos explícito, en todos estos autores. Un caso paradigmático sería el de Carlo Levi con su obra Cristo si è fermato a Èboli, publicada en 1945, donde el análisis de la temporalidad en esta sociedad rural es el fundamento de la novela, como fue puesto de manifiesto por el antropólogo Daniel Fabre (1990) Fabre, Daniel. 1990. «Carlo Levi au pays du temps». L’Homme, 30(2): 50-74., quien nos muestra que la inexorabilidad del paso del tiempo frente al tiempo estacionario, el lastre del pasado o el fatalismo resultan claves para descifrar esta sociedad de la mano de un escritor con gran sensibilidad antropológica. Por cierto, Clara Gallini (1999:279) Gallini, Clara 1999. «Etnografia e scrittura: il mondo mágico di Carlo Levi ed Ernesto De Martino», en Gigliola De Donato (ed.), Il tempo e la durata in «Cristo si è fermato a Eboli»: 277-282. Roma: Farenheit 451. cuenta que cuando Ernesto De Martino estaba planificando su investigación sobre el terreno, apareció el libro de Carlo Levi que acabará por hacerle decidir a irse a Lucania para hacer su trabajo de campo. Vemos pues que la relación entre la antropología y la literatura es un camino de ida y vuelta. No es una cuestión de jerarquía entre la escritura etnográfica y la literaria, dice Gallini en el texto citado, sino el reconocimiento de la posible existencia de una pluralidad de géneros de investigación y de escritura.

LA ANTROPOLOGÍA DEL TIEMPO Y LOS INDICADORES ESTACIONALES

 

En la literatura etnográfica encontramos documentado que el referente temporal para muchos pueblos de la tierra, es decir, aquello que guía la aprehensión del paso del tiempo, son los indicadores estacionales, es decir, los cambios que los humanos observamos en el paisaje que habitamos, los movimientos constantes del paisaje. De aquí se deriva una concepción del tiempo bastante universal basada en una superposición aproximada de paisajes, una especie de relojes naturales, que es diferente -menos precisa pero más sensible e inteligible- de la sucesión meramente mecánica del tiempo propia de los relojes artificiales que predomina en el mundo moderno.

En las sociedades tradicionales del Mediterráneo, sobre todo en el mundo rural, también puede observarse una ordenación temporal basada en los movimientos del paisaje, en cada uno de los paisajes que van superponiéndose de acuerdo con el discurrir aparente del sol sobre la eclíptica, lo que llamamos las estaciones. Cada uno de estos paisajes se caracteriza por una o varias especies vegetales y animales prototípicas que actúan como especies metonímicas de cada temporada, de acuerdo con lo Brent Berlin (1992) Berlin, Brent. 1992. Ethnobiological Classification. Principles of Categorization of Plants and Animals in Traditional Societies. Princeton: Princeton University Press. denominó el criterio de notoriedad o prototipicidad. En la superposición de paisajes también debemos incluir las condiciones climáticas, la temperatura, la humedad y los vientos predominantes en cada estación que crean unos cielos con unas tonalidades particulares, unos horizontes característicos de cada época del año. Esto hace que podamos observar unas relaciones específicas entre la estacionalidad y la cultura, de las que surge la temporalidad, la vivencia del tiempo, que es singular para cada cultura.

La antropología del tiempo se basa en el principio teórico de que el tiempo es una construcción cultural y que pueblos diferentes experimentan el tiempo de maneras diferentes ( Carbonell 2004 Carbonell, Eliseu. 2004. Debates acerca de la Antropología del tiempo. Barcelona: Publicacions de la Universitat de Barcelona, Estudis d’Antropologia Social i Cultural.). Estos modos singulares a cada cultura de experimentar o aprehender el tiempo es lo que llamamos la temporalidad y este es precisamente el objeto de estudio de la antropología del tiempo. Se ha subrayado a menudo la diferente percepción del tiempo entre las sociedades pre-industriales y las sociedades industrializadas. A las primeras se les atribuye un tiempo más natural y las segundas un tiempo no-natural o artificial, del mismo modo que se ha hablado mucho de la abundancia del tiempo en las sociedades pre-industriales y en los llamados pueblos primitivos versus la escasez tiempo en las sociedades industrializadas. El mismo Evans-Pritchard (1977:120) Evans-Pritchard, Edward Evan. 1977. Los Nuer. Barcelona: Anagrama. decía textualmente que «los nuer son afortunados», porque según él no eran víctimas de la angustia que los occidentales les produce estar siempre pendientes del discurrir del tiempo que pasa rápidamente y se agota. Es decir, según este esquema, entre los nuer el tiempo abunda mientras que entre los británicos escasea.

Sin embargo, no deberíamos reducir la experiencia del tiempo a la cuantificación del reloj mecánico y el calendario gregoriano. El tiempo, como han demostrado algunos autores ( Barreau 1985 Barreau, Hervé. 1985. «Modèles circulaires, linéaires et ramifiés de la représentation du temps», en Dorian Tiffeneau (ed.), Mythes et représentations du temps: 135-155. París: Éditions du CNRS.; Birth 2006 Birth, Kevin. 2006. «Més que pura successió: les altres dimensions del Temps». Revista d’Etnologia de Catalunya, 28: 20-27.; Iparraguirre 2016 Iparraguirre, Gonzalo. 2016. «Time, temporality and cultural rhythmics: An anthropological case study». Time & Society, 25(3): 613-633. doi: < https://doi.org/10.1177/0961463X15579802 >.), tiene otras dimensiones más allá de la cantidad o la flecha del tiempo, como es por ejemplo la ritmicidad. Por ejemplo, en el campo puede observarse que la presión temporal no la crea el reloj sino la coordinación de ritmos distintos, como son por un lado los ritmos sociales, en este caso el trabajo humano, y por otro lado los ambientales, en este caso la maduración de las plantas. La cosecha de trigo en el Empordà alrededor del solsticio de verano, nos cuenta Pla (1971: 489) Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino., requiere una actuación coordinada para evitar que el temido temporal de viento conocido como «Tramontana de San Antonio», que suele hacer presencia alrededor del solsticio de verano- a pesar de ser un fenómeno de ocurrencia aproximada, como aproximadas e inexactas son todas las sincronías ambientales-, se lleve por el aire el grano y con él el trabajo de todo un año. Es por lo tanto un asunto de coordinación entre ritmos sociales y ritmos ambientales los que crean en este caso la presión del tiempo y no algo que pueda reducirse al reloj o al calendario.

Llegamos así a la conclusión de que el tiempo, como construcción cultural, es aprehendido de forma diferente en diferentes culturas y que la diferencia no radica exclusivamente entre pueblos distantes geográfica o culturalmente entre ellos o entre sociedades preindustriales e industriales. Entre pueblos vecinos con modos de subsistencia similares, pueden encontrarse importantes diferencias que muestran el grado de construcción cultural de la temporalidad. Fijémonos en las condiciones climáticas, que es uno de los principales indicadores de la variabilidad estacional y el paso del tiempo. Las ideas sobre el clima son también culturalmente construidas. No es el clima el que determina las formas culturales, como habían pretendido los deterministas ambientales, sino más bien al contrario, son las ideas culturales, la organización social, la cultura y el comportamiento humano lo que configura la manera particular en que cada pueblo interpreta los fenómenos climáticos estacionales. Mary Douglas (1981) Douglas, Mary. 1981. «Los lele: resistencia al cambio», en Josep R. Llobera (comp.), Antropología económica. Estudios etnográficos. Barcelona: Anagrama. nos ofrece un buen ejemplo de ello cuando mostraba como en Guinea los lele y los bushong, pese a ser pueblos vecinos que comparten unas condiciones climáticas y ecológicas semejantes, tenían una percepción del clima y las estaciones completamente distinta. Mientras los bushong se consideraban víctimas de un verano desagradable, insoportablemente caluroso y seco, los lele sentían que el verano era una estación agradable y relajada. Mary Douglas interpretaba esta diferencia de percepción en función de las economías políticas de estos dos pueblos. Si los bushong, monógamos, adquirían su estatus social en función del esfuerzo económico, los lele, polígamos, adquirían el estatus a través de sus mujeres y las alianzas que a través de ellas establecían. Para unos el verano era un estorbo y para los otros una oportunidad. Este es un ejemplo, como sostiene Douglas, de la influencia que las relaciones sociales pueden ejercer en las ideas sobre el clima y la estacionalidad.

INDICADORES ESTACIONALES DEL PASO DEL TIEMPO EN LA LITERATURA DE PLA

 

Nos centraremos ahora en la comarca del Empordà para ofrecer un repaso, necesariamente sumario, de los indicadores estacionales que describe Josep Pla, con los elementos del paisaje prototípico de cada estación que producen en las gentes de campo la impresión sensorial del paso del tiempo. Iremos de otoño a verano porqué el otoño es el inicio del año agrario, aunque no nos referiremos exclusivamente a la actividad agrícola sino a los aspectos generales del paisaje ambiental que son percibidos por la gente que vive en el campo, con sus especies prototípicas y las impresiones sensoriales del paso del tiempo.

La principal característica ambiental del otoño, según Pla, es que los elementos del paisaje se agudizan a la vista, se afinan ( Pla 1966b:129 Pla, Josep. 1966b. Aigua de mar. Obra Completa, 2. Barcelona: Destino.). El efecto visual que se crea en el paisaje de otoño en el Empordà, lo que Pla llama el afinamiento del paisaje, se debe a la luz particular de los meses de octubre y noviembre en el Empordà, fenómeno que se origina cuando la declinación de la curva del año coincide con días de tramontana, viento del norte, fuerte y persistente. El momento culminante del otoño es lo que Pla llama «el tiempo de las castañas», es decir, en torno a la festividad de Todos los Santos. En Cataluña existe todavía hoy por estas fechas la tradición de comer en familia castañas asadas con unos dulces típicos a base de almendras, los «panellets», para conmemorar el Día de los Difuntos. Llega así el recogimiento familiar después de los meses de vida exterior, de mayor intensidad interacciones sociales, trabajos agrícolas colectivos y fiestas patronales en cada pueblo.

Otro de los elementos característicos del otoño es, según Pla, de naturaleza olfativa. Los grandes fuegos de leña de pino, olivo, encina, que empiezan en este tiempo en las chimeneas de las masías y que no se apagarán hasta el verano, llenan las casas e impregnan sus habitantes de olor a humo de leña: «Cuando empieza el calor, la gente hacemos, en este país, olor de lana de cordero; en invierno, de humo de leña verde de pino» ( Pla 1966a: 145 Pla, Josep. 1966a. El quadern gris. Obra Completa, 1. Barcelona: Destino.). Otro humo otoñal proviene los fuegos de hierbas secas cortadas en los campos. Son unas hogueras que desprenden un fuerte olor acre y dejan un humo blanco y espeso sobre el paisaje. Otros olores del otoño son el olor a grano del granero, de la hierba para la alimentación de los animales en el establo, de las setas, de la fruta madura y de la preparación para la vendimia, que es el olor a mosto de las barricas y del azufre con que se limpian y preparan para ser de llenadas de nuevo.

Uno de los animales prototípicos del otoño son las ardillas. Los campesinos del Empordà las cazaban para comérselas asadas. El otoño es tiempo de caza. A través de la caza algunos animales del bosque hacen acto de presencia en el imaginario ampurdanés del otoño. Además de la ardilla cabe destacar el jabalí, los conejos y las liebres, pero también el zorro, la gineta y la garduña. Aunque la mente del cazador está centrada sobre todo en la perdiz, que es el pájaro prototípico del otoño según Pla.

Si en otoño el paisaje se afina, cuando llega el invierno parece como si el paisaje de repente se contrajera y redujera su tamaño, así como los cuerpos se contraen con el frío. Las ramas desnudas de los árboles de hoja caduca marcan las líneas de un paisaje que parece dibujado sobre papel. La vida social en invierno también parece contraerse, como si el frío la encogiera. En el paisaje de invierno confluyen la soledad humana con la natural. En el Empordà, en verano, cada año llegaba más gente por el turismo que empieza en los años cincuenta del siglo pasado y se hace omnipresente a partir de los sesenta. Mientras que, en cambio, en invierno, cada año quedaba menos gente en los pueblos debido a la migración del campo a la ciudad que se producía por los mismos años ( Pla 1974:143 Pla, Josep. 1974. Un petit món del Pirineu Obra Completa, 27. Barcelona: Destino.). El mundo vegetal presenta idéntica sensación de soledad: las hierbas secas desprenden un olor intenso por los senderos solitarios, muchos árboles han perdido sus hojas, también los viñedos donde las cepas aparecen desnudas y apenas se ve a alguien trabajando.

Los almendros son los árboles prototípicos del invierno. Durante el mes de febrero se produce cada año una sorpresa en el paisaje mediterráneo, es la floración de los almendros. No hay fecha fija, lo hacen cuando en medio del invierno se producen unos días de temperaturas un poco más elevadas. De repente las orillas del Mediterráneo se llenan de los colores rosa, blanco y amarillento de las flores de los almendros. Durante un espacio limitado de tiempo, los almendros en flor sobre el fondo de las montañas o del mar, constituyen un paisaje efímero pero prototípico del invierno mediterráneo.

Tras la pérdida de la flor de los almendros, el invierno sigue aún con toda su crudeza, pero el paisaje ha empezado a cambiar ( Pla 1966b:13 Pla, Josep. 1966b. Aigua de mar. Obra Completa, 2. Barcelona: Destino.). Las formas vegetales presentan un aspecto joven, florecen las mimosas, los huertos invernales del Empordà llegan a su pleno: las coles se redondean, los nabos y los rábanos florecen. Aparecen las flores aromáticas de invierno, primero las mimosas y después las violetas. El viento húmedo del suroeste que predomina en esta estación potencia estas fragancias florales. Llegan los primeros síntomas de la primavera, junto con la algarabía de pájaros nocturnos, sobre todo los búhos, y la abundancia de grillos, aparecen las primeras puntas de hojas tiernas en los árboles y se percibe una suavidad nueva en el aire.

A primeros de abril se produce la primera siega de alfalfa ( Pla 1968b:428 Pla, Josep. 1968b. Els pagesos. Obra Completa, 8. Barcelona: Destino.). La hierba al cortarla desprende un olor fresco muy característico. Por los márgenes de los caminos florecen plantas aromáticas como el enebro y el romero, junto con las ortigas, las zarzas y los espárragos silvestres que son muy apreciados entre los payeses que a ratos libres se dedican a recolectarlos. El sonido agudo que producen los grillos es uno de los relojes naturales de la primavera. El grillo aparece en el paisaje del Empordà cuando el termómetro señala al menos trece grados por la noche, ya que es un animal nocturno. No tiene una fecha fija de aparición en el calendario. Se espera que la temperatura sea benigna, pero si las noches vuelven a ser frías se recoge y desaparece hasta que las temperaturas mínimas remontan de nuevo.

Durante la segunda quincena de mayo, si ha llovido un poco, florecen las plantas ornamentales en los jardines frente a las casas de campo ( Pla 1971:204 Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.), como las flores de las acacias ( Pla 1979:208 Pla, Josep. 1979. Notes del capvesprol. Obra Completa, 35. Barcelona: Destino.). Las rosas, que florecen en este momento del año, tienen un efecto detonador en la aprehensión del paso del tiempo que trataremos más adelante.

Son muchas las aves que crían en primavera y durante la época de celo es cuando sus cantos se hacen más evidentes en el paisaje. Pla destaca cuatro pájaros anunciadores de la primavera: la golondrina, el búho, el cuco y el ruiseñor. Sobre los indicadores de la primavera hay que hacer una mención especial a los productos alimenticios. En primavera hay gran abundancia de pescado azul, sobre todo la sardina, la caballa y las anchoas. Estos pescados, servidos con el acompañamiento de los primeros productos de la huerta, habas, guisantes, patatas tiernas, cebolletas, proporcionan una fuerte sensación de primavera.

El solsticio de verano, a nivel del paisaje estacional, es importante en el Empordà, básicamente porque florecen los alcornoques, fuente del corcho, árbol prototípico del verano en el Empordà, y que fue históricamente uno de los motores económicos de la comarca. Este árbol pierde su aspecto oscuro y misterioso al comienzo del verano, aparece la hoja nueva, más brillante, y presenta el momento de máximo florecimiento. También en esta época circula la savia penetrando en la capa generadora externa, el felógeno, lo que facilita el desprendimiento del corcho que los grupos de hombres que trabajan en el bosque se afanan en sacar.

Pero el elemento que según Pla caracteriza por encima de todo el paisaje ambiental del verano en el Empordà, como en todo el Mediterráneo, es de naturaleza acústica: es el sonido producido por el canto de las cigarras. La cigarra es descrita por Pla como el animal estival por excelencia, es la especie prototípica del verano ( Pla 1971: 241 Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.). La aparición del canto de las cigarras en verano produce un efecto similar a los primeros brotes que echan los árboles en primavera. Ejerce, en muchas personas del Empordà, una fuerza de sugestión excepcional que les restaura la esperanza. El paisaje queda transformado con la aparición de este sonido sobre comarcas enteras. Sobre la estructura visual se impone la estructura sonora de las cigarras.

EL PASO DEL TIEMPO EN LA VIDA INSTINTIVA, IMAGINATIVA Y REFLEXIVA

 

En el prefacio del libro Les hores (Las horas), Pla justificaba la elección de este título «por la resonancia a veces resignada, a veces alucinante», que adquiere la palabra horas en las personas. Las horas de la vida, escribirá Pla poco antes de morir en Darrers escrits (Últimos escritos), no se llenan sólo con la vida social ( Pla 1984:569 Pla, Josep. 1984. Darrers escrits. Obra Completa, 44. Barcelona: Destino.) sino que hay otras cosas que las llenan, cosas como pensar en las horas, sentir el paso de las horas. Pla combina una percepción lírica, más subjetiva y propia del ámbito individual, con un realismo social, más propio de las relaciones sociales, intersubjetivas, en su análisis de las implicaciones que el paso de las horas tienen sobre la vida humana, referida ésta tanto la vida instintiva, imaginativa y reflexiva como la vida conversada y compartida.

La «vida instintiva, imaginativa y reflexiva» es una expresión del propio Pla. Si Pla se esfuerza tanto por hablar de las sensaciones que provocan las horas, es decir, de la aprehensión del paso del tiempo, es porque considera que lo que llena el paso ordenado de la existencia es tanto el mundo percibido instintivamente e imaginativamente, de forma reflexiva por cada sujeto, como también la percepción del mundo construida socialmente. En mi opinión, Pla construye a través de la narración del tiempo una explicación fenomenológica de la cultura. Fijémonos en el ejemplo de las rosas de Sant Ponç (San Poncio, 11 de mayo) que aparece mencionado diversas ocasiones a lo largo de su obra.

En Las horas, cuando llega el mes de mayo, Pla recuerda con nostalgia que en su juventud cada 11 de mayo, en un paraje del Empordà llamado Santa Margarita rodeado de campos de cultivo, en el término de su Palafrugell natal, se celebraba una romería alrededor de una pequeña capilla dedicada a Sant Ponç, desaparecida durante la Guerra Civil. La romería consistía en una fiesta con músicos, baile, preparación de comida, vendedores ambulantes, etc. En el interior de la capilla, la imagen del santo se decoraba con una gran cantidad de rosas rojas que florecen en esta época, conocidas en el Empordà como rosas de Sant Ponç. Su recuerdo pervive en el escritor muchos años después: «…las cosechas en flor. El obsesionante olor de primavera.» ( Pla 1971: 196 Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.).

En el libro Les illes (Las islas), la visita a una iglesia de Santorini le evoca el recuerdo de estas rosas que adornaban las iglesias en el mes de mayo: «Las rosas rojas de Sant Ponç, qué inolvidable maravilla! Qué fenomenal, insondable, prodigiosa mediocridad! Pero esta es la buena vida.» ( Pla 1970: 420 Pla, Josep. 1970. Les illes. Obra Completa, 15. Barcelona: Destino.). También en la isla de Mallorca cuando describe la belleza del valle de Sóller en primavera no se descuida de «Las rosas rojas de Sant Ponç, de pétalos pomposos, que con el agua de mayo parecen arquearse de gozo.» ( Pla 1976a: 473 Pla, Josep. 1976a. Tres guies. Obra Completa, 30 Barcelona: Destino.).

Pla utiliza las rosas para hacer emerger la cultura a través de los sentidos, a través de la percepción el paisaje natural en el devenir de las estaciones. La cultura emerge en los textos de Pla como algo que nos hace presente a través de procesos metafóricos que tienen lugar en el transcurso temporal de la vida social, cuando las cosas son extraídas de su estadio natural y se transportan hacia el dominio sociabilizado por un grupo de personas reunidas en una fiesta popular. Las rosas pasan a través de los sentidos a formar parte de la vida reflexiva, son transformadas en cultura, pero no en tanto que flores de una planta arbustiva, sino en tanto que cortadas de la planta y depositadas sobre el altar de una pequeña capilla de campo, dedicada a tal santo, en el contexto de tal romería de payeses, que tenía lugar tal día de primavera, en tal paraje en medio de la campiña del Empordà, lo cual producía una satisfacción inmensa en la gente que lo vivía:

Las rosas ya no parecían un simple producto de la naturaleza; parecían tener un estilo misterioso, producido, sin dejar de ser reales y concretas, por un factor desconocido que después me pareció que era la inteligencia. Yo no sabía nada de esto. La inteligencia. Inexplicable palabra. Más tarde me dijeron que la inteligencia era algo parecido al estilo de la cultura. La cultura. Aún más difícil de comprender. Pero la visión de aquellas rosas producía una satisfacción inmensa - al espíritu y los sentidos, a la propia vida instintiva, imaginativa y reflexiva. ( Pla 1971: 197 Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.)

Mediante este ejemplo podemos ver la forma en que se llena el paso de las horas a nivel de la percepción del medio natural en el transcurso estacional, en este caso observando las rosas cuando florecen en su paisaje concreto, o bien recolectarlas y llevándolas a una romería, o bien finalmente evocándolas poéticamente. Pla escribió un artículo titulado «Sobre las rosas» en 1949, para hablar de lo que los poetas han escrito sobre las rosas. Resumiendo, lo que los poetas de todos los tiempos han visto en las rosas ha sido, según Pla: «la melancolía que produce la brevedad de las cosas, la tristeza de su fugacidad» ( Pla 1976b: 247 Pla, Josep. 1976b. Articles amb cua. Obra Completa, 31. Barcelona: Destino.). Y curiosamente, en su gran novela El nombre de la rosa, Umberto Eco compara las rosas con aquella chica de la que el protagonista no llegó ni saber su nombre, que conoció tan fugaz y efímeramente.

Según cuenta Pla en este artículo, de la fugacidad de las rosas algunos poetas han derivado un pesimismo radical, otros las han identificado con la muerte. Todos ellos, sin embargo, han encontrado en las rosas un refugio para llenar el tiempo. Pasar el tiempo contemplando las rosas, sobre todo cuando el contexto histórico es adverso, como el que le tocó vivir a Pla con la Guerra Civil española y la segunda Guerra Mundial, parecía una buena opción para llenar el tiempo: «Pero, ¡qué maravilla! Son una maravilla, sobre todo en la época que estamos viviendo, tan violenta, tan áspera y bestia. Perder este tiempo mirando las rosas, mirando cómo se deshojan las rosas -todas las cosas de la vida se deshojan como las rosas- es una maravilla» ( Pla 1976b: 248 Pla, Josep. 1976b. Articles amb cua. Obra Completa, 31. Barcelona: Destino.).

APUNTES FINALES: ESCRIBIR SOBRE EL CAMBIO Y EL PASO DEL TIEMPO

 

Las representaciones del tiempo son diversas, como mostró Hervé Barreau (1985 Barreau, Hervé. 1985. «Modèles circulaires, linéaires et ramifiés de la représentation du temps», en Dorian Tiffeneau (ed.), Mythes et représentations du temps: 135-155. París: Éditions du CNRS.; 1996 Barreau, Hervé. 1996. Le temps. París: Presses Universitaires de France.; 2000 Barreau, Hervé. 2000. «The Natural and Cultural Invariants of the Representation of Time in Face of Globalization». Time and Society, 9(2/3): 303-317. doi: < https://doi.org/10.1177/0961463X00009002010 >.). De entre todas las representaciones del tiempo, hay una que ilustra bien el camino escogido por Josep Pla para describir la etnología del Empordà rural: la aprehensión de lo cambiante. El mundo es cambiante y la sociedad humana se organiza, se coordina y a veces intenta resistirse -o en última instancia evadirse-, respecto al cambio asociado al paso del tiempo. Josep Pla mostraba un orden social subordinado al orden superior del tiempo. El mundo rural aparece integrado en estas dos apariencias opuestas: por un lado, la conservación, propia de lo que Lévi-Strauss (1952) Lévi-Strauss, Claude. 1952. Race et Histoire. París: Unesco. llamaba las sociedades frías, con un ambiente interior cercano al cero de temperatura histórica; y del otro el cambio, el movimiento temporal inexorable. La antropología se ha referido a menudo a la noción de cambio en las sociedades rurales, se ha hablado menos de la propia experiencia del cambio y su representación, como expresión básica del tiempo.

Nada es estático en el mundo. En el mundo rural la impresión sensible del paso del tiempo es más acusada debido al vínculo entre el recorrido aparente del sol sobre la eclíptica y el desarrollo de las especies vegetales, la migración de las aves, el apareamiento de los animales y los factores climáticos que afectan tan directamente la agricultura como la pesca, aunque Pla lo extenderá, sin duda exagerando, a la pequeña industria textil del género de punto ( Pla 1971: 101 Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.). Dejando ahora este extremo, una de las cosas que más llama la atención en la lectura de la obra de Pla es la narración de lo cambiante. Prácticamente por cualquier página que abriéramos el libro Les hores (Las horas) hallaríamos un fragmento para ilustrarlo: «La gran novedad es ésta: ponerse de espaldas al gran fuego de leña, avanzar hacia la puerta, sintiendo en los pómulos la dureza metálica del frío, y tener la visión súbita, instantánea, los almendros en flor. ¿Cómo vinieron estas flores? Ayer no estaban...» ( Pla 1971:80 Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.)

Lo que para terminar quisiera señalar es que, para Pla, el orden natural y el orden social mudan juntos. El planteamiento de Pla no consiste en decir que los cambios en la naturaleza, derivados del ciclo estacional, fuercen cambios en la sociedad o adaptaciones, pero tampoco que la sociedad tenga sus propios ritmos endógenos al margen de la naturaleza, como creía Marcel Mauss ( Terradas 1998 Terradas, Ignasi. 1998. «CIRCA Antropología del tiempo y la inexactitud». Anales de la Fundación Joaquín Costa, 14: 233-253.). En la obra de Pla, el devenir de la naturaleza y la vida social marchan juntos en influencia recíproca. La vida social se nos presentada en la obra literaria de Pla como atravesada por las estaciones en movimiento, por la luz y atmósfera propias de cada estación, superpuesto al trabajo del campesino sobre el paisaje.

Pla nos muestra los rastros de la civilización mediterránea en el paisaje agrario: «En los campos bien cultivados, veo la misma civilización que en los libros de las personas sensibles» ( Pla 1971: 178 Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.). La civilización es, para él, el trabajo humano acumulado sobre el paisaje, es la superposición de esfuerzos realizados por cada una de las generaciones precedentes para humanizar el paisaje. Es el rastro de gracia que los antepasados ​​han dejado sobre el paisaje: «el trabajo humano acumulado, el trabajo de cien generaciones oscuras que han pasado dejando este rastro de gracia» ( Pla 1967: 22 Pla, Josep. 1967. El nord. Obra Completa, 5. Barcelona: Destino.). Se trata, por tanto, de una presencia y de un esfuerzo reiterado sobre un mismo paisaje a través del tiempo, de un sentido de superposición en el tiempo y continuidad. Pero superposición no significa acumulación, esto pertenece al ámbito del progreso. Como tampoco la noción de trabajo de Pla hace referencia a la productividad como base para la acumulación. Por ejemplo, el valor civilizatorio de las terrazas de piedra seca para el cultivo de la vid y el olivo de los alrededores de Cadaqués radica en que el inmenso esfuerzo de construcción y mantenimiento no puede explicarse por razones meramente económicas, sino sólo por la voluntad persistente de los habitantes de Cadaqués al largo de su historia por seguir habitando en un terruño rocoso de los Pirineos marítimos ( Pla 1969: 82 Pla, Josep. 1969. Notes disperses, 36. Obra Completa. Barcelona: Destino.).

En este contexto, cambio no significa progreso. La noción de progreso aparece opuesta en su obra a la de civilización. Pla atribuye a los payeses esta oposición al progreso, por ejemplo, a través de la locución popular «así lo hemos encontrado y así lo dejaremos», que aparece varias veces en boca de diferentes payeses a lo largo de su obra ( 1966b: 102 Pla, Josep. 1966b. Aigua de mar. Obra Completa, 2. Barcelona: Destino.; 1971: 169 Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.). Esta visión encaja con lo que Claude Lévi-Strauss (1952) Lévi-Strauss, Claude. 1952. Race et Histoire. París: Unesco. calificaba de sentido no acumulativo de la historia, propio de lo que llamaba las sociedades frías, que no son sociedades sin historia sino sin necesidades historiográficas, matizaba Lévi-Strauss (1998) Lévi-Strauss, Claude. 1998. «Retours en arrière». Les Temps Modernes, 598: 66-77. . En Las horas Pla escribe que «el mundo avanza, pero no progresa» ( Pla 1971: 20 Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.). Lo que se llama progreso no es más, a entender de los payeses que encontramos en sus libros, que la sustitución de la calidad que tenían las cosas antiguas por la cantidad característica del sistema de producción que introduce criterios de productividad industrial en la agricultura.

Veámoslo con un último ejemplo. En Viatge a la Catalunya Vella (Viaje a la Cataluña Vieja) Pla (1968c: 208-12) Pla, Josep. 1968c. Viatge a la Catalunya Vella, 9. Obra Completa. Barcelona: Destino. describe el ambiente al mediodía en el hostal de un pueblo del Empordà durante un día de mercado, lleno de payeses que han ido allí a vender sus productos. Mientras toman café se les acerca el representante comercial de una marca de abonos químicos para el campo. El vendedor presenta su producto a los posibles compradores como el abono del futuro, describiendo los grandes progresos científicos que han permitido llegar a tan brillantes resultados. Pla se fija en uno de los hombres más viejos, el cual manifiesta su escepticismo sobre las virtudes que el vendedor atribuye al producto químico: «Las cebollas son cada día más grandes -dice el payés- pero cada día más insípidas». El mismo pensamiento lo pone en otro libro, Les hores, en la boca de otro payés que contempla como una máquina segadora avanza por un campo de trigo. Según el viejo segador, el trigo segado así, «no es tan bueno como aquel pan antiguo que costaba tanto de arrancar de la tierra» ( Pla 1971: 239 Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.). Estas opiniones manifiestan una reticencia hacia el progreso que puede ser explicada por la sublimación deliberada de una época ya pasada, una época más atenta a los ritmos estacionales, un sentido de la estacionalidad que los payeses compartían y que les daba una identidad colectiva.

La obra de Pla es un recuerdo de un tiempo y un paisaje rural mediterráneo visto por los ojos de sucesivas generaciones de payeses, que tuvieron en el paisaje del Empordà, cambiante al ritmo de las estaciones, una forma de reconocer su identidad. Pla era consciente de la desaparición del mundo rural catalán tal como lo había conocido en su juventud. La importancia que da a la descripción de las estaciones, con todos sus matices dentro de la geografía del Empordà, encuentra su explicación en esta consciencia. El fin del campesinado, escribía Pla en el año 1977, «es una de las grandes cuestiones que la época, la sociedad de hoy, tiene planteadas» ( Pla 1983: 479 Pla, Josep. 1983. Caps-i-puntes. Obra Completa, 43. Barcelona: Destino.). En esto coincide con el historiador Eric Hobsbawm cuando hace balance de lo que ha significado el siglo veinte: «el tercer cuarto de siglo señaló el fin de siete u ocho milenios de historia humana que habían comenzado con la aparición de la agricultura durante el Paleolítico» ( Hobsbawm 2012:18 Hobsbawm, Eric. 2012. Historia del siglo XX. 1914-1991.Barcelona: Editorial Planeta.). El siglo veinte significó, en muchos sentidos, la huida del tiempo de las sociedades agrarias mediterráneas. Pero afortunadamente, algunos escritores como Josep Pla, estaban allí para describirlo.

NOTAS

 
1

En Cataluña desde la Edad Media, la transmisión de la propiedad de la tierra se basa en la figura del hereu o primogénito.

2

Mas es el nombre que reciben las casas de campo en Cataluña, incluye la vivienda y las dependencias agrícolas. A menudo, como en el caso que nos ocupa, el mas lleva el mismo nombre que el apellido de la familia propietaria.

3

Todas las citas de libros de Pla, en catalán en el original, han sido traducidas al castellano.

BIBLIOGRAFIA CITADA

 

Abou-Zeid, Ahmed. 1956. «The Great Oasis: A Study of the Social Institutions of El-Kharga; An Egyptian Oasis in the Western Desert». Ph.D. Thesis. Oxford: Bodleian Library, University of Oxford.

Asad, Talal (ed.). 1973. Anthropology and the Colonial Encounter. Amherst: Humanity Books.

Barreau, Hervé. 1985. «Modèles circulaires, linéaires et ramifiés de la représentation du temps», en Dorian Tiffeneau (ed.), Mythes et représentations du temps: 135-155. París: Éditions du CNRS.

Barreau, Hervé. 1996. Le temps. París: Presses Universitaires de France.

Barreau, Hervé. 2000. «The Natural and Cultural Invariants of the Representation of Time in Face of Globalization». Time and Society, 9(2/3): 303-317. doi: < https://doi.org/10.1177/0961463X00009002010 >.

Berlin, Brent. 1992. Ethnobiological Classification. Principles of Categorization of Plants and Animals in Traditional Societies. Princeton: Princeton University Press.

Birth, Kevin. 2006. «Més que pura successió: les altres dimensions del Temps». Revista d’Etnologia de Catalunya, 28: 20-27.

Boissevain, Jeremy. 1969. Hal-Farrug: A village in Malta. Nueva York: Holt, Rinehart and Winston.

Campbell, John. 1964. Honour, Family and Patronage. Oxford: Oxford University Press.

Carbonell, Eliseu. 2004. Debates acerca de la Antropología del tiempo. Barcelona: Publicacions de la Universitat de Barcelona, Estudis d’Antropologia Social i Cultural.

Carbonell, Eliseu. 2006. Josep Pla: El temps, la gent i el paisatge. Barcelona: Edicions de 1984.

Carbonell, Eliseu. 2010. «‘Exactly what I had been looking for’: the Anthropology of the Mediterranean 1950-1970». Con(textos). Revista d’antropologia i investigació social, 4: 5-22.

Clifford, James. 1995. Dilemas de la cultura. Antropología, Literatura y Arte en la perspectiva posmoderna. Barcelona: Gedisa.

Clua i Fainé, Montserrat. 2019. «Antropologia i literatura: l’ús de Pedra de tartera com a material etnogràfic». Rassegna iberistica, 42(112): 447-460. doi: < https://doi.org/10.30687/Ri/2037-6588/2019/112/009 >.

Cutileiro, José. 1971. A Portuguese Rural Society. Oxford: Clarendon Press.

Douglas, Mary. 1981. «Los lele: resistencia al cambio», en Josep R. Llobera (comp.), Antropología económica. Estudios etnográficos. Barcelona: Anagrama.

Du Boulay, Julliet. 1974. Portrait of a Greek Mountain Village. Oxford: Clarendon.

Evans-Pritchard, Edward Evan. 1977. Los Nuer. Barcelona: Anagrama.

Fabre, Daniel. 1990. «Carlo Levi au pays du temps». L’Homme, 30(2): 50-74.

Febrés, Xavier. 1990. Josep Pla: biografia de l’homenot. Barcelona: Plaza & Janés Editores.

Fernea, Elisabeth. 1989. «The case of Sitt Marie Rose, an ethnographic novel from the modern Middle East», en Phillip Dennis y Wendell Aycock (eds.), Literature and Anthropology: 153-164. Lubbock: Texas Tech U.P.

Finnegan, Ruth.1977. Oral Poetry. Its nature, significance and social context. Cambridge: Cambridge University Press.

Frigolé, Joan. 1995. Un etnólogo en el teatro. Ensayo antropológico sobre Federico García Lorca. Barcelona: Muchnik.

Gallini, Clara 1999. «Etnografia e scrittura: il mondo mágico di Carlo Levi ed Ernesto De Martino», en Gigliola De Donato (ed.), Il tempo e la durata in «Cristo si è fermato a Eboli»: 277-282. Roma: Farenheit 451.

Gallofré, Maria Josepa (ed.). 2003. Josep Pla, Josep Maria Cruzet. Amb pedres disperses. Cartes, 1946-1962. Barcelona: Destino.

Geertz, Clifford. 1989. El antropólogo como autor. Barcelona: Paidós.

Geli, Carles. 2007. «Reportaje: El canon catalán. Viaje colectivo al centro de las letras catalanas». El País, suplemento literario Babelia, 6 de nov. Disponible en: < https://elpais.com/diario/2007/10/06/babelia/1191627550_850215.html >. Fecha de acceso 18 ene 2021.

Gell, Alfred. 1992. The Anthropology of Time. Oxford: Berg.

Hobsbawm, Eric. 2012. Historia del siglo XX. 1914-1991.Barcelona: Editorial Planeta.

Hoggart, Richard. 1966. «Literature and Society», en Norman McKenzie (ed.), A Guide to the Social Sciences: 19-37. Londres: Weidenfeld and Nicolson.

Iparraguirre, Gonzalo. 2016. «Time, temporality and cultural rhythmics: An anthropological case study». Time & Society, 25(3): 613-633. doi: < https://doi.org/10.1177/0961463X15579802 >.

Kaneff, Deema. 2004. Who Owns the Past? The Politics of Time in a ‘Model’ Bulgarian Village. Oxford: Berghahn Books.

Kroeber, Alfred. 1991 [1922]. «Introduction», en Elsie C. Parsons (ed.), American Indian Life: 11-16. Lincon: University of Nebraska Press.

Leach, Edmund. 1971. Replanteamiento de la antropologia. Barcelona: Seix Barral.

Lévi-Strauss, Claude. 1952. Race et Histoire. París: Unesco.

Lévi-Strauss, Claude. 1998. «Retours en arrière». Les Temps Modernes, 598: 66-77.

Marcus, George. 1991. «Epílogo: La escritura etnográfica y la carrera antropológica», en James Clifford y George Marcus (ed.), Retóricas de la antropología: 357-364. Madrid: Júcar.

Mauss, Marcel. 1979. «Ensayo sobre las variaciones estacionales en las sociedades esquimales», en Sociología y Antropología: 359-430. Madrid: Tecnos.

Mira, Joan Francesc. 2007. «Literatura y antropología», en Carmelo Lisón Tolosana (ed.), Introducción a la antropología social y cultural. Teoría, método y práctica: 547-567. Madrid: Akal.

Peters, Emrys. 1990. The Bedouin of Cyrenaica. Studies in Personal and Corporate Power. Cambridge: Cambridge University Press.

Pla, Josep. 1966a. El quadern gris. Obra Completa, 1. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1966b. Aigua de mar. Obra Completa, 2. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1967. El nord. Obra Completa, 5. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1968a. El meu país. Obra Completa, 7. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1968b. Els pagesos. Obra Completa, 8. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1968c. Viatge a la Catalunya Vella, 9. Obra Completa. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1969. Notes disperses, 36. Obra Completa. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1970. Les illes. Obra Completa, 15. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1971. Les hores. Obra Completa, 20. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1974. Un petit món del Pirineu Obra Completa, 27. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1976a. Tres guies. Obra Completa, 30 Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1976b. Articles amb cua. Obra Completa, 31. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1979. Notes del capvesprol. Obra Completa, 35. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1980. Escrits empordanesos. Obra Completa, 38. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1983. Caps-i-puntes. Obra Completa, 43. Barcelona: Destino.

Pla, Josep. 1984. Darrers escrits. Obra Completa, 44. Barcelona: Destino.

Porqueres, Enric. 2006. «Parentiu i actes individuals: el temps d’una fragilitat estructurant». Revista d’Etnologia de Catalunya, 28: 64-69.

Schneider, Peter y Jane Schneider. 1998. «Il Caso Sciascia. Dilemmas of the Antimafia Movement in Sicily», en Jane Schneider (ed.), Italy’s «Southern Question». Orientalism in One Country: 245-260. Oxford: Berg.

Stacul, Jaro.2005. «Natural time, political time: Contested histories in northern Italy». The Journal of the Royal Anthropological Institute, 11(4): 819-836. doi: < https://doi.org/10.1111/j.1467-9655.2005.00263.x >.

Stirling, Paul. 1965. Turkish Village. Londres: Weidenfeld and Nicolson.

Terradas, Ignasi. 1998. «CIRCA Antropología del tiempo y la inexactitud». Anales de la Fundación Joaquín Costa, 14: 233-253.

Testart, Alain. 2000. «Quelques considérations sur le temps dans la parenté et le mariage entre cousins croisés». L’Homme, 154-155: 547-558. doi: < https://doi.org/10.4000/lhomme.48 >.

Thompson, Edward. P. 1991. «Tiempo, disciplina de trabajo y capitalismo industrial», en Costumbres en común: 395-452. Barcelona: Crítica.

Williams, Raymond. 1997. Marxismo y literatura. Barcelona: Península.