Disparidades. Revista de Antropología 77 (1)
enero-junio 2022, r019
eISSN: 2659-6881
https://doi.org/10.3989/dra.2022.019

NOTAS DE LIBROS

Fernando Monge

Departamento de Antropología Social y Cultural, UNED

Reseña de: TETT, Gillian: Anthro-Vision. A New Way to See in Business and Life. (Nueva York: Avid Readers Press, 2021), 283 pp.

CONTENIDO

En mayo de 1992, Gillian Tett se encontraba refugiada en una habitación de hotel en Dusambé. Fuera se escuchaban los sonidos de disparos, la inesperada guerra civil de Tayikistán, una antigua república soviética, había atraído a la prensa occidental al nuevo y hasta entonces pacífico país. Compartían esos difíciles momentos ella y un periodista británico, no sabían cuánta gente estaba muriendo en las calles próximas al hotel y con el inquietante sonido de la batalla al fondo, su compañero de habitación, Marcus Warren, del Daily Telegraph, preguntaba a Gillian Tett: «¿Qué es lo hiciste antes en Tayikistán?». Gillian Tett, ahora reportera del Financial Times, vivió en ese país mientras hacía un trabajo de campo sobre rituales de matrimonio, gracias a esta investigación se doctoró en antropología en la Universidad de Cambridge (en 2022 recibirá un premio del presidente de la Asociación Americana de Antropología). Warren, sorprendido, siguió preguntando, no acababa de entender que alguien tuviera interés por semejante tema, por qué diablos una persona como ella era capaz de trasladarse y vivir durante más de un año en unas remotas montañas del Tayikistán soviético. Ella entendía la sorpresa de su colega periodista, con gente muriendo cerca del hotel parecía exótico o irrelevante el estudio de los rituales de matrimonio, así arranca este libro que, afirma su autora, tiene un propósito concreto: contestar esa pregunta (p. xii).

Este libro es, según Gillian Tett, un «tapiz intelectual tejido con los hilos recogidos de numerosas conversaciones que he mantenido a lo largo de unas tres décadas» (p. 337). Su relato, que entrelaza esas conversaciones y numerosos casos de estudio, parte de esa triste habitación de hotel de Dusambé, retrocede unos años a Obi Safed, Tayikistán, y cómo desde allí se embarcó en otro viaje de investigación a un territorio entonces exótico para ella: el Financial Times. Desde esa peculiar localización la autora dirige su mirada antropológica a las grandes corporaciones, los bancos, los mundos de las finanzas o la tecnología. Su carrera en el periódico, en la que inicialmente se ubica como una «insider-outsider», se fundamenta en su formación antropológica y cómo esa mirada antropológica, que ella denomina Anthro-Vision, le permite observar e interpretar de un modo nuevo el mundo de los negocios y la vida. Frente a la Inteligencia Artificial (IA) ella defiende la Inteligencia Antropológica (IA). La antropología es, de acuerdo con Tett, «un marco intelectual que permite ver aquello que está a la vuelta de la esquina, detectar lo que está oculto a simple vista, ganar empatía con los demás y obtener una nueva visión de los problemas» (p. xii). Gracias a esa «antropovisión» pudo prever y comprender la crisis financiera de 2008, el ascenso de Donal Trump o la pandemia que todavía estamos sufriendo. La antropología, defiende la autora, «es más necesaria que nunca» (p. xii) pero para poder aportar su visión es necesario que la disciplina sea capaz de «colaborar [con otras disciplinas y actividades], [ser] más ambiciosos, flexibles e imaginativos» (p. 234). La hoja de ruta que nos propone este libro no se limita a trazar la trayectoria de Gillian Tett como periodista y editora del Financial Times, sino que compone un peculiar manual de casos de estudio antropológico a partir de sus propias experiencias y lecturas.

El libro, que se abre con un prefacio en el que presenta la Inteligencia Antropológica (IA), se estructura en tres partes, una conclusión, un epílogo que escribe como una carta a las personas que practican la antropología y una bibliografía. En la primera parte, que titula «Haciendo familiar a lo ‘extraño’», parte de su propia experiencia de campo en Tayikistán, para mostrarnos el modo en el que el ejercicio de la antropología, nuestra visión «de ojo de gusano», que hace preguntas abiertas, reflexiona sobre lo que la gente no habla y trabaja con empatía, puede enseñar, entre otros, a alguna de las tribus occidentales contemporáneas. «Haciendo familiar lo extraño» sigue la trayectoria de algunas antropólogas y antropólogos en el mundo de las grandes compañías de ordenadores y telecomunicaciones, o cómo las barritas de chocolate Kit Kat se convirtieron en un popular objeto de consumo en Japón que hoy se vende como souvenir característicamente japonés, o qué podemos aprender de las campañas para erradicar el ébola en África para enfrentarnos a la pandemia global de la COVID.

En la segunda parte, titulada «Haciendo extraño lo familiar», la mirada de la autora trata de mostrarnos cómo ese proceso de extrañamiento nos puede permitir entender cómo es posible que los banqueros no fueran capaces de interpretar correctamente los riesgos que estaban corriendo a la hora de evaluar sus productos financieros innovadores, y cómo esa «ceguera» desembocó en la crisis de 2008. También nos muestra cómo antropólogos y antropólogas trabajan dentro de grandes corporaciones como General Motors o de qué modo la antropología de la investigación sobre usuarios no sólo se enriquece con la mirada antropológica sino que permite, además, aportar una visión más próximas a personas que no forman parte de Occidente.

En la tercera parte, se centra en la capacidad que tiene la antropología de «escuchar el silencio social», cómo esa facultad de observación y análisis que nos permite escuchar esos silencios sociales nos hubiera mostrado u ayudado a entender el fenómeno del ascenso al poder de Trump, por qué necesitamos oficinas, qué pueden aprender los economistas de Cambridge Analytica, o qué esta impulsando a las finanzas hacia un planteamiento ecológico.

Cada una de las preguntas que responde, cada uno de los casos de estudio que despliega a lo largo del libro, muestra de qué modo un concepto o una perspectiva antropológica ayuda a dar sentido lo que observamos y cómo esos conceptos y perspectivas se transforman cuando se aplican o despliegan en la bolsa de valores, los estudios sobre usuarios, los bancos, el Foro de Davos u otros espacios poco transitados por etnógrafos. La autora utiliza muy productivamente conceptos como habitus o liminalidad, polución, reciprocidad, ritual, construcción de sentido, intercambio informal de información sin caer en complicadas elaboraciones teóricas. Muestra, por ejemplo, cómo la visión económica de los economistas contemporáneos, que no incorporan las concepciones de intercambio y reciprocidad de la antropología, son incapaces de entender la actividad económica de la red; o cómo la palabra o las declaraciones de sus máximos responsables son una herramienta esencial de estabilización económica utilizado por los bancos centrales.

Este libro, que no tenía a los antropólogos y antropólogas como objetivo inicial, trata de «dar a conocer a los no antropólogos algunas de las valiosas ideas que emanan de» la antropología (p. 233). En mi opinión esta es una de las mayores paradojas de esta obra: muestra bajo otra luz a las y los antropólogos que no trabajamos en los ámbitos que ella trata. Y lo hace con un mensaje central para todos nosotros, antropólogos y no antropólogos: «nos cuesta ver lo que realmente ocurre en el mundo que nos rodea hoy y necesitamos cambiar nuestra visión» (p. 224). A veces, cambiar la lente desde la que observamos el mundo puede ayudarnos a mejorarlo, dice Tett, el «extrañamiento puede impulsar el cambio» (p. 237). La visión de un mundo interconectado, inestable, familiar y extraño que ofrece la antropología es más necesaria que nunca para definir nuestra común humanidad y celebrar la diversidad que nos caracteriza. La antropología es una disciplina particularmente adecuada para abordar un mundo en el que son malas ayudas los modelos nítidos y bien delimitados (p. 231).

«Anthro-Vision» comparte el entusiasmo de la autora por la antropología, puede resultar engañosamente positivo o sencillo para un lector crítico. La brevedad y la agilidad con la que aborda cuestiones tan complejas pueden dejar la sensación de que sólo podemos considerar esta obra como un libro de divulgación y, en efecto, eso es; sin embargo, creo que merece una detenida consideración y lectura como un buen manual de introducción a la antropología para estudiantes de instituto y universidad. La bibliografía que incluye al final ofrece un catálogo de obras centrales en campos de especialización y actividad profesional que la antropología universitaria española apenas enseña; y los casos de estudio no sólo se centran en los mundos de las compañías tecnológicas, las finanzas, los bancos, los abogados, los «media», o las élites de las corporaciones, también nos muestran el modo en el que los y las antropólogas han entrado en estos campos y cómo desarrollan su actividad en ellos.

Hay una última cuestión que creo particularmente interesante en este libro y que, en mi opinión merece ser cuidadosamente considerado tanto por los estudiantes de antropología como por los personas que ejercen como antropólogos: el lugar de la antropología en el universo laboral que dibuja la autora. Existe «una necesidad desesperada de combinar la ciencia social y la de los datos, y una gran escasez de personas que puedan hacerlo. Esto crea oportunidades que los antropólogos deberían aprovechar. En un mundo globalizado en el que los códigos semióticos no dejan de cambiar, deberíamos valorar a las personas que pueden navegar por diferentes culturas en el mundo real y en el ciberespacio» (p. 234). Esta propuesta, que anima a los y las antropólogas a trabajar y fundir sus perspectivas con las de disciplinas como las medicina, las finanzas, la informática, las leyes o colaborar en la construcción de políticas públicas, no esta libre de problemas y dificultades; entre ellas las relacionadas con las dimensiones éticas y los compromisos tradicionales de una disciplina que todavía no se ha liberado de los fantasmas y pecados de su relación con el mundo colonial. Desde esta perspectiva, este texto es una excelente pieza que sumar a los debates que existen en la actualidad sobre la profesionalización de la antropología fuera de los limitados ámbitos en lo que discurre en España.

Y el libro termina con estas palabras:

Un mensaje clave de este libro es que si hay un momento en que la perspectiva de la disciplina es necesaria, es ahora. Puede que el mundo no esté siempre dispuesto a escuchar lo que los antropólogos tienen que decir; sus mensajes y su modo de ver el mundo suelen incomodar a la gente. Pero precisamente por eso, los mensajes de la antropología deben ser escuchados, ahora. Espero que este libro ayude. (p. 236).