Disparidades. Revista de Antropología 77 (1)
enero-junio 2022, r016
eISSN: 2659-6881
https://doi.org/10.3989/dra.2022.016

NOTAS DE LIBROS

María Cátedra

Departamento de Antropología Social
Universidad Complutense de Madrid

Reseña de: VILCHES, Sibila Vigna: Etnografías extraordinarias. Gentes, espíritus y asombros en Salto, Uruguay. (Madrid: CSIC, 2020), 421 pp.

…no existen narraciones que no sean pertinentes, y todas ellas describen algún aspecto de la urdimbre social en que se entretejen los quiebres, las pérdidas, los temores y los sueños con la materia sutil de espectros y seres luminosos. (Vigna)

Este, en cierto modo, extraordinario libro de Sibila Vigna proviene de una investigación doctoral codirigida por William Christian y Manuel Delgado, quienes escriben el Prólogo y Epílogo respectivamente del mismo. Con tan ilustres directores no es de extrañar que la autora se haya sentido muy bien acompañada en su aventura por descubrir las rendijas de ese «otro mundo» que está al lado de éste.

Extraordinario libro porque se dedica a aspectos extraordinarios: apariciones, presencias, espíritus y asombros tanto en las zonas rurales como urbanas de Salto, en Uruguay. Esta atención a los dos territorios es precisamente uno de los aspectos más interesantes del libro. Normalmente la atención a estas creencias se ha enfocado excesivamente en el campo, frente a la ciudad, puesto que tradicionalmente se han considerado como «supersticiones», desde la óptica racionalista (y paternalista) ciudadana. La fácil etiqueta de superstición, (esas creencias ajenas en las que uno no cree) suele adjudicarse a la gente rural, supuestamente inculta y crédula, a pesar de la cantidad de evidencias en contra en ambientes ciudadanos. Claro está que, si uno cree en ellas, se llaman de otra forma (contactos extraterrestres, reiki, espiritismo, religión, New Age…). Sibila ha explorado con igual mimo las cartografías rurales como las urbanas.

Así el libro tiene tres partes, que se corresponden con los ambientes rurales, los escenarios ciudadanos y los enclaves celestiales (La Aurora). En el primer caso, los aparecidos son mujeres vestidas de blanco, seductoras, noctambulas, sin cabeza o sin pies, niños que lloran, niñas diabólicas o mujeres normales que se convierten en lo femenino salvaje. Aparte de ellas, también en el campo aparece lo masculino salvaje, es decir, animales, y especialmente el lobisón, mitad animal y mitad humano, perros o terneros grandes con ojos rojos, arrastrando cadenas, aullando, bestias peludas…en suma, tránsitos entre lo doméstico y lo salvaje, entre la comunidad y la naturaleza. En la zona rural abundan los asombros, espíritus de los muertos que se encarnan en animales domésticos con comportamientos asombrosos, como los lobisones, posesiones, apariciones de difuntos, luces extrañas y cualquier otra cosa del «otro mundo». Cuentos de miedo en noches de invierno, al lado de la lumbre, con su mate en mano… una visión clásica de la narración de estas historias en los pueblos campesinos. Entre los informantes, sin embargo, aparte de los campesinos, trabajadores rurales o domésticos, se encontraba un buen grupo de policías locales.

La segunda parte, sin embargo, es mucho menos previsible, dedicada a los fantasmas ciudadanos o más concretamente los que aparecen en edificios históricos, museos, cementerios, oficinas del gobierno, cárceles, instituciones públicas o teatros. Especialmente el teatro Larrañaga, de fines del siglo XIX, concentra una buena colección de relatos sobre percepciones, voces, sombras, espejos, reflejos y todo tipo de visiones y aparecidos. Artistas y funcionarios son los principales receptores de esos encuentros que, en muchas ocasiones recoge la prensa local junto a noticias de desapariciones, pozos, esqueletos, tesoros o enterramientos en el subsuelo. Detrás de esas ausencias aparecen períodos históricos concretos, como la última dictadura militar de 1968-1973 y sus víctimas.

El tercer escenario es lo que podríamos llamar la profesionalización del más allá, el enclave de La Aurora, una finca cercana a Salto, un lugar místico de peregrinación, del Padre Pío para unos y de otras experiencias de otros mundos para otros (energía, milagros, curaciones, apariciones de difuntos, contactos extraterrestres y ovnis). Se trata de un lugar sagrado de sanación, salvación y evolución espiritual, con distintas opciones religiosas, varios monasterios, prácticas de zen y reiki, prácticas esotéricas…

En suma, Sibila Vigna explora un rico universo de creencias y experiencias salteñas, etnografías extraordinarias… mediante una extraordinaria etnografía, minuciosa y profunda, a través de un trabajo de campo realizado con empatía e intensidad. No abundan últimamente este tipo de investigaciones con tal riqueza de datos y un largo proceso de inmersión, frente a actuales trabajos livianos que coinciden con los criterios estrictos de evaluación del curriculum y la Aneca. La lista de informantes que relatan sus experiencias supera el centenar; la atención a la palabra local refleja el contexto en que se emite, su propia participación en el proceso, la especificación de sus preguntas y las respuestas. También contextualiza el volcán de informantes, ellos y ellas, que aparecen en este texto, reseñando aspectos de sus vidas o «historias», tratando de comprender sus creencias y experiencias. Entre ellos destacan los promotores, cómplices y videntes que impulsan los relatos de visiones, muertos y aparecidos, especialistas reincidentes, al lado de personas comunes a las que solo una vez les sucedió algo extraordinario. Hay tal cantidad de personas y narraciones en el texto que, pese a su riqueza, en cierta forma abruma. Quizá, por hacer alguna objeción, hubiera sido útil una mayor selección y revisión de textos, que destacaría de un modo más impactante el argumento. Y conste que no se trata simplemente de abundancia de narraciones, ni un catálogo de creencias, ya que Vigna pone de relieve en todo momento la situación social y política de Salto y sus gentes, al tiempo de su universo cultural y simbólico.

Un ejemplo a este respecto es el muy interesante análisis que realiza sobre la percepción social de los funcionarios y su relación con el clientelismo y con las presencias sobrenaturales. Para ello Sibila entrevistó a 46 trabajadores municipales, en activo o jubilados, fijos o contratados, vinculados al teatro, museos, entidades de cultura, archivos y cementerios (administrativos, guías de museos, carpinteros, electricistas, serenos, limpiadores, enterradores, jardineros, archivadores, directivos…). La propia autora, usuaria de estos servicios, estudió como eran percibidos por el resto de salteños, y especialmente las relaciones de poder que impregnaban el colectivo: las distintas categorías y responsabilidades obvias por un lado, y más profundamente la distribución política de los cargos. Las relaciones jerárquicas, los conflictos laborales, la adscripción política de los funcionarios y sus lealtades, las arbitrariedades del sistema burocrático convertían a los menos favorecidos en «fantasmas», ocupando y reproduciendo sus situaciones ambiguas, precarias y liminares; ambos eran «como almas en pena».

El libro resume los sistemas de creencias de los salteños, al igual que los sistemas religiosos, la circulación de los relatos y como se articulan narraciones y experiencias: «creer, contar, experimentar», en palabras de la autora. El texto está muy bien escrito, con inteligencia y sensibilidad. Las apariciones, «con su descarnada emergencia» apuntan a la «materia social de aspiraciones y utopías…». Así que, frente a su clásico olvido o desprecio, hay que tomar en serio estos relatos, porque son símbolos de sentimientos humanos básicos, formas de entrar en los universos mentales de otras gentes.