Disparidades. Revista de Antropología 76 (2)
julio-diciembre 2021, e024
eISSN: 2659-6881
https://doi.org/10.3989/dra.2021.024

CULTURIZAR LA NATURALEZA, NATURALIZAR LA CULTURA. LA CONSTRUCCIÓN DE LAS NARRATIVAS PATRIMONIALES

THE CULTURALIZATION OF NATURE, THE NATURALIZATION OF CULTURE. THE CONTRUCTION OF HERITAGE NARRATIVE.

Beatriz Santamarina Campos

Facultad de C.C Sociales. Universidad de Valencia

https://orcid.org/0000-0002-4170-7382

RESUMEN

Este artículo pretende ser una reflexión teórica en torno a los procesos de institucionalización y normalización del patrimonio cultural, inmaterial y natural. Desde nuestra perspectiva, los tres dominios patrimoniales nacen y se desarrollan en el mismo contexto sociopolítico, contando con instrumentos y agencias similares. Pero, en sus procesos de edificación y autentificación, se produce una inversión en términos discursivos muy significativa. Si en el llamado patrimonio cultural asistimos a lo que denominamos una culturización de la naturaleza, en el patrimonio inmaterial y natural presenciamos una naturalización de la cultura. Esta inversión, reflejada en prácticas y ficciones diferenciadas, nos permite indagar sobre las lógicas desplegadas por el llamado discurso patrimonial autorizado. A través de las mismas, podemos entender cómo se han ido configurando, a lo largo de los últimos dos siglos, los procesos patrimoniales. Nuestra propuesta pasa por considerar, en primer lugar, que los distintos patrimonios han actuado como instrumentos de dominación edulcorada, al confinar, codificar y asignar campos diferenciados amparados en lo disciplinario. Y, en segundo lugar, que esta disección patrimonial jerarquizada permite entender cómo se han conformado las políticas geopatrimoniales globales, a través de potentes instituciones especializadas, productoras de topografías metaculturales.

PALABRAS CLAVE: 
Patrimonio Cultural, Natural e Inmaterial; Autenticidad; Dominación; Poder.
ABSTRACT

The aim of this article is to be a theoretical reflection on the processes of institutionalization and normalization of cultural, intangible and natural heritage. From our perspective, these three heritage domains were born and developed within the same socio-political context, relying on similar instruments and agencies. Nonetheless, there is a significant reversal in discursive terms throughout its building and authentication processes. Whereas in the cultural heritage domain we attend to the culturalization of nature, within the intangible and natural heritage domains we witness a naturalization of culture. This reversal, reflected in differentiated practices and fictions, allows us to inquire about the logics displayed by the so-called authorized heritage discourse. Through them, we can understand how the patrimonial processes have been formed over the last two centuries. Our proposal goes on to consider, in the first place, that the different patrimonies have acted as instruments of sweetened domination, by confining, coding and assigning differentiated fields covered by disciplinary matters. And secondly, that this hierarchical heritage dissection allows us to understand how global geopatrimonial policies have been formed, through powerful specialized institutions, producers of metacultural topographies.

KEYWORDS: 
Cultural, Natural and Intangible Heritage; Authenticity; Domination; Power.

Recibido: 15 de diciembre de 2019; Aprobado: 20 de julio de 2020.

Cómo citar este artículo / Citation: Santamarina Campos, Beatriz. 2021. “Culturizar la naturaleza, naturalizar la cultura. La construcción de las narrativas patrimoniales”. Disparidades. Revista de Antropología 76(2): e024. doi: <https://doi.org/10.3989/dra.2021.024>.

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

 

En el siglo XIX aparece, por primera vez en el mundo occidental, el concepto de patrimonio colectivo como un dispositivo aglutinador y vertebrador de una pretendida identidad nacional, marcado por un pasado reinventado e intervenido y por un futuro construido como herencia pública y colectiva. Si bien es cierto que podemos rastrear, en los siglos precedentes, antecedentes claros, como pueden ser la voluntad de transcendencia o el coleccionismo, o instituciones claves para su desarrollo, como los museos o bibliotecas (Iniesta 1994Iniesta, Montserrat. 1994. Els gabinets del món. Antropologia, museus i museologies. Lleida: Pagès Editors.; Ballart 1997Ballart, Josep. 1997. El patrimonio histórico y arqueológico: Valor y uso. Barcelona: Ariel.; González-Varas 2003González-Varas, Ignacio. 2003. Conservación de bienes culturales: teoría, principios y normas. Madrid: Cátedra. ), no es menos cierto que el patrimonio, tal y como lo concebimos hoy, es un constructo decimonónico. Su gestación y desarrollo deben vincularse a la llegada de una nueva racionalidad, política, económica y social, asociada a los procesos de transformación del mundo moderno (Choay 1996Choay, Françoise. 1996. L’allégorie du patrimoine. París: Seuil.; Hernández 2002Hernández, Francisca. 2002. El patrimonio cultural: la memoria recuperada. Gijón: Trea. ; Poulot 2006Poulot, Dominique. 2006. Une histoire du patrimoine en Occident, XVIII-XIX siècle. Du monuments aux valeurs. París: Presses Universitaires de France. ). Desde nuestra consideración, los rasgos fundamentales de su definición, sus principios moderadores y sus sentidos prácticos están contenidos en su primera formulación. La temprana división entre los patrimonios cultural, natural e inmaterial y su utilización para producir cartografías patrias, articuladas en una mística ora histórica (museos o monumentos) ora ahistórica (parques naturales o museos costumbristas), nos señalan sus características más relevantes.

Partiremos aquí, por tanto, de la idea de que el patrimonio colectivo es un producto de la modernidad y, a la vez, un productor de modernidad (Harrison 2013Harrison, Rodney. 2013. Heritage: Critical Approaches. Londres: Routledge.). Desde su conformación, las tres formas patrimoniales adoptadas -cultural, natural e inmaterial- encapsulan las máximas de la cimentación moderna: la separación de dominios, la clasificación de formas de saberes y la depuración de espacios epistemológicos (Foucault 1970Foucault, Michael.1970. The Order of Things: An Archaeology of the Human Sciences. Londres: Tavistock.; Latour 1993Latour, Bruno. 1993. Nunca hemos sido modernos. Ensayo de antropología simétrica. Madrid: Debate.; Haraway 1995Haraway, Donna J. 1995. Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Madrid: Cátedra. ; Maffesoli 1993Maffesoli, Michel. 1993. El conocimiento ordinario. Compendio de sociología. México: FCE. y 1997Maffesoli, Michel. 1997. Elogio de la razón sensible. Una visión intuitiva del mundo contemporáneo. Barcelona: Paidós.; Lander 2000Lander, Edgardo (ed.). 2000. La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Buenos Aires: CLACSO.; Mignolo 1993Mignolo, Walter D. 1993. «Colonial and Postcolonial Discourse: Cultural Critique or Academic Colonialism?». Latin American Research Review 28(3): 120-134., 1995Mignolo, Walter D. 1995. «La razón postcolonial: herencias coloniales y teorías postcoloniales». Revista chilena de literatura 47: 91-114. Disponible en: <https://revistaestudiosarabes.uchile.cl/index.php/RCL/article/view/39564/41158>., 2012Mignolo Walter. 2012. Local Histories/Global Designs: Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border Thinking. Princeton, Cal.: Princeton University. y 2013Mignolo, Walter. 2013. «Geopolítica de la sensibilidad y del conocimiento. Sobre (de) colonialidad, pensamiento fronterizo y desobediencia epistémica». Revista de filosofía 74: 7-24.). Y son precisamente estos procesos modernos de disociación, codificación y decantación los que dotarán de sentidos y contenidos a los iniciales programas patrimoniales, delimitando sus campos y transformándose los mismos, como veremos a continuación, en estrategias clave para la articulación y legitimación del nacionalismo, el liberalismo y el capitalismo.

Los monumentos y museos nacionales, los parques nacionales y monumentos naturales y los parques costumbristas y museos rurales, en las tres versiones patrimoniales decimonónicas, constituyen un buen muestrario de los criterios activados para la producción de topografías nacionales. Su compartimentación estanca facilitó la asignación y especialización de los campos, así como una institucionalización, musealización y autentificación paralela, pero diferenciada en forma y contenido. El resultado fue notable. El patrimonio cultural quedó reservado para las formas propias de la definición humanista de cultura (Labadi 2007Labadi, Sophia. 2007. «Representations of the Nation and Cultural Diversity in Discourses on World Heritage». Journal of Social Archaeology 7 (2): 147-170. ; Pavone 2008Pavone, Vicenzo. 2008. From the Labyrinth of the World to the Paradise of the Heart: Science and Humanism in UNESCO’s Approach to Globalization. Nueva York: Lexington.), el patrimonio natural para la descubierta y bautizada como naturaleza prístina (Stevens 1997Stevens, Stan. 1997. «The legacy of Yellowstone». En Stan Stevens (ed.), Conservation through Cultural Survival: Indigenous People and Protected Areas: 13-32. Washington: Island Press.; Diegues 2000Diegues, Antonio Carlos S. 2000. El mito moderno de la naturaleza intocada. Quito: Editorial Abya Yala.; Descola 2007Descola, Philipe. 2007. «Posface. Les coulisses de la natura» Cahiers d’antropologie sociale 3: 123-127.; Selmi y Hirtzel 2007Selmi, Adel y Vicent Hirtzel. 2007. «Gouverner la nature» Cahiers d’Antropologie Sociale (3): 9-12.) y el patrimonio inmaterial -anteriormente denominado folklore- para los saberes populares y los modos de vida subalternos (Velasco 1988Velasco, Honorio. 1988. «El evolucionismo y la evolución del Folklore». Folk-lore andaluz 2: 13-32.; Ortiz García 1994Ortiz García, Carmen 1994. «Antropología y folklore». Revista de dialectología y tradiciones populares 49(2): 49-68. Disponible en: <https://digital.csic.es/handle/10261/44121>.; Iniesta 1994Iniesta, Montserrat. 1994. Els gabinets del món. Antropologia, museus i museologies. Lleida: Pagès Editors.; Hafstein 2011Hafstein, Valdimar Tr. 2011. «Célébrer les différences, renforcer la conformité». En Chiara Bortolotto (dir.), Le patrimoine culturel immatériel: enjeux d’une nouvelle catégorie: 75-97. París: Maison des sciences de l’homme. y 2018Hafstein, Vladimir. 2018. Making Intangible Heritage. El Condor Pasa and other Stories from Unesco. Indiana University Press.; Gómez, 2016Gómez, Eloy. 2016. «El patrimonio etnográfico: de patrimonio despreciado a patrimonio valioso». En Miguel Cisneros y Virginia Cuñat (eds.), Patrimonio olvidado, patrimonio recuperado: 45-74. Cantabria: UC.). Desde entonces hasta hoy, se han mantenido los tres campos, dotándoles de instrumentos y cuerpos jurídicos como realidades diferenciadas e inmanentes. Las listas de patrimonio mundial de la Unesco, como máxima autoridad global, competente y calificada, así lo reflejan (Schmitt 2009Schmitt, Thomas. 2009. «Global Cultural Governance. Decision-Making Concerning World Heritage between Politics and Science». En Erdkunde 63(2): 103-121.; Askew 2010Askew, Marc. 2010. «The magic list of global status: UNESCO, World Heritage and the Agendas of States. Heritage and Globalisation», en Sophia Labadi y Colin Long (eds.), Heritage and Globalization: 19-44. Londres: Routledge.; Frey, Pamini y Steiner 2013Frey, Bruno, Paolo Pamini y Lasse Steiner. 2013. «Explaining the World Heritage List: an Empirical Study». International Review of Economics 60(1): 1-19. doi: <https://doi.org/10.1007/s12232-013-0174-4>.; Meskell 2013Meskell, Lynn. 2013. «UNESCO’s World Heritage Convention at 40: Challenging the Economic and Political Order of International Heritage Conservation». Current Anthropology 54(4): 483-494. doi: <https://doi.org/10.1086/671136>.; Meskell y Brumann 2015Meskell, Lynn and Christoph Brumann. 2015. «UNESCO and new World Orders». En Lynn Meskell (ed.) Global Heritage: A Reader: 22-42. Malden: John Wiley & Sons.).

Ahora bien, la producción de lo patrimonial es una realidad histórica. Sus formas de activación, lógicas, instituciones y agentes han ido transformándose a lo largo del tiempo, acomodándose a los nuevos contextos de producción (Ariño 2002Ariño, Antonio. 2002. «La expansión del patrimonio cultural». Revista de Occidente 250: 129-150.; Del Mármol y Santamarina 2019Del Mármol, Camila y Beatriz Santamarina. 2019. «Seeking Authenticity: Heritage and Value within the Intangible Economy». Journal of Mediterranean Studies 28(2): 117‒132.). Desde que tomara cuerpo el patrimonio, a finales del XIX y principios del XX, hasta el siglo XXI, hemos asistido a multitud de mudanzas en los objetos y sujetos patrimoniales, en su construcción y concreción. Pero, a pesar de ello, en este artículo, partimos de considerar, desde una perspectiva teórica y crítica, cómo la configuración actual de nuestros patrimonios responde a los principios establecidos en la primera modernidad. Y sosteniendo esta idea, entendemos que hoy las jerarquizaciones y taxonomías patrimoniales han sido reforzadas en la hipermodernidad, mostrándose claramente en el mapa de las demarcaciones y distinciones globales. Nuestra hipótesis de partida es que los procesos de producción de los distintos patrimonios son una expresión dulcificada de los regímenes de dominación, tanto externos como internos (intra/extra fronterizos), en el sistema mundo moderno/colonial. La distinta construcción discursiva entre el patrimonio cultural y el patrimonio natural e inmaterial (estos dos últimos colocados en el mismo plano narrativo), responde a una lógica inversa. Si el primero es expresión de la culturalización de la naturaleza, los segundos son manifestaciones de la naturalización de la cultura. El patrimonio cultural se alza como éxito del progreso hegemónico (socioeconómico y político) y garantía del desarrollo de capitales (simbólicos, culturales, sociales y económicos). Frente a él, los patrimonios naturales e inmateriales se presentan, por un lado, como reductos conservadores frente a los riesgos y, por otro, como la oportunidad política paternalista para contener las disfunciones y para alimentar el imaginario colonialista (dominación de capitales).

Para ello, en primer lugar, abordamos cómo en la elaboración inicial del constructo patrimonial, las incipientes disciplinas académicas jugaron un papel fundamental para configurar los límites de las formas patrimoniales y para otorgar criterios de autenticidad (verdad) a partir de la elaboración de taxonomías. Nos interesa ver aquí cómo construyeron los distintos mecanismos de autenticidad para las distintas formas patrimoniales. En segundo lugar, reparamos en las narrativas patrimoniales que avalaron los distintos campos disciplinarios. Los argumentarios románticos ayudaron a edificar todo el esqueleto patrimonial. Así, en el plano discursivo es posible observar cómo los criterios de autentificación permitieron la legitimidad del sistema hegemónico a través de un aparato edulcorado. En tercer lugar, atendemos a la institucionalización de los tres campos patrimoniales, viendo su desarrollo paralelo y el papel jugado por cada uno de ellos. En cuarto lugar, analizamos cómo se presenta hoy el patrimonio colectivo, atendiendo a su construcción globalizada bajo la fórmula de Patrimonio de la Humanidad impulsada por la Unesco, para observar cómo, a través de esta agencia especializada, se reproducen las cartografías decimonónicas. Para finalizar, presentamos unas breves conclusiones lanzando una serie de preguntas con el objeto de abrir el debate sobre los procesos patrimonialización en un contexto de hiperinflación, mercantilización y fetichización patrimonial.

LOS PATRIMONIOS Y LOS CAMPOS DISCIPLINARIOS: ORIGEN Y DESARROLLO

 

Partiremos de la premisa de que la producción de lo patrimonial es una realidad histórica y relacional, lo que obliga a romper su concepción aislada y permite su aproximación como tecnología de gobierno (Bendix, Eggert y Peselmann 2013Bendix, Regina F., Aditya Eggert, y Arnika Peselmann (eds.). 2013. Heritage Regimes and the State. Gotinga: Universitätsverlag Göttingen.; Chaves, Montenegro y Zambrano 2014Chaves, Margarita, Mauricio Montenegro y Marta Zambrano (eds). 2014. El valor del patrimonio: mercado, políticas culturales y agenciamientos sociales. Bogotá: ICAH.; Del Mármol 2017Del Mármol, Camila. 2017. Pasados locales, políticas globales. Valencia: Neopatria-AVA. ; Alonso 2017Alonso, Pablo. 2017. El antipatrimonio. Fetichismo y dominación en Maragatería. Madrid: CSIC. ). El patrimonio colectivo es una categoría acentuadamente política y conflictiva (Smith 2006Smith, Laurajane. 2006. Uses of heritage. Nueva York: Routledge.; Bendix 2009Bendix, Regina F. 2009. «Heritage between Economy and Politics: An Assessment from the Perspective of Cultural Anthropology», en Laurajane Smith and Natsuko Akagawa (eds.) Intangible Heritage: 253-269. Londres: Routledge.; Franquesa 2013Franquesa, Jaume. 2013. Urbanismo Neoliberal, Negocio Inmobiliario y Vida Vecinal: El Caso de Palma. Barcelona: Icaria.; Roigé y Frigolé 2010Roigé, Xavier y Joan Frigolé (eds.). 2010. Constructing Cultural and Natural Heritage. Parks, Museums and Rural Heritage. Girona: Institut Català de Recerca en Patrimoni Cultural.; MacDonald 2013MacDonald, Sharon. 2013. Memorylands. Heritage and Identity in Europe Today. Londres: Routledge.; Sánchez-Carretero et al. 2019Sánchez-Carretero, Cristina, José Muñoz, Ana Ruiz y Joan Roura (eds.). 2019. El imperativo de la participación en la gestión patrimonial. Madrid: CSIC.; Santatamarina y Del Mármol 2020Santamarina, Beatriz y Camila Del Mármol. 2020. «‘Para Algo que era Nuestro... Ahora es de Toda la Humanidad’: El Patrimonio Mundial como Expresión de Conflictos». Chungará-Revista de Antropología Chilena 52(1): 161-173. doi: <http://dx.doi.org/10.4067/S0717-73562020005000301>.) ratificada en la autenticidad (Jokilehto 2006Jokilehto, Jukka. 2006. «Considerations on Authenticity and Integrity in World Heritage Context». City & Time 2(1): 1-16.; Davallon 2010Davallon, Jean. 2010. «The Game of Heritagization». En Xavier Roigé y Joan Frigolé (eds.), Constructing Cultural and Natural Heritage. Parks, Museums and Rural Heritage: 27-38. Girona: ICRPC.; Frigolé 2014Frigolé, Joan. 2014. «Retóricas de la autenticidad en el capitalismo avanzado». Endoxa 33: 37-60. Disponible en: <http://revistas.uned.es/index.php/endoxa/article/view/13564>.; Del Mármol y Estrada 2018Del Mármol, Camila y Ferran Estrada. 2018. «Naturalizing Culture in the Pyrenees: Heritage Processes in Rural Contexts». En A. Arregui, G. Mackenthun y S. Wodianka (eds), Decolonizing Heritage: Natures, Cultures and the Asymmetries of Memory: 219-236. Münster y Nueva York: Waxmann Verlag.) y su ejercicio comprende «modos de poder y control» (Cruces 1998: 84Cruces, Francisco. 1998. «Problemas en torno a la Restitución del Patrimonio. Una Visión desde la Antropología». Política y Sociedad 27: 77-87.).

El propio desarrollo de la noción de patrimonio obliga a comprender cómo, en distintos contextos, se privilegian ciertos espacios y conocimientos, vinculados a procesos de construcción hegemónica, a través de numerosas instituciones, prácticas y discursos. Por tanto, rastrear las genealogías de las formas patrimoniales obliga a aproximarse a su institucionalización y normalización. Mecanismos que permiten tanto su edificación, como realidad objetivada, como la asignación de sus sentidos, contenidos y formas (Williams 1980Williams, Raymon. 1980. Marxismo y literatura. Península. Barcelona.; Bourdieu 1991Bourdieu, Pierre. 1991. El sentido práctico. Madrid: Taurus. y 1998Bourdieu, Pierre. 1998. La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.; Comaroff y Comaroff 1991Comaroff, John L. and Jean Comaroff. 1991. Of Revelation and Revolution. Chicago: University of Chicago Press.).

Ahora bien, las tecnologías desplegadas para su producción nos derivan a los ámbitos disciplinarios donde lo patrimonial ha cobrado una particular forma y donde las relaciones poder/saber y sus afines verdad/autenticidad se plasman (Smith 2004Smith, Laurajane. 2004. Archaeological Theory and the Politics of Cultural Heritage. Londres: Routledge.; Hafstein 2014Hafstein, Valdimar 2014. «Protection as Dispossession: Government in the Vernacular». En Deborah Kapchan (ed.), Cultural Heritage in Transit: Intangible Rights as Human Rights: 25-57. Philadelphia: University of Pennsylvania Press.). Tal y como señala Foucault, cada sociedad tiene su propio regimen de verdad: «that is, the types of discourse which it accepts and makes function as true; the mechanisms and instances which enable one to distinguish true and false statements, the means by which each is sanctioned; the techniques and procedures accorded value in the acquisition of truth; the status of those who are charged with saying what counts as true» (1980: 131)Foucault, Michel. 1980. Power/knowledge: Selected Interviews and Other Writings, 1972-1977. Nueva York: Pantheon Books.. Y en la nuestra, la economía política de la verdad está en manos del discurso científico y de las instituciones que la producen y permanece sometida al poder político-económico. En este sentido, la tipificación de las modalidades de conocimiento, en la modernidad, como formas diferenciadas de penetrabilidad a la «verdad» -la producción de verdad-, fue un instrumento central del poder (Haraway 1995Haraway, Donna J. 1995. Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Madrid: Cátedra. ) convirtiéndose en una propiedad intrínseca del mismo (Foucault 1970Foucault, Michael.1970. The Order of Things: An Archaeology of the Human Sciences. Londres: Tavistock., 1975Foucault, Michael. [1975]1994. Vigilar y Castigar. Madrid: SXXI. y 1980Foucault, Michel. 1980. Power/knowledge: Selected Interviews and Other Writings, 1972-1977. Nueva York: Pantheon Books.). La exigencia de un cuerpo teórico unitario, capaz de jerarquizar y ordenar para producir conocimiento (verdadero) se constituyó como marca distintiva (erudita) y necesitó al conocimiento local, discontinuo y descalificado, para cobrar sentido (Foucault 1975Foucault, Michael. [1975]1994. Vigilar y Castigar. Madrid: SXXI. y 1980Foucault, Michel. 1980. Power/knowledge: Selected Interviews and Other Writings, 1972-1977. Nueva York: Pantheon Books.). En el contexto del nuevo régimen político-económico, la epistemología (dominio del conocimiento) y la hermenéutica (dominio de significados) fueron fundamentales, al ser los ejes de producción y asignación de verdad, entendiendo la verdad «as a system of ordered procedures for the production, regulation, distribution, circulation, and operation of statements» (Foucault 1980: 133Foucault, Michel. 1980. Power/knowledge: Selected Interviews and Other Writings, 1972-1977. Nueva York: Pantheon Books.). La creación de los conocimientos subalternos, la colonialidad del saber y el sistema-mundo moderno/colonial fueros necesarios para el desarrollo del capitalismo moderno y el liberalismo. El eurocentrismo, como patrón de poder global, se presentó tan naturalizado como transcendente (Quijano y Wallerstein 1992Quijano, Aníbal y Immanuel Wallerstein. 1992. «Elementos del desarrollo, la Americanidad como concepto o América en el moderno sistema mundial». Rics 134: 583-591.; Quijano 2000Quijano, Aníbal. 2000. «Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina». En Edgardo Lander (comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas: 201-246. Buenos Aires: CLACSO. ; Ribeiro y Escobar 2008Ribeiro, Gustavo Lins y Arturo Escobar. 2008. Antropologías del mundo: transformaciones disciplinarias dentro de sistemas de poder. México: Envión.; Escobar y Restrepo 2010Escobar, Arturo y Eduardo Restrepo. 2010. Territorios de diferencia: Lugar, movimientos, vida, redes. Colombia: Envión Editores.; Mignolo 2012Mignolo Walter. 2012. Local Histories/Global Designs: Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border Thinking. Princeton, Cal.: Princeton University. y 2013Mignolo, Walter. 2013. «Geopolítica de la sensibilidad y del conocimiento. Sobre (de) colonialidad, pensamiento fronterizo y desobediencia epistémica». Revista de filosofía 74: 7-24.). Baste recordar, que «knowledge and aesthetic norms are not universally established by a transcendent subject but are universally established by historical subjects in diverse cultural centers» (Mignolo 2012: 129Mignolo Walter. 2012. Local Histories/Global Designs: Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border Thinking. Princeton, Cal.: Princeton University. ). Dicho esto, se entenderá la importancia de la producción de las disciplinas en cuanto herramientas de legitimación para la edificación de la realidad o, si se prefiere, en cuanto regímenes de verdad.

Desde el principio de la constitución patrimonial, el saber racional, en forma de saber «técnico», será fuente de objetivación de la realidad y las formas patrimoniales vendrán certificadas por la propia generación de los cuerpos disciplinarios. La discriminación relacional entre el conocimiento académico/disciplinario y el conocimiento subalterno/sometido, estableció una frontera difusa, pero efectiva, entre procesos analíticos/abstractos (conocimiento científico) y sintéticos/concretos (sentido común). El impulso de las disciplinas científicas, con objetos y métodos diferenciados, entre otros, explican la temprana compartimentación patrimonial y la distinta utilización de lo patrimonial para la cimentación de los proyectos políticos. La necesidad de modular un discurso único y legítimo sobre el territorio, la memoria y la identidad desplegó las activaciones patrimoniales bajo criterios científicos. No es baladí que la aparición de la patrimonialización cultural, natural e inmaterial coincida con el avance de sus correspondientes campos disciplinarios. Ahora bien, no pretendemos aquí hacer una genealogía de las disciplinas. Tan sólo queremos poner de manifiesto que la hegemonía de los discursos científicos y la consolidación de los distintos campos disciplinarios fueron necesarias para la edificación de lo patrimonial. A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, el desarrollo moderno de la ciencia, con el racionalismo y el empirismo, y la Ilustración, con la culminación de una Razón, sentarán las bases para el desarrollo positivista y disciplinario. Con este último asistimos al triunfo incondicional del conocimiento científico como paradigma de la comprensión y la verdad del mundo. Y será entonces, a lo largo del siglo XIX, cuando se desarrolle la institucionalización de los distintos campos disciplinarios. Dicha institucionalización queda reflejada en la aparición de distintas sociedades de carácter científico; en la consolidación de áreas de conocimiento o escuelas universitarias; en la presentación de revistas, publicaciones y congresos especializados; en la manifestación de cuerpos expertos con el despliegue de normativas y reglamentaciones; y en la llegada de perfiles profesionales, visibles en las distintas legislaciones patrimoniales.

Por lo que respecta a los grandes campos patrimoniales, distintas disciplinas jugaron un papel fundamental para su constitución, dotándolos de un esqueleto narrativo y de criterios de autentificación para su activación. En el caso del patrimonio histórico-artístico a lo largo del XIX, serán la Historia, la Arqueología, la Historia del Arte, la Arquitectura y la Restauración-Conservación las que se consolidarán como las áreas científicas encargadas de certificar los valores históricos, artísticos y estéticos del «monumento histórico-artístico», perteneciente al campo de las Bellas Artes. El patrimonio por antonomasia, el denominado patrimonio cultural, quedará circunscrito a las élites y legitimado por la producción de la autenticidad. Las obras de Ranke, Winckelmann, Burckhardt, Schliemann, Viollet-le-Duc y Ruskin, entre otros, contribuyeron a la modulación de los distintos campos académicos. La Historia institucionalizada dotará de una trama organizada a lugares comunes y de memoria, gracias a la objetividad empírica y la neutralidad ideológica. El estudio del pasado como objeto, el reconocimiento de fuentes como textos acríticos y la instauración de una metodología la convertirán en una potente certificadora del patrimonio histórico. Junto a ella, la Arqueología dotará de soporte a las narraciones históricas, con los vestigios materiales contribuyendo a la cimentación y vehiculación del pasado y con la verificabilidad propia otorgada por la materialidad. Ambas jugarán un papel clave al dotar a los proyectos de construcción nacional/colonial y a los objetos patrimoniales de una suerte de continuidad temporal a través de la objetivación del pasado (Peiró 1998Peiró, Ignacio. 1998. «La historiografía académica en la España del siglo XIX». Memoria y Civilización 1: 165-196. Disponible en: <https://core.ac.uk/download/pdf/83560903.pdf>. y 2013Peiró, Ignacio. 2013. Historiadores En España: Historia De La Historia y Memoria de la Profesión. Zaragoza: UniZar.; Ruiz 1992Ruiz, Pedro. 1992. «La historia como concepto histórico: historia erudita, historia filosófica e historia científica en los siglos XVIII y XIX». Studia Historica-Historia Contemporánea X-XI: 149-162. Disponible en: <http://hdl.handle.net/10366/80043>.; Díaz-Andreu 2002Díaz-Andreu, Margarita. 2002. «Archaeological Practice and the Nation-State». Antiquity 76(294): 1140. doi: <https://doi.org/10.1017/S0003598X00092061>. y 2004Díaz-Andreu, Margarita. 2004. «Nacionalismo y arqueología: el contexto político y nuestra disciplina». Eres. Arqueología/Bioantropología 12: 143-168. Disponible en: <https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1408881>.; Vázquez 2003Vázquez, Luis. 2003. El leviatán arqueológico. Antropología de una tradición científica en México. México: CIESAS.; Fernández 2011Fernández, Víctor. 2011. «Arqueología y hegemonía: la contribución al pensamiento conservador español entre los siglos XIX y XX». Actas de IV Congresso de arqueología Peninsular: 281-289. Portugal: Universidade do Algarve.; Moro-Abadia 2012Moro-Abadia, Oscar. 2012. «La nueva historia de la arqueología: Un balance crítico». Complutum 23(2): 177-190. Disponible en: <https://core.ac.uk/download/pdf/38829053.pdf>.). Por su parte, la Historia del Arte se consolidará como la disciplina de la producción artística frente a la industrial, produciéndose un importante crecimiento del coleccionismo y sentándose las bases del gusto (burgués) a través de la experiencia estética. Además, su trabajo en la disección de la verdadera (original) y la falsa (copia) obra de arte será determinante para la asignación de criterios de autenticidad (Kultermann 1996Kultermann, Udo. 1996. Historia de la Historia del Arte: El Camino de una Ciencia. Madrid: Akal Ediciones.; Mansfield 2005Mansfield, Elizabeth (Ed.). 2005. Art History and Its Institutions: The Nineteenth Century. Londres: Routledge.; Revenga 2005Revenga, Paula 2005. «Sobre la historia de la historiografía artística». Saberes. Revista de estudios jurídicos, económicos y sociales 3: 1-23. Disponible en: <https://revistas.uax.es/index.php/saberes/article/view/773>.; Oviedo 2016Oviedo, Mauricio. 2016. «La historia del arte como ciencia: La inserción de Imre Lakatos en la definición de la disciplina». Revista de Filosofía 41(1): 135-152. doi: <https://doi.org/10.5209/rev_RESF.2016.v41.n1.52111>.). La disciplina de la Arquitectura, a veces a caballo entre la arqueología, el arte y la restauración, contribuirá por su labor de reconocimiento hacia los valores estéticos, por su reinterpretación (e intervención) del pasado y por la puesta en valor del mismo (Collins 1998Collins, Peter. 1998. Los ideales de la arquitectura moderna; su evolución (1750-1950). Barcelona: Gustavo Gili.; Benevolo 1999Benevolo, Leonardo.1999. Historia de la arquitectura moderna. Barcelona: Gustavo Gili.; Frampton 2012Frampton, Kenneth. 2012. Historia crítica de la arquitectura moderna. Barcelona: Gustavo Gili.). Por último, la Restauración-Conservación irá adquiriendo un cuerpo normativo y se especializará en la conservación o reconstrucción, para el futuro, de aquellos elementos distinguidos como contenedores de valores nacionales (Macarrón 1995Macarrón, Ana María. 1995. Historia de la conservación y la restauración: desde la antigüedad hasta finales del siglo XIX. Madrid:Tecnos.; Ruiz de Lacanal 1999Ruiz de Lacanal, Maria Dolores. 1999. El conservador-restaurador de bienes culturales. Historia de la profesión. Madrid: Síntesis.; Vicente 2012Vicente Rabanaque, Teresa. 2012. El restaurador de obras de arte en España durante los siglos XVIII y XIX. Nacimiento y reconocimiento de una profesión. Valencia: UPV y 2013Vicente Rabanaque, Teresa. 2013. Del restaurador de obras de arte al conservador-restaurador de bienes culturales. La consolidación disciplinar y profesional de la restauración en España (siglos XX-XXI). Valencia: UPV. ). De esta forma, el llamado patrimonio cultural será investido como máxima muestra de alarde civilizatorio y genio creativo para la legitimación de la maquinaria político-económica. Los parámetros de la belleza y la estética serán naturalizados y los mecanismos de distinción se presentarán como cualidades neutrales. Sin embargo, el triunfo de la Cultura, una y dominante, con un sujeto portador bien definido, pasaba por la constitución y dependencia de otros subalternos cosificados (naturaleza y cultura naturalizadas).

En el campo del patrimonio natural, la Ecología, la Geografía, la Biología o la Ingeniería Forestal confluirán para su establecimiento y certificación, siendo las facultadas para visar los valores naturales y estéticos del paisaje como monumentos naturales o parques nacionales. El patrimonio natural se reservará como fuente de pureza nacional para el disfrute de las élites. Durante todo el XIX, la influencia de los trabajos de Darwin, Wallace, Humboldt, Ritter o Haeckel, marcará la patrimonialización natural que estará dominada por ideas científicas y evolucionistas. La transformación espacial y la revolución en la concepción del tiempo favorecerán la consolidación de las distintas disciplinas. La Biología moderna romperá con las tradiciones anteriores, donde primaban las visiones mecanicistas y estáticas, desenvolviendo una noción dinámica y evolutiva de la naturaleza. Su desarrollo permitirá la aparición de la Ecología y ésta contribuirá a la transformación de la visión dominante de la naturaleza al sacar a relucir las complejas relaciones de los seres vivos en los ecosistemas (Bramwell 1989Bramwell, Anna. 1989. Ecology in the 20th Century. Londres: Yale University Press.; Deléage 1991Deléage, Jean P. 1991. Historia de la ecología. Una ciencia del hombre y de la naturaleza. Barcelona: Icaria.; Drouin 1993Drouin, Jean-Marc. 1993. L’écologie et son histoire. Réinventer la nature. París: Flammarion.). La Geografía moderna definirá su campo y fundamentará sus técnicas (Capel 1980Capel, Horacio. 1980. «Sobre clasificaciones, paradigmas y cambio conceptual en Geografía». El Basilisco: Revista de materialismo filosófico 11: 4-12. ; Grau y López 1984Grau, Ramón y Marina López. 1984. «Para un esquema histórico del pensamiento geográfico». Revista de Geografia 18(1): 19-29.). Al margen del debate sobre su aportación fundamental al nacionalismo y colonialismo (Capel 1977Capel, Horacio. 1977. «Institucionalización de la geografía y estrategias de la comunidad científica de los geógrafos II». Geo Crítica: cuadernos críticos de geografía humana 8: 3-50.; Milton 1990Milton, Santos. 1990. Por una Geografía Nueva. Madrid: Espasa Calpe. ), lo que nos interesa reseñar es su contribución al descubrimiento del paisaje y las nuevas formas de interrelacionarse con el mismo (Martí-Henneberg 1994Martí-Henneberg, Jordi. 1994. L’excursionisme científic i la seva contribució a les ciències naturals i a la geografia. Barcelona: Alta Fulla. ; Martínez de Pisón 2000Martínez de Pisón, Eduardo. 2000. «Imagen de la naturaleza de las montañas». En Eduardo Martínez de Pisón y Carlos Sanz Herräiz (Eds), Estudios sobre el paisaje: 15-53. Madrid: UAM y Fundación Duques de Soria.; Ortega 2000Ortega, Nicolás. 2000. «Las raíces culturales en la conservación de los paisajes». En Eduardo Martínez de Pisón y Carlos Sanz Herräiz (eds), Estudios sobre el paisaje: 237-258. Madrid: UAM y Fundación Duques de Soria.; Nogué 2005Nogué, Joan. 2005. «Nacionalismo, territorio y paisaje en Cataluña». En Nicolás Ortega (ed.), Paisaje, memoria histórica e identidad nacional: 146-169. Madrid: UAM y Fundación Duques de Soria.). Por último, la Ingeniería forestal avanzará en la gestión forestal sostenible, aunque la misma responde más a criterios de racionalización económica de los recursos naturales (Gómez Mendoza 1992Gómez Mendoza, Josefina.1992. Ciencia y política de los montes españoles (1848-1936). Madrid: ICONA.). El desarrollo de los primeros movimientos conservacionistas (el ambientalismo decimonónico, el proteccionismo aristocrático o el naturalismo) no se puede explicar sin el despliegue de estas disciplinas (Bramwell 1989Bramwell, Anna. 1989. Ecology in the 20th Century. Londres: Yale University Press.; Gómez Mendoza 1992Gómez Mendoza, Josefina.1992. Ciencia y política de los montes españoles (1848-1936). Madrid: ICONA.; Vincent 1992Vincent, Andrew. 1992. Modern Political Ideologies. Oxford: Blackwell.). Con la expansión disciplinaria del mundo de lo natural, la naturaleza se constituía en un objeto cosificado y un lugar doméstico de intervención sometido a la cultura. La propia denominación temprana de la patrimonialización de la naturaleza como ‘parques nacionales’ da idea de la voluntad de establecer límites, así como también del papel jugado en la construcción de lo nacional (Daniels 1993Daniels, Stephen. 1993. Fields of Vision: Landscape Imaginary and National Identity in England and the United States. Princeton, Cal.: Princeton University Press.; Casado 1997Casado de Otaola, Santos. 1997. Los primeros pasos de la ecología en España. Madrid: Ministerio de Agricultura, pesca y alimentación. y 2010Casado de Otaola, Santos. 2010. Naturaleza Patria. Ciencia y sentimiento de la naturaleza en la España del regeneracionismo. Madrid: Fundación Jorge Juan-Marcial Pons.; Ortega 2007Ortega, Nicolás. 2007. «El significado cultural del Parque Nacional del Guadarrama». En Eduardo Martínez de Pisón y Carlos Sanz Herräiz (eds), La conservación del paisaje en los Parques Nacionales: 65-98. Madrid: UAM y Fundación Duques de Soria.; García Álvarez 2013García Álvarez, Jacobo. 2013. «Paisajes, memoria histórica e identidad nacional en los inicios de la política de conservación de la naturaleza en España: de Covadonga a San Juan de la Peña». Hispania 73 (244): 409-438. Disponible en: <http://hispania.revistas.csic.es/index.php/hispania/article/view/402>.; Santamarina 2019Santamarina, Beatriz. 2019. «El inicio de la protección de la naturaleza en España. Orígenes y balance de la conservación». Reis 168: 55-72. Disponible en: <http://www.reis.cis.es/REIS/PDF/REIS_168_041569929431081.pdf>.). El patrimonio natural será activado como máximo exponente de lo original y lo inmaculado, para la legitimación de los proyectos políticos y la expansión/compensación del capitalismo. La belleza intrínseca de lo natural y su carácter prístino se exhibirán como sus cualidades objetivas (García Álvarez 2009García Álvarez, Jacobo. 2009. «Lugares, paisajes y políticas de memoria: una lectura geográfica» Boletín de la A.G.E. 51: 175-202. Disponible en: <https://bage.age-geografia.es/ojs//index.php/bage/article/viewFile/1137/1060>.; Casado 2010Casado de Otaola, Santos. 2010. Naturaleza Patria. Ciencia y sentimiento de la naturaleza en la España del regeneracionismo. Madrid: Fundación Jorge Juan-Marcial Pons.).

Por último, por lo que respecta al patrimonio inmaterial, en el XIX el Folklore y la Antropología serán las disciplinas acreditadas para la certificación de las costumbres y formas de saber particulares, siendo las encargadas de establecer una nítida diferenciación con otras formas de aprehensión de la realidad y de autenticar los valores inmateriales. A lo largo del XIX, ambas disciplinas definen sus objetos bebiendo de las mismas fuentes -positivismo, darwinismo y specerianismo- y los mismos autores -Tylor, Morgan, Frazer- aunque, poco a poco, irán distanciándose entre ellas. En esta forma patrimonial, es fácil observar la doble disección practicada creando modelos subalternos diferenciables. La concepción humanista permitía ejercitar un orden de primacía en los conocimientos sometidos: los intrafronterizos primero (alta cultura/cultura popular), los transfronterizos después (culturas civilizadas/culturas primitivas). Así, dependiendo de si los marcos de producción estaban dentro o fuera de los patrones occidentales, se establecieron jerarquías y se diferenciaron las disciplinas, contribuyendo bien al nacionalismo o al colonialismo. El Folklore nacerá como un campo de conocimiento específico en relación con los usos, costumbres y tradiciones populares, el «saber popular» (Artes Menores frente a las Bellas Artes). El llamado Folk-Lore, término anglosajón atribuido William Thoms1Thoms utilizó por primera vez el término folklore en 1846, para referirse a los usos, costumbres y tradiciones populares. , se reservó para el saber de los saberes del pueblo.

El espíritu de la nación encontraba su origen y sus formas primitivas en el espíritu del pueblo. De ahí que su salvaguardia tuviera un carácter patriótico, porque contenía lo más genuino de la nación (manifestaciones fósiles). En estas representaciones fósiles, originarias y ancestrales, lo popular quedaba circunscrito a la cultura tradicional e iletrada como forma simple primigenia, resultado de la evolución desde la barbarie a la civilización. Su autenticidad se articulaba en la transmisión oral, en la tradicionalidad y en un sujeto difuso con personalidad (pueblo). El folklorista era el gentleman paternalista, en expresión de Thompson (1989)Thompson, Edward P. 1989. «Folklore, antropología e historia social». Historia social 3: 81-102. Disponible en: <https://www.jstor.org/stable/40340532>., de los sectores subalternos (Bronner 1984Bronner, Simon J. 1984. «The Early Movements of Anthropology and Their Folkloristic Relationships». Folklore 95(1): 57-73. Disponible en: <https://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/0015587X.1984.9716297>.; Ortiz 1986Ortiz, Renato. 1986. Notas históricas sobre o conceito de cultura popular. Working Paper N°. 80. Notre Dame: Helen Kellogg Institute for International Studies, University of Notre Dame. Disponible en: <http://148.202.167.116:8080/jspui/handle/123456789/2228>.; García Canclini 1987García Canclini, Nestor. 1987. «Ni folklórico ni masivo ¿qué es lo popular?». Revista Diálogos de la Comunicación 17: 6-11. Disponible en: <https://ilusionismosocial.org/pluginfile.php/530/mod_resource/content/3/garcia_canclini1.pdf>.; Velasco 1988Velasco, Honorio. 1988. «El evolucionismo y la evolución del Folklore». Folk-lore andaluz 2: 13-32. y 1990Velasco, Honorio. 1990. «El folklore y sus paradojas». Reis 49: 123-144. doi: <https://doi.org/10.2307/40183432>.; Thompson 1989Thompson, Edward P. 1989. «Folklore, antropología e historia social». Historia social 3: 81-102. Disponible en: <https://www.jstor.org/stable/40340532>.; Ortiz García 1994Ortiz García, Carmen 1994. «Antropología y folklore». Revista de dialectología y tradiciones populares 49(2): 49-68. Disponible en: <https://digital.csic.es/handle/10261/44121>. y 2002Ortiz García, Carmen. 2002. «Patrimonio cultural y antropología». Arevacon 21: 5-9. Disponible en: <https://digital.csic.es/bitstream/10261/36762/2/Patrimonio%20cultural%20y%20antropolog%C3%ADa.pdf>.). Por su parte, la Antropología despegaba como la ciencia encargada del estudio de las ‘otras culturas’. En sus comienzos evidencia la dependencia cientifista de las teorías evolucionistas y las relaciones de subordinación que se establecieron entre las distintas prácticas culturales. El resultado fue la idea-imagen de la historia de la civilización como una trayectoria que parte de un estado de naturaleza y culmina con el progreso escenificado en el mundo occidental, otorgando sentido a las diferencias entre Europa y no-Europa como diferencias de naturaleza (racial) y no de relaciones de poder (Quijano 2000Quijano, Aníbal. 2000. «Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina». En Edgardo Lander (comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas: 201-246. Buenos Aires: CLACSO. ). Ambos argumentos fueron pilares del eurocentrismo y pueden ser reconocidos en el fundamento del evolucionismo y el dualismo. Con la creación disciplinaria de los saberes subalternos, los ‘otros’ se edificaban como objetos de conocimiento y como sujetos sometidos a un programa político-económico (nacionalismo y colonialismo/capitalismo). La primera versión del patrimonio inmaterial, el folklore2El folklore tiene una doble acepción terminológica que puede llevar a la confusión. El término puede hacer alusión a la ciencia que se encarga de la cultura popular o puede referirse al saber popular mismo (Velasco 1990; Ortiz García 1994)., será activada como exponente de la cultura prístina en la acepción más grotesca. Su belleza radicará en su carácter genuino y en la estética de lo colectivo. Los primeros museos antropológicos y folklóricos, junto con los de artes y tradiciones populares, son buena muestra de esta primera articulación patrimonial (Iniesta 1994Iniesta, Montserrat. 1994. Els gabinets del món. Antropologia, museus i museologies. Lleida: Pagès Editors. y 2001Iniesta, Montserrat. 2001. «Historias y museos». Cuaderno Central 55: 25-29.).

De forma muy sintética, hemos visto cómo los grandes campos patrimoniales encontraron en las distintas disciplinas una legitimación fundamental para su constitución. Por un lado, los dotaron de principios de autentificación para su activación, con criterios objetivables y contrastables amparados en el método científico (neutral y portador de verdad). Este esfuerzo epistemológico muestra una correspondencia estrecha entre los objetos y sujetos establecidos y los potenciales patrimoniables y patrimonializadores3La relación entre las disciplinas y el patrimonio ha sido discutida por distintos autores. Ver, entre otros, Vázquez (2003) o Smith (2004).. Al decir esto queremos subrayar, por un lado, que el carácter político de las activaciones patrimoniales se desvió hacia el campo científico de tal modo que, al quedar en manos de expertos, estos consiguieron desactivar su potencial carácter conflictivo (Santamarina y Beltran 2016Santamarina, Beatriz y Oriol Beltran. 2016. «Heritage and Knowledge. Apparatus, Logic and Strategies in the Formation of Heritage». Anthropological Forum 26(4): 397-414. doi: <https://doi.org/10.1080/00664677.2016.1224763>.). Y, por otro, les facultó de un esqueleto narrativo que, como veremos a continuación, fue entretejido con el Romanticismo.

LOS PATRIMONIOS Y LAS NARRATIVAS ROMÁNTICAS

 

Las disciplinas ofrecieron la posibilidad de argumentos legítimos para la configuración de los distintos campos patrimoniales. Junto ellas, el Romanticismo facilitó tramas dotando a las narrativas de atractivos argumentarios. Este movimiento, desarrollado con fuerza a partir de la primera mitad del XIX, supuso una crítica a la visión racionalista y empirista ilustrada, con una exaltación del liberalismo y el nacionalismo, del subjetivismo y el individualismo. La tradición, la imaginación, el sentimiento y la religión fueron reclamados como naturales y positivistas frente a la razón y la observación (Zeitlin 1986Zeitlin, Irving M. 1986. Ideología y teoría sociológica. Argentina: Amorrortu.). Las revoluciones políticas, sociales, económicas y tecnológicas habían trastocado el viejo orden. De tal modo que las transformaciones modernas provocaron una toma de conciencia frente al patrimonio colectivo y un compromiso para su conservación (Choay 1996Choay, Françoise. 1996. L’allégorie du patrimoine. París: Seuil.; Hernàndez et al. 2005Hernàndez, Gil M., Beatriz Santamarina, Albert Moncusí, y María Albert. 2005. La memoria construida. Patrimonio cultural y modernidad. Valencia: Tirant Lo Blanch.). La necesidad de amarres, ante los procesos de aceleración/destrucción modernos, fue clave para la injerencia y modelación selectiva de la evocación y la nostalgia (Hobsbawm y Ranger 1988Hobsbawm, Eric y Terence Ranger. 1988. L’invent de la tradició. Vic: Eumo.; Lowenthal 1998Lowenthal, David. 1998. El pasado es un país extraño. Barcelona: Akal. ). En esa mirada hacia atrás, el pasado se restituirá como fuente de referentes identitarios y como base para la construcción de las distintas formas patrimoniales. Las pinturas, las obras literarias y los libros de viaje románticos contribuyeron de manera activa a descubrir los paisajes, los monumentos histórico-artísticos y el folklore (Martí-Henneberg 1990Martí-Henneberg, Jordi M. 1990. «Els Alpinistes i la muntanya: La literatura de muntanya a Suïssa Romanya i a Catalunya en el segle XIX». Treballs de la Societat Catalana de Geografia 65-73. Disponible en: <https://repositori.udl.cat/handle/10459.1/17383>.; González-Varas 2003González-Varas, Ignacio. 2003. Conservación de bienes culturales: teoría, principios y normas. Madrid: Cátedra. ; Mayral 2003Mayral, Gaspar. 2003. «El patrimonio como versión autorizada del pasado». En José A. González (ed) Patrimonio y pluralidad. Nuevas direcciones en Antropología patrimonial: 63-78. Granada: Biblioteca de Etnología.; Martínez Pisón 2004Martínez de Pisón, Eduardo. 2004. «El paisaje de montaña». En Nicolás Ortega (ed.), Naturaleza y cultura del paisaje: 15-54. Madrid: UAM y Fundación Duques de Soria.). No es extraño que de la escuela romántica surjan los primeros movimientos y asociaciones para la conservación de las distintas formas patrimoniales. Pensemos, por dar tan sólo un ejemplo, que la primera reserva natural europea fue impulsada por un grupo de pintores románticos a mediados del XIX (Riechmann 2000Riechmann, Jorge. 2000. «Aldo Leopold, los orígenes del ecologismo estadounidense y la ética de la tierra». En Aldo Leopold (ed.), Una ética de la tierra: 7-35. Madrid: Catarata.) o que la denominación de parque nacional en EEUU fue propuesta por George Catlin4Para una aproximación a la obra de Catlin como etnografía se puede acudir a López (2005)., un pintor romántico (Nash 1970Nash, Roderick. 1970. «The American Invention of National Park». American Quarterly 22(3): 726-735. doi: <https://doi.org/10.2307/2711623>.; Runte 1977Runte, Alfred. 1977. «The National Park Idea: Origins and Paradox of the American Experience». Journal of Forest History 21 (2): 64-75. doi: <https://doi.org/10.2307/3983461>.).

La búsqueda de elementos comunes, que determinarán los rasgos o el alma de una nación, englobó todas las esferas socioculturales y propició nuevas narrativas, fundamentales para la construcción patrimonial (Hubeñak 1985Hubeñak, Florencio. 1985. «El romanticismo político». Revista de Historia Contemporánea 4: 151-166. Disponible en: <https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/64688/El%20romanticismo%20pol%C3%ADtico%20N4.pdf?sequence=1>,; Gellner 1988Gellner, Ernest. 1988. Naciones y nacionalismo. Madrid: Alianza Editorial.; Nadal 1990Nadal, Francesc. 1990. «Los nacionalismos y la geografía». Geo Crítica: cuadernos críticos de geografía humana 86: 3-45. Disponible en: <http://www.ub.edu/geocrit/geo86.htm>.; Daniels 1993Daniels, Stephen. 1993. Fields of Vision: Landscape Imaginary and National Identity in England and the United States. Princeton, Cal.: Princeton University Press.; Gillis 1996Gillis, John (ed.). 1996. Commemorations: The Politics of National Identity. Princeton, Cal.: Princeton University.; Perpinya 2012Perpinyà, Núria. 2012. «European Romantic Perception of the Middle Ages: Nationalism and the Picturesque». Imago Temporis. Medium Aeum 6: 23-47.). El romanticismo impulsó el nacionalismo, el pannacionalismo y el colonialismo a través de la épica, la mística y el esencialismo, vertebrando distintas identidades. Esas identidades, comunidades imaginadas, líquidas o fragmentadas (Anderson 1983Anderson, Benedict. 1983. Imagined Communities: Reflections on the Origins and Spread of Capitalism. Londres: Verso.; Hall 2003Hall, Stuart. 2003. «Who Needs ‘Identity’?». En Hall Stuart y Paul Du Gay (eds.), Questions of Cultural Identity: 1-17. London: Sage. y 2010Hall, Stuart. 2010. «Identidad cultural y diáspora». En Eduardo Restrepo, Catherine Walsh y Víctor Vich (eds.), Sin garantías: Trayectorias y problemáticas en estudios culturales: 349-361. Popoyán: Envión editores.; Bauman 2004Bauman, Zygmunt. 2004. Identity. Cambridge: Polity Press.), necesitaron del aparato patrimonial y sus instituciones para ser representadas (Prats 1997Prats, Llorenc. 1997. Antropología y patrimonio. Barcelona: Ariel.; Poulot 2006Poulot, Dominique. 2006. Une histoire du patrimoine en Occident, XVIII-XIX siècle. Du monuments aux valeurs. París: Presses Universitaires de France. ; Hernàndez et al. 2005Hernàndez, Gil M., Beatriz Santamarina, Albert Moncusí, y María Albert. 2005. La memoria construida. Patrimonio cultural y modernidad. Valencia: Tirant Lo Blanch.), de tal forma que los dispositivos patrimoniales fueron instituidos como portadores identitarios y marcadores de un lugar común imaginado y proyectado (Daniels 1993Daniels, Stephen. 1993. Fields of Vision: Landscape Imaginary and National Identity in England and the United States. Princeton, Cal.: Princeton University Press.; Choay 1996Choay, Françoise. 1996. L’allégorie du patrimoine. París: Seuil.; Gillis 1996Gillis, John (ed.). 1996. Commemorations: The Politics of National Identity. Princeton, Cal.: Princeton University.). En este sentido, los museos vivirán en el XIX su expansión, presentando distintas versiones identitarias (Iniesta 1994Iniesta, Montserrat. 1994. Els gabinets del món. Antropologia, museus i museologies. Lleida: Pagès Editors.; Harrison 1997Harrison, Julia. 1997. «Museums as Agencies of Neocolonialism in a Postmodern World». Studies in Cultures, Organizations and Societies. 3(1): 41-65. ).

La conciencia del yo, la primacía del genio creativo, la originalidad y la nostalgia de paraísos perdidos contribuyeron activamente en la construcción de los relatos. El escapismo y el historicismo romántico, su búsqueda idealizada del pasado ante la angustia del presente, será una aportación fundamental para lo patrimonial. Por un lado, al transformar las relaciones con el pasado y, por otro, al crear vínculos emotivos con la historia. Los elementos patrimoniales se convirtieron en importantes vehículos del tiempo, vinculando el pasado con el presente. A los valores históricos, arqueológicos, folklóricos o naturales objetivados por las distintas disciplinas, los románticos sumaron los valores ideológicos y espirituales, en una influencia mutua que deja al descubierto la naturaleza constitutivamente social de la ciencia (Woolgar 1991Woolgar, Steve. 1991. Ciencia: Abriendo la caja negra. Barcelona: Anthropos.). Y esa mirada al pasado, atravesada por la idealización de lo medieval, de la naturaleza y de lo rural, dotaría al aparato patrimonial de los elementos necesarios para su edificación. El sentimiento romántico de la naturaleza, la experiencia estética del paisaje, generó una idealización de lo natural y lo rural, articulada, en gran medida, en la confrontación entre el mundo natural/rural y el mundo urbano/fabril. La representación se caracterizó por la añoranza del pasado, por la recuperación de aspectos espirituales y por la crítica al menosprecio y la desvalorización de lo natural y lo rural. La ficción del pasado y la esencia cultural/natural idealizada se fundieron en lo patrimonial como logro colectivo y refugio ante los cambios experimentados provocados por la primera modernidad (Anderson 1983Anderson, Benedict. 1983. Imagined Communities: Reflections on the Origins and Spread of Capitalism. Londres: Verso.; Hobsbawm y Ranger 1988Hobsbawm, Eric y Terence Ranger. 1988. L’invent de la tradició. Vic: Eumo.; Thompson 1988Thompson, Paul. 1988. La voz del pasado. Historia oral. Valencia: Alfons El Magnànim.; Lowenthal 1998Lowenthal, David. 1998. El pasado es un país extraño. Barcelona: Akal. ). En el romanticismo se plasman no sólo las contradicciones de un mundo en transición, sino también el acenso del poder de la burguesía, confiriendo al liberalismo y el nacionalismo de un movimiento cultural que les ofrecían, a través de la creatividad -literaria, musical y pictórica-, sus bases socioculturales. Junto a la «verdad objetiva» del desarrollo disciplinario, que permitía la certificación de los objetos y las taxonomías, la idea de «la belleza es verdad»5Frase tomada del romántico John Keats, poeta británico, de su obra Oda sobre una urna griega (1819), donde se decía: «La belleza es verdad y la verdad es belleza». del romanticismo otorgaba una suerte de simbiosis en la construcción patrimonial. El transvase de criterios entre ambos serviría para construir puentes y para facilitar la construcción de un discurso hegemónico sobre los campos patrimoniales. Veamos ahora cómo se tejieron ambos, contribuyendo a la compartimentación patrimonial a partir de argumentaciones polares.

En el caso del patrimonio cultural, la Cultura, una, única e indivisible, encapsulada en el monumento histórico-artístico, se presentó como la superación de la condición natural. La distinción era creativa en un doble sentido. La capacidad de crear del ser humano permitía vencer los límites de la naturaleza y superarlos. El recién estrenado mundo industrial rompía las ataduras de lo natural, garantizando una producción sin límites y desligándose del espacio y el tiempo (Giddens 1991Giddens, Anthony. 1991. Consecuencias de la modernidad. Madrid: Alianza Editorial. ). El genio creativo, mezcla de inteligencia, conocimiento, talento y gusto, era capaz de alcanzar logros inimaginables y universales. El patrimonio cultural era definido por oposición o lejanía a la naturaleza, expresión máxima de la culturización de la naturaleza. En el imaginario representará el triunfo de la civilización y la señal indiscutible de la supremacía de capitales. El patrimonio cultural y sus instituciones afines se reservaron para los gustos y capitales burgueses (García Canclini 1993García Canclini, Nestor. 1993. «Los usos sociales del patrimonio cultural». En Enrique Florescano (comp.), El patrimonio cultural de México: 41-62. México: FCE.; Bourdieu 1998Bourdieu, Pierre. 1998. La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.). Los espacios patrimoniales, a través de los usos políticos y sociales de la epistemología, se constituían como un instrumento más (el estético) de validación de prácticas autoritarias.

Por su parte, el patrimonio natural y el patrimonio inmaterial compartieron desde el principio una narrativa similar. En ambos casos la construcción fue análoga e inversa a lo experimentado en el patrimonio cultural. Lo natural y el folklore fueron sometidos a un proceso de naturalización basado en su aproximación al mundo de la conceptualizada naturaleza (naturalización de la cultura). La idealización de la naturaleza y del mundo rural, y la necesidad de su conservación para la mitigación de riesgos, se moduló sobre la nostalgia de un pretendido pasado perdido. Las dualidades entre lo urbano y lo rural, y entre lo natural y lo industrial, se conformarían pronto como un poderoso imaginario social donde lo natural evocaba a lo auténtico y lo puro. En este sentido, la construcción de una naturaleza prístina, el anhelado paraíso perdido (el Edén extraviado), fue la encapsuladora de este primer movimiento protector que ambicionaba salvaguardar la «naturaleza salvaje» de la mano y la capacidad destructora del ser humano (Diegues 2000Diegues, Antonio Carlos S. 2000. El mito moderno de la naturaleza intocada. Quito: Editorial Abya Yala.; Hutton, Adams y Murombedzi 2005Hutton, Jon, William Adams y James C. Murombedzi 2005. «Back to the Barriers? Changing Narratives in Biodiversity Conservation». Forum for Development Studies 2: 341-370. doi: <https://doi.org/10.1080/08039410.2005.9666319>.; Igoe 2006Igoe, Jim. 2006. «Measuring the Costs and Benefits of Conservation to Local Communities». Journal of Ecological Anthropology 10: 72-77. Disponible en: <https://scholarcommons.usf.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1051&context=jea>.; Descola 2007Descola, Philipe. 2007. «Posface. Les coulisses de la natura» Cahiers d’antropologie sociale 3: 123-127.). Su autenticidad se desprendía de su cercanía a la naturaleza: cuanto más cerca, más auténtico era el objeto patrimonial. En el caso de la naturaleza, la distancia (real y simbólica) y la negación (borrado de la huella humana) funcionaron como mecanismos de activación (Stevens 1997Stevens, Stan. 1997. «The legacy of Yellowstone». En Stan Stevens (ed.), Conservation through Cultural Survival: Indigenous People and Protected Areas: 13-32. Washington: Island Press.; West, Igoe y Brockington 2006West, Paige, James Igoe y Dan Brockington. 2006. «Parks and Peoples: The Social Impact of Protected Areas». Annual Review of Anthropology 35: 251-277. doi: <https://doi.org/10.1146/annurev.anthro.35.081705.123308>.). El imperio de la verticalidad primó en las primeras activaciones del patrimonio natural. La lógica era sencilla: cuanto más alejado de la mano del ser humano, más natural era su dominio (Martínez de Pisón 2000Martínez de Pisón, Eduardo. 2000. «Imagen de la naturaleza de las montañas». En Eduardo Martínez de Pisón y Carlos Sanz Herräiz (Eds), Estudios sobre el paisaje: 15-53. Madrid: UAM y Fundación Duques de Soria. y 2004Martínez de Pisón, Eduardo. 2004. «El paisaje de montaña». En Nicolás Ortega (ed.), Naturaleza y cultura del paisaje: 15-54. Madrid: UAM y Fundación Duques de Soria.; Santamarina 2016Santamarina, Beatriz. 2016. «La naturaleza de las naturalezas patrimonializadas. Una aproximación a las formas hegemónicas de representar lo natural». Revista Arxiu d’Etnografia de Catalunya 16: 153-177. Disponible en: <https://revistes.urv.cat/index.php/aec/article/view/1012>.). El otro argumento favorecía la expulsión de los nativos (y el control estatal) al presumirse de contener una naturaleza inmaculada. Y si la producción de la naturaleza es una realidad histórica (Smith 2007Smith, Neil. 2007. «Nature as Accumulation Strategy». Socialist Register: 19-49. Disponible en: <https://socialistregister.com/index.php/srv/article/view/5856/2752>.), lo mismo sucede con el folklore. Y en este también la distancia jugó un papel destacado. De un lado, la real (física), al encontrarse ubicado en las zonas rurales, alejado de las grandes transformaciones y del mundo industrial, en un entorno considerado, en sí mismo, como natural (no contaminado). De otra, la simbólica, al tratarse de conocimientos groseros de la realidad, sin fundamento, rústicos y salvajes. Además, su naturalización se acentuaba en el mundo rural por contagio metonímico con el medio6Más adelante, con la llegada de los ecomuseos, impulsados por Georges-Henri Rivière en Francia, se estrecharán los lazos entre el patrimonio etnológico y la naturaleza (González 2003: 29).. El folklore fue considerado como un producto natural y el Estado lo naturalizó pronto, creándose los primeros parques/museos costumbristas in situ (Velasco 1990Velasco, Honorio. 1990. «El folklore y sus paradojas». Reis 49: 123-144. doi: <https://doi.org/10.2307/40183432>.; González Alcantud 2003González Alcantud, José A. 2003. «Patrimonio y pluralidad. El largo camino conjuntivo de la alteridad y la materialidad cultural». En Jóse A. González (ed.) Patrimonio y pluralidad. Nuevas direcciones en Antropología patrimonial: 13-40. Granada: Biblioteca de Etnología.; Dubé 2004Dubé, Philippe. 2004. «La hermosura de lo vivo o el regreso de lo reprimido», Museum International 221: 125-132.; Aldridge 2004Aldridge, Don. 2004. «De cómo la nave de la interpretación fue arrojada a la tempestad: Algunos pensamientos filosóficos». Boletín de Interpretación 11: 19-32. Disponible en: <https://boletin.interpretaciondelpatrimonio.com/index.php/boletin/article/view/235>. y 2005Aldridge, Don. 2005. «La interpretación como indicador de la convicción cultural». Boletín de Interpretación 12: 11-21. Disponible en: <https://boletin.interpretaciondelpatrimonio.com/index.php/boletin/article/view/220>.; Bortolotto 2011aBortolotto, Chiara (ed.). 2011a. Le patrimoine culturel immatériel : enjeux d’une nouvelle catégorie. París: Éditions de la Maison des sciences de l’homme. y 2011bBortolotto, Chiara. 2011b. «Le trouble du patrimoine culturel immatériel». En Chiara Bortolotto (ed.). Le patrimoine culturel immatériel: enjeux d’une nouvelle catégorie: 21-46. París: Éditions de la Maison des sciences de l’homme. ; Hafstein 2011Hafstein, Valdimar Tr. 2011. «Célébrer les différences, renforcer la conformité». En Chiara Bortolotto (dir.), Le patrimoine culturel immatériel: enjeux d’une nouvelle catégorie: 75-97. París: Maison des sciences de l’homme.).

En origen, la construcción de lo natural y lo folklórico estuvo tan atravesada por una mirada política paternalista y protectora como por una relación de subordinación. Los criterios científicos utilizados para sus (re)conocimientos provocaron la objetivación, posibilitando su posterior intervención. La naturaleza y el folklore no dejaban de ser productos naturales (salvajes), naturalizados. Frente a ellos, la Cultura (una y única) era reconocida como portadora de valores universales, signo de distinción y alarde civilizatorio, lo que la situaba en una posición de superioridad para intervenir sobre los otros sujetos objetivados. Con las distinciones establecidas (entre la cultura y la naturaleza, entre tipos de conocimientos) se consiguieron dos efectos fundamentales: la cosificación y objetivación de realidades, destinada a su posterior tasación/confiscación, y la legitimación, dirigida a la intervención paternalista de los dominios naturalizados (los patrimonios natural e inmaterial) a raíz de la superioridad del dominio cultural, encapsulada en el genio creativo (patrimonio cultural). Esta distinción permitía respaldar con facilidad la relación subordinada y asimétrica de la naturaleza y la cultura ‘popular’ frente a la Cultura, en singular y en mayúsculas. El patrimonio histórico-artístico, como metáfora indiscutible del poder, fuente de legitimidad y garante de su reproducción en términos de capitales, se alzará de forma normalizada frente al patrimonio natural e inmaterial. La estética y la cosmética de lo patrimonial, configurada y sacralizada en la verdad, o en la belleza de la verdad, se constituyó entonces como la cara más amable y exquisita del poder.

Por último, como venimos apuntando, el patrimonio colectivo se articuló sobre narrativas temporales y territoriales. Por un lado, necesitó descubrir y proyectar el pasado, reinventándolo e interviniéndolo para su uso normalizado en el control del presente. Pero, en esa operación, la memoria y la desmemoria, la rememoración y el olvido, cristalizaron en lecturas unidireccionales y ámbitos diferenciados (Hobsbawm y Ranger 1988Hobsbawm, Eric y Terence Ranger. 1988. L’invent de la tradició. Vic: Eumo.; Lowenthal 1998Lowenthal, David. 1998. El pasado es un país extraño. Barcelona: Akal. )7Esto no niega la posibilidad de otras lecturas contrahegmónicas sobre historias y memorias (Thompson 1979; Wolf 1987; Scott 2003). Para la relación compleja entre memorias y patrimonio se puede ver, entre otros, Viejo-Rose (2015).. La sacralización de la historia en el patrimonio cultural y la negación de la misma en el patrimonio natural e inmaterial respondieron a los intereses del Estado-nación y el capitalismo. La transición del patrimonio privado al patrimonio público no puede entenderse sin estos intereses. Por otro lado, precisó el establecimiento de límites espaciales modulados en pretendidas identidades y comunidades, esencializadas y singularizadas, que permitieran dibujar contornos geopolíticos. Para ambos procesos, las memorias y los territorios entraron en competencia, produciéndose procesos de codificación de ciertos modos culturales (Herzfeld 2004Herzfeld, Michael. 2004. The Body Impolitic: Artisans and Artifice in the Global Hierarchy of Value. Chicago: University of Chicago Press.; Smith 2006Smith, Laurajane. 2006. Uses of heritage. Nueva York: Routledge.). El control cronotópico se constituyó como un instrumento cardinal de los distintos proyectos políticos -nacionalistas y colonialistas-borrando disidencias y endulzando inscripciones. En suma, la reificación decimonónica de lo patrimonial como patrimonio sustantivo permitió, en primer lugar, ocultar su carácter estratégico, político e inestable y, en segundo lugar, encubrir a los propios sujetos patrimonializadores.

LA HERENCIA DECIMONÓNICA EN LOS PATRIMONIOS

 

En la primera configuración decimonónica se evidencian los mecanismos reguladores que dibujarán décadas más tarde, y en sentido amplio, los mapas geopolíticos patrimoniales. Si en el siglo XIX se definen sus campos y su embrionaria institucionalización, en el XX se producirá su desarrollo con la aparición de numerosa legislación, el reconocimiento de su titularidad social, el cambio del Estado liberal al Estado social y la llegada de múltiples instituciones especializadas (Ballart 1997Ballart, Josep. 1997. El patrimonio histórico y arqueológico: Valor y uso. Barcelona: Ariel.; Hernández 2002Hernández, Francisca. 2002. El patrimonio cultural: la memoria recuperada. Gijón: Trea. ; González-Varas 2003González-Varas, Ignacio. 2003. Conservación de bienes culturales: teoría, principios y normas. Madrid: Cátedra. )8No podemos extendernos en ello, aunque existe una numerosa bibliografía al respecto, que se ha ido señalando a lo largo del texto.. Pero, será a mediados del XX cuando se produzca la aparición de instituciones internacionales para regular sus ámbitos. Y es aquí donde observamos cómo los tres tomaron caminos diversos, manifestándose en lógicas y tiempos desiguales. La creación de dos organismos supranacionales, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1946 y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)9En origen denominada Unión Internacional para la Protección de la Naturaleza. Cambia su nombre en 1956. La UICN se presenta hoy como el organismo internacional más importante para la conservación de la naturaleza. en 1947, marcarán un viraje considerable. Porque ambas, desde su origen, se han constituido como instancias legítimas para la producción de normativa global definiendo las clasificaciones para el gobierno patrimonial. La Unesco nacerá como una agencia experta para la conservación del patrimonio, promoviendo convenios, cartas y recomendaciones, en principio para la protección del patrimonio cultural, inmaterial y natural. Para este último, en alianza con la UICN como administración especializada en la conservación de la naturaleza. La inmensa tarea normativa en lo patrimonial se manifiesta en la instrucción y prescripción de patrones cognitivos y puede verse encapsulada en el establecimiento de criterios internacionales (categorías de bienes en base a criterios jurídicos o disciplinares) y en la aparición del Patrimonio Mundial.

Nos detendremos en este último en cuanto nos permite observar cómo se reproducen y refuerzan las lógicas y las distinciones decimonónicas. Podemos decir que, con la entrada del Patrimonio Mundial, la Unesco mostraba su particular versión de la globalización, mutando la concepción clásica patrimonial vinculada al Estado-nación y apareciendo, por primera vez, la metacultura y, parafraseando a Kirshenblatt-Gimblett, la metanaturaleza en un ejercicio de translocalización y recontextualización (Kirshenblatt-Gimblett 2004Kirshenblatt-Gimblett, Barbara. 2004. «Intangible Heritage as Metacultural Production», Museum International 56(1-2): 52-65. doi: <https://doi.org/10.1111/muse.12070>.). La Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural (París, 1972) sentó las bases de su política estableciendo la existencia de bienes con «valor excepcional universal» (artículo 1) que debían ser conservados porque eran patrimonio común de la humanidad. A la hora de definir los bienes culturales y naturales utilizó un patrón similar. El trabajo normativo realizado para clasificar y ordenar dicho patrimonio como mundial reforzó la dicotomía naturaleza/cultura y dejó fuera a la cultura popular (lo folklórico). Pese a que la patrimonialización de la cultura, la naturaleza y lo inmaterial habían sido procesos paralelos, la Convención de París olvidaba lo inmaterial codificado hasta el momento como folklórico.

Varios factores pueden explicar esta ausencia. En primer lugar, la Unesco daba primacía a los elementos materialistas y monumentalistas y a la concepción eurocéntrica de lo patrimonial (basada en principios historicistas, occidentalistas y cristianos). Triunfaba así la definición humanista de la cultura reforzada unos años antes en la Carta de Venecia (1964). La Carta representaba la consagración de los criterios de los expertos en materia de restauración y conservación. La profesionalización de disciplinas especializadas en el patrimonio histórico-artístico, bien asentadas y desarrolladas en el campo académico, contribuyó a la visión estrecha del patrimonio colectivo. El discurso patrimonial autorizado certificaba con potestad la autenticidad10Las Conferencias de Nara (1994 y 2004) denunciaron el occidentalismo de la Carta de Venecia, cuestionando los criterios de autenticidad. Para una aproximación al debate, ver Bortolotto (2010)., olvidando no sólo al patrimonio inmaterial sino también a otras formas de entender el patrimonio colectivo.

En segundo lugar, la institución respaldaba la visión monumentalista de lo natural, reforzando la imagen de wilderness y elevando a modelo la protección norteamericana del XIX como fórmula gubernamental para la conservación a través del discurso hegemónico de la biodiversidad (Escobar 1998Escobar, Arturo. 1998. «Whose Knowledge, Whose Nature? Biodiversity, Conservation, and the Political Ecology of Social Movements». Journal of Political Ecology 5-1: 53-82. Disponible en: <https://journals.uair.arizona.edu/index.php/JPE/article/view/21397>.; Igoe 2006Igoe, Jim. 2006. «Measuring the Costs and Benefits of Conservation to Local Communities». Journal of Ecological Anthropology 10: 72-77. Disponible en: <https://scholarcommons.usf.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1051&context=jea>.; Holmes 2011Holmes, George. 2011. «Conservation’s Friends in High Places: Neoliberalism, Networks, and the Transnational Conservation Elite». Global Environmental Politics 11(4): 1-21. Disponible en: <http://eprints.whiterose.ac.uk/76972/1/Holmes%2811%29GlobalElites.pdf>.). No es casual que la primera declaración11En la primera declaratoria de 1978 primaron más los criterios ideológicos que los conservacionistas. Por otra parte, duplicar distinciones a un área protegida dificulta su manejo y cuestiona el sentido de proteger lo que ya está protegido (Santamarina 2016). coincida con parques nacionales ya declarados (Yellowstone, Nahanni, Islas Galápagos y Simien), una tendencia que se consolidará en los años posteriores. Su alianza con la UICN, la preocupación cada vez mayor por las cuestiones medioambientales12En este periodo asistiremos a la aparición de numerosa legislación medioambiental, a la proliferación de encuentros internacionales y al aumento de áreas protegidas, junto con una multiplicidad de organismos y comisiones que se dedicaran a la promoción y conservación de la naturaleza. y la transformación de la Ecología13Para una aproximación a la transformación y consolidación de la ecología, a mitad del XX, se puede acudir, entre otros, a Bramwell (1989), Deléage (1991) o Drouin (1993). contribuyeron a la definición de los bienes naturales. Baste recordar que cuatro meses antes de la Convención de París, se había celebrado la Cumbre de la Tierra en Estocolmo y antes de la misma se había publicado el libro Los límites del crecimiento elaborado por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y con una enorme repercusión mundial. Tanto en la Cumbre como en el trabajo del MIT se evidenció la crisis ecológica global y la necesidad de tomar medidas urgentes para frenarla.

Y, en tercer lugar, la Unesco reproducía lo sucedido con el campo de lo folklórico en los países occidentales, dejándolo como algo secundario y circunscrito a los llamados museos de arte menor, de costumbres o del pueblo. La cultura popular seguía naturalizándose (Bortolotto 2010Bortolotto, Chiara. 2010. «Globalising Intangible Cultural Heritage? Between Internacional Arenas and Local Appropriations». En Sophia Labadi and Colin Long (eds.), Heritage and Globalization: 111-128. Londres: Routledge. y 2011bBortolotto, Chiara. 2011b. «Le trouble du patrimoine culturel immatériel». En Chiara Bortolotto (ed.). Le patrimoine culturel immatériel: enjeux d’une nouvelle catégorie: 21-46. París: Éditions de la Maison des sciences de l’homme. ) y la Antropología, como disciplina, no tenía el peso de otras y estaba centrada en otros objetos, entrando tan sólo en el inventariado del patrimonio etnológico. Si bien se constata a mediados del XX la necesidad de proporcionar herramientas jurídicas internacionales para el patrimonio inmaterial y en la década de los 70 se intenta impulsar el reconocimiento de la cultura popular, no será hasta finales de los 80 cuando esto cuaje. La Recomendación sobre la Salvaguarda de la Cultura Tradicional y Popular (París, 1989) fue el primer esfuerzo por alcanzar un marco normativo y la admisión de que «la cultura tradicional y popular forma parte del patrimonio universal de la humanidad»14 http://portal.unesco.org/es/ev.phpURL_ID=13141&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html>.. De todas formas, su impulso definitivo llegó en los 90, con la creación de la Sección de Patrimonio Cultural Inmaterial (1992), el programa Tesoros Humanos Vivos (1993) y la Consulta Internacional de Expertos sobre la preservación de Espacios Culturales Populares (Marraquech 1997). Su primera versión como patrimonio mundial fue el Programa de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad (1998) para llegar, finalmente, en 2003, a la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial (Aikawa 2004Aikawa, Noriko. 2004. «An Historical Overview of the Preparation of the UNESCO International Convention for the Safeguarding of the Intangible Cultural Heritage». Museum International 56 (1-2): 140-153. doi: <https://doi.org/10.1111/j.1350-0775.2004.00468.x>. y 2009Aikawa, Noriko. 2009. «La Convention de l’Unesco pour la sauvegarde du patrimoine culturel immatériel et sa mise en œuvre» en VVAA. Le patrimoine culturel immatériel à la lumière del’Extrême-Orient: 13-45 París: Maison des cultures du monde Babel.; Kurin 2004Kurin, Richard. 2004. «Safeguarding Intangible Cultural Heritage in the 2003 UNESCO Convention: a Critical Appraisal». Museum International 56 (1-2): 68-81. doi: <https://doi.org/10.1111/j.1350-0775.2004.00459.x>.; Schmitt 2008Schmitt, Thomas. 2008. «The UNESCO Concept of Safeguarding Intangible Cultural Heritage: its Background and Marrakchi Roots». International Journal of Heritage Studies 14: 95-111. doi: <https://doi.org/10.1080/13527250701844019>.; Akagawa and Smith 2019). Y no es extraño que su impulso llegara en ese momento, no sólo por las críticas por su olvido vertidas desde dentro y fuera de la Unesco sino también por la llegada de la economía de los intangibles que situaba lo inmaterial como un bien de consumo de primer orden (Boltanski y Chiapello 2002Boltanski, Luc y Ève Chiapello. 2002. El nuevo espíritu del capitalismo. Madrid: Akal.; Haskel y Westlake 2017Haskel, Jonathan and Stian Westlake. 2017. Capitalism without Capital. The Rise of the Intangible Economy. Princeton, Cal.: Princeton University Press. ).

Por último, y antes de la equiparación de los bienes inmateriales, interesa señalar la dirección de cómo se irían tejiendo los mapas de la Unesco. En la primera década de activación del Patrimonio Mundial, los bienes declarados apuntaban al desequilibrio de sus listas tanto por su ubicación como por el desigual reparto de bienes. Y, por otro lado, comenzaban a indicar dónde y cómo se situaba la Cultura (Europa) y la Naturaleza (América y África)15América, el nuevo mundo, y África, el más primitivo, encapsulan la naturaleza auténtica.. Del mismo modo, al comienzo de la activación de la lista del patrimonio inmaterial, Asia se erigió como la portadora. A día de hoy, la relación del Patrimonio de la Humanidad sigue presentando un claro desequilibrio: 869 bienes culturales, 203 bienes naturales y 508 bienes inmateriales. De igual manera lo observamos si prestamos atención a su emplazamiento la Unesco proyecta una clara geopolítica de dónde se encuentran los bienes en su distribución geográfica. Atendiendo al número total de bienes declarados, los culturales se concentran en el continente europeo, los naturales destacan en los continentes americano, africano y oceánico y los inmateriales sobresalen en el asiático. Las listas del Patrimonio Mundial pueden leerse como un complejo régimen de gobernanza (Zacharias 2010Zacharias, Diana. 2010. «The UNESCO Regime for the Protection of World Heritage as Prototype of an Autonomy-Gaining International Institution». En Armin von Bogdandy (ed.) The Exercise of Public Authority by International Institutions: 301-336. Berlin: Springer.), pero también como una forma de dominación al conformar una realidad hegemónica global (Askew 2010Askew, Marc. 2010. «The magic list of global status: UNESCO, World Heritage and the Agendas of States. Heritage and Globalisation», en Sophia Labadi y Colin Long (eds.), Heritage and Globalization: 19-44. Londres: Routledge.), reconocida y amparada por la mayoría de los países. Pensemos, además, que «the cultural policies of most of the countries in the world have been profoundly influenced by UNESCO» (Seeger 2015: 279Seeger, Anthony. 2015. «Understanding UNESCO: A Complex Organization with Many Parts and Many Actors». Journal of Folklore Research: An International Journal of Folklore and Ethnomusicology 52(2-3): 269-280.).

CONCLUSIONES

 

Los procesos de institucionalización y normalización del patrimonio cultural, inmaterial y natural son complejos y discontinuos. El patrimonio colectivo puede ser leído como un proyecto político e ideológico (Kuutma 2013Kuutma, Kristin. 2013, «Between Arbitration and Engineering: Concepts and Contingencies in the Shaping of Heritage Regimes». En Regina Bendix, Aditya Eggert y Amika Peselmann (eds.), Heritage Regimes and the State: 21-36. Göttingen: Universitätsverlag Göttingen.; Tauschek 2013Tauschek, Markus. 2013. «The Bureaucratic Texture of National Patrimonial Policies». En Regina Bendix, Aditya Eggert y Amika Peselmann (eds.), Heritage Regimes and the State: 195-212. Göttingen: Universitätsverlag Göttingen.) y como un dispositivo de dominación benévolo, al lindar y ordenar espacios, definidos y blindados, en los campos disciplinarios (Smith 2006Smith, Laurajane. 2006. Uses of heritage. Nueva York: Routledge.). Y lo hace sobre un terreno donde existe un amplio consenso social, aceptándose como moral normativa la conservación y la salvaguardia16El postulado es simple y paradójico: hay que proteger nuestro mejor legado para las generaciones venideras por nuestra enorme capacidad destructiva. Sus tecnologías de fabricación y certificación del pasado responden a aparatos similares y configuran regímenes patrimoniales donde se plasman las relaciones de poder (Geismar 2015Geismar, Haidy. 2015 «Anthropology and Heritage Regimes». Annual Review of Anthropology 44: 71-85. doi: <https://doi.org/10.1146/annurev-anthro-102214-014217>.). De ahí, su potencial para la legitimación de las hegemonías y para reforzar la desigualdad de capitales. En la esfera discursiva el patrimonio colectivo se exhibe, bajo dicotomías modernas, en una triada donde podemos observar una inversión significativa entre patrimonios con importantes efectos prácticos y materiales. El patrimonio cultural se presenta como una culturización de la naturaleza y el patrimonio inmaterial y natural como una naturalización de la cultura. Esta inversión, lejos de ser baladí, muestra una jerarquía patrimonial observable tanto en las topografías e imaginarios nacionales, como en las políticas geopatrimoniales poscoloniales y globales. Asimismo, puede traducirse en términos de dominación al cosificar, intervenir y domesticar a los otros subalternos caracterizados por su naturaleza «naturalizada». Esta estrategia epistemológica, ontológica y estética garantiza el éxito del proyecto neoliberal y la apropiación de capitales bajo la manta velada del paternalismo y la protección.

La herencia decimonónica, como hemos podido observar, se ha mantenido hasta nuestros días, mostrando una correlación estrecha entre objetos (patrimoniables) y sujetos (patrimonializadores). De hecho, hoy las clasificaciones patrimoniales se han reforzado, revelándose notoriamente en el mapa de las demarcaciones y distinciones globales. La Unesco se muestra como un eficaz aparato normativo que configura realidades bajo la aparente amabilidad de contribuir al desarrollo, la educación, la sostenibilidad y la igualdad. Pero, tras su aparente bondad, priman unos principios globocéntricos (Coronil 2000Coronil, Fernando. 2000. «Naturaleza del Poscolonialismo: Del Eurocentrismo al Globocentrismo». En Edgardo Lander (ed.), La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Perspectivas Latinoamericanas: 23-67. Buenos Aires: CLACSO. Disponible en: <http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/sur-sur/20100708034410/lander.pdf>.) que contribuyen a ratificar las relaciones de dominación. La ideología moderna no sólo continúa vigente, sino que se presenta más radical. Las tecnologías de depuración epistemológicas y las grandes narrativas siguen en vigor, para garantizar los marcos hegemónicos amparados en viejas dualidades; y, con ellos, se asegura la reproducción de un sistema instituido en la desigualdad. Más que posmodernidad cabe hablar de hipermodernidad, porque se han acentuado sus procesos con el neoliberalismo y neocapitalismo, provocando procesos de homogeneización, desterritorialización, reterritorialización e hibridación (Appadurai, 1996Appadurai, Arjun. 2001. La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización. Buenos Aires: FCE. ; Hernàndez 2004Hernàndez, Gil M. 2004. «La desterritorialització del patrimoni cultural en la modernitat globalitzada». El contemporani: revista d’història 30: 41-47.). Las cartografías decimonónicas se replican, transformadas en un contexto de hiperinflación, mercantilización y fetichización patrimonial (Bendix 2009Bendix, Regina F. 2009. «Heritage between Economy and Politics: An Assessment from the Perspective of Cultural Anthropology», en Laurajane Smith and Natsuko Akagawa (eds.) Intangible Heritage: 253-269. Londres: Routledge.; Heinich 2009Heinich, Nathalie. 2009. La fabrique du patrimoine. De la cathédrale à la petite cuillère. París: Maison des Sciences de l’Homme.; Hafstein 2014Hafstein, Valdimar 2014. «Protection as Dispossession: Government in the Vernacular». En Deborah Kapchan (ed.), Cultural Heritage in Transit: Intangible Rights as Human Rights: 25-57. Philadelphia: University of Pennsylvania Press.), poniendo el acento en las diferencias (a favor de la demanda), frente a la distinción (propia de activación clásica). Hoy, el mercado ha desplazado al Estado en su voluntad patrimonial (Santamarina y Del Mármol 2017Santamarina, Beatriz y Camila Del Mármol 2017. «Ciudades creativas y pueblos con encanto: los nuevos procesos patrimoniales del siglo XXI». Revista Disparidares 72(2): 359-377. Disponible en: <http://dra.revistas.csic.es/index.php/dra/article/view/547>.).

El capitalismo posfordista, la nueva economía cultural y la filosofía neoliberal (Throsby 2001Throsby, David. 2001. Economics and Culture. Cambridge: Cambridge University Press.; Treanor 2005Treanor, Paul. 2005. Neoliberalism: Origins, Theory, Definition. Disponible en: <http://web.inter.nl.net/users/Paul.Treanor/neoliberalism.html>.; Anheier y Isar 2008Anheier, Helmut y Yudhishthir Raj Isar (ed.). 2008. Cultures and globalization: The Cultural Economy. Londres: Sage.) han convertido al patrimonio colectivo en objeto de transacción económica (Ashworth y Van Der Aa 2006Ashworth, Gregory John and Bart JM van der Aa. 2006. «Strategy and Policy for the World Heritage Convention: Goals, Practices and Future Solutions», en Anna Leask y Alan Fyall (eds.) Managing World Heritage Sites: 147-158. Londres: Elsevier.; Brumann 2012Brumann, Christoph. 2012. «Multilateral Ethnography: Entering the World Heritage Arena». Max Planck Institute for Social Anthropology, Working Paper 136. ; Meskell 2014Meskell, Lynn. 2014. «States of Conservation: Protection, Politics, and Pacting within UNESCO’s World Heritage Committee». Anthropological Quarterly 87(1): 217-243. Disponible en: <http://www.jstor.org/stable/43652726>.). Richards (2019)Richards, Greg. 2019. «Culture and Tourism: Natural Partners or Reluctant Bedfellows? A Perspective Paper». Tourism Review 75(1): 232-234. advierte cómo la cultura se ha convertido en el nuevo petróleo y, en este sentido, el patrimonio se ha transformado en el mercado turístico con mayor proyección (Timothy 2018Timothy, Dallen J. 2018. «Making Sense of Heritage Tourism: Research Trends in a Maturing Field of Study». Tourism Management Perspectives 25: 177-180. ; Espeso 2019Espeso-Molinero, Pilar. 2019. «Tendencias del turismo cultural». Revista Pasos 17-6: 1101-1112. Disponible en: <https://riull.ull.es/xmlui/bitstream/handle/915/17838/PS_17_6%20_(2019)_01.pdf>.). La obstinación por el pasado y la tradición (Bauman 2017Bauman, Zygmund 2017. Retrotopia. Cambridge: Polity Press. ; Korstanje 2019Korstanje, Maximiliano E. 2019. «Lo no-patrimoniable es invisible a la vista: la obsesión moderna por el Patrimonio Turístico». El periplo sustentable. 36: 432-446 ) ha provocado la rápida expansión de los regímenes patrimoniales, al proveer los mismos de productos anhelados, auténticos y nostálgicos (Comaroff y Comaroff 2009Comaroff, John L., y Jean Comaroff. 2009. Etnicidad S.A. Madrid: Katz.; Ange y Berliner 2016Angé, Oliva y David Berliner (eds.). 2016. Anthropology and Nostalgia. Nueva York: Berghahn. ; Boym 2016Boym, Svetlana. 2016. El futuro de la nostalgia. Madrid: Antonio Machado Libros.; Hafstein 2018Hafstein, Vladimir. 2018. Making Intangible Heritage. El Condor Pasa and other Stories from Unesco. Indiana University Press.).

En este contexto, la Unesco juega un papel fundamental como generador de mercado patrimonial, a través de su potente marca: el Patrimonio Mundial. Desde su creación, ha producido una pugna global por su sello y ha situado el marketing heritage en primera línea (Ryan y Silvanto 2011Ryan, Jason y Sari Silvanto. 2011. «A Brand for All the Nations: The Development of the World Heritage Brand in Emerging Markets». Marketing Intelligence & Planning 29(3): 305-318.; Lai y Ooi 2015Lai, Shevren y Can-Seng Ooi. 2015. «Branded as a World Heritage city: The politics afterwards». Place Branding and Public Diplomacy, 11 (4): 276-292. ; Grätzer, Rengard y Terlouw 2015Grätzer, Matus, Martin Rengard y Frank Terlouw. 2015. «The World Heritage as a Brand: Case study of World Heritage Brand Usage by Sites and their Stakeholders in Context of Sweden and Denmark». Linnaeus University: 1-70. Disponible en: <http://www.diva-portal.org/smash/get/diva2:821916/FULLTEXT01.pdf>.) provocando una ambivalencia entre la protección y la mercantilización (Broude 2018Broude, Tomer. 2018. «Mapping the Potential Interactions between UNESCO’s Intangible Cultural Heritage Regime and World Trade Law». International Journal of Cultural Property 25(4): 419-448.). Esto ha desvirtuado su fin como institución para la conservación y la salvaguardia, convirtiéndose en una agencia para visar la marca patrimonial al servicio del capital. Pero el patrimonio colectivo debe quedar al margen de los intereses político-económicos y de las cartografías turísticas. Su mercadeo genera arduas implicaciones éticas. Su dimensión política y su potencial desconstrucción es una opción y debe abrir vías para transformar las reglas. La espectacularización y banalización de las distintas expresiones culturales, en cualquiera de sus denominaciones, obligan a generar espacios de reflexión, escenarios para la discusión que dé sentido a una nueva forma de pensar el conocimiento y el reconocimiento, en esa labor constructora y desconstructora de Otros patrimonios posibles.

NOTAS

 
1

Thoms utilizó por primera vez el término folklore en 1846, para referirse a los usos, costumbres y tradiciones populares.

2

El folklore tiene una doble acepción terminológica que puede llevar a la confusión. El término puede hacer alusión a la ciencia que se encarga de la cultura popular o puede referirse al saber popular mismo (Velasco 1990Velasco, Honorio. 1990. «El folklore y sus paradojas». Reis 49: 123-144. doi: <https://doi.org/10.2307/40183432>.; Ortiz García 1994Ortiz García, Carmen 1994. «Antropología y folklore». Revista de dialectología y tradiciones populares 49(2): 49-68. Disponible en: <https://digital.csic.es/handle/10261/44121>.).

3

La relación entre las disciplinas y el patrimonio ha sido discutida por distintos autores. Ver, entre otros, Vázquez (2003)Vázquez, Luis. 2003. El leviatán arqueológico. Antropología de una tradición científica en México. México: CIESAS. o Smith (2004)Smith, Laurajane. 2004. Archaeological Theory and the Politics of Cultural Heritage. Londres: Routledge..

4

Para una aproximación a la obra de Catlin como etnografía se puede acudir a López (2005)López, Hassan. 2005. «Alcance y límites de la pintura de George Catlin como una etnografía de los indios de Norteamérica». Thémata 35: 695-703. Disponible en: <https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/27740/file_1.pdf?sequence=1>..

5

Frase tomada del romántico John Keats, poeta británico, de su obra Oda sobre una urna griega (1819), donde se decía: «La belleza es verdad y la verdad es belleza».

6

Más adelante, con la llegada de los ecomuseos, impulsados por Georges-Henri Rivière en Francia, se estrecharán los lazos entre el patrimonio etnológico y la naturaleza (González 2003: 29González Alcantud, José A. 2003. «Patrimonio y pluralidad. El largo camino conjuntivo de la alteridad y la materialidad cultural». En Jóse A. González (ed.) Patrimonio y pluralidad. Nuevas direcciones en Antropología patrimonial: 13-40. Granada: Biblioteca de Etnología.).

7

Esto no niega la posibilidad de otras lecturas contrahegmónicas sobre historias y memorias (Thompson 1979Thompson, Edwar P. 1979. Tradición, revuelta y consciencia de clase: Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial. Barcelona: Crítica.; Wolf 1987Wolf, Eric R. 1987. Europa y la gente sin historia. México: FCE.; Scott 2003Scott, James C. 2003. Los dominados y el arte de la resistencia. México: Gebara.). Para la relación compleja entre memorias y patrimonio se puede ver, entre otros, Viejo-Rose (2015)Viejo-Rose, Dacia. 2015. «Cultural Heritage and Memory: Untangling the Ties that Bind». Culture & History Digital Journal 4(2): 1-18. doi: <https://doi.org/10.3989/chdj.2015.018>..

8

No podemos extendernos en ello, aunque existe una numerosa bibliografía al respecto, que se ha ido señalando a lo largo del texto.

9

En origen denominada Unión Internacional para la Protección de la Naturaleza. Cambia su nombre en 1956. La UICN se presenta hoy como el organismo internacional más importante para la conservación de la naturaleza.

10

Las Conferencias de Nara (1994 y 2004) denunciaron el occidentalismo de la Carta de Venecia, cuestionando los criterios de autenticidad. Para una aproximación al debate, ver Bortolotto (2010)Bortolotto, Chiara. 2010. «Globalising Intangible Cultural Heritage? Between Internacional Arenas and Local Appropriations». En Sophia Labadi and Colin Long (eds.), Heritage and Globalization: 111-128. Londres: Routledge..

11

En la primera declaratoria de 1978 primaron más los criterios ideológicos que los conservacionistas. Por otra parte, duplicar distinciones a un área protegida dificulta su manejo y cuestiona el sentido de proteger lo que ya está protegido (Santamarina 2016Santamarina, Beatriz. 2016. «La naturaleza de las naturalezas patrimonializadas. Una aproximación a las formas hegemónicas de representar lo natural». Revista Arxiu d’Etnografia de Catalunya 16: 153-177. Disponible en: <https://revistes.urv.cat/index.php/aec/article/view/1012>.).

12

En este periodo asistiremos a la aparición de numerosa legislación medioambiental, a la proliferación de encuentros internacionales y al aumento de áreas protegidas, junto con una multiplicidad de organismos y comisiones que se dedicaran a la promoción y conservación de la naturaleza.

13

Para una aproximación a la transformación y consolidación de la ecología, a mitad del XX, se puede acudir, entre otros, a Bramwell (1989)Bramwell, Anna. 1989. Ecology in the 20th Century. Londres: Yale University Press., Deléage (1991)Deléage, Jean P. 1991. Historia de la ecología. Una ciencia del hombre y de la naturaleza. Barcelona: Icaria. o Drouin (1993)Drouin, Jean-Marc. 1993. L’écologie et son histoire. Réinventer la nature. París: Flammarion..

14

http://portal.unesco.org/es/ev.phpURL_ID=13141&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html>.

15

América, el nuevo mundo, y África, el más primitivo, encapsulan la naturaleza auténtica.

16

El postulado es simple y paradójico: hay que proteger nuestro mejor legado para las generaciones venideras por nuestra enorme capacidad destructiva

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