RESUMEN

El propósito de este artículo es analizar la presencia de Guinea en las ferias muestrario que se celebraron en Valencia durante la década de 1940. En ellas, de acuerdo con la doctrina de la Hispanidad, la colonia se delimitó como un territorio a civilizar –cristianizar y españolizar–, siendo de vital importancia en el discurso público la retórica nacionalcatolicista que entreveraba negocio y misión. Para ello, los organizadores optaron por la estrategia de poner en escena los recursos naturales de la colonia y a sus habitantes, especialmente a los fang de la Guinea continental. El interés del caso valenciano es doble. Por un lado, nos permite entender las dinámicas puestas en marcha por el gobierno franquista para despertar el interés de los españoles por los asuntos coloniales en los años inmediatamente posteriores al final de la Guerra Civil española y en plena Segunda Guerra Mundial. Por otro, es una pieza más de un rompecabezas que parecía haberse terminado en España con las exhibiciones etnológicas de los guineanos en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929.

Palabras clave: Exhibiciones; Guinea; Exotismo; Colonialismo; Franquismo.

ABSTRACT

The aim of this article is to analyse the presence of Guinea in the trade fairs that were held in Valencia during the 1940s, in which, according to the doctrine of Hispanicity, the colony was delimited as a territory to be ‘civilized’, namely Christianized and Hispanicized. The rhetoric of National-Catholicism was of vital importance in the public discourse linking trade and mission. To that end, the strategy chosen by organizers was to put the spotlight on the natural resources of the colony and its inhabitants, in particular the Fang people of continental Guinea. The interest of the Valencian trade fairs is twofold. On the one hand, they allow us to understand the dynamics set in motion by the Francoist government in its bid to arouse Spanish enthusiasm for colonial affairs in the years immediately following the end of the Spanish Civil War and during World War II. On the other, they are another piece in a puzzle that seemed to have been completed in Spain with the ethnological exhibitions of the Guineans at the Ibero-American Exposition of Seville in 1929.

Keywords: Exhibitions; Guinea; Exoticism; Colonialism; Francoism.

Cómo citar este artículo / Citation: López Sanz, Hasan G. 2020. «Exotismo y educación colonial. El guineano como curiosidad en las ferias muestrario de Valencia, 1942-‍1948». Disparidades. Revista de Antropología 75(1): e008. doi: <https://doi.org/10.3989/dra.2020.008>.

SUMARIO

  1. RESUMEN
  2. ABSTRACT
  3. INTRODUCCIÓN. EL FENÓMENO DE LAS EXHIBICIONES DE AFRICANOS EN EL CONTEXTO DE LOS ESTUDIOS POSTCOLONIALES
  4. LA GUINEA ESPAÑOLA. COLONIALISMO Y DOCTRINA DE LA HISPANIDAD DURANTE EL PRIMER FRANQUISMO
  5. LA FERIA MUESTRARIO DE VALENCIA. UN VIAJE POR EL ESTADO ESPAÑOL EN UN DÍA
  6. GUINEA EN LA FERIA MUESTRARIO DE VALENCIA DURANTE LA DÉCADA DE 1940
  7. A MODO DE CONCLUSIÓN
  8. NOTAS
  9. BIBLIOGRAFÍA CITADA

INTRODUCCIÓN. EL FENÓMENO DE LAS EXHIBICIONES DE AFRICANOS EN EL CONTEXTO DE LOS ESTUDIOS POSTCOLONIALES[Subir]

La presentación de nativos procedentes de África como curiosidades exóticas, vestigios vivientes, especímenes antropológicos o simplemente súbditos de las potencias coloniales en exposiciones –universales, internacionales, nacionales y coloniales–, poblados negros, ferias, teatros de variedades y jardines zoológicos, ha sido ampliamente discutida en el contexto europeo y en Estados Unidos desde la década de 1990 ( ‍Bradford, Phillips Verner y Harvey Blume. 1992. Ota benga: The pygmy in the zoo. Nueva York: St. Martin’s Press.Bradford y Blume 1992;  ‍Blanchard, Pascal y Armelle Chatelier. 1993. Images et colonies. París: Achac/Syros.Blanchard y Chatelier 1993;  ‍Blanchard, Pascal, Stephane Blanchoin, Nicolas Bancel, Gilles Boëtsch y Hubert Gerbeau. 1995. L’autre et nous. «Scènes et types», anthropologues et historiens devant les représentations des populations colonisées, des ethnies, des tribus et des races depuis les conquêtes coloniales. París: Achac/Syros.Blanchard et al. 1995;  ‍Lindfors, Bernth. 1999. Africans on stage. Studies in ethnological show business. Indiana: Indiana University Press.Lindfors 1999;  ‍Bergougnou, Jean-Michel, Rémi Clignet y Philippe David. 2001. Villages noirs et Visiteurs africains et malgaches en France et en Europe: 1870-1940. París: Khartala.Bergougnou, Clignet y David 2001;  ‍Blanchard, Pascal, Gilles Boëtsch y Nanette Jacomijn Snoep. 2011. Exhibitions. L’invention du sauvage. París: Actes Sud.Blanchard, Boëtsch y Jacomijn 2011;  ‍López Sanz, Hasan Germán. 2017. Zoos humanos, ethnic freaks y exhibiciones etnológicas. Una aproximación desde la antropología, la estética y la creación artística contemporánea. Valencia: Ed. Concreta textos.López 2017). Entre las respuestas postcoloniales al fenómeno, una de ellas sirvió para plantear la cuestión de su significado en Occidente. Uno de los detonantes fue un libro muy popular editado por Pascal Blanchard, Nicolás Bancel, Sandrine Lemaire, Gilles Boëtsch y Éric Deroo titulado Zoos humains. Au temps des exhibitions humaines, donde los responsables de la publicación utilizaban la expresión «zoos humanos» para referirse a un fenómeno que era heterogéneo. Sin embargo, la polémica no se limitó solo al título de la obra y al significado de la expresión. En el texto que servía de introducción al libro los autores afirmaban que los zoos humanos instituyeron en muchos aspectos la relación de Occidente con los Otros, puesto que la mayoría de los europeos y americanos tuvieron «sus primeros contactos con las poblaciones “exóticas” –pronto mayormente coloniales– a través de los barrotes, los cercos y las barreras» ( ‍Bancel, Nicolas, Pascal Blanchard, Gilles Boëtsch, Éric Deroo y Sandrine Lemaire (coords.). 2004. Zoos humains. Au temps des exhibitions humaines. París: La Découverte.Bancel et al. 2004: 6). Una de las críticas mejor fundamentadas a esta afirmación, aunque también debemos añadir que fue una crítica al uso de la expresión zoos humanos –popularizada durante la década de 1990–, la encontramos en el libro Villages noirs et visiteurs africains et malgaches en France et en Europe (1870-‍1940) de Jean-Michel Bergougniou, Rémi Clignet y Philippe David, quienes siguieron el rastro a la presencia africana y malgache en Europa y en Francia en particular, en todas sus dimensiones y complejidad. Su propósito era demostrar lo absurdo del concepto zoo humano, elaborado a partir de algunas formas de encuentro, concretamente las que se produjeron en el Jardín zoológico de aclimatación de París. Los autores consideran que la expresión es abusiva y mendaz cuando se aplica a estas formas de encuentro sin diferenciarlas de otras formas de poblados negros, como los que se reconstruyeron en algunas Exposiciones Universales o los organizados en las ciudades por promotores privados. Además, desmontan la idea de Bancel, Blanchard, Lemaire, Boëtsch y Deroo de que el primer contacto de la población europea y americana con personajes exóticos se produjo a través de unos barrotes, poniendo ejemplos de la presencia temprana en la Europa decimonónica de dignatarios africanos, emisarios de países lejanos, estudiantes, diplomáticos, militares o marineros. También demuestran con ejemplos que el fenómeno de las exhibiciones en ocasiones adoptó formas menos desequilibradas en las relaciones entre el público y los grupos exhibidos.

Según los autores de Villages noirs et visiteurs africains et malgaches en France et en Europe (1870-‍1940) la mayoría de los poblados negros que se organizaron en Francia eran espectáculos con fines lucrativos que no respondían al «designio sistemático de no se sabe qué “República colonial” organizadora de exhibiciones degradantes para servir a su política de ultramar» ( ‍Bergougnou, Jean-Michel, Rémi Clignet y Philippe David. 2001. Villages noirs et Visiteurs africains et malgaches en France et en Europe: 1870-1940. París: Khartala.Bergougniou, Clignet y David 2001: 24). Aunque no lo hagan de forma explícita, podemos adivinar que los autores se están refiriendo a los editores científicos de Zoos humains y a Emmanuel Garrigues, coordinador de la edición de un número de la revista L’Ethnographie titulado Villages noirs, Zoos humains. En el texto que sirve de introducción a la revista, el sociólogo francés afirma que el «propósito de los poblados negros fue utilizar política, ideológica y científicamente a los africanos» ( ‍Garrigues, Emmanuel (coord.). 2003. Villages noirs, Zoos humains. Número monográfico de L’Ethnographie 2.Garrigues 2003: 28). Leída así esta afirmación puede parecer tendenciosa. Sin embargo, la lectura que hacen del fenómeno Bergougniou, Clignet y David es corta de miras. Si ya es complicado afirmar que los poblados negros pudiesen dar lugar a encuentros verdaderos entre Nosotros y los Otros en lugar de reforzar estereotipos culturales, más difícil todavía es negar la dimensión biopolítica de las exhibiciones por entender que muchas de ellas no respondieron de forma explícita a las exigencias de la administración colonial del país concernido ni se pusieron a su servicio.

Pero ha habido más cuestiones polémicas, de interés para los asuntos que vamos a tratar en las siguientes páginas. Tanto los editores de Zoos humains como Emmanuel Garrigues comparten la opinión de que las exhibiciones humanas son un buen fenómeno para analizar en profundidad los procesos de construcción de la memoria colectiva acumulada. Como es bien sabido ( ‍López Sanz, Hasan Germán. 2017. Zoos humanos, ethnic freaks y exhibiciones etnológicas. Una aproximación desde la antropología, la estética y la creación artística contemporánea. Valencia: Ed. Concreta textos.López 2017), los espectáculos étnicos que se desarrollaron a partir de la segunda mitad del siglo XIX se enmarcaban en un contexto científico y mediático específico; la prensa publicaba periódicamente artículos que estigmatizan a las sociedades exhibidas legitimando la colonización. Estos relatos, junto con las imágenes que se difundieron en forma de postales o fotografías, son para Garrigues un bosque de construcción de racismo para varias generaciones. A esto el sociólogo francés añade la dimensión de ocultación, un concepto desafortunado por impreciso a la hora de analizar los mecanismos del recuerdo y el olvido. También lo utilizan Bancel, Blanchard y Lemaire en la introducción al libro La fracture coloniale. La société française au prisme de l’héritage colonial cuando hablan de la eclosión de la cuestión colonial en el debate público francés durante el año 2005 y su corolario, la cuestión postcolonial. Según los autores ( ‍Blanchard, Pascal, Nicolas Bancel y Sandrine Lemaire. 2006. La fracture coloniale. La société française au prisme de l’héritage colonial. París: La Découverte.2006: 10), «la larga ocultación de este pedazo de la historia nacional explica el carácter desordenado y convulsivo de su revelación, que se despliega hoy en día en la confrontación de memorias en competencia, cada una intentando imponer su parte de verdad». En relación con este asunto, Bergougniou, Clignet y David se preguntan ( ‍Bergougnou, Jean-Michel, Rémi Clignet y Philippe David. 2001. Villages noirs et Visiteurs africains et malgaches en France et en Europe: 1870-1940. París: Khartala.2001: 249) qué extraña irritación ha llevado a algunos investigadores a afirmar sistemáticamente que un fenómeno olvidado, o simplemente no estudiado, ha sido necesariamente ocultado para intentar hacer creer que fue perverso, inconfesable y que quienes lo revelan por primera vez actúan como justicieros y valientes. En su opinión, ni los poblados negros ni las exposiciones coloniales han dejado rastro en la memoria colectiva. La explicación que dan es sencilla –tal vez demasiado–, pues defienden que se trató de acontecimientos a menudo menores que el pasado se llevó rápidamente. Es cierto que no podemos justificar los esquemas contemporáneos de percepción de culturas exóticas exclusivamente en las exhibiciones humanas. Sin embargo, y esta es mi posición teórica al respecto, el fenómeno y todos los documentos públicos que se generaban en torno a él formaban parte del plexo de información que nos ayudó a formarnos una imagen del mundo. Además, calificar de acontecimiento menor la exhibición de seres humanos en el contexto de la cultura de masas, me parece osado y frívolo. La multitud de exhibiciones censadas, su extensión espacio temporal y la cantidad de fotografías y postales que han llegado hasta nosotros hablan por sí solas. De hecho, los trabajos antes citados se basan principalmente en el análisis de las imágenes; las que tomaron fotógrafos profesionales y se difundieron como tarjetas postales, las que se reprodujeron en prensa, libros científicos o carteles publicitarios, etc. También se basan en los relatos de la prensa, informes oficiales y vestigios que nos permiten entender cómo se orquestaba un discurso que alimentaba una forma particular de imaginación colonial. Esta modalidad de análisis está muy presente en mi aproximación al caso valenciano.

Si nos centramos en lo acaecido en España, también contamos con interesantes estudios, ocupando un lugar destacado los desarrollados por el historiador Luis Ángel Sánchez Gómez ( ‍Sánchez Gómez, Luis Ángel. 2003. Un imperio en la vitrina: el colonialismo español en el Pacífico y la Exposición Filipinas de 1887. Madrid: CSIC.2003,  ‍Sánchez Gómez, Luis Ángel. 2005. «Exhibiciones etnológicas vivas en España: espectáculo y representación fotográfica», en Carmen Ortiz García, Antonio Cea Gutiérrez y Cristina Sánchez Carretero (coords.), Maneras de mirar. Lecturas antropológicas de la fotografía: 31-60. Madrid: CSIC.2005,  ‍Sánchez Gómez, Luis Ángel. 2006. «África en Sevilla: la exhibición colonial de la Exposición Iberoamericana de 1929». Hispania. Revista Española de Historia. 64-224: 1045-1082. doi: < https://doi.org/10.3989/hispania.2006.v66.i224.29>.2006,  ‍Sánchez Gómez, Luis Ángel. 2013. «Human Zoos or Ethnic Shows? Essence and contingency in Living Ethnological Exhibitions». Culture and History Digital Journal. 2-2: e022. doi: < http://dx.doi.org/10.3989/chdj.2013.022>.2013). Algunos de los casos más conocidos durante el siglo XIX y principios del XX son el Poblado Ashanti que se instaló en Madrid y Barcelona en 1897 y la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, en la que el mundo colonial estuvo representado por las secciones de Marruecos y de la Guinea española. La mayoría de los especialistas coincidimos en que el fenómeno fue muy diverso y que difícilmente la variedad de formas de exhibir a los sujetos colonizados se ajustaba a la fórmula del zoológico humano. También hay bastante consenso en afirmar que la Primera Guerra Mundial marcó un punto de inflexión en las formas de representar a los africanos en general y, por ende, en cómo se exhibieron delante del público del llamado «mundo civilizado». La razón principal de tal cambio fue el papel que desempeñaron las tropas coloniales durante la Gran Guerra, combatiendo al ejército alemán en lugares tan importantes para la sensibilidad patriótica –francesa en este caso– como Alsacia y Lorena. Desde entonces, las exhibiciones etnológicas vivas, en las que los visitantes podían tener un contacto directo con supuestos salvajes sin abandonar el calor del hogar ni poner en peligro sus vidas, fueron desapareciendo. Un momento clave en el ocaso de este tipo de espectáculos fue la Exposición Colonial de París de 1931, donde los organizadores no consintieron que se instalase un Poblado Canaco en el interior del recinto ferial. Con todo, debemos señalar que sí se autorizó la aparición puntual de algunas de las etnias más representativas de los territorios de ultramar, como por ejemplo los dogon de Mali, que realizaron danzas, una fórmula ya conocida en el siglo XIX, próxima al espectáculo teatral o circense.

Con la excepción del muy sonado caso de un Poblado Congoleño organizado para la Exposición General de Bruselas de 1958, desde el final de la década de 1930 hasta el inicio del proceso de descolonización, son pocos los ejemplos conocidos de certámenes oficiales en los que se reprodujera una imagen salvajística de algunas colonias y de sus habitantes. Entre 1935 y 1940 el régimen nazi autorizó en un primer momento, y más tarde alentó, un espectáculo de circo y poblado africano conocido como Deutsche Afrika Schau (DAS) que recorrió algunas ciudades alemanas. En un artículo titulado «The German Africa Show and the Nazi State» Elisa von Joeden-Forgey sostiene que este apoyo se debió a que los negros exhibidos funcionaban en la mente de los nazis como un recordatorio constante del dominio racial ario, ejemplo de un pueblo que había sido conquistado por el II Reich alemán y que sería recuperado por los nazis. En Portugal, el Estado Novo de Salazar trató de integrar a las colonias en el relato público de la Nación utilizando la mística del imperio portugués –que se remonta siglos atrás–, símbolo de una identidad y proyecto de futuro. Para ello trasladó a Lisboa a un grupo de nativos de las colonias de Macao, Goa, Mozambique y Angola con ocasión de la Exposición del Mundo Portugués que se celebró en 1940 en la capital lusa. En este caso, las exhibiciones se limitaron a espectáculos puntuales de danzas y música tradicional en la sección colonial de la exposición, situada en el jardín tropical construido expresamente para la ocasión.

En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, ha habido un caso que ha pasado desapercibido para los investigadores, el de la sección colonial de las ferias muestrario que se celebraron en Valencia durante la década de 1940. En ella estuvieron representados el protectorado español de Marruecos y la Guinea española, así como sus habitantes. En la feria muestrario el protectorado marroquí se presentó como una civilización compleja próxima a la nuestra y a los marroquíes como agentes fundamentales en el impulso de la economía española y los valores del franquismo. Por el contrario, la Guinea española se delimitó como un territorio a civilizar, siendo de vital importancia en el discurso público la retórica del nacionalcatolicismo que entreveraba negocio y misión. Para ello, se optó por poner en escena a sus habitantes. Desde este punto de vista, veremos que, si bien es cierto que la feria muestrario tuvo un propósito principalmente comercial, durante la década de 1940 también fue un foco importante para la difusión de la ideología colonial; en el recinto los valencianos podían tener un contacto directo con las colonias y tomar conciencia de su importancia.

LA GUINEA ESPAÑOLA. COLONIALISMO Y DOCTRINA DE LA HISPANIDAD DURANTE EL PRIMER FRANQUISMO[Subir]

Pero, ¿a qué respondía este impulso? La respuesta la encontramos en la historia de la colonia y su relación con la doctrina oficial de la Hispanidad durante el primer franquismo. La colonización efectiva de la Guinea española fue tardía si la comparamos con lo que ocurrió en otros países de nuestro entorno con tradición colonialista en África. España y Portugal firmaron en 1778 el Tratado del Pardo por el cual el país luso cedió a España la isla de Fernando Poo y la región continental que se extendía a lo largo de la costa entre el río Níger y el río Ogooué a cambio de algunos territorios en Sudamérica. A finales del siglo XIX la isla de Fernando Poo ya contaba con una estructura colonial bastante desarrollada. Sin embargo, la penetración en la Guinea continental fue mucho más lenta y tardía; hubo que esperar a 1900 para que se produjese, momento en que se firmó el Tratado de París que delimitaba el Gabón francés y la Guinea española en el África Ecuatorial. Con todo, durante las dos primeras décadas del siglo XX la acción colonial se limitó a la costa, concretamente a las poblaciones de Bata y San Benito. Las etnias costeras estaban formadas por ndowés, bengas, combes, bujebas y balengues, que no solo padecieron la presión colonial sino la de grupos fang del interior del territorio –etnia mayoritaria– que migraban hacia la costa. En el interior la explotación de los recursos naturales la monopolizaban compañías privadas, principalmente inglesas y alemanas, que se aprovechaban del vacío de poder. Hubo que esperar a 1926 para que, bajo el mandato del gobernador Miguel Núñez de Prado, se produjese la ocupación efectiva del interior de la Guinea continental, conquista que no se completó hasta 1935, durante la Segunda República. Desde entonces, en la mayor parte del territorio se instalaron puestos de la Guardia Colonial.

Con el control de la colonia por el gobierno franquista a partir del mes de septiembre de 1936, los falangistas resucitaron el sueño colonial amparándose en la doctrina imperialista de la Hispanidad formulada por Ramiro Maeztu ( ‍Maeztu, Ramiro. 1938. Defensa de la Hispanidad. Valladolid: Aldus S. A.1938). Según los principios de esta doctrina civilizar era hispanizar, es decir, cristianizar e integrar a los negros en los modos de producción capitalista poniéndoles a trabajar. Para ello, el gobierno franquista contó con el apoyo de la Iglesia católica, uno de los agentes que más intervino para transformar las estructuras sociales y familiares de las poblaciones autóctonas.

Este proceso de sometimiento sirvió para construir sujetos coloniales. El sistema se fundamentó en una rígida estratificación social y en la negación de derechos fundamentales a los africanos. A principios del siglo XX, todos los nativos se consideraban menores de edad, heterónomos por naturaleza e incapaces de ser dueños de su destino. En resumen, encarnaciones de lo que Raúl Sánchez Molina ha llamado homo infantilis, expresión que sintetiza una concepción del ser humano que sirve como «elemento ideológico con el que justificar la expansión política-económica en el continente» ( ‍Sánchez Molina, Raúl. 2002. «Homo infantilis: asimilación y segregación en la política colonial española en Guinea Ecuatorial». Revista de Dialectología y Tradiciones Populares 57(2): 106-119. doi: < https://doi.org/10.3989/rdtp.2002.v57.i2.175>.Sánchez Molina 2002: 106). Esta idea imperó entre 1939 y 1958, cuando las presiones internacionales impulsaron la provincialización de Guinea y el reconocimiento de derechos a blancos y negros por igual. La existencia desde 1904 del Patronato de Indígenas es sintomática de dicha incapacidad. Este organismo era el encargado de representar a los africanos en las transacciones con el gobierno. Entre sus objetivos estaba «proteger a los niños o indígenas remontados y a los trabajadores, fomentando la cultura y moralización de los naturales del país y su adhesión a España» (cit. en  ‍Castro, Mariano de y Donato Ndongo. 1998. España en Guinea. Construcción del desencuentro: 1778-1968. Madrid: Sequitur.Castro y Ndongo 1998: 115). En 1828 se produjo la reestructuración del Patronato y apareció la figura del emancipado. Se trataba de indígenas –principalmente comerciantes y propietarios fernandinos instalados en Fernando Poo– que demostraban estar «capacitados para regir por sí mismos su persona y bienes» (cit. en  ‍Castro, Mariano de y Donato Ndongo. 1998. España en Guinea. Construcción del desencuentro: 1778-1968. Madrid: Sequitur.Castro y Ndongo 1998: 116) y se les otorgaba una especie de carta de ciudadanía. La categoría de emancipado no era un derecho inalienable sino una concesión graciosa que las autoridades coloniales podían retirar si consideraban que los negros habían dejado de cumplir los requisitos antes citados. Ser emancipado implicaba someterse a los mismos órganos jurisdiccionales que los blancos; en caso de litigio, el problema se resolvía ante los llamados tribunales europeos. En cambio, los no emancipados resolvían sus disputas ante los tribunales de raza, donde se aplicaba el derecho consuetudinario relativo a cada etnia siempre y cuando los hechos no atentasen contra el orden público, la moral o la acción civilizadora del Estado español. Durante el franquismo el Patronato de Indígenas se convirtió en la institución más importante de la colonia, encargada de representar a los guineanos ante la administración colonial. En resumen y utilizando las palabras de Gonzalo Álvarez Chillida ( ‍Álvarez Chillida, Gonzalo. 2013. «Discurso de la Hispanidad y política racial en la colonización de Guinea Ecuatorial durante el primer franquismo», en Juan Aranzadi y Paz Moreno Feliu (coords.), Perspectivas antropológicas sobre Guinea Ecuatorial: 41- 67. Madrid: UNED.2013: 67), las políticas coloniales durante el franquismo tuvieron como propósito «convertir al negro salvaje, al hombre de la selva, en un perfecto español, castellanoparlante, católico, patriota y franquista. Pero un español negro que, como tal, permaneciera subordinado en todo a los blancos, habida cuenta de su inferioridad racial».

Uno de los problemas para el desarrollo de la actividad colonial en Guinea fue la obtención de braceros para trabajar en la isla de Fernando Poo. De hecho, «la ocupación de la parte continental durante los años veinte y treinta había estado impulsada por la escasez de mano de obra en las plantaciones de Fernando Poo y la necesidad de trabajadores» ( ‍Campos Serrano, Alicia. 2000. «El régimen colonial franquista en el Golfo de Guinea». Revista Jurídica 3 : 79-108.Campos 2000: 100). Con el propósito de congraciarse con los fang –definidos en ocasiones por la literatura colonial como fuertes y enérgicos frente a los bubis– y convencerles para que fuesen a trabajar a la isla como braceros, el gobernador general de la colonia Ángel Barrera

Ángel Barrera Luyando fue gobernador interino durante unos meses en 1906 y 1907. En 1910 fue designado por nombramiento y permaneció en el puesto hasta 1925, momento en que fue sustituido por Miguel Núñez de Prado.

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aplicó una política de atracción consistente en ganarse la simpatía de los líderes para que accediesen a enviar mano de obra a las plantaciones de cacao de Fernando Poo. Barrera también evitó la intervención de los claretianos en la región de Río Muni, lo que explica en gran medida el apoyo que estos prestaron al gobierno dictatorial de Miguel Primo de Rivera a partir de 1923 y, más tarde, al franquista. Primo de Rivera reforzó la política colonial y el papel desempeñado por la Iglesia católica en la Guinea española. Una de las medidas más importantes adoptadas por su gobierno fue la creación de la Dirección General de Marruecos y Colonias, una institución encargada de gestionar los asuntos coloniales. El gobernador Ángel Barrera fue destituido en 1925 y sustituido por Miguel Núñez de Prado, quien convirtió la propaganda en un elemento esencial de su política colonial. El nuevo gobernador trató de poner en valor el potencial económico de la colonia como suministradora de materias primas como cacao, madera, café, etc. Además, Núñez de Prado rompió con la política de atracción en el interior de la Guinea continental y apostó por el sometimiento, vía ofensiva militar, de los fang. Este periodo también se caracterizó por el endurecimiento de las políticas de captación de braceros, que cada vez se asemejó más al reclutamiento forzoso, debido al incremento de la actividad comercial tanto en Fernando Poo como en el continente.

Al año siguiente de la ocupación completa de Guinea en 1935 estalló la Guerra Civil. La colonia cayó rápidamente en manos del bando sublevado. Finalizado el conflicto bélico con la victoria franquista, se desencadenó casi de inmediato la Segunda Guerra Mundial. Durante los primeros momentos de la contienda, los éxitos alemanes hicieron soñar al régimen con la posibilidad de recuperar el prestigio internacional mediante la creación de un gran imperio africano que se construiría con los territorios del África Negra francesa ( ‍Martínez Carreras, José U. 1985. «Guinea Ecuatorial española en el contexto de la Segunda Guerra Mundial». Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea VI: 243-255.Martínez Carreras 1985). Como ha afirmado Sanford Berman ( ‍Berman, Sanford. 1956. «Spanish Guinea: Enclave Empire». Phylon 17 (4): 349-364.1956: 357):

Dado que las esperanzas por recuperar el imperio del Nuevo Mundo perdido eran escasas, el movimiento Falange, de tendencia imperialista, soñó pacientemente con la expansión africana y la renovada gloria española. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, esperando que las potencias del Eje conquistaran a los Aliados, los españoles planearon construir un vasto imperio africano sobre las ruinas de los sistemas coloniales británico y francés. La derrota del Eje frenó las ambiciones hispanas pero ciertamente no las sumergió.

Las ilusiones del régimen se vieron truncadas, en un primer momento, por la negativa de Hitler a que España se apropiase de los territorios coloniales de la Francia de Vichy y, más tarde, por la derrota del Eje. Terminada la Segunda Guerra Mundial y superados los temores de una posible ocupación de la colonia por Francia, los esfuerzos del gobierno español se centraron en desarrollar y consolidar el control sobre la colonia, especialmente en la Guinea continental. Guinea se atisbó como una salida económica a la crisis provocada por las guerras y el aislamiento internacional. Y esto por dos razones. La primera, porque algunos españoles vieron en la colonia una salida de la carestía en la España de posguerra. La segunda, porque se pensaba que la colonia podía funcionar como motor económico de la metrópoli suministrando productos de primera necesidad y materias primas.

Este contexto político, social y cultural, nos permite entender el papel que desempeñó la sección de Guinea en las ferias muestrario de Valencia entre 1942 y 1948, donde como veremos en las páginas que siguen, la colonia se perfiló como un lugar de negocio y misión de acuerdo con los principios de la doctrina de la Hispanidad y del nacionalcatolicisno.

LA FERIA MUESTRARIO DE VALENCIA. UN VIAJE POR EL ESTADO ESPAÑOL EN UN DÍA[Subir]

Antes de analizar en detalle qué supuso la presencia de Guinea en las ferias muestrario, así como los relatos e iconografía que sirvieron para su difusión pública, me gustaría hacer un breve apunte metodológico que permita al lector comprender mejor el texto. El análisis que propongo se basa principalmente en la imagen y sus usos públicos, así como en el conjunto de documentación destinada al público de masas que se generó con ocasión de la organización y desarrollo de las ferias. Desde este punto de vista, se tiene en cuenta no solo lo que pudo suponer el contacto directo con la colonia en el recinto, sino también la aproximación a partir de los periódicos de la época

Este trabajo se ha visto facilitado por los volúmenes que publicó Luis Lluch Garín en 1984 con el título Crónica de los primeros 65 años (1917-‍1982), donde reúne mucha información de interés sobre la feria muestrario entre los años 1917 y 1982.

‍[3]
. Del mismo modo, se presta atención a lo que recogía la revista Feriario

La colección completa de la revista Feriario se conserva en el Ateneo Mercantil de Valencia.

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, órgano de difusión principal de las ferias, que reunía información interesante sobre el espacio expositivo y que reservó en ocasiones un lugar importante para la colonia. En el trabajo sobre las fotografías se han consultado tres colecciones muy poco conocidas e investigadas, sobre las que se encontrará información detallada relativa al trabajo de identificación en los archivos en varias notas al pie de página. La primera colección pertenece a Feria Valencia. En su archivo las fotografías de la feria muestrario están organizadas por álbumes ordenados cronológicamente, cada uno de ellos dedicado a un certamen. El interés que tienen los cientos de fotografías que reúnen, para quienes nos dedicamos a la antropología de la fotografía y de la mirada, es que constituyen un documento de gran valor para entender cómo evoluciona la representación de la Guinea española conforme avanzan los certámenes durante la década de 1940

Debo llamar la atención sobre un error de identificación y catalogación de las fotografías. En el álbum de 1946 hay algunas fotografías que se tomaron en realidad en 1942. El error en la clasificación se debe probablemente a que esas imágenes, donde aparecen nativos fang ataviados como salvajes, se reprodujeron en la revista Feriario en 1946. Esto lo he podido comprobar reconstruyendo la sección a partir de fotografías pertenecientes a tres colecciones: la de Feria Valencia, la de la Biblioteca Nacional y una colección particular (fotografías fechadas en la década de 1940).

‍[5]
. La segunda colección pertenece a la Biblioteca Nacional de Madrid. El fondo está compuesto por sesenta y nueve fotografías que retratan pormenorizadamente la visita del general Varela a la sección de Guinea de la feria en 1942

Durante mucho tiempo las fotografías de la feria muestrario de Valencia de 1942 han estado mal datadas e identificadas en la Biblioteca Nacional. Anteriormente, se habían clasificado como pertenecientes a la Feria Oficial e Internacional de Muestras de Barcelona de 1946 y se atribuían al estudio Brangulí de Barcelona. Sin embargo, yo mismo las identifiqué el día 5 de julio de 2018 y, en estos momentos, pueden consultarse en la Biblioteca Nacional de Madrid con la referencia (AFRFOT/4/990-1025). Es muy posible que pertenezcan a la empresa de reportajes fotográficos Damián de Valencia.

‍[6]
. La tercera, en manos de un coleccionista privado, está compuesta por una treintena de fotografías y, a día de hoy, se está dispersando al ser vendida por unidades. Las fotografías pertenecen a las ediciones de 1942 y 1946

https://www.tesorosdelayer.com/esp/index.php. Fecha de acceso: 18 ene. 2019.

‍[7]
. En ambos casos, se ofrece una visión sinóptica de la sección de Guinea, un recorrido por los diferentes puestos al hilo de las visitas oficiales al recinto.

Pero, ¿qué fue la feria muestrario y cuál fue su razón, antes y durante el primer periodo franquista? La feria muestrario de Valencia es una de las más antiguas de España. Desde la primera edición en 1917, su propósito fue eminentemente comercial; pretendía ser un lugar de negocio donde las empresas mostraban sus productos y novedades. Durante los primeros certámenes fue un acontecimiento menor, hasta el punto de que ni siquiera contaba con un recinto ferial permanente. Hubo que esperar a 1921 para que se oficializase y las autoridades cediesen un terreno para la construcción de un recinto destinado a tal fin. Desde entonces, la feria fue creciendo en número de expositores hasta que se declaró internacional en 1925 ( ‍Martínez Roda, Federico y Daniel Sala Giner. 2005. De Feria Muestrario a Feria Valencia. Agente y testigo del progreso valenciano (1917-2004). Valencia: L’Oronella.Martínez Roda y Sala Giner 2005). El responsable de tan magno proyecto fue José Grolló, quien consiguió que en el año 1936 concurriesen «doscientos cincuenta expositores y doscientos cincuenta mil visitantes, verificándose transacciones por valor superior a cinco millones de pesetas» (Feriario 1947).

El estallido de la guerra civil española supuso el cierre del recinto ferial. La primera que se celebró una vez terminada la contienda, con el gobierno golpista en el poder, fue la de 1942. Dirigida por Ramón Gordillo Carranza incorporó, siguiendo la estela de lo que se venía haciendo en Europa en las exposiciones universales, internacionales y nacionales, una sección colonial; se construyó un recinto permanente dedicado al protectorado de Marruecos y se reservó un espacio a la Guinea española. Las dos secciones se convirtieron en las protagonistas indiscutibles durante toda la década de 1940, si bien es cierto que en el caso de Guinea fue en los años 1942, 1946, 1947 y 1948 cuando se invirtió un mayor esfuerzo y más recursos económicos para garantizar la presencia de la colonia en la capital del Turia.

El ritual que se reproducía cada año era en esencia similar. Las inauguraciones siempre contaban con la presencia de autoridades políticas, militares y miembros de la élite económica y cultural. El ministro de Industria y Comercio, en representación del gobierno central y del dictador, se encargaba de inaugurar la feria. Solo hubo una excepción; en 1947, con ocasión de la celebración de las bodas de plata, fue el mismo Francisco Franco quien presidió la inauguración del certamen, cuyo lema fue: «Nuestra labor ha de ser inmune contra todo desánimo».

La feria muestrario de Valencia de 1942 se inauguró el 10 de mayo, un acto presidido por el entonces ministro de Industria y Comercio Demetrio Canceller, acompañado de otras «altas personalidades del Estado y del Partido, así como las autoridades y jerarquías valencianas»

Levante, 9 may. 1942. En un artículo publicado en el diario Las Provincias el 10 de mayo de 1942 encontramos un listado exhaustivo de las autoridades españolas que estuvieron presentes el día de la inauguración.

‍[8]
. Este periodo estuvo marcado por la reconstrucción y ampliación del recinto tras la debacle de la guerra civil

En algunos artículos de diario, por ejemplo, el del Levante del día 22 de enero de 1942, se cita como causa del destrozo de los edificios del recinto ferial «la permanencia de las hordas rojas».

‍[9]
, un hecho que condicionó la rapidez con que se tuvo que organizar el certamen. De hecho, en solo tres meses se construyeron las naves y pabellones que habían quedado maltrechos por los enfrentamientos durante el conflicto bélico:

Las cosas no han ido del todo mal. Con una penuria de tiempo que no soy yo el llamado a destacar y, venciendo las dificultades inherentes al momento, hemos visto, día tras día, elevarse sobre los escombros y ruinas que cubrían este recinto en que os halláis, naves y pabellones, productos de un laborar febril, sin tregua, deseoso de ganar para España el tiempo que se perdiera bajo la hegemonía de la anti-patria

Levante, 12 may. 1942.

‍[10]
.

Como podemos ver en numerosas fotografías, conservadas principalmente en el archivo fotográfico de Feria Valencia, la fachada que daba la bienvenida al visitante era de estilo barroco, de líneas suaves y armoniosas. La entrada principal daba acceso a un vestíbulo marmolado presidido por el busto de Franco colocado sobre un pedestal. Desde este espacio se accedía a las distintas secciones de la feria y a la terraza, donde se instalaron un bar y un restaurante. En las secciones se exponían productos y maquinaria agrícola, las industrias alimentarias, textiles, artísticas, eléctricas y anexas al hierro y a la forja, manufacturas de madera, aparatos mecánicos y científicos, etc. La feria también contó con la participación de los sindicatos, como por ejemplo el de la construcción.

El certamen de 1942 se presentó al público nacional y extranjero como una ocasión de realizar un viaje por las provincias del Estado español en tan solo un día. En el diario Levante del 26 de marzo de 1942 se puede leer:

Una visita a la XX Feria Muestrario Internacional de Valencia, que se celebrará del 10 al 25 de mayo del año actual, equivale, en cierto aspecto, a un laborioso recorrido de todas las provincias españolas. En efecto, en la Feria, no sólo podrán ser admitidas las producciones de toda España, sino que, para el visitante extranjero, que gusta a menudo, de adquirir y conservar los productos típicos de cada región, se le ofrece la oportunidad única de hallar reunidas, en una ciudad, las más bellas creaciones de la artesanía española, seleccionadas y enviadas por todas y cada una de las regiones a la Feria Muestrario Internacional de Valencia

Levante, 26 mar. 1942.

‍[11]
.

En su discurso de inauguración, Ramón Gordillo y Demetrio Carceller exaltaron el carácter comercial y nacional de la feria. El visitante particular podía comprar piezas de artesanía y el mayorista contactar con proveedores nacionales e internacionales que le abasteciesen de todo lo necesario para sus industrias o comercios

Véase, Levante, 26 mar. 1942.

‍[12]
.

La feria muestrario también fue un espacio de exaltación del espíritu nacional, de enaltecimiento de los «valores morales y materiales de nuestra Patria»

Levante, 17 abr. 1942.

‍[13]
. Un artículo publicado en el diario Las Provincias el día de la inauguración de la feria de 1942, de título «Valencia va a demostrar en su XX Feria Muestrario Internacional como España se afana en el resurgir de Europa», comienza así: «El enorme esfuerzo realizado es testimonio de la contribución moral de nuestra tierra en la reconstrucción de la Patria»

Las Provincias, 10 may. 1942.

‍[14]
. La feria muestrario se alinea con la tarea del resurgimiento nacional que sigue a la victoria del bando nacional. En el discurso inaugural, Ramón Gordillo defendió que la razón de ser de la feria era la fe en España, en su resurgir imperial en el ámbito de la economía, y su fe en el Caudillo, «salvador de la patria y jefe de nuestra revolución, cuya espada victoriosa es prenda segura de justicia»

Levante, 12 may. 1942.

‍[15]
. El discurso de 1946 del ministro de Industria y Comercio, Juan Antonio Suances, siguió exaltando el carácter nacional, destacando la labor de la feria en la «tarea de conducir a España por caminos de honor y de engrandecimiento espiritual y material»

«Acto de inauguración», Levante y Las Provincias, 12 may. 1946.

‍[16]
.

El público asistía masivamente. Con ocasión de la inauguración de la feria de 1942, los diarios abrían sus titulares diciendo que más de 32 000 personas habían visitado la feria el 11 de mayo.

Más de 32 000 visitantes.

Continuó ayer la afluencia de público a la Feria Muestrario. Durante todo el día un cordón de gente ininterrumpido frente a las taquillas y la cola no cesó.

En todas las instalaciones, todas sin excepción, la afluencia de público fue constante y copiosa; los expositores se mostraron satisfechos porque veían su esfuerzo correspondido

Las Provincias, 16 may. 1942.

‍[17]
.

Si hacemos caso a los periódicos de la época, en total fueron más de 650 000 las personas que visitaron la muestra

Las Provincias, 9 jun. 1942.

‍[18]
. Bastantes eran escolares, quienes hasta entonces, posiblemente, no habían tenido mucho contacto directo con personas procedentes del continente africano. En lo que a Guinea se refiere, antes del estallido de la guerra civil, algunos fernandinos enviaban a sus hijos a estudiar a la península. Sin embargo, tal y como ha señalado Gonzalo Álvarez Chillida ( ‍Álvarez Chillida, Gonzalo. 2013. «Discurso de la Hispanidad y política racial en la colonización de Guinea Ecuatorial durante el primer franquismo», en Juan Aranzadi y Paz Moreno Feliu (coords.), Perspectivas antropológicas sobre Guinea Ecuatorial: 41- 67. Madrid: UNED.2013: 59), «con el régimen franquista las normas segregadoras y discriminadoras se habían extremado hasta impedirlo», lo que limitaba la posibilidad de contacto con africanos fuera de este tipo de recintos.

En la mañana de ayer continuaron las visitas de las escuelas a la Feria Muestrario. Entre otros, visitaron las instalaciones alumnos y profesores de la Academia y Colegio Boix, escuelas públicas graduadas de Paterna, graduadas de Vinalesa, de Segorbe, de Pueblo Nuevo del Mar, de Cruz Cubierta, del Camino Real, núm. 330; unitaria número 21, Escuela del Santísimo Cristo de la Fe, Colegio Padre Manjón, Colegio de la Sagrada Familia, Patronato de Enseñanza de la Infancia de Cañamelar, Academia y Colegio Castellano, Colegio Montesori y Escuela de Trabajo de Castellón de la Plana

Las Provincias, 17 may. 1942.

‍[19]
.

O en Las Provincias del 20 de mayo.

Ayer visitaron la Feria más de dos mil niños y niñas de las escuelas municipales de la ciudad y de los pueblos de Eliana, Montortal, Masarrochos, Benifaraig, Soneja, Algar, Sueca, Villar del Arzobispo, Beniferri, Vinalesa, y los alumnos y profesores de la Escuela de Trabajo de Alcoy, núcleo integrado por 44 personas

Las Provincias, 20 may. 1942.

‍[20]
.

La sección de Guinea en la feria muestrario no solo era un pasatiempo, sino un lugar de educación colonial. En ella se agudizaba la sensibilidad patriótica y los jóvenes –y no tan jóvenes– tomaban conciencia de que en algunas regiones de España había selvas tropicales.

De la feria muestrario de 1946 la prensa destacó el aumento de tamaño del recinto y el número de expositores. También los actos y festejos que se celebraron, poniendo el acento en la instalación de atracciones como el acuario con muestras de peces mediterráneos y «los pabellones coloniales, tanto de Marruecos como de Guinea, donde el interés de lo exótico está combinado con un alto valor económico y comercial» ( ‍Lluch Garin, Luis B. 1984. Crónica de los primeros 65 años (1917-1982). 5 vols. Valencia: Feria Muestrario Internacional.Lluch 1984, 4: 532).

Desde muy temprano, la participación extranjera fue uno de los puntos de interés de los organizadores. En 1936 esa participación se presentó como eficaz «en orden al recíproco conocimiento, que es decir estimación, de los pueblos, y en orden a la mayor intensidad de las relaciones» ( ‍Lluch Garin, Luis B. 1984. Crónica de los primeros 65 años (1917-1982). 5 vols. Valencia: Feria Muestrario Internacional.Lluch 1984, 3: 477). En 1942, el carácter internacional se garantizó con la participación oficial de la Francia ocupada como país invitado. De hecho, el salón principal de la sección francesa estuvo presidido por la figura del mariscal Philippe Pétain, «el gran patriota que trata de recuperar para el nombre de Francia todos los afectos y borrar todos los recuerdos ingratos» ( ‍Lluch Garin, Luis B. 1984. Crónica de los primeros 65 años (1917-1982). 5 vols. Valencia: Feria Muestrario Internacional.Lluch 1984, 3: 701). El elogio al país galo fue unánime; llamó la atención, entre otras cosas, por la subsección de Turismo, la instalación del Ministerio del Aire y la subsección de Pintura y Escultura. También por el espacio que reservó al imperio colonial: «Francia posee un imperio colonial que es cada día más importante, no porque aumente en extensión, sino porque aumenta en vida y rendimiento. También de ello había muestras e índices en la Feria Muestrario de Valencia» ( ‍Lluch Garin, Luis B. 1984. Crónica de los primeros 65 años (1917-1982). 5 vols. Valencia: Feria Muestrario Internacional.Lluch 1984, 3: 477).

De hecho, en la organización de la sección participó el Secretariado de Estado en las colonias, quien organizó una exposición de documentos tildada por los responsables como muy interesante. En la feria también estuvieron presentes Alemania, Italia, Portugal y Argentina. En 1946, con la guerra mundial terminada, al menos ocho países contaron con secciones propias: Inglaterra, Estados Unidos, Suiza, Suecia, Dinamarca, Chile e Italia.

GUINEA EN LA FERIA MUESTRARIO DE VALENCIA DURANTE LA DÉCADA DE 1940[Subir]

Guinea fue, junto con Marruecos, una de las secciones que más expectación despertaron incluso meses antes de la inauguración de la feria en 1942. En el diario Levante del 7 de febrero podemos leer: «La Dirección General de industria instalará, por su cuenta, un pabellón, y otro la Dirección General de Marruecos y Colonias. Este último promete ser muy interesante, pues en él podremos admirar los múltiples productos de la Guinea española».

Tres días después, el diario Las Provincias destacaba del contenido de la feria, además del pabellón marroquí, el pintoresco pabellón colonial, atractivo «por presentarnos auténticos habitantes de aquellas islas, sus productos, apenas conocidos por nosotros». Para ello, un grupo de «negros pamúes traídos de la Guinea» continental construyó una casa tradicional, donde los visitantes podían contemplar «numerosos objetos fabricados por los mismos, entre los que hay armas, tallas de maderas raras, utensilios domésticos, etc.»

Levante, 10 may. 1942.

‍[21]
. En todo momento se habla del pamúe, un gentilicio utilizado por los españoles para referirse a los diversos grupos fang del interior de Río Muni, que se mantuvo durante casi todo el periodo colonial ( ‍Sánchez Molina, Raúl. 2011. El pamue imaginado. Madrid: UNED.Sánchez Molina 2011). La puesta en escena de los fang insistía en el salvajismo, algo que podemos ver tanto en los relatos de los diarios de la época como en la iconografía que ha llegado hasta nosotros. A partir de estas representaciones, podemos hacer una lectura sintomática de las condiciones del encuentro cultural, los posibles contactos y los mensajes difundidos por lo que, sin lugar a dudas, puede calificarse de acción política en favor de la colonización.

En un artículo publicado el 25 de abril de 1942 en el diario Las Provincias, leemos:

Ya se encuentran en Valencia catorce pamúes que vienen de la Guinea para ocupar el pequeño poblado que han de erigir de estilo colonial, y en el que exhibirán los productos típicos de la Guinea Española. Vienen bajo la custodia del teniente de la Guardia Colonial, don Antonio Pedraza; pertenecen al poblado de Alun, de la tribu de Samangón, en la demarcación de Bata.

Ayer, por la tarde, durante el fuerte chubasco que descargó sobre la ciudad, se albergaron en el refugio de la Feria Muestrario; más tarde, lució el sol, y salieron a ver si se calentaban un poco, pues se quejaban del frío.

En el local que los alberga se ha hecho para ellos una instalación especial de calefacción. Decían que habían comido bien, pero que sentían mucho frío

Levante, 25 abr. 1942.

‍[22]
.

El texto recoge, si bien sea brevemente y de manera muy general, las que debieron ser las condiciones habitacionales de los nativos, sin aportar información adicional sobre su libertad de movimiento fuera del horario de apertura del recinto ferial o el régimen económico al que estaban sometidos. Por otro lado, es a partir de un artículo publicado en el diario Levante en que se narra la visita del ministro de Industria y Comercio el día de la inauguración de la feria muestrario y de las fotografías que han llegado hasta nosotros, como podemos hacernos una idea de la guisa en que fueron presentados los guineanos ante el público valenciano:

[El día de la inauguración el ministro] visitó el pabellón construido por los negros pamúes, donde se hallaban éstos ataviados con sus reducidos trajes, y donde se exponen gran profusión de objetos, construidos por los indígenas, y productos del país, siendo obsequiados los visitantes con tazas de café procedente de plantaciones de nuestras colonias

Levante, 12 may. 1942.

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.

Figuras 1 y 2.

«Jóvenes pamúes protegiendo el pabellón colonial de Guinea y Fernando Poo». Valencia, 1942. Imagen cedida por Feria Valencia.

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Respecto a las fotografías, como ya dije anteriormente, debemos reseñar el valor de la colección que se ha conservado en el archivo de Feria Valencia y en la Biblioteca Nacional de Madrid. En el álbum de 1942 de Feria Valencia encontramos dos de gran interés que llevan por título «Jóvenes pamúes protegiendo el pabellón colonial de Guinea y Fernando Poo». En la primera vemos a tres guineanos descalzos, con el torso desnudo y portando unas lanzas rudimentarias, supuestamente custodiando la casa tradicional construida para la ocasión. En la segunda, los fang hacen lo mismo delante de los puestos instalados en la sección perteneciente a las empresas españolas y sindicatos que operan en el Golfo de Guinea. Un tronco gigante de okume preside la escena, mientras que uno de los nativos posa estático a su lado, lo que nos sirve para apreciar el tamaño del árbol, presentado como un recurso natural potencialmente rentable.

Figuras 3, 4, 5.

Pabellón de Guinea. Valencia, 1942. Colección particular

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Figura 6.

«Café de Guinea». Valencia, 1942. Imagen cedida por Feria Valencia.

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La empresa de reportajes fotográficos Damián de Valencia dio debida cuenta del contenido de la sección. En algunas de las fotografías que conforman la serie, los fang posan hieráticos, con escasos ropajes, frente a los puestos de las empresas PEGSA, Compañía Española del Golfo de Guinea, Cegui, Aucona S.A. y Cafés el Gorila. En las fotografías el recinto está vacío, lo que nos hace pensar que las tomas se han realizado momentos antes de la apertura. Solo una fotografía nos da pistas sobre la mirada proyectada por el público sobre unos cuerpos semidesnudos cuya exhibición contraría los códigos de civilización defendidos por el franquismo. En ella vemos a unos jóvenes apostados en el arco que da acceso al recinto que miran al negro fang que, lanza en mano, permanece quieto en uno de los pilares que delimitan el puesto ocupado por la Compañía Española del Golfo de Guinea. La fotografía revela una tensión que no existe en el resto de la serie. La pareja, que se distingue claramente, no ocupa el plano central, sino que se asoma discretamente por un lateral de la imagen. El umbral del arco parece ser una línea imaginaria que delimita por unos momentos, tal vez durante el tiempo que duró la realización del reportaje fotográfico, el espacio interior de la sección, donde no puede acceder el público, del exterior. Podemos pensar que si el fotógrafo hubiese dirigido su objetivo un poco más hacia la izquierda, los escasos personajes que aparecen mirando al pamúe serían más. Sin embargo, da la impresión de que el fotógrafo decidió, consciente o inconscientemente, incluir la mirada indiscreta de la pareja en la toma, transformando el sentido de la imagen que llega al espectador. El juego de la mirada ya no es entre un yo, históricamente situado, y los fang traídos a Valencia con ocasión de una feria comercial, sino entre quienes observan a los fang mientras permanecen de pie a pleno sol esperando la llegada del público, los nativos, y yo mismo como investigador que pretende entender cómo debió producirse ese encuentro cultural y qué huella debió dejar en quienes estuvieron allí en un contexto preciso.

Los guineanos se muestran en la escena como personajes de una historia que ellos no han escrito; representan un papel acorde con las expectativas de un público que ha alimentado su imaginación con relatos de viajeros que retrataron el continente negro como un lugar sumido en el corazón de las tinieblas. De algún modo se exhiben como una tipología étnica, de forma similar a como se presentan los productos y recursos naturales que se ofrecen al público en el recinto. Son personajes curiosos preparados para la ocasión. Entre las fotografías que se conservan en la Biblioteca Nacional, hay dos que llaman poderosamente nuestra atención. Ambas muestran las bambalinas del espectáculo de la diferencia. En una de ellas, los fang, que habitualmente se exhiben medio desnudos, ahora ataviados a la europea saludan al general Varela con el saludo fascista. En otra, están sentados con el mismo atuendo en el interior de la casa palabra en cuya fachada se colocan con el torso desnudo para ser contemplados por la muchedumbre.

Con todo, en ningún caso podemos afirmar que esta forma de mostración de la otredad cultural se corresponda con lo que se ha llamado zoos humanos. En Valencia, los guineanos no realizaron espectáculos étnicos, a diferencia de la presentación pseudo-etnográfica de la Guinea española que se realizó, por ejemplo, en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Recordemos que la inclusión de la sección de Guinea en la capital hispalense se integró en uno de los actos propagandísticos que se organizaron durante la dictadura de Primo de Rivera para poner en valor la colonia y despertar el interés de los inversores. La participación en eventos de esta índole ya había sido impulsada por el general Barrera, siendo un buen ejemplo la presencia de la Cámara Agrícola de Fernando Poo en la feria de muestras de Barcelona de 1924. Tal y como lo ha señalado Gustau Nerín ( ‍Nerín, Gustau. 2010. La última selva de España. Antropófagos, misioneros y guardias civiles. Madrid: Los libros de la catarata.2010: 283), hasta entonces, «España no había acudido a ninguna de las múltiples Exposiciones Coloniales organizadas en Europa». En Valencia tampoco se hizo un esfuerzo por construir un recinto que emulase el entorno natural en el que vivían los nativos como sí que se hizo –evidentemente magnificado– en Sevilla. La casa pamúe era más una nota de color que un espacio habitable. Por todo ello, si tenemos que destacar alguna particularidad del caso valenciano sería su anacronismo respecto a lo que acontecía en otros contextos geográficos.

Una de las crónicas de la época dedicadas al pabellón colonial nos da algunas pistas del contacto que, quizá, se produjo entre los nativos y los visitantes. Introducimos el adverbio de posibilidad porque no hay nada que nos asegure que la conversación que supuestamente escuchó el periodista entre los pamúes y un grupo de jóvenes fuese real, y no una estrategia narrativa para poner al lector en situación y despertar su curiosidad. Se trate de una cosa u otra, el texto nos interesa tanto por su estructura como por su contenido. El relato comienza diciendo que unos muchachos han «tomado por su cuenta a uno de los pamúes de servicio en la instalación muestrario de los productos de Guinea y Fernando Poo», a quien preguntan sobre las curiosas costumbres de su país. El negro, que se «muestra satisfecho» contestando, recalca el periodista que habla «un castellano bastante pintoresco» pero, matiza, que se entiende perfectamente. Cuando el guineano comienza a hablar sobre la fauna del país, cuenta que abundan los lagartos, monos, loros y faisanes, elefantes, gorilas gigantes, hipopótamos, cocodrilos, boas, y antílopes. Sin embargo, la naturaleza no es hostil. Además, «los pamúes hablan a los muchachos de fieras cazadas con flechas, de gigantescos gorilas...» ( ‍Lluch Garin, Luis B. 1984. Crónica de los primeros 65 años (1917-1982). 5 vols. Valencia: Feria Muestrario Internacional.Lluch 1984, 3: 673). Naturaleza desbordada, animales vistos por los españoles, en el mejor de los casos, en contadas ocasiones, y cultura rudimentaria marcan el supuesto diálogo, capaz de despertar la imaginación del lector. De inmediato, el texto da un giro y regresa al espacio concreto de la feria y da debida cuenta de lo acontecido.

El mundo de las fieras y los hombres salvajes no debe hacernos perder de vista el carácter comercial de la feria muestrario y la sección de Guinea. El periodista dedica unas palabras a quienes trabajan en el país y sacan todo el provecho posible a su potencial económico:

El administrador general de la Compañía Española del Golfo de Guinea, que puede considerarse como la principal impulsora y organizadora de aquella inmensa riqueza agrícola; Iberia, que es la que cuida del servicio de comunicaciones aéreas; y las dedicadas a explotaciones forestales, Aucona, Pegsa y Sindicato Maderero ( ‍Lluch Garin, Luis B. 1984. Crónica de los primeros 65 años (1917-1982). 5 vols. Valencia: Feria Muestrario Internacional.Lluch 1984, 3: 673).

También cita el café y el cacao, producido en extensiones de terreno que antes eran selva virgen. El desequilibrio que existe entre la reducida oferta y la creciente demanda en la península hace que el cultivo de café en Guinea se perciba como un negocio al alza. España no presenta a Guinea como una colonia de explotación sino como un proyecto de colonización racional que vela por la conservación del medio. El relato termina con el regreso del periodista a la conversación de los muchachos con los pamúes, que siguen haciendo preguntas sobre serpientes, leopardos, hipopótamos, cocodrilos y flechas envenenadas. Pero se muestran decepcionados al saber que los lagartos de los que hablan los guineanos «no tienen dientes y son inofensivos» ( ‍Lluch Garin, Luis B. 1984. Crónica de los primeros 65 años (1917-1982). 5 vols. Valencia: Feria Muestrario Internacional.Lluch 1984, 3: 673).

La Guinea española volvió a ser una de las protagonistas de la feria muestrario de Valencia en 1946. En esta ocasión, la feria contó solamente con la presencia de una escuadra de soldados de la Guardia Colonial

La escuadra estaba formada por un cabo y cuatro soldados indígenas.

‍[24]
. Acompañados por un teniente de apellido Pedraza, su labor principal consistió en vigilar el pabellón colonial. Algunas fotografías, entre ellas las que se publicaron en la revista Feriario, dan debida cuenta de ello. Además, los soldados indígenas construyeron una «Casa Palabra» y una vivienda pamúe:

Ambas están construidas con los mismos materiales: palos de bosque que forman el entramado sólido de la construcción, bambú artísticamente trabajado que forma los atabicados y hoja de nipa que cubre la techumbre, todo ello sólidamente trabado con cuerda de melongo, pues en dichas construcciones no entra para nada la clavazón ( ‍Lluch Garin, Luis B. 1984. Crónica de los primeros 65 años (1917-1982). 5 vols. Valencia: Feria Muestrario Internacional.Lluch 1984, 4: 564).

Figura 7.

Pabellón de Guinea. Construyendo la «casa palabra». Valencia, 1946. imagen cedida por Feria Valencia.

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Una crónica de la época, de autor desconocido y título «Los pabellones», relata el ambiente que se respiraba en el pabellón de la Guinea española al atardecer, cuando las masas ya habían abandonado el recinto.

En el suave atardecer de un día de esta díscola primavera valenciana, el cielo se ha serenado y tiene una tonalidad opalescente, de serenidad suprema, que rima bien con la quietud en el que se halla sumido el Pabellón de la Guinea de nuestra Feria Muestrario, luego del tumulto algarero y vociferante de las «colas» del café ya por fortuna terminadas.

Sentados bajo la frágil galería cubierta de palmas que circunda el recinto contemplamos la casa pamúe construida de bambú y nipa, a la que dan guardia dos arrogantes negros de la Guardia Colonial con su vistoso uniforme, en posición de descanso.

En el fondo, una palmera desfleca al viento su enhiesto penacho, y una masa arbórea de Ripalda o Monforte pone su jugosidad verde. Por un momento nuestra imaginación nos transporta a los intuidos paisajes coloniales y la ilusión es perfecta...

Ibid.

‍[25]

Figura 8.

Pabellón de Guinea. Valencia, 1946. Colección particular.

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La escena evoca un paisaje colonial imaginado, similar al que narran las historias de viajeros y exploradores que recorrieron el continente africano y quedaron sorprendidos por el exotismo de sus gentes y la exuberancia de sus paisajes. Sin embargo, como dice el periodista, la conversación con el teniente Pedraza nos devuelve a la realidad del pabellón. En el transcurso de la conversación, el militar explica que la función de la Guardia Africana es mantener el orden en la colonia. En esa labor de transferencia de competencias la acción española ha sido determinante; la disciplina de los cuerpos y las mentes ha permitido convertir a algunos salvajes en indígenas. Los pamúes de la Guardia Colonial son «arrogantes, dóciles, disciplinados y extraordinariamente limpios». Recordemos que, de algún modo y especialmente durante la década de 1930 y 1940, la imaginación colonial se había alimentado de la imagen del fang definido como un salvaje antropófago ( ‍Sánchez Molina, Raúl. 2011. El pamue imaginado. Madrid: UNED.Sánchez Molina 2011) Ese mismo nativo, era ahora un elemento más de la acción colonial. El potencial de la colonia no reside solo en sus recursos naturales. Sus habitantes también pueden asumir los valores del Régimen y convertirse en sus súbditos. Siendo este el mensaje principal, debemos advertir al lector de que en ningún caso se explicita una distinción, recurrente a lo largo del siglo XIX en muchas colonias, entre etnias potencialmente civilizables y aquellas cuyo destino es sobrevivir como vestigios o fósiles vivientes de sociedades arcaicas o simplemente desaparecer.

La estrategia que consiste en confrontar imaginación y realidad reaparece de nuevo en un artículo publicado en la revista Feriario por Adolfo Cámara. Sin embargo, no lo escribió para hablar del pabellón colonial sino de Guinea como un lugar de negocio y misión.

Sí. La realidad no es, muchas veces, sino la parodia de la idea, y esta bienamada Guinea Española que ahora acabo de confirmar, a través de los nombres, las cifras y las anécdotas escuchadas al teniente Pedraza, no es, en efecto, sino trasunto fiel de la Guinea imaginada. Los colores agrios de su húmeda, ecuatorial selva, con aguacates y ananás, con árboles del pan, y con limoneros y pomas rojas; el perfume moreno de sus maderas, preciosas y medicinales; al fondo la algarabía de los cocoteros, los monos y cotorras verdes; sus playas, sobre todo, con palmeras, vencidas por racimos enormes de dorado fruto, y, en lo alto, un cielo inédito; playas hechas, al parecer, para el amor azul y la canción caliente, y sobre cuyas arenas, esos dulces indígenas, color de chocolate, despliegan el desenfreno y el éxtasis de sus bailes que proclaman el rito de la procreación jubilosa y del mágico florecimiento de la vida, sobre el oscuro mundo de los sentidos.

Pero esta novelesca idea..., también tenía en nuestra imaginación... su claroscuro de temores elementales: esos pantanos palúdicos y esas lluvias diluviales sobre un calor uniforme y constante; y también, su aguafuerte clásico: flora venenosa y feroz fauna, enfermedades inconfesables y odios ancestrales de los indígenas ( ‍Cámara, Adolfo. 1946. «Guinea. Negocio y misión». Feriario. Revista de la XXIV Feria Muestrario Internacional de Valencia.Cámara 1946).

Ante estos relatos de tentación y miedo, Cámara defiende que Guinea es algo más que un documental cinematográfico: «la Guinea española de Franco es una colonia rica, floreciente y propicia, en donde nuestros hombres pueden encontrar negocio y misión» ( ‍Cámara, Adolfo. 1946. «Guinea. Negocio y misión». Feriario. Revista de la XXIV Feria Muestrario Internacional de Valencia.Cámara 1946). Negocio por las posibilidades que ofrece de cultivo agrícola y por sus maderas preciosas y de construcción. Misión por sus obras públicas y enseñanza. Porque «tratándose como se trata de españoles, colonizar no será tan solo ir al negocio, sino civilizar pueblos y dar expansión a nuestra fe cristiana» ( ‍Cámara, Adolfo. 1946. «Guinea. Negocio y misión». Feriario. Revista de la XXIV Feria Muestrario Internacional de Valencia.Cámara 1946). El posible escepticismo o despreocupación de los valencianos ante la tarea misional lleva a Cámara a confesar que incluso, en el peor de los casos, se podría admitir que los valencianos fuesen a Guinea con simples ideas de negocio, pues con total seguridad «esta acción utilitaria se tornaría en conocimiento y amor, por mandato de la sangre y bajo la bendición del cielo» ( ‍Cámara, Adolfo. 1946. «Guinea. Negocio y misión». Feriario. Revista de la XXIV Feria Muestrario Internacional de Valencia.Cámara 1946). La colonización encuentra en la España nacionalcatolicista su fundamento religioso. A diferencia de lo que sucedió con otras potencias europeas, como por ejemplo la Francia republicana, en el caso español civilización, colonización y evangelización estuvieron muy unidas.

Durante el certamen de 1946 se reprodujeron algunas fotografías de la sección de Guinea en la revista Feriario, concretamente ilustrando el artículo «Guinea. Negocio y Misión». Las fotografías se tomaron durante el certamen de 1942. A una de ellas ya hicimos referencia anteriormente, pues se trata de la fotografía que lleva por título «Jóvenes pamúes protegiendo el pabellón colonial de Guinea y Fernando Poo», conservada en el archivo de Feria Valencia. Las otras dos son retratos de los pamúes. Una oscila entre un plano de perfil y un plano de escorzo. El negro posa asiendo una lanza con las dos manos, mientras que en el fondo se ve a los asistentes a la feria recorriendo la sección. La segunda fotografía llama poderosamente nuestra atención. Da la impresión de que la original debía ser un retrato de grupo que ha sido recortado dejando solo a un individuo, un guineano que, curiosamente, porta un chimpancé en sus brazos. En ningún caso hemos encontrado información que indique que en el certamen de 1942 se transportaron primates desde Guinea a la feria. Sin embargo, lo cierto es que la escena no solo emplaza al sujeto en un contexto geográfico específico sino que simboliza un vínculo: el del hombre y la naturaleza salvaje. Algo que no solo pudieron ver quienes asistieron a la feria sino también quienes tuvieron acceso a las imágenes cuando se difundieron públicamente en la revista Feriario.

Figuras 9 y 10.

Fotografía reproducida en la revista Feriario.

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Como en 1942, en la edición de 1946 los diferentes servicios coloniales y empresas desplegaron sus muestrarios: café, cacao, madera y productos vegetales de uso comercial. Algunos paneles explicativos proporcionaban información al visitante. Por ejemplo, en una de las fotografías vemos un gráfico que resume el incremento del consumo de café de la colonia durante los últimos cinco años. También se realizaron pinturas murales y algún diorama en el que se mostraba lo que debía ser una plantación de cacao de Guinea. En el caso del café, se instaló en la sección una cafetería donde el visitante podía degustar el preciado producto, mientras que la madera se presentó en estado bruto en forma de tronco gigante de okume. Las secciones comerciales compartieron espacio con muestras de objetos etnográficos y utensilios de fabricación indígena como guitarras pamúes, ballestinas y cayucos. Del mismo modo, la Escuela del Patronato de Indígenas exhibió curiosidades y trabajos decorativos como colmillos de elefante tallados, trabajos en marfil y carey.

Figura 11.

«Maderas de Guinea». Valencia, 1946. Imagen cedida por Feria Valencia.

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Las proyecciones

Esto aparece citado en algunos diarios de la época, aunque debo decir que no he encontrado mucha más información al respecto.

‍[26]
y conferencias sobre la colonia tampoco faltaron, aunque lo cierto es que poca información ha llegado hasta nosotros sobre lo que realmente se hizo. Los diarios Las Provincias y Levante del día 11 de mayo anunciaban que José Molina Arrabal, jefe superior de los Servicios de Colonias en la Dirección General de Marruecos y Colonias, daría una conferencia el día 20 sobre aspectos de la Guinea española

«Hoy a las 12, será inaugurada la XXIV Feria Muestrario Internacional. En nombre del Caudillo, presidirá el acto el Ministro de Industria y Comercio. Anoche llegó a Valencia el Subsecretario de Industria», Levante y Las Provincias, 11 may. 1946.

‍[27]
.

La sección de la Guinea española cambió de orientación a partir de 1947. Este año, según se desprende de los documentos públicos, Guinea estuvo escasamente representada. De las pocas noticias que han llegado hasta nosotros, solo podemos saber que en la sección se organizó una exposición de ejemplares de la revista África y de publicaciones de la Dirección General de Marruecos y Colonias. Sin embargo, la revista Feriario dedicó a Guinea un interesante artículo titulado «Sobre la leyenda del oro de Guinea». El artículo habla de la reciente atención de los españoles por la Guinea continental, un espacio que a principios del siglo XX todavía era un terreno disputado por comerciantes ingleses, alemanes y franceses que campaban a sus anchas. El nuevo descubrimiento hizo que se pensase en Guinea como el nuevo Perú. Desde ese momento, nuevos pobladores llegaron a la zona en busca de oro; con ellos nuevos caminos y acompañándolos, las misiones católicas. Pero El Dorado, afirma el periodista, no era más que un mito. Sin embargo, la Guinea continental sí que era una tierra de oportunidades de negocio: madera, café, cacao, aceite de palma. Una explotación de los recursos naturales que no puede ser más que racional y respetuosa con los pobladores autóctonos.

Es verdad que, como consecuencia del clima y la morbosidad de las razas negras, la mano de obra ofrece escaso rendimiento; es verdad también que la generosidad española rechaza espontáneamente los sistemas coloniales de otras potencias y paga a los trabajadores negros los jornales más elevados que se conocen en África ( ‍Bugella, José María. 1947. «Sobre la leyenda del oro de Guinea». Feriario. Revista de la XXV Feria Muestrario Internacional de Valencia.Buguella 1947).

El autor confronta a quienes sostienen que la colonización es un lastre para la economía española, y defiende que las inversiones que se hacen en lo que considera una primera fase de la colonización reportará, si se trabaja, beneficios en el futuro.

El giro iniciado en el certamen de 1947 se consolidó un año después. Las reconstrucciones arquitectónicas y los nativos de carne y hueso se sustituyeron por una exposición de lienzos al óleo «que recogían artísticamente las más salientes y emotivas manifestaciones de la vida de los nativos, constituyendo sin duda el medio de comunicación más acertado que hubiera podido emplearse» ( ‍Galende, Blas. 1947. «Función clave de la Feria Muestrario». Feriario. Revista de la XXV Feria Muestrario Internacional de Valencia. Galende 1947), y por objetos de artesanía indígena. También figuraron el café y la madera, así como numerosas iconografías, mapas y publicaciones sobre la economía y la vida social y colonial en Guinea avaladas por la Dirección General. Los cuadros al óleo que se expusieron pertenecían al dibujante y pintor Carlos Tauler, conocido por ser el diseñador de las portadas de la revista África. La exposición se presentó al público como una novedad que recogía, por vez primera, veintiún lienzos de «las más salientes y emotivas manifestaciones de la vida de los indígenas, y merece, tanto por su realización como por la novedad de los temas que aborda, continuos elogios» ( ‍Lluch Garin, Luis B. 1984. Crónica de los primeros 65 años (1917-1982). 5 vols. Valencia: Feria Muestrario Internacional.Lluch 1984, 5: 361). Como Sección Colonial, el despliegue se enmarcaba en la política de acercamiento de los españoles a los asuntos coloniales.

La Dirección General de Marruecos y Colonias no escatima medios para realizar, con toda eficacia, de una manera positiva, esa labor de aproximación particular al extraño y rico mundo colonial; y, así, como en años anteriores, figura en la XXVI Feria Muestrario Internacional de Valencia un amplio pabellón destinado por entero a Guinea, que recoge los ángulos más destacados y ricos en posibilidades económicas y espirituales, de la artesanía y, en general, de la producción de aquella colonia española ( ‍Lluch Garin, Luis B. 1984. Crónica de los primeros 65 años (1917-1982). 5 vols. Valencia: Feria Muestrario Internacional.Lluch 1984, 5: 361).

A MODO DE CONCLUSIÓN[Subir]

Los actos públicos en la metrópoli para generar interés por los asuntos coloniales, tuvieron su reflejo en la capital del Turia. Sin embargo, estos amagos de la década de 1940 no consiguieron convertir a Valencia en capital colonial. De hecho, la presencia de Guinea en la feria muestrario fue desde entonces residual. Pero, ¿por qué retener estos certámenes? La respuesta es sencilla. En primer lugar, porque pueden entenderse como intentos por recuperar el sentido de Imperio ultramarino del Estado español, situando a Valencia como uno de los centros de difusión de la ideología colonial. Una realidad poco coincidente con lo que estaba sucediendo en el resto de Europa, en que la colonización se pensaba como un problema a solucionar por la vía de las independencias. En segundo lugar, por la excepcionalidad de la presentación salvajística de los africanos de 1942, mostrados como curiosidades exóticas a un público que empezaba a relacionarse con la colonia. Nuestra imagen se convierte en su realidad y la huella de esa presencia física redunda y confirma los estereotipos culturales que desde entonces han marcado nuestra relación con África. Valencia es una pieza más del rompecabezas que parecía haberse cerrado en España con las exhibiciones etnológicas de los guineanos en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. En plena dictadura franquista y Segunda Guerra Mundial, volvieron aparecer cuerpos negros en espacios significados. Con su instrumentalización, se educaba a las masas en el diferencialismo racial que servía para justificar el control, ad eternum, de la población y los recursos naturales Guinea.

NOTAS[Subir]

[*]

Este artículo se ha redactado en el marco del proyecto de investigación “Imágenes, acción y poder: agencia icónica y prácticas de la imagen contemporánea” (Referencia: FFI2017-84944-P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.

[1]

Correo electrónico: hassan.lopez@uv.es. ORCID iD: <https://orcid.org/0000-0001-7303-0057>.

[2]

Ángel Barrera Luyando fue gobernador interino durante unos meses en 1906 y 1907. En 1910 fue designado por nombramiento y permaneció en el puesto hasta 1925, momento en que fue sustituido por Miguel Núñez de Prado.

[3]

Este trabajo se ha visto facilitado por los volúmenes que publicó Luis Lluch Garín en 1984 con el título Crónica de los primeros 65 años (1917-‍1982), donde reúne mucha información de interés sobre la feria muestrario entre los años 1917 y 1982.

[4]

La colección completa de la revista Feriario se conserva en el Ateneo Mercantil de Valencia.

[5]

Debo llamar la atención sobre un error de identificación y catalogación de las fotografías. En el álbum de 1946 hay algunas fotografías que se tomaron en realidad en 1942. El error en la clasificación se debe probablemente a que esas imágenes, donde aparecen nativos fang ataviados como salvajes, se reprodujeron en la revista Feriario en 1946. Esto lo he podido comprobar reconstruyendo la sección a partir de fotografías pertenecientes a tres colecciones: la de Feria Valencia, la de la Biblioteca Nacional y una colección particular (fotografías fechadas en la década de 1940).

[6]

Durante mucho tiempo las fotografías de la feria muestrario de Valencia de 1942 han estado mal datadas e identificadas en la Biblioteca Nacional. Anteriormente, se habían clasificado como pertenecientes a la Feria Oficial e Internacional de Muestras de Barcelona de 1946 y se atribuían al estudio Brangulí de Barcelona. Sin embargo, yo mismo las identifiqué el día 5 de julio de 2018 y, en estos momentos, pueden consultarse en la Biblioteca Nacional de Madrid con la referencia (AFRFOT/4/990-1025). Es muy posible que pertenezcan a la empresa de reportajes fotográficos Damián de Valencia.

[7]

https://www.tesorosdelayer.com/esp/index.php. Fecha de acceso: 18 ene. 2019.

[8]

Levante, 9 may. 1942. En un artículo publicado en el diario Las Provincias el 10 de mayo de 1942 encontramos un listado exhaustivo de las autoridades españolas que estuvieron presentes el día de la inauguración.

[9]

En algunos artículos de diario, por ejemplo, el del Levante del día 22 de enero de 1942, se cita como causa del destrozo de los edificios del recinto ferial «la permanencia de las hordas rojas».

[10]

Levante, 12 may. 1942.

[11]

Levante, 26 mar. 1942.

[12]

Véase, Levante, 26 mar. 1942.

[13]

Levante, 17 abr. 1942.

[14]

Las Provincias, 10 may. 1942.

[15]

Levante, 12 may. 1942.

[16]

«Acto de inauguración», Levante y Las Provincias, 12 may. 1946.

[17]

Las Provincias, 16 may. 1942.

[18]

Las Provincias, 9 jun. 1942.

[19]

Las Provincias, 17 may. 1942.

[20]

Las Provincias, 20 may. 1942.

[21]

Levante, 10 may. 1942.

[22]

Levante, 25 abr. 1942.

[23]

Levante, 12 may. 1942.

[24]

La escuadra estaba formada por un cabo y cuatro soldados indígenas.

[25]

Ibid.

[26]

Esto aparece citado en algunos diarios de la época, aunque debo decir que no he encontrado mucha más información al respecto.

[27]

«Hoy a las 12, será inaugurada la XXIV Feria Muestrario Internacional. En nombre del Caudillo, presidirá el acto el Ministro de Industria y Comercio. Anoche llegó a Valencia el Subsecretario de Industria», Levante y Las Provincias, 11 may. 1946.

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