RESUMEN

Todos los años, con ocasión de la Fiesta Nacional de España, las Fuerzas Armadas realizan en Madrid un gran desfile. La observación etnográfica de esta ceremonia en la que miles de soldados marchan con sus armas ante el rey, las autoridades del gobierno y un numeroso público constituye una escenificación con la que los militares expresan su actual identidad tras un proceso de reformas que los ha transformado, pasando de ser un pilar central del régimen franquista a adaptarse al orden democrático. Este análisis del desfile se enmarca en la búsqueda de nuevas vías de investigación etnográfica de los militares, para lo cual es necesario desarrollar nuevos espacios de observación. Este artículo postula que el desfile militar de la Fiesta Nacional de España constituye uno de estos espacios que pueden ser transformados en lugar de campo desde donde investigar el mundo militar español.

Palabras clave: Fuerzas Armadas; Transición democrática; España; Desfile militar; Legionarios; Militares.

ABSTRACT

Every year, on the occasion of the National Day of Spain, the Armed Forces hold a major parade in Madrid, in which thousands of soldiers march with their weapons before the King, the government authorities and a large audience. The ceremony is a performance where the military express their current identity after a process of reforms that have transformed them from being a central pillar of the Franco regime to part of the democratic order. Analysis of the parade is framed within the search for new ways to conduct ethnographic research into the military, for which new observation spaces must be developed. This article postulates that the military parade of the National Day of Spain is one such space which can be transformed into a place for fieldwork on the Spanish military world.

Keywords: Armed Forces; Democratic Transition: Spain; Military Parade; Militaries; Legionary.

Cómo citar este artículo / Citation: Monsalve Egaña, Sebastián. 2020. «Cuando los militares salen a la calle. Una aproximación etnográfica a las Fuerzas Armadas españolas a través de su desfile en la Fiesta Nacional de España». Disparidades. Revista de Antropología 75(1): e007. doi: <https://doi.org/10.3989/dra.2020.007>.

SUMARIO

  1. RESUMEN
  2. ABSTRACT
  3. 1. INTRODUCCIÓN: UNA APROXIMACIÓN ETNOGRÁFICA AL MUNDO MILITAR
  4. 2. LAS FF. AA. ESPAÑOLAS Y LA DEMOCRACIA COMO PROMESA DE TRANSFORMACIÓN
  5. 3. EL DESFILE MILITAR DEL 12 DE OCTUBRE: LA ESCENIFICACIÓN MILITAR DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA
  6. 4. LOS PERSONAJES DE LA PUESTA EN ESCENA
  7. 5. EL DESFILE COMO INVERSIÓN DEL ORDEN: EL BAILE DE LOS FUSILES Y EL RECITAL
  8. 6. REFLEXIONES FINALES
  9. NOTAS
  10. BIBLIOGRAFÍA CITADA

1. INTRODUCCIÓN: UNA APROXIMACIÓN ETNOGRÁFICA AL MUNDO MILITAR[Subir]

Cuando en una sociedad democrática como la española los militares salen a la calle de forma institucional, se genera un momento de excepción, de ruptura de la cotidianidad. Es un momento en el que un grupo social que generalmente está aislado sale a apropiarse del espacio público para transformarlo en un espacio militarizado. Esta apropiación del espacio urbano por parte de los militares constituye uno de los principales rituales del actual Estado español. Esto es lo que sucede todos los años, con ocasión de la Fiesta Nacional de España los días 12 de octubre, cuando las Fuerzas Armadas (FF. AA.) salen a las calles de Madrid para realizar un gran desfile. Esta ceremonia en la que miles de soldados marchan con sus armas ante el rey, las autoridades políticas y un numeroso público es parte de una puesta en escena en la que, siguiendo a George Balandier ( ‍Balandier, Georges. 1994. El poder en escenas: de la representación del poder al poder de la representación. Barcelona: Paidos.1994), hay una profusa producción de símbolos organizados en un cuadro ceremonial que expresan las relaciones políticas y sociales que imperan en una sociedad.

La noción de puesta en escena supone una separación entre quienes protagonizan la representación política y quienes observan el espectáculo: entre actores y espectadores. Pero también remite al vínculo que se establece entre ambos, es un lugar de producción de lo común. En palabras de Abélès y Badaró ( ‍Abélès, Marc y Máximo Badaró. 2015. Los encantos del poder. Desafíos de la antropología política. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.2015) la escena política pone en acto a una comunidad al mismo tiempo que se establece la distancia entre gobernantes y gobernados. Por lo tanto, para estos autores es un mecanismo de distribución de roles, espacios, voces, posiciones sociales. Constituye entonces una dimensión clave del ejercicio del poder ya que, como apunta Marc Augé ( ‍Augé, Marc. 1995. Hacia una antropología de los mundos contemporáneos. Barcelona: Gedisa.1995), genera una base ritual para que la legitimidad del poder pueda ser representable al conjunto de la sociedad. En este sentido, podemos entender al desfile militar como una ceremonia que ritualiza la subordinación de los militares a la autoridad política, pero también donde se conforma un espacio de interrelación entre civiles y militares, en el cual se establece una espacialidad y temporalidad especial para que los militares representen su identidad. Por eso se lo puede entender como una performance ( ‍Imilan, Walter. 2013. «Experiencia Warriache: espacios, performances e identidades mapuche en Santiago», en Poblaciones en movimiento: Etnificación de la ciudad, redes e integración: 254-278. Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado.Imilan 2013;  ‍Ortemberg, Pablo. 2006. «El caleidoscopio de la efeméride patria y sus proyecciones en la esfera pública: “Bienvenido Sr. Wong”», en G. Canepa y M. E. Ulfe (eds.), Mirando la esfera pública desde la cultura en el Perú. Lima: CONCYTEC.Ortemberg 2006) en la que ponen en práctica su versión de «qué somos nosotros» y se la transmiten al mundo civil.

Dar cuenta de esta ceremonia exige desarrollar una mirada crítica que, siguiendo a Bourdieu y Wacquant ( ‍Bourdieu, Pierre y Löic Wacquant. 2008 [1992]. Una invitación a la sociología reflexiva. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. 2008), permita generar una perspectiva de análisis que desnaturalice el orden militar instaurado y no lo reduzca únicamente al plano formal o institucional, que en cambio genere un tipo de conocimiento que cuestione las visiones maniqueas y cristalizadas de la vida política, orientando la observación hacia lugares, ideas y relaciones inadvertidas ( ‍Abélès, Marc y Máximo Badaró. 2015. Los encantos del poder. Desafíos de la antropología política. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.Abélès y Badaró 2015). Esto supone cuestionar la visión de lo militar como una alteridad esencialista, que tiende a separar a los militares de los civiles y, más bien, entenderla como una interrelación en permanente construcción. El uso que aquí hacemos de la noción de mundo militar busca dar cuenta de esta perspectiva crítica de la actividad militar, no reduciéndola únicamente al plano formal, sino que también incluye todo un ámbito informal que no está limitado por las pautas organizacionales y que, además, no puede ser cabalmente entendido sin tener en cuenta su interrelación con el mundo civil.

Desarrollar una visión etnográfica de este mundo militar exige buscar nuevas fuentes de información y espacios de observación. Por lo general, el abordaje etnográfico del mundo militar ‍[2] se ha realizado en espacios propios de los militares (sus academias y cuarteles), lo que ha permitido acceder a la cotidianeidad de este mundo, pero también ha terminado reforzando la imagen del militar como un ser ajeno y extraño al resto de la sociedad. En cambio, sustentándonos en los planteamientos de la «etnografía multisituada», creemos que es necesario desplazar el trabajo de campo desde esta lógica de «sitios espaciales» de la etnografía clásica a una de «localizaciones políticas» ( ‍Ferrándiz, Francisco. 2011. Etnografías contemporáneas. Anclajes, métodos y claves para el futuro. Madrid: Anthropos-Universidad Autónoma Metropolitana.Ferrándiz 2011;  ‍Marcus, George. 2001 [1995]. «Etnografía en/del sistema mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal». Alteridades 11(22): 111-127. Marcus 2001), en la que la selección de los espacios de investigación no es neutral, sino que tienen sentido y consecuencias políticas.

En este sentido, el desfile militar es una localización cargada de mucho significado político porque fue uno de los instrumentos ceremoniales con que el franquismo buscó establecer un nuevo imaginario político, utilizando la puesta en escena de las FF. AA. Por eso creemos que esta ceremonia es un lugar privilegiado donde, en la práctica, podemos observar el problema de la pervivencia de elementos simbólicos del franquismo, así como también los que apuntarían a su superación en las FF. AA. españolas.

La construcción de nuevos lugares para la investigación etnográfica del mundo militar exige repensar el modelo y métodos del trabajo de campo etnográfico para poder transformar esos nuevos espacios en lugares de campo ( ‍Devillard, Marie José, Adela Franzé y Álvaro Pazos. 2012. «Apuntes metodológicos sobre la conversación en el trabajo etnográfico». Política y Sociedad 49(2): 353-369. doi: < https://doi.org/10.5209/rev_poso.2012.v49.n2.36512>.Devillard, Franzé y Pazos 2012). Esto supone asumir los desafíos epistemológicos y metodológicos que implica el estudio etnográfico de quienes, como los militares, ejercen un poder en la sociedad, tienen capacidad para ejercer control en la entrada a su mundo y, especialmente, no necesitan hacerse escuchar a través de una «voz» antropológica, ya sea porque desconfían de ella, porque no la necesitan o porque poseen sus propios recursos para intervenir en la esfera pública ( ‍Abélès, Marc y Máximo Badaró. 2015. Los encantos del poder. Desafíos de la antropología política. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.Abélès y Badaró 2015). Esto exige diseñar estrategias etnográficas para encontrar los espacios y vínculos que sirvan de vías de acceso al mundo militar lo menos controladas posibles, aprovechando los intersticios públicos o no controlados por la institución para transformarlos en lugares de campo. El desfile militar de la Fiesta Nacional de España constituye uno de estos espacios que pueden ser transformados en lugar de campo desde donde investigar una parte del mundo militar español.

En este caso nos hemos situado en la perspectiva de un espectador más del desfile porque lo que nos interesa dar cuenta es lo que el ciudadano común y corriente, que se sumerge en este espacio militarizado, puede contemplar en él y qué espectáculo se le ofrece en esta performance. Adoptar esta mirada de espectador es central para abordar el mundo militar desde una perspectiva diferente, una que vaya más allá de lo organizacional y se adentre en otras dimensiones más informales de las relaciones entre civiles y militares.

Por tanto, este artículo no pretende ser una descripción completa de toda esta ceremonia, hay muchos aspectos (históricos, políticos, religiosos, etc.) que no van a poder ser abordados en esta ocasión porque exigen una publicación específica para ser bien trabajados, como, por ejemplo, la figura del rey y su importancia simbólica en la ceremonia o toda la dimensión de género que se despliega en el desfile. En este caso nos interesa más bien dar cuenta de la riqueza etnográfica que podemos hallar en este lugar de campo y cómo desde él es posible aproximarse al mundo militar español. Por último, cabe precisar que el material aquí expuesto fue recolectado en la observación de los desfiles entre los años 2013 y 2017.

2. LAS FF. AA. ESPAÑOLAS Y LA DEMOCRACIA COMO PROMESA DE TRANSFORMACIÓN[Subir]

En sus más de cinco siglos de historia la institución militar en España ha experimentado múltiples procesos de reestructuración, pero para el historiador militar F. Puell de la Villa ( ‍Puell de la Villa, Fernando. 2000. Historia del ejército en España. Madrid: Alianza Editorial. 2000) solo cuatro han supuesto una real transformación estructural del mundo militar: a) la realizada por los Reyes Católicos a principios del siglo XVI, que estatizó la actividad militar (se asume como el origen de las FF. AA. españolas); b) las reformas borbónicas del siglo XVIII, que sentaron las bases de un ejército españolizado en su composición y despliegue; c) la decimonónica, de mediados del siglo XIX, tras el impacto de las Guerras Carlistas, que configuró una institución orientada al orden interno y cuyo modelo pervivió durante el régimen franquista ‍[3]. La cuarta gran reestructuración se habría iniciado hacia mediados de la década de 1970, en el marco de una transición democrática que exigía transformar el carácter de las relaciones entre civiles y militares. De esta forma sus principales reformas buscaban mermar el denominado «poder militar», limitar la autonomía de las FF. AA. e instaurar la preponderancia del poder civil sobre ellas.

En un plano organizacional la principal medida en esta línea fue la creación del Ministerio de Defensa (1977) en reemplazo de los tres ministerios de cada ejército (Guerra, Marina y del Aire), que aumentó la participación de civiles en el ámbito de la defensa ( ‍Medina, Francisco. 2004. Memoria oculta del Ejército. Los militares se confiesan (1970-2004). Madrid: Espasa.Medina 2004;  ‍Serra, Eduardo. 2014. «La modernización de las Fuerzas Armadas». Arbor 190(765): a098. doi: < http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.765n1005>.Serra 2014). Se transformó la composición de las FF. AA. producto del fin del servicio militar obligatorio

Sobre la decisión política de finalizar el servicio militar obligatorio y la actitud del Ejército, véase Medina (

Medina, Francisco. 2004. Memoria oculta del Ejército. Los militares se confiesan (1970-2004). Madrid: Espasa.

2004
). En todo caso, cabe acotar que el fin del servicio militar obligatorio no puede entenderse sin tomar en cuenta el fuerte rechazo juvenil que se expresaba en diversos movimientos insumisos y objetores de conciencia.

‍[4]
, la incorporación de las mujeres a las FF. AA. y una drástica reducción del contingente ‍[5]. Además se desarrolló un nuevo ámbito organizacional: lo conjunto, que se suma a las tres ramas ya presentes: Ejército de Tierra, Armada y Ejército del Aire ( ‍Colom, Guillem. 2011. «El proceso de Transformación militar en España (2004-2011)». UNISCI Discussion Papers 27: 117-131. doi: < http://doi.org/10.5209/rev_UNIS.2011.v27.38144>.Colom 2011)

Las diversas fuerzas u órganos de carácter conjunto, es decir, que se componen de miembros de las tres ramas y no dependen de ninguna de ellas. Por ejemplo, los denominados Cuerpos Comunes, la Guardia Real y la Unidad Militar de Emergencia (UME).

‍[6]
.

En un plano operacional, los gobiernos democráticos profundizaron la estrategia del régimen franquista de vincular a España con el bloque occidental de la Guerra Fría mediante la plena integración en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ( ‍Serra, Eduardo. 2014. «La modernización de las Fuerzas Armadas». Arbor 190(765): a098. doi: < http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.765n1005>.Serra 2014). A esta política se sumó la creciente participación de los militares españoles en operaciones internacionales desde fines de la década de 1980

En 1988 la ONU solicita un primer contingente español para una misión en Angola.

‍[7]
, lo que vinculó a las FF. AA. españolas con nuevos escenarios de conflictos, obligando a renovar las estructuras militares, contar con una tropa completamente profesional y asumir los escenarios internacionales (no los internos) como el principal ámbito de actuación ( ‍Puell de la Villa, Fernando. 2000. Historia del ejército en España. Madrid: Alianza Editorial. Puell de la Villa 2000).

Si bien todas estas medidas habrían dejado completamente obsoleto al anterior modelo organizacional decimonónico-franquista, cabe destacar que en la óptica militar fue el encuentro con FF. AA. comprometidas con regímenes democráticos lo que impactó fuertemente en la visión de mundo de una oficialidad que había sido formada bajo cánones franquistas y ayudó a consolidar en ella un cambio de concepción acerca de las funciones militares. En palabras de un coronel (R) del Ejército de Tierra

Entrevistado por el autor.

‍[8]
:

… el ejército español había estado aislado completamente de los ejércitos extranjeros hasta que entramos en la OTAN […] Al entrar en la OTAN entonces se ve cómo piensan los militares de otros países, cómo actúan los militares de otros países, qué relación tienen las Fuerzas Armadas con el aparato y la sociedad en otros países […] y eso va modelando en cierta manera la forma de pensar de los militares españoles para bien. [Los obliga] a pensar, a pensar cuál es la función del ejército, cómo deben ser las relaciones del ejército con el Estado, con la sociedad […] La entrada en la OTAN para el aparato militar y el estamento fueron determinantes en este camino de la democracia nunca terminado.

Por su parte, para el general (R) Jesús del Olmo

Asesor de los ministros de Defensa Alberto Oliart (UCD) (febrero 1981-diciembre 1982) y Narcís Serra (PSOE) (diciembre 1982-marzo 1991).

‍[9]
:

… quienes se dan cuenta de que es absolutamente necesario el cambio que se va a producir son aquellos de los tres Ejércitos que habían salido al exterior, básicamente de la Armada, y también del Ejército del Aire. Habían tenido la oportunidad de contrastar cómo eran los ejércitos de Estados Unidos y del entorno europeo, habían hecho con ellos maniobras, y habían comprobado que evidentemente se trataba de ejércitos que servían a la democracia, con principios que regían la vida militar muy duros (…) Se dieron cuenta de que ninguno de esos militares tenía cuernos, rabo y tridente (…) por lo tanto se rindieron a que el cambio que se venía encima era irreversible y más les valía aceptarlo que no actuar en contra ( ‍Medina, Francisco. 2004. Memoria oculta del Ejército. Los militares se confiesan (1970-2004). Madrid: Espasa.Medina 2004: 513).

Las palabras de ambos oficiales dan cuenta de una visión militar en la que la transformación experimentada por los militares españoles no se redujo solo a aspectos organizacionales u operacionales, sino que también marcan la importancia de toda una dimensión informal, basada en la experiencia personal de cada militar, que cuestionó la manera de definir el «qué somos». Tal como plantea el coronel (R) García, este cambio identitario fue central para alterar la forma en que las FF. AA. entendían sus relaciones con el mundo civil, ya que los militares dejaron de autoconsiderarse diferentes al resto de la sociedad, generándose un mayor acercamiento entre ambos mundos. Esto habría sido uno de los pasos determinantes para la consolidación del régimen democrático porque habría permitido reducir el temor a que ese sujeto extraño diera un nuevo golpe de Estado ( ‍Medina, Francisco. 2004. Memoria oculta del Ejército. Los militares se confiesan (1970-2004). Madrid: Espasa.Medina 2004).

Ciertamente este ha sido un proceso complejo que supuso diversos conflictos políticos (movimiento anti OTAN, movimiento de insumisos, etc.) así como también ha enfrentado resistencias por parte de diversos sectores militares, como por ejemplo, el intento de golpe militar del 23 de febrero de 1981 (el denominado 23-F ‍[10]). Si bien hoy en día la relación cívico-militar se ha transformado sustantivamente respecto a la que imperaba durante el régimen franquista, cabe preguntarse cómo este proceso de transformación ha quedado plasmado en diversas ceremonias en las que ciertos sectores del mundo civil interactúan con los militares. Es decir, cómo se inscribe en el espacio público, para hacer visible la idea de dos mundos que se encuentran.

De esta forma, cuando observamos a los militares salir desde sus cuarteles a la calle para exhibirse ante los ciudadanos en el desfile militar de la Fiesta Nacional de España, con ellos como actores de la escenificación y los civiles (incluyendo a las autoridades políticas) como público espectador, lo podemos entender como una manera en que las FF. AA. españolas se proyectan hacia la sociedad. Así, a través de un conjunto de formas simbólicas (palabras, imágenes, comportamientos, etc.), se pone en práctica la visión que tienen de sí mismas tras el proceso de transformaciones postfranquistas y su inserción en el sistema democrático.

3. EL DESFILE MILITAR DEL 12 DE OCTUBRE: LA ESCENIFICACIÓN MILITAR DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA[Subir]

Las FF. AA. españolas realizan muchos actos públicos a lo largo del año en diversos lugares del país, por ejemplo, los desfiles y exposiciones para la conmemoración del Día de las FF. AA., la participación en las procesiones religiosas de Semana Santa

Entre las que destacan la Procesión de los Alabarderos de la Guardia Real en Madrid y de La Legión en la de El Cristo de la Buena Muerte en Málaga. Para mayores antecedentes respecto a la vinculación entre el Ejército y las procesiones de Corpus Christi y Jueves Santo, véase

Brisset, Demetrio. 2011. «Ejército y rituales religiosos. Dos estudios de antropología política en la España actual». Gazeta de Antropología 27(1): artículo 02. Disponible en: <http://www.ugr.es/~pwlac/G27_02DemetrioE_Brisset.pdf>. Fecha de acceso: 25 feb. 2015.

Brisset 2011.

‍[11]
, la conmemoración del 2 de mayo en Madrid e, incluso, participan en alguna Cabalgata de los Reyes Magos. Sin embargo, la principal de todas es el desfile que se realiza el 12 de octubre como parte de la celebración de la Fiesta Nacional de España

También es el Día de la Virgen del Pilar.

‍[12]
, ya que congrega un mayor número de militares participantes y una amplia diversidad de unidades, siendo la que mejor representa al conjunto de las FF. AA. españolas. Este desfile puede entenderse como un punto de encuentro, una síntesis de este mundo militar. Por lo mismo, también constituye la principal ceremonia de escenificación de las relaciones cívico-militares porque a ella concurren las más altas autoridades del Estado, así como una amplia presencia de ciudadanos

No hay otra ceremonia que reúna al mismo nivel a estos tres grupos. La celebración de la Pascua Militar reúne a los altos representantes del Estado y los altos mandos militares, pero poca presencia ciudadana. El desfile del Día de las Fuerzas Armadas sería equiparable en términos de actores representados, pero es mucho más pequeño en cantidad de militares y público.

‍[13]
.

Si bien oficialmente la ceremonia del desfile se inicia al mediodía con la llegada del rey, ya desde mucho antes se ha juntado el público, las autoridades y, por supuesto, los militares. Por eso, si uno llega un par de horas antes, cerca de las 10:00 h, ya se observa bastante gente, especialmente familias con niños, ya sea paseando alrededor de las unidades militares o apostadas en primera línea de las vallas por donde pasarán marchando los soldados. El desfile se lleva a cabo en un día festivo y eso se nota en el ambiente general, el público pareciera estar disfrutando de un relajado paseo dominical. Si bien se realiza en otoño, generalmente tocan días cálidos y soleados, y aunque a veces llueva eso no espanta al público que igual acude en gran cantidad. La ceremonia del desfile propiamente tal, desde que llega el rey hasta que desfila la última unidad, dura menos de 2 horas, terminando cerca de las 14 horas. Esto no significa que el público se vaya inmediatamente, mucha gente se queda deambulando en torno a las unidades militares que están preparando su retirada.

Sin pretender aquí describir todo el desfile (lo que excedería en mucho los límites de este artículo), sí se pueden destacar algunos aspectos centrales como, por ejemplo, que los desfiles militares del 12 de octubre son los más grandes que se realizan actualmente en España

Nunca han tenido la magnitud que alcanzaron los desfiles del Día de la Victoria del régimen franquista que a veces llegaron a contar con la participación de 50.000 militares. Para una idea de la magnitud que llegaron alcanzar estos desfiles, véase este vídeo de 1968: http://www.outono.net/elentir/2016/06/08/asi-eran-los-materiales-que-tomaban-parte-en-los-desfiles-militares-espanoles-en-1968/

‍[14]
, aunque en estos últimos años, principalmente producto de la crisis económica, se ha reducido su magnitud. Así, por ejemplo, en el desfile de 2009 participaron cerca de 4000 soldados y 400 vehículos de combate (tanques, carros blindados, transportes de tropas, etc.), pero en 2010 y 2011 se disminuyó a solo 3000 soldados y cerca de 150 carros de combate y ya a partir de 2012 no se incorporaron vehículos de combate. Esta reducción alcanzó su punto álgido en los desfiles de 2013 y 2014, en los que solo participaron unos 3000 militares a pie. Sin embargo, en 2016 la cifra de participación aumentó levemente a unos 3500 militares y 43 vehículos ( ‍Ministerio de Defensa de España. 2016. Los Reyes presiden en Madrid los actos centrales del Día de la Fiesta Nacional. Disponible en: < http://www.defensa.gob.es/gabinete/ notasPrensa/2016/10/DGC-161012-Dia-hispanidad.html>. Fecha de acceso: 12 oct. 2016.Ministerio de Defensa 2016) y en 2017 volvió a aumentar, llegando a casi 4000 militares.

En estos últimos años el desfile transcurre por el Paseo del Prado y de Recoletos en Madrid (desde Atocha hasta la Plaza de Colón), una bella avenida arbolada, ancha y extensa donde se ubican importantes monumentos, museos y edificios públicos y donde se realizan las principales manifestaciones sociales de la ciudad

Es en esa zona por donde pasan las principales manifestaciones de protestas sociales, pero también donde se realizan las celebraciones de los principales equipos de fútbol de la ciudad.

‍[15]
. La elección de este lugar puede tener un sentido práctico por el espacio que ofrece, pero a la vez está cargada de significación histórica, ya que, por ese mismo eje, un poco más al norte, pasaban los desfiles militares antes de la guerra civil, así como también los posteriores Desfiles de la Victoria del régimen franquista. Esta zona de Madrid encarna bien la idea de Balandier de que toda capital tiene lugares cuyo simbolismo los constituye en «itinerarios por los que el poder hace pasar sus conmemoraciones» ( ‍Balandier, Georges. 1994. El poder en escenas: de la representación del poder al poder de la representación. Barcelona: Paidos.1994: 133). Por eso, al observar estos desfiles se está ante la puesta en práctica un «itinerario del poder», que transforma esta avenida en un lugar ceremonial donde se manifiesta el poder del Estado.

Más allá del lugar en que se realiza, el sentido político del desfile militar del 12 de octubre se enmarca en el esfuerzo de la transición democrática por buscar nuevos elementos simbólicos que sirvieran para reelaborar la identidad política del Estado español tras el régimen franquista. Por eso, el Día de la Fiesta Nacional que enmarca al desfile se establece recién en 1987, en pleno periodo transicional, y exigió resignificar la celebración del Día de la Hispanidad decretada en 1958 por el franquismo para utilizar la conmemoración del descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón como hecho histórico que pudiera representar un suceso relevante para la afirmación de la identidad nacional. Posteriormente, ya en 1997, durante el gobierno conservador de J. M. Aznar, mediante el Real Decreto 862/1997 se establece que se realice el desfile militar en este día para dar mayor realce a la conmemoración de la Fiesta Nacional de España:

La especial solemnidad de la fecha, subrayada por la decisión de los legítimos representantes del pueblo español, aconseja realzar en lo posible su conmemoración y buscar en la misma la plena integración de todos los elementos históricos y culturales que conforman la nación española.

En este sentido, por el presente Real Decreto se trasladan al día 12 de octubre los actos más significativos que se venían desarrollando anualmente el Día de las Fuerzas Armadas, al considerar que tal medida contribuirá notablemente a la consecución de ambos fines. Al mismo tiempo se resalta la identificación de las Fuerzas Armadas con la sociedad a la que sirven, uniendo el más brillante acto anual de las mismas a los demás de celebración de este día (BOE Nº 151, 25 de junio de 1997).

Si bien a nivel mundial es común que los desfiles militares sean una parte importante del ceremonial con que se conmemora alguna gesta relacionada con el origen del Estado correspondiente

Por ejemplo, en Francia con el Día de la Bastilla (14 de julio) o en muchos países latinoamericanos al celebrar los aniversarios de sus respectivas independencias.

‍[16]
, en el caso de España este también es un elemento de un intento de resignificación del mundo militar que buscaría distanciarlo de su identificación con el régimen franquista. Esto exigía reemplazar el desfile militar del Día de la Victoria con que el régimen conmemoraba su triunfo en la guerra civil por uno que tuviera un carácter más unitario, que no dividiera a la sociedad española entre vencedores y vencidos

Desde 1940 hasta 1975, el Desfile de la Victoria se realizaba el 1 de abril, en el Día de la Victoria. Tras la muerte de Franco el desfile pasó a realizarse el 30 de mayo y a partir de 1978 pasó a llamarse desfile del Día de las Fuerzas Armadas. Desde entonces se ha celebrado anualmente un desfile militar a finales de mayo o principios de junio, rotando entre distintas ciudades. El gobierno de Rodríguez Zapatero cambió la forma de celebración por una serie de actos cívico-militares, manteniendo un desfile, pero de menor tamaño. A pesar de los cambios de denominación es significativo que la celebración de la FF. AA. derive de la conmemoración de la victoria franquista en la guerra civil.

‍[17]
. Este no era objetivo fácil, ya que aquel desfile tenía una gran importancia política y simbólica para los militares de esa época. El entonces general Jesús del Olmo recuerda que, en 1972, ante la cercanía de la muerte de Franco, el desfile fue utilizado por los militares para escenificar su posición política:

… al día siguiente del Desfile de la Victoria de aquel año se exhibieron las fotos, colgadas en las paredes del cuarto de oficiales. En esa ocasión, no sé quién daría la orden de que se hiciera así, las compañías desfilaron más apretadas que nunca antes. Aquellas imágenes daban una sensación de solidez, de amenaza..., que sin duda era buscada. Los comentarios, casi continuos, que se oían en el cuarto de oficiales ante las fotos eran del tipo ‘esto impresiona’, ‘esto deja clara la imagen de que aquí nadie puede tomar decisiones sin que lo disponga el Generalísimo’ ( ‍Medina, Francisco. 2004. Memoria oculta del Ejército. Los militares se confiesan (1970-2004). Madrid: Espasa.Medina 2004: 53).

En la misma época un grupo de jóvenes, pero influyentes militares (capitanes y comandantes), destinados en la Inteligencia Militar

En la Tercera Sección del Alto Estado Mayor, encargada de los asuntos de Información del Exterior y que después confluirá en el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), la agencia de inteligencia que funcionó desde 1977 hasta 2002 (reemplazada por el actual Centro Nacional de Inteligencia).

‍[18]
, expresan una clara conciencia de que la «victoria» franquista representa una división de la sociedad española que no podía seguir siendo escenificada en el ambiente transicional y que el desfile militar podía jugar el importante rol político de escenificar la transición como la unidad de la sociedad:

... con motivo del desfile de los veinticinco años de paz [1974], hizo un informe diciendo al Príncipe: esto hay que convertirlo en el día de la Fiesta Nacional, o en el desfile de las Fuerzas Armadas, no se puede seguir con el desfile de la Victoria, porque ya ha llegado el momento de cerrar las heridas ( ‍Medina, Francisco. 2004. Memoria oculta del Ejército. Los militares se confiesan (1970-2004). Madrid: Espasa.Medina 2004: 212).

Las palabras de aquellos militares expresan bien la idea de Balandier ( ‍Balandier, Georges. 1994. El poder en escenas: de la representación del poder al poder de la representación. Barcelona: Paidos.1994) de que la unidad de la sociedad es el principal argumento de esta teatralización política por parte del poder dominante. Así, el objetivo de este tipo de ceremonias es que la sociedad unida se haga visible como algo real, es decir, no se trata de representar lo que la sociedad realmente es sino lo que debería ser

Si bien Balandier plantea la idea de la «teatralización» de la unidad en referencia a las «sociedades totalitarias» de su época (los regímenes soviéticos), es aplicable a estos jóvenes militares españoles que en ese momento (1974) están bajo el régimen franquista por lo que varios de los aspectos que Balandier atribuye a estos ceremoniales políticos pueden utilizarse para comprender los desfiles militares en esa época y que terminan proyectándose en el actual desfile del 12 de octubre.

‍[19]
. Si bien esta conciencia militar sobre la importancia política del desfile se da en un particular momento histórico, también da cuenta de su importancia como «localización política» que permite aproximarse a la concepción militar del deber ser nacional, permitiendo observar la puesta en práctica de la perspectiva militar sobre uno de los principales aspectos del proyecto político de la transición democrática y del rol que en él se le asignaba a las FF. AA.

Un elemento central de esta representación de la unidad española es el intento de escenificación del encuentro de militares y civiles. En este punto la presencia de la gente común y corriente es tan importante para la ceremonia como el de las autoridades estatales, incluso podemos decir que sin ese público la ceremonia perdería su carácter distintivo porque es su presencia la que permite que esta escenificación de las FF. AA. en el espacio público tenga una contraparte que represente al mundo civil (aunque en realidad solo sean pequeños sectores de este). El público asistente que se reúne a lo largo del trayecto es numeroso e incluye personas de todas las edades, hombres, mujeres y niños, muchas familias, pero también personas solas. Se observan muchos veteranos del ejército que exhiben con orgullo algún distintivo militar (una gorra, una medalla, etc.). Tampoco faltan los turistas que aprovechan esta instancia como un evento más donde sacar fotografías.

En primera instancia, cuando observamos la ceremonia podemos pensar que la participación del público queda limitada a cumplir un rol dentro de una estructura de «alteridad funcional» ( ‍Augé, Marc. 1995. Hacia una antropología de los mundos contemporáneos. Barcelona: Gedisa.Augé 1995), que pone en escena la convergencia entre oficiantes y asistentes, conocedores y legos. El ejemplo más claro de esta relación es la forma en que los militares se posicionan como los oficiantes de la ceremonia y utilizan todo un sistema de parlantes para realizar una verdadera pedagogía del público civil, informándoles de toda una serie de datos sobre las unidades que desfilan, su armamento, aspectos históricos, etc. Sin embargo, el público está lejos de ser un espectador pasivo en la ceremonia, no solo ondea banderas españolas y toma fotografías, sino que también proclama cuáles son sus unidades preferidas dando gritos de «viva» a La Legión y a la Guardia Civil e incluso manifiesta sus opciones políticas, como se podía constatar durante el gobierno del socialista Rodríguez Zapatero durante el cual esta instancia era utilizada para pifiar e insultar al gobierno.

Pero, además, este público participa de toda una dimensión informal del desfile que se comienza a observar mucho antes de iniciar la ceremonia del desfile, en la cual militares y civiles interactúan en el espacio público directamente sin la mediación de la autoridad política. Como mencionábamos, horas antes ya hay mucha gente que se dedica a recorrer las distintas unidades que están formadas, fotografiando a los militares y a veces posando con ellos, incluso hay gente que va a saludarlos personalmente (parecieran ser parientes, novias, amigos, etc.). Si bien no se diluye la diferencia entre el público y los militares, sí es un ambiente de mucha cercanía personal entre ambos grupos, en el que predomina la risa y la alegría, que hace pensar más en una fiesta que en una seria ceremonia estatal.

En cambio, una vez que las tropas comienzan a desfilar el público corre a ubicarse en un sitio desde donde observarlas y ondear banderas españolas y lanzar gritos de «vivas» a La Legión, a la Guardia Civil y al rey (en ese orden de preferencia). Mientras tanto a través de los parlantes constantemente se informa de los datos de las unidades que desfilan o del armamento exhibido, todo en un tono de labor pedagógica al civil. El público se constituye así como actor central en el desfile, se podría decir que incluso más que las autoridades políticas, porque sin él el desfile no tiene sentido como ceremonia del encuentro entre dos mundos

Esta presencia activa del público permite diferenciar este desfile de otros como el que se realiza para la Pascua Militar en el Palacio Real.

‍[20]
.

4. LOS PERSONAJES DE LA PUESTA EN ESCENA [Subir]

Al observar la puesta en escena del desfile del 12 de octubre, podemos constatar que este se articula presentando la diversidad del mundo militar español bajo tres criterios: a) institucional, con la asistencia de unidades de las tres ramas de las FF. AA., la Guardia Real y la Guardia Civil

En el desfile de 2017 se incluyó a la Policía Nacional (que no participaba del desfile desde la década de 1980) y otras instituciones como algunos servicios de salud. Ese año también se agregó la participación de una unidad que utilizaba los uniformes de los Tercios de Flandes (siglos XVI-XVII).

‍[21]
; b) territorial, con unidades provenientes de distintas zonas del país y; c) generacional, abarcando desde sus miembros más jóvenes (las unidades de los centros de formación de oficiales y suboficiales) hasta quienes ya están en retiro (representados por las hermandades de veteranos). Estos tres criterios se combinan para organizar la secuencia del paso de las tropas.

El desfile se inicia con la presentación de las hermandades de veteranos, en que algunas decenas de hombres mayores vestidos de civil, pero con algún distintivo militar (una boina, una medalla, un tarbuch, etc.) hacen el recorrido montados en vehículos militares. Posteriormente, marchan las unidades de jóvenes cadetes de los distintos centros de formación ordenadas según instituciones. Se marca así una interesante contraposición entre quienes encarnan el pasado institucional y quienes son su futuro. A continuación, desfilan las distintas unidades de tropas provenientes desde diversos lugares de España, representando distintas especialidades de cada rama de las FF. AA. Finalmente, el desfile es cerrado con el paso de una unidad hipomóvil de la Guardia Real con sus grandes caballos y cañones antiguos.

Sin embargo, el desfile hay que entenderlo como algo más que la simple secuencia en el paso de las distintas unidades, por eso proponemos aquí observarlo como una puesta en escena de distintos personajes que ponen en juego ciertas representaciones del sentido de lo militar en las actuales FF. AA. españolas. Para identificar a los personajes vamos a fijarnos en los uniformes de los militares. Esto por dos razones, en primer lugar, porque los uniformes son el principal elemento simbólico que distingue al militar del civil (muchas veces se utiliza la palabra «uniformado» como sinónimo de militar) y, en segundo lugar, porque en los uniformes está la clave de la representación de la diversidad interna del mundo militar que se pone en práctica en el desfile. Pero, además, como veremos, el uniforme tiene una potencia simbólica muy importante para escenificar la visión de los militares sobre su actividad y transmitírselo al espectador civil. De esta forma, el desfile lo podemos sintetizar como la puesta en escena de tres personajes militares: el alfonsino, el moderno y el colonial.

El militar alfonsino es el personaje escenificado por las distintas unidades de la Guardia Real

El Escuadrón de Lanceros y Coraceros y una sección hipomóvil de la Batería Real.

‍[22]
, una de la Guardia Civil

El Escuadrón de Caballería de la Agrupación de Reserva y Seguridad.

‍[23]
y la presentación de la escuela de oficiales del ET usando el «uniforme de época». Les llamamos así porque lucen vistosos uniformes inspirados en la época de los reyes Alfonso XII (1874-‍1885) y Alfonso XIII (1886-‍1931)

Para una descripción más detallada del diseño de estos uniformes véase www.guardiareal.org.

‍[24]
, mayoritariamente desfilan a caballo y exhiben un tipo de armamento antiguo como corazas, lanzas, sables y cañones tirados por caballos. Aunque representan un tipo de guerra del pasado, completamente irreal hoy en día, ocupan un rol central en el desfile porque, además de escoltar al rey, son las unidades que abren y cierran el desfile por lo que marcan los tiempos con que transcurre la ceremonia.

Figura 1.

Lanceros de la Guardia Real escoltando la llegada del rey al desfile. Fiesta Nacional de España 2013. Autoría: fotografía del autor.

mediumimage/DRA202001_e007-image1.jpg

La primera impresión que a uno le queda cuando observa la llegada del rey escoltado por unos lanceros a caballo es la reminiscencia a la Guardia Mora de Franco. Es cierto que hay una gran diferencia entre ambas, tanto en materia de uniforme como de sus integrantes, pero al igual que aquellos soldados marroquíes, los actuales lanceros que escoltan al rey cumplen no solo una función ornamental, destinada a dar mayor boato a la ceremonia, sino profundamente simbólica. Mientras la Guardia Mora remitía a la guerra civil y a un imaginario de lo exótico colonial puesto al servicio del dictador, la Guardia Real nos transmite otra visión, y es que a medida que observamos desfilar a las otras unidades alfonsinas nos damos cuenta de que su representación va más allá de la figura del rey, marcan una suerte de trascendencia institucional con su exaltación de una supuesta época de oro de las FF. AA.: la de la Restauración Borbónica (1874-‍1931).

¿Por qué realzar esta época que no es especialmente gloriosa para las FF. AA. españolas? Si bien son los años de la victoria definitiva sobre el Carlismo (1876), también son los de las derrotas en Cuba y Filipinas (1898) y el desastre de Annual en Marruecos (1921)

El desastre de Annual fue una batalla entre las fuerzas españolas y las cabilas rifeñas comandadas por Abd el-Krim cerca de la localidad marroquí de Annual (Melilla). Supuso una grave derrota militar para España y una crisis política que desembocó en la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-‍1930). Para mayores antecedentes véase Balfour (

Balfour, Sebastian. 2002. Abrazo Mortal. De la guerra colonial a la guerra civil en España y Marruecos (1909-1939). Barcelona: Ediciones Península.

2002
), Busquets y Losada (

Busquets, Julio y Juan Carlos Losada. 2003. Ruido de sables. Las conspiraciones militares en la España del siglo XX. Barcelona: Crítica.

2003
), Fernández López (

Fernández López, Javier. 2003. Militares contra el Estado. España: siglos XIX y XX. Madrid: Taurus.

2003
).

‍[25]
. Es decir, representan un modelo de ejército (el decimonónico que mencionábamos antes) que no fue precisamente triunfador y que, además, fue la base del que imperó durante el franquismo, es decir, precisamente el que tenía que ser superado por las reformas transicionales. Por eso, cuando vemos desfilar esas tropas a caballo con lanzas y bruñidos cascos, no estamos frente a la representación de un pasado superado, sino ante una declaración política con la que las FF. AA. proclaman su estrecho vínculo con la monarquía borbónica y la vigencia del modelo decimonónico del ejército español.

Un segundo personaje militar es el moderno. Este comienza a desfilar a continuación de las primeras unidades alfonsinas y congrega a la gran mayoría de las unidades del desfile, abarcando desde las academias preparatorias de las FF. AA. y la Guardia Civil hasta las unidades de paracaidistas, infantería de marina, tropas de montaña e, incluso, de la Unidad Militar de Emergencias (UME)

La UME, creada en 2005, tiene como misión actuar ante situaciones de catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas.

‍[26]
. Todas estas unidades exhiben un mismo tipo de uniforme en el que, más allá de la diferencia de colores, comparten el predominio de la boina y la ropa de camuflaje, así como también otras señas de identidad como, por ejemplo, un mismo ritmo de la marcha. Todo esto hace que al observarlos desfilar quede la sensación de estar viendo distintas versiones del mismo soldado, por eso es una clara escenificación de la homogeneidad militar, de que podrán variar muchos aspectos formales, pero la estructura es la misma.

Figura 2.

Compañía de Tropas de Montaña. Fiesta Nacional de España 2014. Autoría: fotografía del autor.

mediumimage/DRA202001_e007-image2.jpg

Por otro lado, en su desfile el moderno está asociado a la exhibición de armamento más sofisticado (carros de combate, equipos de comunicaciones, lanzamisiles, entre otras) o de algún equipamiento característico (como los esquís en las unidades de alta montaña), por lo que es representante de una guerra actual, en clara contraposición a los alfonsinos y su apelación al pasado. Este contraste con el pasado es central para el desfile en términos de escenificación política, ya que nos lleva a observar al personaje del militar moderno como si fuera la encarnación del nuevo modelo de ejército español, el que habría surgido de la transición democrática.

A continuación del militar moderno y ya prácticamente los últimos en desfilar (después de ellos solo viene una unidad de la Guardia Real que cierra el desfile) entra en escena el tercer personaje: el colonial, representado por las unidades de Regulares y de La Legión. Lo primero que resalta al observar a los coloniales es que exacerban su particularidad ante el resto de las unidades, recurriendo a elementos como, por ejemplo, la exhibición de mascotas (La Legión desfila con una cabra) o usando un paso de marcha diferente

Tanto Regulares como La Legión cuentan con su propia marcha: los primeros, lenta y flemática y la segunda, rápida y enérgica.

‍[27]
, pero sobre todo utilizando uniformes completamente distintos a las demás unidades. Los Regulares (Figura 3) se distinguen por utilizar un uniforme con vistosos complementos de tradición marroquí como una gran capa blanca (el alquicel) y un gorro rojo (el tarbuch). Por su parte, el uniforme de los legionarios destaca por el uso de la camisa abierta, pantalones muy ajustados y el chapirí o «isabelino» como gorro (Figura 4).

Figura 3.

Regulares desfilando. Fiesta Nacional de España 2013. Autoría: fotografía del autor.

mediumimage/DRA202001_e007-image3.jpg

Más allá de lo vistoso que puede ser el uniforme de los coloniales, al observarlos no podemos olvidar su pasado como unidades del Ejército de África durante el periodo del protectorado español en Marruecos (1912-‍1956)

El Ejército de África fue una rama del Ejército español que actuó como guarnición en el protectorado español de Marruecos hasta la independencia de este país en 1956. Estuvo compuesto por diversas unidades de tropas españolas y nativas, entre las que destacaban las unidades de La Legión y las Fuerzas Regulares Indígenas. Desde la independencia de Marruecos (1956) hasta hoy en día, las unidades de La Legión y Regulares se han mantenido como guarnición en Ceuta, Melilla y las plazas menores de soberanía española.

‍[28]
, en el que legionarios y regulares fueron las principales tropas de una guerra contra la población tribal del Rif (Marruecos)

Los Regulares surgen en 1911 como una unidad compuesta por tropas indígenas (rifeñas) bajo el mando de oficiales españoles, continuando así con una práctica ya usada en el ejército español, como antes habían sido la Compañía de Moros Mogataces de Orán, la Milicia Voluntaria de Ceuta y la de Tiradores del Rif. Por su parte, La Legión se crea en 1920, a imitación de la Legión Extranjera francesa, como una forma de reclutar una fuerza mercenaria. Para mayores antecedentes históricos de los Regulares, véase a Martín Cabrero (

Martín Cabrero, Juan Jesús. 2012. La fuerza de Regulares. 100 años de historia. Presente y futuro. Documento de Opinión, 29/2012. Madrid: Instituto Español de Estudios Estratégicos.

2012
) y respecto a La Legión, véase Rodríguez Jiménez (

Rodríguez Jiménez, José Luis. 2005. ¡A mí la Legión! De Millán Astray a las misiones de paz. Barcelona: Planeta, 2ª ed.

2005
).

‍[29]
. Si bien hoy en día estas unidades han dejado de tener sus características originales (los regulares ya no están compuestos por marroquíes ni los legionarios por mercenarios

El actual modelo de militares profesionales no es lo mismo que la idea original de fuerzas mercenarias con que se diseñó La Legión a semejanza de la Legión Extranjera francesa.

‍[30]
), su forma de presentación en los desfiles expresa la reivindicación del pasado colonial del ejército español a principios del siglo XX, como si esta fuera una época dorada que debiera ser recordada. Así, en el caso de los Regulares el uso del tarbuch y del alquicel, no solo aporta un toque de exotismo en su presentación, sino que también recuerda una época en que el «otro» fue puesto al servicio de la España colonial. Por su parte, la presentación de los legionarios representa la particularidad de unas fuerzas que fueron diseñadas de manera que no se atuvieran a los cánones del resto del ejército ( ‍Balfour, Sebastian. 2002. Abrazo Mortal. De la guerra colonial a la guerra civil en España y Marruecos (1909-1939). Barcelona: Ediciones Península.Balfour 2002;  ‍Rodríguez Jiménez, José Luis. 2005. ¡A mí la Legión! De Millán Astray a las misiones de paz. Barcelona: Planeta, 2ª ed.Rodríguez Jiménez 2005).

Figura 4.

Los legionarios preparándose para desfilar. Fiesta Nacional de España 2016. Autoría: fotografía del autor.

mediumimage/DRA202001_e007-image4.jpg

El pasado al que remite este personaje colonial tiene un carácter conflictivo para la sociedad española porque pone en juego la memoria de la guerra civil (1936-‍1939), en la que estas unidades constituyeron el núcleo central de las fuerzas franquistas que llevaron a cabo las peores masacres contra la población civil ( ‍Preston, Paul. 2011. El holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después. Barcelona: Debate.Preston 2011)

En el seno de estas unidades se desarrolló un grupo de oficiales llamados «africanistas» que constituiría el núcleo central de líderes del alzamiento contra la República, entre ellos destacaban José Sanjurjo, Francisco Franco, Juan Yagüe, José Enrique Varela y Emilio Mola. Durante la guerra civil española (bajo el nombre Cuerpo de Ejército Marroquí), estas tropas se unieron al bando franquista y se ganaron la reputación de crueles asesinos contra la población civil. Además, hubo una fuerte identificación personal entre Franco y La Legión, unidad de la cual fue uno de sus fundadores y donde desarrolló gran parte de su carrera militar.

‍[31]
. Por eso, su escenificación en el desfile choca con el propósito transicional de desvincular completamente a las FF. AA. respecto del régimen franquista.

Al igual que en el caso de los alfonsinos, esta peculiaridad de los uniformes coloniales no es un simple capricho estético, sino que se asume como parte de una tradición esencial de la identidad de estas unidades, por lo que debe ser defendida ante los intentos de transformación. Un ejemplo de la férrea defensa de la uniformidad colonial se dio en 2010, cuando la ministra Carme Chacón intentó equiparar el uniforme de La Legión con el resto del ejército, por ejemplo, reemplazando el chapirí por una boina y prohibiendo el uso de la camisa abierta. Estas medidas fueron resistidas por los legionarios al punto que, como podemos observar hoy día en los desfiles, lograron impedirlo ‍[32]. Así, el desfile militar constituye un espacio de resistencia ( ‍Abélès, Marc y Máximo Badaró. 2015. Los encantos del poder. Desafíos de la antropología política. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.Abélès y Badaró 2015), en el que año tras año se escenifica ante toda la sociedad la capacidad de los coloniales para mantener su tradición militar frente a las reformas de modernización promovidas por parte de las autoridades políticas, es decir, expresan que las tradiciones militares son un ámbito fuera del control civil.

De esta forma, la dinámica que ponen en juego los personajes del desfile militar del 12 de octubre se basa en establecer una vinculación entre pasado y presente, en un intento de escenificar la conjunción de lo moderno con lo tradicional. Esto se hace a través de la articulación de personajes contrapuestos, pero que a su vez solo adquieren su sentido vinculados entre sí. Es decir, solo podemos entender que los modernos encarnan la idea del ejército nuevo por su contraposición con la imagen del pasado representada por alfonsinos y coloniales y estos, por su parte, adquieren rango de actualidad al compartir la escena con los modernos. El orden en que desfilan las unidades representa una difuminación de la lógica temporal. Al marchar primero los alfonsinos, seguidos de los modernos y después de los coloniales para finalmente volver a los alfonsinos hace que el desfile no escenifique una historia lineal, una evolución en que unos sean antecesores temporales de los otros, sino más bien expresa una conjunción de lo tradicional y lo moderno en las actuales FF. AA. españolas.

En definitiva, lo que podemos observar en esta escenificación que pone en juego el desfile es que las FF. AA. españolas han pretendido llevar a cabo importantes transformaciones, pero sin querer romper con el pasado franquista que arrastran. Si seguimos a M. Augé ( ‍Augé, Marc. 1995. Hacia una antropología de los mundos contemporáneos. Barcelona: Gedisa.1995) en su idea de que la ritualidad política busca recrear una identidad que permita a los individuos establecer una vinculación con cierta colectividad y su historia, podemos entender que esta búsqueda de conjugar modernidad y tradición da cuenta de un problema en la base de la identidad de las actuales FF. AA. españolas, y es que no ha cuajado una identidad propia de la democracia que supere los lineamientos del franquismo y les permita a los militares realizar una revisión histórica de ese periodo.

5. EL DESFILE COMO INVERSIÓN DEL ORDEN: EL BAILE DE LOS FUSILES Y EL RECITAL[Subir]

Si bien el desfile puede observarse como si fuera una sola ceremonia unificada, también podemos hacerlo de una forma más fragmentada, como si estuviera compuesto de diversos espacios y dinámicas en las que la marcha de las tropas es solo una más de ellas. Dentro de la ceremonia encontramos lo que podemos denominar microceremonias, pequeñas dinámicas de interacción con sus propias lógicas y que se desarrollan en espacios acotados dentro del desfile y que son repetidas año tras año. Aquí vamos a presentar dos casos: el baile de los fusiles y el recital, ambos protagonizados principalmente por los legionarios.

El baile de los fusiles se desarrolla en el periodo previo a que comience el desfile, un espacio de tiempo de varias horas en el que los soldados están esperando en la calle para empezar a marchar. En todo este tiempo los militares están reunidos por unidades, se les ve pasar el tiempo conversando y bromeando, fumando cigarrillos, a veces cantando y tomándose selfies. Mientras, el público se pasea alrededor de ellos, los miran y fotografían. Este es el momento en el que se da el mayor grado de interacción personal entre civiles y militares, representando bien esa dimensión informal de las relaciones cívico-militares a la que nos referíamos anteriormente, en las que dichas relaciones se desarrollan en un plano distinto al organizacional-legal.

Durante este periodo de espera los legionarios son los que más público congregan en torno a ellos, el lugar que ocupan frente a la sede del Ministerio de Agricultura

Hasta el año 2017 la mayoría de las unidades esperaban el inicio del desfile en la calle de Atocha, en cambio legionarios y regulares aguardaban en Paseo de la Infanta Isabel.

‍[33]
está abarrotado de personas de todas las edades que los van a mirar y fotografiarse con ellos. Mientras tanto, los legionarios asumen un comportamiento desenfadado y juerguista, dedicándose a cantar y bromear con las tropas de regulares que están a su lado, al observarlos pareciera que para ellos el desfile fuera una fiesta. Es cierto que las otras unidades también se divierten así, pero a diferencia de ellas los legionarios incorporan a los civiles en su juerga, ofreciéndoles un espectáculo bailando frente ellos con sus fusiles

La unidad de paracaidistas ubicada en la calle Atocha también realiza una performance parecida, permanentemente bailando y cantando con sus fusiles, pero no tienen la misma interacción con los civiles.

‍[34]
.

Figura 5.

Los legionarios y su baile de los fusiles antes de iniciar su desfile. Fiesta Nacional de España 2013. Autoría: fotografía del autor.

mediumimage/DRA202001_e007-image5.jpg

Hay que reconocer que las primeras veces que se observa el baile de los fusiles puede ser desconcertante y llevar a pensar que este comportamiento de los legionarios podría sorprender y dar una impresión amenazante a la demás gente que lo contempla, sin embargo, en el público nadie demuestra ninguna extrañeza e incluso (como se aprecia en la fotografía) muchos participan alegremente del jolgorio.

Esta microceremonia genera así un momento especial dentro de la Fiesta Nacional de España, en el cual los legionarios no solo reconocen la presencia de los civiles, sino que también buscan interactuar con ellos, compartiendo un jolgorio que se contrapone a la marcialidad del desfile oficial. Esto no supone una contradicción dentro de la ceremonia ya que, como plantea Balandier, en el ceremonial público «el más estricto de los rituales puede coexistir con la más desenfrenada improvisación» ( ‍Balandier, Georges. 1994. El poder en escenas: de la representación del poder al poder de la representación. Barcelona: Paidos.1994: 52). Sin embargo, en este caso difícilmente podríamos calificar la conducta de los legionarios como una «improvisación», basta observarlos conversar entre sí y la forma en que los líderes marcan el ritmo de la juerga (establecen cuándo empezar y terminar, qué cantar, etc.) para darse cuenta de que hay algo pautado. No es que estén fingiendo, más bien parecen estar muy conscientes de realizar una suerte de performance para presentarse ante los civiles como un tipo de soldado diferente dentro de las FF. AA. españolas, de que este baile es un elemento más de su participación en el desfile como soldados que se pueden permitir un comportamiento distinto al resto de los militares.

Los civiles, por su parte, parecen encantados con esta performance de la identidad legionaria, en la cual se les interpela directamente. No es que se diluyan las diferencias de roles, sigue quedando muy claro quiénes son los artistas y quiénes los espectadores. Sin embargo, a diferencia del momento en que están desfilando, en el baile la interacción entre ambos grupos es diferente, es un contacto más directo, más físico y sin tantos protocolos.

Al observar el baile de los fusiles da la impresión de estar contemplando una subversión del orden escenificado por la ceremonia del desfile militar. Al desarrollarse en un momento distinto al del desfile en sí (el de la espera) se permite trastocar las distinciones que estructuran la dimensión formal de la ceremonia. Así, por ejemplo, la separación mediante vallas y guardias entre el público y los militares que marchan se reemplaza por la cercanía física entre los legionarios y los civiles. Pero, además, en esta microceremonia el centro de atención de los legionarios no son las autoridades políticas, sino la gente común y corriente, es a ellos a quienes va dirigido el espectáculo militar.

Quizás lo más subversivo del baile de los fusiles es que pone en cuestión la imagen estereotipada de lo militar, cargada de ideas de disciplina, marcialidad y orden, y obliga a buscar nuevas perspectivas que permitan interpretar esta otra dimensión más vinculada al desenfreno. En este sentido, es muy útil recurrir a la figura del bufón medieval descrito por Georges Balandier ( ‍Balandier, Georges. 1994. El poder en escenas: de la representación del poder al poder de la representación. Barcelona: Paidos.1994), cuya escenificación en las ceremonias medievales como encarnación del desorden y la alteración de las distinciones sociales, sustituyendo las prohibiciones por las licencias desbocadas, el derecho por la violencia, la seriedad por la parodia y la irreverencia, daba cuenta de una inversión del orden. En palabras de Balandier, el bufón daba cuenta de que «bajo el orden social, el desorden; bajo las instituciones, la violencia; bajo el poder que se inviste de la función de hacer que todo se mantenga quieto, el movimiento; bajo la unidad, las rupturas irreductibles» ( ‍Balandier, Georges. 1994. El poder en escenas: de la representación del poder al poder de la representación. Barcelona: Paidos.1994: 72-‍73). Así, el bufón es una figura ambivalente porque si bien revela los reales fundamentos del orden, también representa lo peligroso que sería romper dicho orden, teatralizando a qué quedaría sometida una sociedad si se disolvieran las normas y las prohibiciones.

En este sentido, cuando los legionarios escenifican su baile de los fusiles pasan a cumplir un rol ceremonial semejante al del bufón medieval. Los legionarios asumen ese mismo carácter ambivalente del bufón, ya que si bien se escenifica un desorden dentro del orden ceremonial, que rompe con la marcialidad del desfile, este jolgorio está confinado solo a un momento y lugar acotado de la ceremonia, después los legionarios rápidamente se amoldan al orden y empiezan a desfilar en perfecta formación delante de las autoridades. Así, los legionarios representan el rol de «bufones» solo frente a las personas comunes y corrientes y no ante las autoridades del poder (el rey y los ministros), ante quienes se presentan de forma disciplinada. Al observarlo de esta forma podemos pensar que lo que se está representando es la idea de que la rebeldía puede ser domada, o más bien, de que está al servicio del poder.

Una segunda microceremonia que podemos observar se desarrolla tras la finalización del desfile oficial. Si bien este termina en la Plaza de Cibeles, las unidades de coloniales continúan solas marchando por Paseo de Recoletos hasta la Plaza de Colón (unas cinco calles más al norte) en donde se inicia otra microceremonia en la cual ofrecen un recital de canciones militares, como por ejemplo «El novio de la muerte»

Véase video en Youtube de legionarios y regulares cantando «El novio de la muerte» en la Plaza de Colón de Madrid tras el desfile del 12 de octubre: https://www.youtube.com/watch?v=-ALZvNnNkus

‍[35]
, ante al menos unas 200 o 300 personas que los han seguido hasta ahí y que corean las letras, toman fotografías y los aplauden con entusiasmo.

Figura 6.

Jóvenes fotografiándose con un oficial legionario en la Plaza de Colón tras el recital. Fiesta Nacional de España 2016. Autoría: fotografía del autor.

mediumimage/DRA202001_e007-image6.jpg

Esta es una escenificación bastante imponente, el conjunto de legionarios y regulares bien formados, en posición de firmes y con el monumento al descubrimiento de América a sus espaldas, cantando a todo pulmón sus himnos militares, ofrece una imagen de marcialidad muy distante a la puesta en escena del baile de los fusiles. No es una puesta en escena espontánea, sino claramente planificada (en la plaza están esperando los buses que trasladan a los soldados) y tampoco es un espectáculo de jolgorio propio de la tropa, ya que están dirigidos por los mandos de las unidades. Tras el recital gran parte del público, compuesto de gente de todas las edades, incluyendo grupos de adolescentes, con profusión de banderas españolas (con el escudo incluido), esperan su turno para fotografiarse con los militares, especialmente los legionarios, como si fueran verdaderos rockstars (Figura 6). Así, si bien en el recital mismo no hay una cercanía con los civiles (se establece claramente un distanciamiento), en este momento el contacto es directo y con confianza. Con este espectáculo los legionarios y regulares marcan el verdadero final del desfile, sin reyes, sin autoridades políticas ni altos mandos de las FF. AA., solo ellos y su público más fiel. Dando cuenta de otra instancia informal con el mundo civil, como si nuevamente se reivindicara establecer sus propios canales de vinculación.

Al observar la puesta en práctica del recital nos damos cuenta de que estamos ante un evento separado del resto del desfile, que no tiene ninguna justificación dentro de la ceremonia general, sino que asume una dinámica propia. Al preguntarnos cómo entender esta microceremonia es claro que estamos ante una escenificación que no podemos interpretar bajo la teoría del bufón de Balandier, hay demasiado orden jerárquico y marcialidad como para hacerlo. Tampoco la podemos reducir a una mera expresión de un «folclorismo» militar como si la clave estuviera únicamente en la música y no en el hecho de que se constituye un espacio propio dentro del ceremonial, al cual acuden solo algunas personas, lo que le da una sensación de intimidad. Cuando se observa esta microceremonia uno siente que está en un espacio de comunión: la música, las banderas, la devoción de la gente, la plaza misma (donde ondea una enorme bandera española) nos hacen sentir que estamos en un punto de encuentro del nacionalismo español mucho más intenso que en el resto del ceremonial. Es más, podemos decir que con esta microceremonia los coloniales, unidades históricamente identificadas con el franquismo, se transmutan en la encarnación del nacionalismo españolista. Es a través de su puesta en escena (de sus canciones, sus uniformes, su presencia) que este puede manifestarse y congregar a sus seguidores. En este sentido, no estamos solo frente a un simple recital, sino a algo semejante a una misa en la que año a año, en el marco de la Fiesta Nacional de España, se reproduce (actualiza) esta identificación.

De esta forma, cuando observamos estas microceremonias viene a la mente el planteamiento de Balandier ( ‍Balandier, Georges. 1994. El poder en escenas: de la representación del poder al poder de la representación. Barcelona: Paidos.1994) de que en toda sociedad el orden y el desorden están profundamente vinculados, como dos caras de una moneda, por lo que invertir el orden no es derrocarlo, sino que también puede reforzarlo. El caso del baile de los fusiles es una perfecta escenificación de esta idea, de que el orden que pretenden representar las FF. AA. con su desfile se asienta sobre un desorden previo, en el que, con la excusa del jolgorio, los militares exhiben a los civiles su poder, sin la contención de la marcialidad que después ostentarán ante las autoridades del Estado. En cambio, el recital nos pone en una perspectiva distinta, la de un orden alternativo, en el que la otra cara de la moneda no es el caos o la anomia amenazante, sino que la instauración de un ceremonial propio, en el cual los militares ponen en escena otra forma de relación con los civiles controlada por ellos mismos. El hecho de que estas microceremonias se pongan en práctica precisamente en el marco de la gran ceremonia instaurada para representar el nuevo sentido nacional español surgido tras la transición democrática nos da una buena idea de cómo las FF. AA. se entienden a sí mismas en este proceso.

6. REFLEXIONES FINALES[Subir]

Cuando en 1997 el gobierno de Aznar decretó que un desfile militar debía ser la principal ceremonia de la Fiesta Nacional de España, no solo fijó un acto que potenciara la conmemoración de la festividad, sino que también estableció un vínculo ritual entre las FF. AA. y el régimen político postransicional. Podríamos creer que el objetivo de la ceremonia es que los militares rindieran honores a las autoridades del Estado, como si fuera una ritualización anual de la subordinación castrense al régimen constitucional con el público civil como testigo, lo que contribuiría a la consolidación de un imaginario democrático. Sin embargo, al observar la ceremonia en su conjunto vemos que en la práctica esto no es así porque los actores centrales del ritual no son las autoridades constitucionales sino los militares, la gente va a verlos a ellos y no a las autoridades (incluso a estas hay veces que las abuchean), incluso los aplausos y gritos de «viva» son mucho más por algunas unidades militares que por el propio rey, pero sobre todo porque la puesta en escena, el relato que conforma la ceremonia, responde más a una expresión de la identidad militar española que de su subordinación al orden democrático.

Así, cuando los militares salen a la calle se constituyen en actores de una narrativa. Esto lleva a entender el desfile del 12 de octubre como una performance en la que las FF. AA. españolas se ponen en escena para representar lo que son en la actualidad, tras más de cuatro décadas de transición democrática. A través de la puesta en juego de los personajes militares (alfonsinos, modernos y coloniales) se expresan lo que serían los tres elementos fundamentales de este proceso: la vigencia de la monarquía borbónica, la promesa de una modernidad transformadora y la pervivencia de elementos del franquismo. Este último es el que más nos debe preocupar porque lleva a pensar que para el mundo militar no ha habido una verdadera ruptura histórica con el franquismo.

Es más, el desfile es la clara representación de la valoración de la continuidad histórica, como si para los militares no hubiera una contradicción entre la conformación de un ejército moderno, que en su encuentro con el militar extranjero de la OTAN asumió una nueva figura democrática en la cual proyectarse, y la persistencia de una figura militar que representa la brutal represión interna de la guerra civil y del colonialismo. Por eso cuando las FF. AA. agrupan estos tres personajes en el mismo desfile están expresando una visión en la que estos aspectos pareciera que pudieran coexistir sin problemas y que el proceso de transformación de las FF. AA. españolas es un intento de hacer calzar en la misma institución aspectos tan contradictorios.

Podemos llevar esta interpretación un paso más allá y relacionarla con la visión militar acerca del nuevo orden político postransicional. En este sentido, lo que se estaría escenificando con esta performance es que para los militares el orden democrático por sí mismo no es suficiente para sustentar la identidad nacional española, sino que esta necesita estar vinculada a un pasado que le dé sentido. El problema es cuando uno se pregunta cuál es el pasado que, en opinión de los militares, debe sustentar al orden político instaurado por la transición. Esta la escenificación del periodo de la restauración borbónica de fines del siglo XIX (representada por los alfonsinos), el cual se explica por el carácter de monarquía constitucional del orden político, por lo que su representación no es necesariamente extraña. Pero en cambio, es mucho más preocupante el pasado representado por los coloniales, que remiten directamente a la guerra civil. Esta forma de marcar la permanencia del fantasma de la guerra civil como parte sustancial de la identidad nacional española pareciera ser algo más que un ejercicio de memoria de un hecho traumático, más bien pareciera una exaltación de ese periodo. Cuando uno observa la puesta en escena de los coloniales desde esta perspectiva pareciera que lo que se está representando es que la posibilidad de la guerra civil es como una espada de Damocles colgando sobre el orden democrático.

Por su parte, las microceremonias como en el recital con el que se cierra el desfile y en el baile de los fusiles previo, también nos dan pistas interesantes sobre cómo los militares asumen las relaciones cívico-militares. En ellas observamos una escenificación distinta de ese encuentro entre civiles y militares, basada en un contacto directo, personal, sin las barreras ni protocolos que estructuran al desfile oficial. Estas microceremonias manifiestan que la relación entre ambos mundos no se agota en este orden formal, sino que representan una dimensión paralela de las relaciones cívico-militares, un plano en el que los militares, especialmente legionarios y regulares, exhiben una imagen distinta, que pareciera ser más cercana, muy diferente de la imagen marcial (distante y fría) del desfile.

Así, lo que acontece en los márgenes de la ceremonia nos da cuenta de una forma distinta de entender la relación entre los mundos civil y militar. Tanto en el baile de los fusiles como en el recital observamos la puesta en juego de un espacio de autonomía militar en la que los soldados se vinculan directamente con la sociedad, al margen del marco institucional que supuestamente debería mediar este vínculo. Se cuestiona así el orden institucional que pretende representar el desfile, el de la subordinación militar a las autoridades del Estado que se escenifica cuando se desfila ante ellas.

Esta forma de escenificar el encuentro con los civiles tiene un aspecto que obliga a reflexionarlo más y es que el personaje militar que lo está representando no es el militar moderno, sino el colonial, precisamente el que históricamente nos remite a la represión interna de la guerra civil. Por eso, cuando observamos el recital o el baile de los fusiles genera cierto malestar porque lleva a preguntarse si ese encuentro civil-militar no termina avalando esa experiencia de guerra interna. Si bien es cierto que estas microceremonias solo congregan a una parte pequeña de la sociedad española, es suficiente para que el desfile en su conjunto opere como un aval para las tradiciones de los legionarios.

De esta forma, al observar el desfile militar de la Fiesta Nacional de España y sus performáticas microceremonias es inevitable preguntarse acerca de la promesa de transformación de las FF. AA. españolas que conllevaba la transición democrática, no en el sentido de cuestionar los avances institucionales, sino en un plano distinto, el de las relaciones cívico-militares y la manera en que estas se expresan en los intersticios del orden institucional que se ha venido construyendo. Es en estos espacios donde encontramos toda una dimensión del mundo militar que debe ser investigada etnográficamente porque sus cuestionamientos no son de carácter organizacional o legal, sino que surgen de las relaciones concretas entre las personas. Por eso, si bien la adecuación institucional al régimen democrático de las FF. AA. es real, hay momentos, como cuando los militares salen a la calle en este desfile, en el que nuestra imagen del mundo militar se abre a un abismo de interrogantes.

NOTAS[Subir]

[*]

El autor desea agradecer los comentarios y consejos aportados por la Dra. Verónica Rocamora y el Dr. Walter Imilan, los que permitieron enriquecer el presente artículo.

[1]

Correo electrónico: s.monsalve.e@gmail.com. ORCID iD: <https://orcid.org/0000-0001-6664-8000>.

[2]

Me refiero a investigaciones realizadas en España por Joseba Zulaika ( ‍Zulaika, Joseba. 1989. Chivos y soldados: la mili como ritual de iniciación: ensayo antropológico. Donostia-San Sebastián: Baroja.1989), José Luis Anta ( ‍Anta, José Luis. 1990. Cantina, garita y cocina. Estudio antropológico de soldados y cuarteles. Madrid: Siglo XXI de España Editores.1990) y Eulogio Sánchez ( ‍Sánchez, Eulogio. 2005. Servicio militar: un problema de identidades. Tesis de doctorado. Universidad Complutense de Madrid. 2005;  ‍Sánchez, Eulogio. 1999. «La mili en tres dimensiones». Revista de Antropología Social 8: 81-108.1999), así como también en Argentina por Máximo Badaró ( ‍Badaró, Máximo. 2009. Militares o ciudadanos. La formación de los oficiales del Ejército Argentino. Buenos Aires: Prometeo Libros.2009), realizada en el Colegio Militar de la Nación o en EE. UU. por Lesley Gill ( ‍Gill, Lesley. 2005. Escuela de las Américas. Entrenamiento militar, violencia política e impunidad en las Américas. Santiago: LOM Ediciones-Cuatro Vientos.2005) y Catherine Lutz ( ‍Lutz, Catherine. 2001. Homefront. A military city and the American 20th Century. Boston Beacon Press.2001).

[3]

Para más detalles de las diversas transformaciones militares durante el periodo del franquismo, véase Cardona ( ‍Cardona, Gabriel. 2003. El gigante descalzo. El ejército de Franco. Madrid: Aguilar.2003,  ‍Cardona, Gabriel. 2008. El poder militar en el franquismo. Las bayonetas de papel. Barcelona: Flor del Viento Ediciones.2008) y Ortega Martín ( ‍Ortega Martín, Jorge. 2008. La transformación de los ejércitos españoles (1975-2008). Madrid: UNED-IUGM.2008).

[4]

Sobre la decisión política de finalizar el servicio militar obligatorio y la actitud del Ejército, véase Medina ( ‍Medina, Francisco. 2004. Memoria oculta del Ejército. Los militares se confiesan (1970-2004). Madrid: Espasa.2004). En todo caso, cabe acotar que el fin del servicio militar obligatorio no puede entenderse sin tomar en cuenta el fuerte rechazo juvenil que se expresaba en diversos movimientos insumisos y objetores de conciencia.

[5]

Actualmente están compuestas por cerca de 122.000 personas. En el Ejército de Tierra (ET), el contingente pasó de casi 360.000 miembros a inicios de la transición democrática a cerca de 83.000 el 2013 ( ‍Ministerio de Defensa de España. s/f. Ejército de Tierra. Disponible en: < http://www.defensa.gob.es/fuerzasarmadas/et/>. Fecha de acceso: 06 ago. 2015.Ministerio de Defensa s/f;  ‍Enseñat y Berea, Fernando. 2013 «Transformación del Ejército de Tierra», en Racionalización de las estructuras de las Fuerzas Armadas. Hacia una organización conjunta: 43-76. Monografías 138. Madrid: ESFAS/CESEDEN.Enseñat 2013). La reducción de contingente militar también se está experimentando en otros países de la OTAN como Francia, Italia, Reino Unido, Alemania e, incluso, EE. UU., país que entre 2014 y 2015 ha reducido en 130.000 sus efectivos ( ‍Ortega, Pere y Xavier Bohigas. 2015. Fraude e improvisación en el gasto militar. Análisis del presupuesto de Defensa español del año 2016. Barcelona: Centre Delàs d´Estudis per la Pau.Ortega y Bohigas 2015).

[6]

Las diversas fuerzas u órganos de carácter conjunto, es decir, que se componen de miembros de las tres ramas y no dependen de ninguna de ellas. Por ejemplo, los denominados Cuerpos Comunes, la Guardia Real y la Unidad Militar de Emergencia (UME).

[7]

En 1988 la ONU solicita un primer contingente español para una misión en Angola.

[8]

Entrevistado por el autor.

[9]

Asesor de los ministros de Defensa Alberto Oliart (UCD) (febrero 1981-diciembre 1982) y Narcís Serra (PSOE) (diciembre 1982-marzo 1991).

[10]

Para una revisión más detallada de la oposición a los procesos de cambios políticos e institucionales por parte de los militares véase  ‍Busquets, Julio y Juan Carlos Losada. 2003. Ruido de sables. Las conspiraciones militares en la España del siglo XX. Barcelona: Crítica. Busquets y Losada 2003;  ‍Medina, Francisco. 2004. Memoria oculta del Ejército. Los militares se confiesan (1970-2004). Madrid: Espasa.Medina 2004.

[11]

Entre las que destacan la Procesión de los Alabarderos de la Guardia Real en Madrid y de La Legión en la de El Cristo de la Buena Muerte en Málaga. Para mayores antecedentes respecto a la vinculación entre el Ejército y las procesiones de Corpus Christi y Jueves Santo, véase  ‍Brisset, Demetrio. 2011. «Ejército y rituales religiosos. Dos estudios de antropología política en la España actual». Gazeta de Antropología 27(1): artículo 02. Disponible en: < http://www.ugr.es/~pwlac/G27_02DemetrioE_Brisset.pdf>. Fecha de acceso: 25 feb. 2015.Brisset 2011.

[12]

También es el Día de la Virgen del Pilar.

[13]

No hay otra ceremonia que reúna al mismo nivel a estos tres grupos. La celebración de la Pascua Militar reúne a los altos representantes del Estado y los altos mandos militares, pero poca presencia ciudadana. El desfile del Día de las Fuerzas Armadas sería equiparable en términos de actores representados, pero es mucho más pequeño en cantidad de militares y público.

[14]

Nunca han tenido la magnitud que alcanzaron los desfiles del Día de la Victoria del régimen franquista que a veces llegaron a contar con la participación de 50.000 militares. Para una idea de la magnitud que llegaron alcanzar estos desfiles, véase este vídeo de 1968: http://www.outono.net/elentir/2016/06/08/asi-eran-los-materiales-que-tomaban-parte-en-los-desfiles-militares-espanoles-en-1968/

[15]

Es en esa zona por donde pasan las principales manifestaciones de protestas sociales, pero también donde se realizan las celebraciones de los principales equipos de fútbol de la ciudad.

[16]

Por ejemplo, en Francia con el Día de la Bastilla (14 de julio) o en muchos países latinoamericanos al celebrar los aniversarios de sus respectivas independencias.

[17]

Desde 1940 hasta 1975, el Desfile de la Victoria se realizaba el 1 de abril, en el Día de la Victoria. Tras la muerte de Franco el desfile pasó a realizarse el 30 de mayo y a partir de 1978 pasó a llamarse desfile del Día de las Fuerzas Armadas. Desde entonces se ha celebrado anualmente un desfile militar a finales de mayo o principios de junio, rotando entre distintas ciudades. El gobierno de Rodríguez Zapatero cambió la forma de celebración por una serie de actos cívico-militares, manteniendo un desfile, pero de menor tamaño. A pesar de los cambios de denominación es significativo que la celebración de la FF. AA. derive de la conmemoración de la victoria franquista en la guerra civil.

[18]

En la Tercera Sección del Alto Estado Mayor, encargada de los asuntos de Información del Exterior y que después confluirá en el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), la agencia de inteligencia que funcionó desde 1977 hasta 2002 (reemplazada por el actual Centro Nacional de Inteligencia).

[19]

Si bien Balandier plantea la idea de la «teatralización» de la unidad en referencia a las «sociedades totalitarias» de su época (los regímenes soviéticos), es aplicable a estos jóvenes militares españoles que en ese momento (1974) están bajo el régimen franquista por lo que varios de los aspectos que Balandier atribuye a estos ceremoniales políticos pueden utilizarse para comprender los desfiles militares en esa época y que terminan proyectándose en el actual desfile del 12 de octubre.

[20]

Esta presencia activa del público permite diferenciar este desfile de otros como el que se realiza para la Pascua Militar en el Palacio Real.

[21]

En el desfile de 2017 se incluyó a la Policía Nacional (que no participaba del desfile desde la década de 1980) y otras instituciones como algunos servicios de salud. Ese año también se agregó la participación de una unidad que utilizaba los uniformes de los Tercios de Flandes (siglos XVI-XVII).

[22]

El Escuadrón de Lanceros y Coraceros y una sección hipomóvil de la Batería Real.

[23]

El Escuadrón de Caballería de la Agrupación de Reserva y Seguridad.

[24]

Para una descripción más detallada del diseño de estos uniformes véase www.guardiareal.org.

[25]

El desastre de Annual fue una batalla entre las fuerzas españolas y las cabilas rifeñas comandadas por Abd el-Krim cerca de la localidad marroquí de Annual (Melilla). Supuso una grave derrota militar para España y una crisis política que desembocó en la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-‍1930). Para mayores antecedentes véase Balfour ( ‍Balfour, Sebastian. 2002. Abrazo Mortal. De la guerra colonial a la guerra civil en España y Marruecos (1909-1939). Barcelona: Ediciones Península.2002), Busquets y Losada ( ‍Busquets, Julio y Juan Carlos Losada. 2003. Ruido de sables. Las conspiraciones militares en la España del siglo XX. Barcelona: Crítica. 2003), Fernández López ( ‍Fernández López, Javier. 2003. Militares contra el Estado. España: siglos XIX y XX. Madrid: Taurus.2003).

[26]

La UME, creada en 2005, tiene como misión actuar ante situaciones de catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas.

[27]

Tanto Regulares como La Legión cuentan con su propia marcha: los primeros, lenta y flemática y la segunda, rápida y enérgica.

[28]

El Ejército de África fue una rama del Ejército español que actuó como guarnición en el protectorado español de Marruecos hasta la independencia de este país en 1956. Estuvo compuesto por diversas unidades de tropas españolas y nativas, entre las que destacaban las unidades de La Legión y las Fuerzas Regulares Indígenas. Desde la independencia de Marruecos (1956) hasta hoy en día, las unidades de La Legión y Regulares se han mantenido como guarnición en Ceuta, Melilla y las plazas menores de soberanía española.

[29]

Los Regulares surgen en 1911 como una unidad compuesta por tropas indígenas (rifeñas) bajo el mando de oficiales españoles, continuando así con una práctica ya usada en el ejército español, como antes habían sido la Compañía de Moros Mogataces de Orán, la Milicia Voluntaria de Ceuta y la de Tiradores del Rif. Por su parte, La Legión se crea en 1920, a imitación de la Legión Extranjera francesa, como una forma de reclutar una fuerza mercenaria. Para mayores antecedentes históricos de los Regulares, véase a Martín Cabrero ( ‍Martín Cabrero, Juan Jesús. 2012. La fuerza de Regulares. 100 años de historia. Presente y futuro. Documento de Opinión, 29/2012. Madrid: Instituto Español de Estudios Estratégicos. 2012) y respecto a La Legión, véase Rodríguez Jiménez ( ‍Rodríguez Jiménez, José Luis. 2005. ¡A mí la Legión! De Millán Astray a las misiones de paz. Barcelona: Planeta, 2ª ed.2005).

[30]

El actual modelo de militares profesionales no es lo mismo que la idea original de fuerzas mercenarias con que se diseñó La Legión a semejanza de la Legión Extranjera francesa.

[31]

En el seno de estas unidades se desarrolló un grupo de oficiales llamados «africanistas» que constituiría el núcleo central de líderes del alzamiento contra la República, entre ellos destacaban José Sanjurjo, Francisco Franco, Juan Yagüe, José Enrique Varela y Emilio Mola. Durante la guerra civil española (bajo el nombre Cuerpo de Ejército Marroquí), estas tropas se unieron al bando franquista y se ganaron la reputación de crueles asesinos contra la población civil. Además, hubo una fuerte identificación personal entre Franco y La Legión, unidad de la cual fue uno de sus fundadores y donde desarrolló gran parte de su carrera militar.

[32]

Para más antecedentes, véase El Confidencial Digital ( ‍El Confidencial Digital. 2010a. «La Legión pierde su gorra con borla. El Ministerio de Defensa va a sustituir el tradicional “chapirí” de los Tercios por una boina granate». El Confidencial Digital 26 de agosto. Disponible en: < http://www.elconfidencialdigital.com/defensa/Legion-Ministerio-Defensa-tradicional-Tercios_0_1457254272.html>. Fecha de acceso: 25 feb. 2015.2010a y  ‍El Confidencial Digital. 2010b. «La revuelta del “chapirí” obliga a Defensa a emitir una extraña nota diciendo que Fulgencio Coll (JEME) ha decidido ahora que la Legión mantendrá su gorro». El Confidencial Digital 03 de septiembre. Disponible en: < http://www.elconfidencialdigital.com/defensa/Defensa-Fulgencio-Coll-JEME-Legion_0_1462053793.html>. Fecha de acceso: 25 feb. 2015.2010b). Algo parecido sucedió, también durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, cuando se intentó regularizar la participación militar en las procesiones católicas, particularmente de La Legión en la procesión del Cristo de la Buena Muerte, hubo diversos choques con los militares, quienes finalmente lograron mantener sus «tradiciones» ( ‍Brisset, Demetrio. 2011. «Ejército y rituales religiosos. Dos estudios de antropología política en la España actual». Gazeta de Antropología 27(1): artículo 02. Disponible en: < http://www.ugr.es/~pwlac/G27_02DemetrioE_Brisset.pdf>. Fecha de acceso: 25 feb. 2015.Brisset 2011).

[33]

Hasta el año 2017 la mayoría de las unidades esperaban el inicio del desfile en la calle de Atocha, en cambio legionarios y regulares aguardaban en Paseo de la Infanta Isabel.

[34]

La unidad de paracaidistas ubicada en la calle Atocha también realiza una performance parecida, permanentemente bailando y cantando con sus fusiles, pero no tienen la misma interacción con los civiles.

[35]

Véase video en Youtube de legionarios y regulares cantando «El novio de la muerte» en la Plaza de Colón de Madrid tras el desfile del 12 de octubre: https://www.youtube.com/watch?v=-ALZvNnNkus

BIBLIOGRAFÍA CITADA[Subir]

[1] 

Abélès, Marc y Máximo Badaró. 2015. Los encantos del poder. Desafíos de la antropología política. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

[2] 

Anta, José Luis. 1990. Cantina, garita y cocina. Estudio antropológico de soldados y cuarteles. Madrid: Siglo XXI de España Editores.

[3] 

Augé, Marc. 1995. Hacia una antropología de los mundos contemporáneos. Barcelona: Gedisa.

[4] 

Badaró, Máximo. 2009. Militares o ciudadanos. La formación de los oficiales del Ejército Argentino. Buenos Aires: Prometeo Libros.

[5] 

Balandier, Georges. 1994. El poder en escenas: de la representación del poder al poder de la representación. Barcelona: Paidos.

[6] 

Balfour, Sebastian. 2002. Abrazo Mortal. De la guerra colonial a la guerra civil en España y Marruecos (1909-‍1939). Barcelona: Ediciones Península.

[7] 

Bourdieu, Pierre y Löic Wacquant. 2008 [1992]. Una invitación a la sociología reflexiva. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

[8] 

Brisset, Demetrio. 2011. «Ejército y rituales religiosos. Dos estudios de antropología política en la España actual». Gazeta de Antropología 27(1): artículo 02. Disponible en: <http://www.ugr.es/~pwlac/G27_02DemetrioE_Brisset.pdf>. Fecha de acceso: 25 feb. 2015.

[9] 

Busquets, Julio y Juan Carlos Losada. 2003. Ruido de sables. Las conspiraciones militares en la España del siglo XX. Barcelona: Crítica.

[10] 

Cardona, Gabriel. 2003. El gigante descalzo. El ejército de Franco. Madrid: Aguilar.

[11] 

Cardona, Gabriel. 2008. El poder militar en el franquismo. Las bayonetas de papel. Barcelona: Flor del Viento Ediciones.

[12] 

Colom, Guillem. 2011. «El proceso de Transformación militar en España (2004-‍2011)». UNISCI Discussion Papers 27: 117-‍131. doi: <http://doi.org/10.5209/rev_UNIS.2011.v27.38144>.

[13] 

Devillard, Marie José, Adela Franzé y Álvaro Pazos. 2012. «Apuntes metodológicos sobre la conversación en el trabajo etnográfico». Política y Sociedad 49(2): 353-‍369. doi: <https://doi.org/10.5209/rev_poso.2012.v49.n2.36512>.

[14] 

Enseñat y Berea, Fernando. 2013 «Transformación del Ejército de Tierra», en Racionalización de las estructuras de las Fuerzas Armadas. Hacia una organización conjunta: 43-76. Monografías 138. Madrid: ESFAS/CESEDEN.

[15] 

El Confidencial Digital. 2010a. «La Legión pierde su gorra con borla. El Ministerio de Defensa va a sustituir el tradicional “chapirí” de los Tercios por una boina granate». El Confidencial Digital 26 de agosto. Disponible en: <http://www.elconfidencialdigital.com/defensa/Legion-Ministerio-Defensa-tradicional-Tercios_0_1457254272.html>. Fecha de acceso: 25 feb. 2015.

[16] 

El Confidencial Digital. 2010b. «La revuelta del “chapirí” obliga a Defensa a emitir una extraña nota diciendo que Fulgencio Coll (JEME) ha decidido ahora que la Legión mantendrá su gorro». El Confidencial Digital 03 de septiembre. Disponible en: <http://www.elconfidencialdigital.com/defensa/Defensa-Fulgencio-Coll-JEME-Legion_0_1462053793.html>. Fecha de acceso: 25 feb. 2015.

[17] 

Fernández López, Javier. 2003. Militares contra el Estado. España: siglos XIX y XX. Madrid: Taurus.

[18] 

Ferrándiz, Francisco. 2011. Etnografías contemporáneas. Anclajes, métodos y claves para el futuro. Madrid: Anthropos-Universidad Autónoma Metropolitana.

[19] 

Gill, Lesley. 2005. Escuela de las Américas. Entrenamiento militar, violencia política e impunidad en las Américas. Santiago: LOM Ediciones-Cuatro Vientos.

[20] 

Imilan, Walter. 2013. «Experiencia Warriache: espacios, performances e identidades mapuche en Santiago», en Poblaciones en movimiento: Etnificación de la ciudad, redes e integración: 254-278. Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado.

[21] 

Lutz, Catherine. 2001. Homefront. A military city and the American 20th Century. Boston Beacon Press.

[22] 

Marcus, George. 2001 [1995]. «Etnografía en/del sistema mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal». Alteridades 11(22): 111-‍127.

[23] 

Martín Cabrero, Juan Jesús. 2012. La fuerza de Regulares. 100 años de historia. Presente y futuro. Documento de Opinión, 29/2012. Madrid: Instituto Español de Estudios Estratégicos.

[24] 

Medina, Francisco. 2004. Memoria oculta del Ejército. Los militares se confiesan (1970-‍2004). Madrid: Espasa.

[25] 

Ministerio de Defensa de España. 2016. Los Reyes presiden en Madrid los actos centrales del Día de la Fiesta Nacional. Disponible en: <http://www.defensa.gob.es/gabinete/ notasPrensa/2016/10/DGC-161012-Dia-hispanidad.html>. Fecha de acceso: 12 oct. 2016.

[26] 

Ministerio de Defensa de España. s/f. Ejército de Tierra. Disponible en: <http://www.defensa.gob.es/fuerzasarmadas/et/>. Fecha de acceso: 06 ago. 2015.

[27] 

Naciones Unidas. 2014. Informe del Relator Especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Pablo de Greiff. Misión a España. Disponible en: <http://www.ohchr.org/EN/HRBodies/HRC/RegularSessions/Session27/Documents/A.HRC.27.56.Add.1_S.doc>. Fecha de acceso: 06 ago. 2015.

[28] 

Ortega, Pere y Xavier Bohigas. 2015. Fraude e improvisación en el gasto militar. Análisis del presupuesto de Defensa español del año 2016. Barcelona: Centre Delàs d´Estudis per la Pau.

[29] 

Ortega Martín, Jorge. 2008. La transformación de los ejércitos españoles (1975-‍2008). Madrid: UNED-IUGM.

[30] 

Ortemberg, Pablo. 2006. «El caleidoscopio de la efeméride patria y sus proyecciones en la esfera pública: “Bienvenido Sr. Wong”», en G. Canepa y M. E. Ulfe (eds.), Mirando la esfera pública desde la cultura en el Perú. Lima: CONCYTEC.

[31] 

Preston, Paul. 2011. El holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después. Barcelona: Debate.

[32] 

Puell de la Villa, Fernando. 2000. Historia del ejército en España. Madrid: Alianza Editorial.

[33] 

Rodríguez Jiménez, José Luis. 2005. ¡A mí la Legión! De Millán Astray a las misiones de paz. Barcelona: Planeta, 2ª ed.

[34] 

Sánchez, Eulogio. 1999. «La mili en tres dimensiones». Revista de Antropología Social 8: 81-‍108.

[35] 

Sánchez, Eulogio. 2005. Servicio militar: un problema de identidades. Tesis de doctorado. Universidad Complutense de Madrid.

[36] 

Serra, Eduardo. 2014. «La modernización de las Fuerzas Armadas». Arbor 190(765): a098. doi: <http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.765n1005>.

[37] 

Zulaika, Joseba. 1989. Chivos y soldados: la mili como ritual de iniciación: ensayo antropológico. Donostia-San Sebastián: Baroja.