SUMARIO

  1. BIBLIOGRAFÍA CITADA

La menstruación es un terreno de especial interés para la antropología. Numerosos estudios han explicado qué tramas culturales se engarzan en el ciclo menstrual y qué normas socioculturales atraviesan a los sujetos menstruantes, sus prácticas y sus identidades. Desde la antropología ( ‍Esteban, Mari Luz. 2004. Antropología del Cuerpo. Género, itinerarios corporales, identidad y cambio. Barcelona: Bellaterra. Esteban 2004) se nos ha instado a entender el cuerpo no sólo como receptáculo de las normas sociales sino como un espacio de relaciones y prácticas que conforman el mundo social. La obra The Managed Body: Developing Girls and Menstrual health in the Global South, de Chris Bobel, se centra en el estudio crítico de los programas de desarrollo sobre educación menstrual. A través de 8 capítulos, la autora desentraña cómo estos programas, centrados en el suministro de productos de ‘higiene’ femenina, no solo ayudan a la acumulación de capital por parte de empresas, sino que contribuyen a la construcción de la idea de cuerpo higiénico, sano y moderno como aquel que está disponible, que está libre de la marca del cuerpo menstruante. La crítica profunda al consumismo y el productivismo como base de los programas de desarrollo se amplifica a través del análisis del colonialismo y etnocentrismo que rezuman. Después de New Blood. Third-Wave Feminism and the Politcs of Menstruation ( ‍Bobel, Chris. 2010. New Blood: Third-Wave Feminism and the Politics of Menstruation. New Brunswick, NJ: Rutgers University Press.Bobel 2010), en el que la autora analizaba en detalle los treinta años de activismo menstrual en el contexto norteamericano, los diversos debates que lo entrecruzan —articulando un movimiento heterogéneo con tres tipologías claras: el activismo sobre los productos, el activismo espiritual feminista y las políticas menstruales radicales—, y las prácticas y experiencias sobre la menstruación que valorarán los cuerpos menstruantes como espacios de resistencia política y cultural, la pregunta de investigación que se abría estaba servida: ¿Si las políticas menstruales encuentran en el modo occidental de ‘gestionar’ la menstruación un espacio ideal para la promoción de un sujeto neoliberal, mercantilizado, productivista, capitalista y dócil, instado a la autodisciplina constante del cuerpo para sortear el estigma menstrual ( ‍Johnston-Robledo, Ingrid y Joan Chrisler. 2013. «The Menstrual Mark: Menstruation as Social Stigma». Sex Roles, 68 (1): 1-10.Johnston-Robledo y Chrisler 2013), qué están haciendo los programas que tratan de llevar al Sur Global los ‘avances’ en los modos de gestión capitalista de la regla?

Aunque esta pregunta parece que tenga una respuesta bastante obvia —y así es—, Bobel no se conforma con plantearla. Muy al contrario, se embarca en un trabajo de campo intenso y extenso que combina diversos métodos: el análisis feminista del discurso de materiales obtenidos a través de internet de 65 organizaciones que desarrollan programas de MHM —llamados así por sus siglas en inglés correspondientes a Menstrual Hygiene Management—, 70 entrevistas en profundidad y el trabajo de campo en diversos puntos de India, Uganda y Kenia.

En la primera parte del libro se sitúa la crítica al trasfondo epistemológico de los programas de ‘justicia menstrual’ que desarrollan las organizaciones de MHM. Fundamenta que, lejos de converger con el activismo menstrual como movimiento que «nos instiga a reescribir las reglas de corporalidad generizadas, racializadas y con marca de clase, para imaginar un mundo en los que los cuerpos no son problemas a ser resueltos (u ocultados o avergonzados) sino lugares de poder, placer y potencial» (p. 5), estos programas promueven la ‘gestión’ mercantilizada de los cuerpos a través de la provisión de productos a las niñas. Analiza cómo los programas no abordan transformación de las estructuras que vulnerabilizan a las niñas, sino que las revictimizan al desplegar un imaginario occidental sobre el Sur Global profundamente generizado en lo que se refiere a las nociones de productividad, agencia, modernidad, respetabilidad y libertad de movimiento (p. 7). Aún más, la MHM misma enmarca la menstruación como un problema en el que el cuerpo se vislumbra como el principal obstáculo para que mujeres y niñas tengan una vida plena (p. 9).

Uno de los temas más reveladores que trata son los claroscuros de las políticas de desarrollo centradas en ‘las niñas’. La autora desarticula la tesis que establece que, si las niñas se quedan en la escuela, esto revierte en el desarrollo económico para la comunidad (p. 59). La crítica se aborda desde el análisis de cómo con la acción aliada de corporaciones y organizaciones de desarrollo construye la idea de «las niñas como sujetos emprendedores obstaculizadas por una cultura opresiva» (p. 60). Se las presenta como la solución a todos los problemas, como posibles heroínas neoliberales tras haber sido rescatadas por benefactores, programas o acciones provenientes del Norte Global.

Bobel abunda en los debates sobre la agencia y la víctima ( ‍Butler, Judith, Zeynep Gambetti y Leticia Sabsay. 2016. Vulnerability in Resistance. Durham, NC: Duke University Press. Butler, Gambetti y Sabsay 2016) en su descripción de los relatos de desarrollo centrados en las niñas que sitúan la educación de las niñas como el remedio a todos los males y que, en el terreno específico de la menstruación, crean un imaginario de un antes, esto es niñas vulnerables, pobres y sin capacidad de sacar su potencial, y un después: niñas educadas, a salvo y productivas.

Tras el análisis de discurso de los programas de MHM, la autora concluye que su mirada centrada en lo higiénico vuelve a invisibilizar el ciclo y reduce la menstruación a la gestión del fluido, con lo que su dimensión cultural y generizada que la estigmatiza se desdibuja.

Esta idea se desarrolla en la segunda parte del libro en la que desgrana los marcos de interpretación de los programas de MHM. El primer marco establece que la niñez en el Sur Global es precaria pero, en lugar de abordar la falta de redes de apoyo económico y social que hacen que ciertas poblaciones estén más expuestas al daño, la violencia o la muerte ( ‍Butler, Judith. 2009. «Performativity, Precarity and Sexual Politrics». AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, 4 (3): i-xiii.Butler 2009), individualizan el problema y lo vinculan al hecho de menstruar. El segundo marco sitúa la menstruación como una crisis higiénica, por lo que la vincula a lo sucio y a la enfermedad, recreando su estigma. El tercer marco es el que considera que las niñas no tienen acceso a los materiales apropiados para gestionar la regla, de manera que los modos tradicionales son insuficientes, impropios, antihigiénicos e inseguros (p. 129). Este juicio a los modos tradicionales eleva a los productos occidentales comerciales (principalmente la compresa desechable) como los únicos posibles para gestionar la regla ‘dignamente’. Con un menosprecio a las culturas locales y a los conocimientos, se genera un espectáculo del sufrimiento sobre un sujeto pobre, necesitado, ignorante y desesperado (p. 173) que será rescatado por el complejo industrial occidental, blanco. El efecto que se consigue es establecer las marcas y el negocio menstrual como una aspiración, como un signo de modernidad (p. 203) y, con ello, las niñas y mujeres re-acomodan lo que les parece apropiado o preferible.

En la tercera parte del libro se aborda en detalle el proceso de autovigilancia del cuerpo menstruante resultante del discurso de la dignidad en la gestión de la menstruación. Si gestionar con dignidad la menstruación significa que se puede mantener la regla invisible, se puede ocultar y, por tanto, parecer que no se tiene la regla, encontramos una tensión entre la dignidad y la disciplina: para tener dignidad hay que disciplinar a los cuerpos (p. 212). Ahora bien, el cuerpo dignificado es un cuerpo racializado y pobre, visto como deficiente y salvaje bajo las lentes opresoras y colonialistas que, dirá Bobel, tienen que ser arreglados con el don de la modernidad.

Lo moderno es, en el universo de los MHM, cuerpos libres de la marca menstrual, disciplinados, siempre disponibles, siempre a punto para trabajar, para ganar, para el éxito (p. 255). Y el éxito se reduce a hacer accesibles productos. Bobel deja espacio para analizar las consecuencias de la implantación de los productos de un solo uso en comunidades sin posibilidad de gestión de residuos, por lo que la ‘dignidad’ va en detrimento del medio ambiente.

Las recomendaciones de Bobel que se despliegan en el último capítulo van destinadas a repensar los programas desde el paradigma de la alfabetización menstrual que incluya una mirada holística sobre el proceso enmarcado dentro de un movimiento que valore los cuerpos y que entienda que la positividad corporal (‘body positivity’ en inglés) es una forma de resistencia encarnada: «actos materiales y discursivos que se oponen a las normas hegemónicas, a las costumbres, a las convenciones sobre el cuerpo en un contexto dado» (p. 284). Para ello, la autora considera que se debe unir el activismo menstrual con la idea de justicia reproductiva, lo que pasa no solo por romper el silencio sobre el estigma de la regla, sino desplegar herramientas de autogestión para recuperar el control de los cuerpos frente a la industria y, por último, prestar especial atención a la racialización.

Con esta obra, la autora logra complementar el estudio de la menstruación poniendo de manifiesto cómo el estigma de la regla se refuerza con las lógicas capitalistas y productivistas que, además, rearman la idea de la niña-mujer víctima del Sur Global.

BIBLIOGRAFÍA CITADA[Subir]

[1] 

Bobel, Chris. 2010. New Blood: Third-Wave Feminism and the Politics of Menstruation. New Brunswick, NJ: Rutgers University Press.

[2] 

Butler, Judith, Zeynep Gambetti y Leticia Sabsay. 2016. Vulnerability in Resistance. Durham, NC: Duke University Press.

[3] 

Butler, Judith. 2009. «Performativity, Precarity and Sexual Politrics». AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, 4 (3): i-xiii.

[4] 

Esteban, Mari Luz. 2004. Antropología del Cuerpo. Género, itinerarios corporales, identidad y cambio. Barcelona: Bellaterra.

[5] 

Johnston-Robledo, Ingrid y Joan Chrisler. 2013. «The Menstrual Mark: Menstruation as Social Stigma». Sex Roles, 68 (1): 1-‍10.