Practicing Etnography es un manual de etnografía inusual. Es muy sencillo pero presenta ideas complejas, y por lo tanto muy accesible para personas que empiezan a aprender a trabajar con herramientas etnográficas, pero también interesante para etnógrafas y etnógrafos con larga experiencia; es muy claro porque utiliza muchos ejemplos concretos de muchos trabajos realizados o en curso, que se presentan con una gran claridad; es muy práctico porque, además de los ejemplos que presenta, cada capítulo incluye sugerencias de ejercicios fáciles de realizar; y finalmente no solo incluye un capítulo para tratar el tema de la ética del trabajo de campo, sino que al colocarlo en la primera parte, las autoras lo convierten en una perspectiva que debe acompañar toda la investigación, desde el diseño.

Está dividido en cuatro partes que reflejan el proceso de un trabajo de campo, desde su inicio hasta la presentación pública de los resultados, tanto en forma escrita como visual.

La primera parte se dedica a los orígenes y a los principios básicos del trabajo de campo etnográfico. Consta de cuatro capítulos, el primero aborda de manera esquemática la historia de la disciplina, señalando las ideas más importantes a lo largo de su desarrollo, y presenta como ejemplo el trabajo de una estudiante de doctorado, Niki Thorne, centrado en la descolonización de la metodología etnográfica en el contexto de las reclamaciones de las naciones indias canadienses. El segundo capítulo se centra en la observación participante como herramienta más importante y característica de la etnografía, utilizando como ejemplo el trabajo de un profesor de antropología, George Gmelch, entre jugadores de baseball, habiendo jugado él mismo en el pasado. El tercer capítulo desarrolla el tema de la ética y la política del trabajo de campo, incluyendo el trabajo que se hace en internet, y presenta como ejemplo un trabajo colaborativo realizado entre una conservadora de museo y varias naciones indias en Estados Unidos. El cuarto capítulo habla de las entrevistas, individuales y en grupo, formales e informales, y de las historias de vida, y emplea como ejemplo la investigación realizada por Dianna Shandy entre los nuers, dialogando con la herencia de Evans-Pritchard.

La segunda parte, «Notas, datos y representaciones», contiene tres capítulos sobre la conversión de la experiencia del trabajo de campo en material analizable. El capítulo quinto presenta distintos estilos de tomar notas de campo e incluye como ejemplo el complejo proceso de toma de notas de la antropóloga Elizabeth Greenspan sobre los recordatorios que la gente dejaba a las víctimas del ataque a las Torres Gemelas del 11 de septiembre. El capítulo sexto se centra en el análisis del material, desde el proceso de codificación a las formas de preservarlo de una forma ética y segura, utiliza como ejemplo la investigación de Karen McGarry, una de las autoras del libro, sobre la ética y la política del trabajo de campo entre los y las deportistas de alta competición en patinaje artístico. Por último, el capítulo séptimo analiza el proceso de escritura de informes y las políticas de representación, ilustrando el tema con el proyecto de Katryn Dudley sobre quién representa a quién en el contexto de las resistencias de una fábrica artesanal de luthiers ante las presiones del mercado capitalista.

La tercera parte aborda el desplazamiento del trabajo de campo más tradicional hacia otras formas de hacerlo, concretamente la antropología aplicada y la auto-etnografía, y dedica un capítulo a cada tema. El capítulo octavo sobre antropología aplicada ofrece como ejemplo concreto el trabajo de Caura Wood, antropóloga que a la vez forma parte como ejecutiva de una compañía petrolera en Alberta, Canadá, y reflexiona sobre los conflictos de la negociación de identidades en una investigación desde la base. El capítulo noveno sobre auto-etnografía se ilustra con el trabajo de Jean Briggs entre los Inuit, analizando el papel que jugaron sus sentimientos en el proceso de trabajo de campo.

La cuarta y última parte del libro se dedica a la ayuda que proporcionan los medios visuales, tanto en el proceso de trabajo como para publicar el resultado final. Contiene tres capítulos. El décimo trata el papel de las fotos y las películas a la hora de provocar emociones en las personas con las que trabajamos, y utiliza como ejemplo la investigación que realizó la otra autora del libro, Lynda Mannik, entrevistando, con la ayuda de algunas las fotografías realizadas durante la travesía, a supervivientes de los pasajeros de un barco que trasportó a Canadá refugiados políticos estonios en 1948, cuando su país fue tomado por la Unión Soviética. El siguiente capítulo se titula «Las películas etnográficas como método etnográfico», incluye una lista de películas realizadas entre 1922 y 1989, y presenta una reflexión sobre la película etnográfica que Jennifer Cool realizó en los suburbios de la ciudad de Los Ángeles. El último capítulo se dedica a la investigación en comunidades virtuales y ofrece como caso de estudio el trabajo de H. J. François Dengah II en internet a través de avatares.

Además de esta estructura general en cuatro partes que van precedidas de una introducción y que finalizan con un glosario de términos, una lista de referencias y un índex, me parece importante mencionar la estructura de cada capítulo para poder apreciar el valor didáctico del libro. Comienzan siempre con un epígrafe introductorio, de unas 5-‍6 páginas, que desarrolla la parte más teórica de cada tema. A continuación, le sigue un epígrafe parecido en extensión y denominado viñeta, que presenta los ejemplos concretos contados en primera persona. Sigue una sección muy corta titulada «Haciendo conexiones», en las que las autoras formulan preguntas reflexivas para conectar el ejemplo de cada capítulo con los conceptos que se van tratando en el libro de manera más teórica. El siguiente epígrafe, «Intenta hacer esto», propone una reflexión sobre la práctica relacionada con el tema del capítulo. Continúa otra sección en la que se proponen proyectos para realizar a modo de ejercicios prácticos, concebidos para reflexionar sobre alguna de las ideas del capítulo. Finalmente se incluye una lista corta de lecturas recomendadas sobre los temas abordados de cada uno de los capítulos.

Me parece un libro excelente para enseñar y aprender etnografía, de hecho, lo he utilizado en mi curso este año con muy buenos resultados, porque es muy ameno y sitúa al lector, no solo en la antropología contemporánea, sino en el mundo contemporáneo. Para el público español tiene, sin embargo, dos pequeños inconvenientes. El primero es que está fundamentalmente contextualizado para lectores de Canadá y Estados Unidos, sobre todo por los ejemplos. El segundo podría ser solo temporal: no está traducido al español, aunque me parece que sería muy deseable, dado que existen pocos manuales en nuestro idioma, la mayoría hoy día obsoletos, y las excepciones me parecen muy extensas y complejas, abarcando toda la historia de la antropología y muy comprensivo en cuanto a temas. Practicing Ethnography me parece que podría ser un libro relevante en el contexto español por este motivo, y porque se centra en la metodología etnográfica en vez de la disciplina antropológica. Finalmente, ya que hoy en día colegas de disciplinas afines a la antropología realizan trabajos de campo y utilizan herramientas etnográficas, muchas veces con escasa o muy escasa formación, la lectura de este sencillo libro mejoraría el rigor y la eficacia del empleo de la metodología etnográfica.