Disparidades. Revista de Antropología 78 (1)
enero-junio 2023, e011
eISSN: 2659-6881
https://doi.org/10.3989/dra.2023.011

ARTÍCULOS

EL CORAJE EN MOVIMIENTO: MOVILIDAD EMOCIONAL Y MIGRACIÓN SIN REDES*Este trabajo fue financiado por ANID - Programa Iniciativa Científica Milenio - NCS17_027.T

COURAGE IN MOTION: EMOTIONAL MOBILITY AND MIGRATION WITHOUT NETWORKS

Marissa Rodríguez-Sánchez

Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa y Núcleo Milenio Movilidades y Territorios

https://orcid.org/0000-0002-3465-2977

RESUMEN

Este texto se inscribe dentro de los estudios antropológicos de las emociones, abonando con un enfoque que destaca la cualidad dinámica de la expresión emocional, entendido aquí como movilidad emocional. Ello mediante la descripción y análisis etnográfico de un caso migrante del centro-sur de México hacia los Estados Unidos sin redes solidarias de apoyo previamente establecidas. En su tránsito hacia el norte, se asienta temporalmente en el mercado Mesón Estrella del centro de Monterrey, México. Las vicisitudes aparejadas a las estrategias sociales, políticas y laborales durante su estancia temporal, se recrudecen por la soledad, debido a la carencia de redes en Monterrey ni en el país destino. De tales experiencias surge, como emoción principal de esta etapa de vida, el coraje. Este escrito tiene como base el argumento de que, si la movilidad migratoria es generadora de experiencias de vida inéditas, son asimismo inéditas las experiencias emocionales y debemos explicar su proceso de construcción, que es a la vez íntimo y social. La indagación desde el enfoque propuesto de la movilidad emocional, pone en diálogo dos ámbitos o «espectros emocionales»: el subjetivo y sociocultural, relacionados indisociablemente en la constitución de este estado emocional.

PALABRAS CLAVE: 
Coraje; Movilidad; Migración; Emociones; Redes.
ABSTRACT

This text is part of the anthropological studies of emotions, contributing with an approach that highlights the dynamic quality of emotional expression, understood here as emotional mobility. This is done through the description and ethnographic analysis of a case of a migrant from south-central Mexico to the United States without solidarity support networks. In its transit to the north, he settles temporarily in the Meson Estrella market in downtown Monterrey, Mexico. The vicissitudes associated with social, political and labor strategies during their temporary stay are intensified by loneliness, due to the lack of networks in Monterrey or in the destination country. From such experiences, courage arises as the main emotion of this stage of life. This paper is based on the argument that, if migratory mobility generates unprecedented life experiences, emotional experiences are also unprecedented and we must explain their construction process, which is both intimate and social. The inquiry from the proposed approach of emotional mobility, puts in dialogue two spheres or “emotional spectra”: the subjective and sociocultural, inseparably related in the constitution of this emotional state.

KEYWORDS: 
Courage; Mobility; Migration; Emotions; Networks.

Recibido: 31 de agosto de 2021; Aprobado: 8 de abril de 2022

Cómo citar este artículo / Citation:  Rodríguez-Sánchez, Marissa. 2023. «El coraje en movimiento: movilidad emocional y migración sin redes». Disparidades. Revista de Antropología 78(1): e011. doi: <https://doi.org/10.3989/dra.2023.011>.

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

 

Las emociones han representado interés -aunque generalmente de manera tácita- ya desde las etnografías clásicas1Acerca de las emociones en las etnografías clásicas, en las que se trata de manera implícita su relevancia, en las que se analizó la vida afectiva de los grupos estudiados o bien, en donde hay atisbos de reconocimiento de la dimensión afectiva como objeto de estudio social o, por el contrario, en el centro del debate se sopesaba si constituían un objeto pleno para el análisis antropológico, puede consultarse Bolaños, L. P. (2014). El estudio socio-histórico de las emociones y los sentimientos en las Ciencias Sociales del Siglo XX;Bourdin, G. (2016)Antropología de las emociones; Calderón Rivera, E. (2012). La afectividad en antropología: una estructura ausente; Fernández Poncela, A. M. (2011). Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos., pensándolas como parte constitutiva de la agencia, de la creatividad individual y colectiva, como parte integral de la cultura en su totalidad; y aún antes de la antropología, por los pensadores y filósofos de la conducta humana. En las últimas décadas se ha registrado un análisis sistematizado de las emociones en ciencias sociales, otorgándoles un lugar central para la descripción de la realidad. Se trata de un cambio paradigmático del trabajo antropológico que prioriza el sentido de la vida social de quien la protagoniza; dirige la atención hacia «los modos en que los sujetos significan la realidad que viven y no sólo desde el punto de vista del observador científico» (Hirai 2012: 80Hirai, Shinji. 2012. «¡Sigue emociones y significados!: la etnografía multisituada y el estudio de la migración transnacional», en Marina Ariza y Laura Velasco (coords.), Métodos cualitativos y migración internacional. México: IIS -UNAM y COLEF.).

Las contribuciones en este campo han demostrado que la observación y análisis de la vida afectiva, en su carácter de socialmente construida y significada en contextos concretos, provee información esencial para explicar las realidades ubicadas histórica y culturalmente. Sin embargo, no se puede reducir a un momento concreto o a una teoría en particular el nacimiento y apogeo del estudio de las emociones en ciencias sociales, pues los abordajes y el relieve del tema son multifactoriales2A. M. Fernández Poncela (2012) enumera al menos veinte condiciones sociales y académicas que propiciaron el interés por el tema de la emocionalidad. Y afirma que: “En este aspecto parece que nos alejamos de la modernidad, pero no sólo en el interés hacia el tema, sino también su tratamiento, hoy hay una nueva mirada más abierta, curiosa y comprensiva” (A. M. Fernández Poncela, 2012: 2).. La bastedad del renovado interés por la emocionalidad, en ocasiones dificulta la comprensión puntual de sus orígenes y aun la comprensión de los matices que ha tomado desde la multidisciplinariedad en que se aborda. No obstante, sí es posible identificar ciertas perspectivas que han marcado la pauta para los estudios de emociones en la actualidad.

Las teorías provenientes del posestructuralismo, conciben las emociones al modo de artefactos (Geertz 1995Geertz, Clifford. 1995. La interpretación de las culturas Barcelona: Gedisa. ) que forman parte de un bagaje cultural para la interacción, así como vehículos de acción simbólica asociados primigeniamente a los significados y estructuras sociales (Rosaldo 1984Rosaldo, Michelle. 1984. «Toward an anthropology of self and feeling», en R. Shweder y R. le Vine (eds.), Culture Theory: Essays on Mind, Self, and Emotion. Cambridge: Cambridge University Press. ). Los estudios culturales, la sociología interpretativa, el feminismo y los estudios de género, han sido fundamentales para adentrarse en los valores interseccionales que delinean el ejercicio de los afectos, como reflejo de la naturaleza relacional de las emociones (Lutz 2012Lutz, Catherine. 2012. «Introducción», en Edith Calderón, La afectividad en antropología: una estructura ausente. México: CIESAS y UAM-I. ). Esto es, se evidencia que la motivación y expresión de los afectos siempre proviene del exterior, de la interacción social en sentido extenso, vinculadas a las condiciones individuales de los actores, así como a las normativas sociales, a los sistemas de poder, a elementos que definen diacrónicamente los contextos históricos, etc. (Lutz y White 1986Lutz, Catherine y Geoffrey White. 1986. «The Anthropology of Emotions». Annual Review of Anthropology 15: 405-436.).

Los cuadros analíticos se depuran: en principio, parece cada vez más superada la oposición naturalista-culturalista en que se asentaba en buena medida la reflexión sobre la emocionalidad, bajo argumentos biologicistas para, en su lugar, centrar la atención en la variabilidad cultural de la expresión emocional. La escisión entre emoción y cognición se pone en entredicho al invocar a aquéllas como pensamientos corporeizados (Rosaldo 1984Rosaldo, Michelle. 1984. «Toward an anthropology of self and feeling», en R. Shweder y R. le Vine (eds.), Culture Theory: Essays on Mind, Self, and Emotion. Cambridge: Cambridge University Press. ), atrayendo con ello necesariamente el análisis del cuerpo, de la geografía humana y del embodiment (Aguilar y Soto 2014Aguilar, Miguel Angel y Soto, Paula. 2013. Cuerpos, espacios y emociones: aproximaciones desde las ciencias sociales. UAM-I.; Lindón e Hiernaux 2006Lindón Alicia y Daniel Hiernaux-Nicolas (dirs.). 2006. Tratado de Geografía Humana. Barcelona: Anthropos-UAM.), así como de la materialización de la emocionalidad (Gumbrecht 2005Gumbrecht, Hans Ulrich 2005. Producción de presencia. Lo que el significado no puede transmitir. Universidad Iberoamericana. ; Navaro-Yashin 2003Navaro-Yashin, Yael. 2003. «Life is dead here. Sensing the political in “no man’s land”». Anthropological Theory 3(1): 107-125.).

Ahora bien, consideramos que dichos modelos sociointerpretativos, culturales y construccionistas de las emociones, comparten la virtud de profundizar en la variabilidad de la expresión emocional, anclada en la diversidad cultural; además, también han logrado destacar la función cognitiva, reflexiva y evaluativa de las emociones puestas en marcha (Turners y Stets 2006Turner, Jonathan. H. y Jan F. Stets, 2006. The Sociology of Emotions. Nueva York: Cambridge University Press. ). Se desecha la visión reduccionista de la emocionalidad opuesta a la razón; en su lugar, se releva la naturaleza cognitiva y volitiva de la expresión emocional (Kemper 1978Kemper, Theodore. 1978. «Toward a Sociology of Emotions: Some Problems And Some Solutions». The American Sociologist 13(1): 30-41. ; Barbalet 2001Barbalet, Jack M. 2001. Emotion, Social Theory and Social Structure. A Macrosociological Approach. Cambridge: Cambridge University Press. ; Torregrosa 1984Torregrosa Peris. José R. 1984, «Emociones, sentimientos y estructura social», en José R. Torregrosa y E. Crespo (eds.), Estudios básicos de psicología social. Madrid: CIS-Hora. ), necesaria para llevar a cabo la lectura y posterior acción «en las circunstancias estructurales que enmarcan la interacción y proporcionan a los actores elementos interpretativos para responder a los diversos contextos situacionales» (Ariza 2017: 72Ariza, Marina. 2017. «Vergüenza, orgullo y humillación: contrapuntos emocionales en la experiencia de la migración laboral femenina». Estudios Sociológicos 35(103): 65-89. México: El Colegio de México, A.C. ).

Otra de sus fortalezas, es que dan la ocasión de emplear una robusta heterogeneidad de metodologías cualitativas a través del lenguaje, con el fin de realizar la labor de interpretación, de indagar en los significados contenidos, en el sentido y en elementos simbólicos provenientes de los mundos social y cultural, así como de conjugar la actividad interpretativa con una multiplicidad de perspectivas que nutren las indagaciones desde distintas aristas.

Por otro lado, tal flexibilidad ha derivado en que las fronteras teóricas y conceptuales no siempre están claramente delimitadas. La riqueza que representa la posibilidad de conjugación teórica, aunada a intentar superar los problemas metodológicos por las limitaciones propias del análisis del lenguaje y el problema del sentido, ha llevado a conciliarse con perspectivas otrora antagónicas, con las de corte naturalista, como las neurológicas (Damasio 1996Damasio, Antonio. 1996.El error de Descartes. La razón de las emociones. Chile: Editorial Andres Bello.; Castaingts Teillery 2008Castaingts Teillery, Juan. 2008. «Antropología simbólica y neurociencia». Alteridades 18(35): 129-138. ).

Así, asistimos a argumentos construccionistas con fuertes bases biológicas, tales que la determinación de características corporales para la expresión emocional (Elster 1999Elster, Jon. 1999. «Rationality, emotions and social norms». Synthese 98: 21-49.; Mercadillo, Díaz y Barrios 2007Mercadillo, Roberto, José Luis Díaz y Fernando A. Barrios. 2007, «Neurobiología de las emociones morales». Salud Mental 30(3): 1-11.), la escisión entre emoción y afecto al plano meramente ideológico el primero y el otro, extendido a una dimensión factual (Hochschild 1990Hochschild, Arlie. Russell. 1990. «Ideology and Emotion Management: A Perspective and Path for Future Research», en Theodore. Kemper, (ed.),Research Agendas in the Sociology of Emotions: 117-142). Nueva York: State University of New York Press.); la existencia de grupos de emociones básicas y otras construidas; emociones secundarias sociales o morales (Ekman 1979Ekman, Paul. 1979. The Face of Man. Expressions of Universal Emotions in a New Guinea Village. Nueva York: Garland. ; Goleman 1995Goleman, Daniel. 1995. La inteligencia emocional. Vergara, México. ), por mencionar algunas.

Es decir, hallamos, por un lado, relevantes progresos para señalar la contextualidad histórica como determinante en la conformación de culturas afectivas (le Breton 2012Le Breton, David. 2012. «Por una antropología de las emociones». Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad - RELACES 10: 67-77. ), para reconocer el vínculo sistemático entre la expresión emocional y las estructuras sociales que encuadran su ejercicio, distribuidas jerárquicamente en relaciones de poder y de estatus (Kemper 1978Kemper, Theodore. 1978. «Toward a Sociology of Emotions: Some Problems And Some Solutions». The American Sociologist 13(1): 30-41. ). Se defiende, asimismo, la variabilidad emocional y sus implicancias a la inversa, en la conformación de sistemas más amplios políticos, religiosos, económicos y su carácter normativo (Hochschild 1979Hochschild, Arlie. Russell. 1979. «Emotion Work, Feeling Rules, and Social Structure». American Journal of Sociology 85: 551-75.).

Empero, de estos mismos planteamientos, se libera sólo parcialmente la potencia emocional contextualizada. Coincidimos con críticas bien fundadas (Lara y Enciso 2013Lara, Alí y Giazú Enciso. 2013. «El Giro Afectivo». Athenea Digital 13(3): 101-120. ; Cromby 2007Cromby, John. 2007. «Toward a Psychology of Feeling». International Journal of Critical Psychology 21: 94-118.) hacia el quehacer analítico de las emociones predominantemente a través del lenguaje, de la gramática comparativa, de las estructuras sociales, de las transformaciones históricas, que paradójicamente, han dejado de lado el examen precisamente de la emoción, para, en su lugar, centrarse en estos otros fenómenos que la acompañan: sujetos, estructuras, cambios históricos, la psique, etc.

Es decir, se estudia las estructuras y el modo en que se mueven los individuos en esas estructuras (que les inicia emociones), antes que estudiar las emociones mismas y el proceso de emergencia de las emociones. El vínculo sistemático entre sujetos-emociones-socioestructuras, es uno que suele darse por sentado y las emociones vienen a embonar en dicho sistema, pues se pretende que, bajo el mismo tratamiento, es posible caracterizar prácticamente todas las emociones humanas (Kemper 1978Kemper, Theodore. 1978. «Toward a Sociology of Emotions: Some Problems And Some Solutions». The American Sociologist 13(1): 30-41. ).

Asimismo, se asume que las emociones son: que ya se hallan plenamente constituidas como estados emocionales fijos. Objetivadas así, son instaladas estáticamente en aquellas condiciones estructurales que constriñen al sujeto a experimentarlas inexorable, pasiva y estáticamente. Por ejemplo, siguiendo a Barbalet (2001)Barbalet, Jack M. 2001. Emotion, Social Theory and Social Structure. A Macrosociological Approach. Cambridge: Cambridge University Press. , se afirma que el ejercicio excesivo del poder generaría culpa o, a la inversa, la carencia de poder produce miedo; mientras que ocupar un lugar social cuyo estatus es significativo, exalta la vergüenza o bien, un déficit de ése, causa el enojo a quien lo padece, etc.

No es de extrañar, entonces, que uno de los resultados de esta forma de analizar las emociones, dé por determinado que el contenido significativo de la experiencia emocional debe rastrearse como causa antes que resultado. O, para decirlo de otro modo, se privilegia un análisis que enfatiza «qué hacen las emociones en la gente y no tanto sobre qué hace la gente con las emociones» (Rodas 2019Rodas, Johnatan Mariano. 2019. La política afectiva de la resistencia: un estudio etnográfico sobre la experiencia del Movimiento de Resistencia Pacífica de La Puya, en Guatemala. Tesis Doctoral. CIESAS-Sureste. ). Podemos decir que, «en general, las teorías estructuralistas y socioculturales participan en distinta medida de este modo de presuponer los vínculos de causalidad en la generación de emociones» (Ariza 2016: 19Ariza, Marina. 2016. Emociones, afectos y sociología: diálogos desde la investigación social y la interdisciplina. México: Instituto de Investigaciones Sociales UNAM. ).

Se obtiene la sólida impresión de que se sigue emulando las formas objetivantes del quehacer de las ciencias exactas, sin que el estudio cultural de las emociones logre emanciparse del todo de la rigidez de la taxonomía, cuyo proceso, sin embargo, se agota en un universo hermético, sellado de antemano y, por lo tanto, inmóvil.

Éste es precisamente el asunto que conforma nuestro interés central. La tendencia que prima en la actualidad ofrece una imagen estática de las emociones, como modelos que se forjaron en el pasado de una vez y para siempre. Aunque estas críticas no son nuevas (Bericat, 2000Bericat Alastuey, Eduardo. 2000. «La sociología de la emoción y la emoción en la sociología». Papers 62, Barcelona: UAB. ), es imposible obviar el hecho de que, los estudios sociales actuales de emociones, parecen no resistir la tentación de generar modelos rigurosos que fijan las emociones y sus sucesiones de manera inmóvil.

No obstante los significativos aportes en este campo, existen aún grandes retos teóricos y metodológicos para precisar la dimensión de la emocionalidad propiamente dicha, para delimitar su sentido específico o bien, para definir su estatuto «que permita dar cuenta del tipo de movilidad y de temporalidad propio del régimen emocional, permitiéndonos así tener acceso a un núcleo experiencial» (Depraz 2012: 39Depraz, Natalie. 2012. «Delimitación de la emoción. Acercamiento a una fenomenología del corazón». Investigaciones fenomenológicas 9: 39-68.).

Uno de los intereses de este escrito, es dirigir la atención hacia la cualidad dinámica de la experiencia emocional. Es decir, que aunque tradicionalmente el análisis «se centre en una emoción particular, éstas están lejos de ser estados puros: coexisten con otras afines u opuestas y se transmutan dependiendo de factores contingentes al contexto de interacción» (Ariza 2017: 69Ariza, Marina. 2017. «Vergüenza, orgullo y humillación: contrapuntos emocionales en la experiencia de la migración laboral femenina». Estudios Sociológicos 35(103): 65-89. México: El Colegio de México, A.C. ). Asimismo, consideramos como problema de fondo que, admitir la nomenclatura de las emociones definidas teóricamente, como la vivencia emocional misma, naturaliza artificialmente la emoción por su denominación.

Habitualmente hallamos las emociones abordadas a partir de definiciones científicamente consensuadas con independencia de las especificidades experienciales de los actores sociales: lo que se entiende por tal o cual emoción, sus características, detonantes, alcances, registros discursivos y materiales. Particularmente cuando se trata de emociones asiduamente trabajadas en estudios previos o bien, en el caso de emociones consideradas «básicas» o del cúmulo de las llamadas emociones «sociales» o «morales», que han atraído más atención de los investigadores. Verbigracia, abordar la emoción del «enojo», como englobante del «coraje», ya que la primera pertenece a las consideradas emociones básicas, mientras la segunda, tiene distintas acepciones según sus usos regionales.

La acumulación de conocimientos en este sentido, contribuyen efectivamente en provecho de una profundización cada vez mayor sobre ciertas emociones e incluso aportan datos significativos acerca de los intereses académicos, así como de las experiencias emocionales mayormente observadas en las realidades sociales; no obstante, el riesgo patentizado que advertimos, es el de emplear dichas producciones como moldes analíticos, en cuyos resultados, las particularidades etnográficas ofrecidas, en muchas ocasiones, resultan solamente episódicas, contribuyendo así a perpetuar las características y alcances de esas emociones analizadas frecuentemente como reglas inamovibles.

Esta inclinación a abordar las emociones como un objeto definido de antemano, es decir, la emoción ya objetivada con independencia de los aconteceres particulares, resulta insuficiente para dar cuenta de las complejidades de los fenómenos emocionales contextualizados. Por el contrario, consideramos importante delimitar el sentido específico de las emociones a la luz de las situacionalidades que las propician y que están vinculadas a una multiplicidad de escalas sociales. Por lo tanto, resulta prioritario indagar en la fluctuación emocional que deriva, luego, en emociones plenamente constituidas como estados emocionales.

Este texto se inscribe dentro de los estudios antropológicos de las emociones, con el objetivo de abonar con un enfoque que destaque dicha cualidad dinámica, entendida aquí como movilidad emocional. Para llevarlo a cabo, se ha realizado un análisis etnográfico de un caso de migración de un varón originario del centro-sur de México, quien ha emprendido el trayecto hacia los Estados Unidos sin contar con redes solidarias de apoyo previamente establecidas. En su tránsito hacia el norte, se asienta laboral y socialmente en el mercado Mesón Estrella del Centro urbano de Monterrey, México.

El análisis de las migraciones, a través de un componente emocional para su estudio, es uno de los fenómenos que esta línea teórica ha priorizado (Besserer 2014Besserer, Federico. 2014. «Regímenes de sentimientos y la subversión del orden sentimental: Hacia una economía política de los afectos», Nueva Antropología 27(81): 55-76.; Hirai 2009Hirai, Shinji. 2009. Economía política de la nostalgia: un estudio sobre la transformación del paisaje urbano en la migración transnacional entre México y Estados Unidos. México: Juan Pablos Editor y UAM- I.; Asakura 2014Asakura, Hiroko. 2014. Salir adelante. Experiencias emocionales por la maternidad a distancia. México: Ediciones de la Casa Chata. ; Ariza 2017Ariza, Marina. 2017. «Vergüenza, orgullo y humillación: contrapuntos emocionales en la experiencia de la migración laboral femenina». Estudios Sociológicos 35(103): 65-89. México: El Colegio de México, A.C. ). Las repercusiones que tiene la movilidad migratoria en la subjetividad, la vida psíquica y en el devenir de los sujetos en tránsito, conectan a la migración y a las emociones en «una relación necesaria» (López 2020López Fernandez, Rosalía. 2020. «El potencial de las emociones en el estudio de los movimientos migratorios: Un análisis sobre poder y estatus a partir de historias de vida de mujeres migrantes empleadas de hogar».Migraciones. Publicación Del Instituto Universitario De Estudios Sobre Migraciones 49: 5-29.), debido al distanciamiento geográfico y social, al desarraigo, así como en la transformación de las comunidades y de los territorios implicados, pues las dificultades en los procesos de integración o las presiones para lograr los objetivos, propician «cansancio material y sufrimiento psicológico del migrante [y] son experiencias que tienden a ser universales» (Vitale 2006: 6Vitale. Ermanno. 2006. Ius migrandi. Editorial Melusina.).

Las vicisitudes aparejadas a las estrategias sociales, políticas y laborales durante su estancia temporal, se recrudecen por la soledad, debido a la carencia de redes en la ciudad ni en el país destino. De tales experiencias surge, como una de las emociones principales de esta etapa de vida, el coraje. En sus narraciones, conviven emociones adyacentes al coraje, que representa lindes o yuxtaposiciones emocionales vinculadas a las experiencias externas que propician la experiencia de la emoción del coraje, con potencias y tonalidades distintas al coraje experimentado en épocas precedentes a la etapa migratoria.

De esta manera, este escrito tiene como base el argumento de que, si la movilidad migratoria es generadora de experiencias de vida inéditas, son asimismo inéditas las experiencias emocionales y debemos explicar su proceso de construcción, que es a la vez íntimo y social. La indagación, deberá entonces, poner en diálogo dos ámbitos o «espectros emocionales»: el subjetivo y sociocultural, relacionados indisociablemente en la constitución de este estado emocional.

Se emplea un marco teórico conceptual de tipo socioestructural (Kemper 1978Kemper, Theodore. 1978. «Toward a Sociology of Emotions: Some Problems And Some Solutions». The American Sociologist 13(1): 30-41. ; Barbalet 2010Barbalet, Jack M. 2001. Emotion, Social Theory and Social Structure. A Macrosociological Approach. Cambridge: Cambridge University Press. ), pues posibilita, precisamente, indagar en los procesos subjetivos, en conjunción con «la interacción social y el contexto donde tiene lugar, en virtud del posicionamiento estructural diferencial en las jerarquías de poder y estatus que la condición de inmigrante supone» (Ariza 2017: 68Ariza, Marina. 2017. «Vergüenza, orgullo y humillación: contrapuntos emocionales en la experiencia de la migración laboral femenina». Estudios Sociológicos 35(103): 65-89. México: El Colegio de México, A.C. ). En este caso, con el objetivo de desplazar del centro focal de observación y análisis los componentes estructurales para, en su lugar, concentrar la atención en el surgimiento de la emoción.

Con el empleo de una metodología multisituada (Marcus 2001Marcus, George. 2001. «Etnografía en/del sistema mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal». Alteridades 11(22): 111-127. ), se han seguido los discursos emocionales que giran en torno a la emoción del coraje, con la finalidad de comprender y explicar el proceso de construcción de esta emoción: cómo ha sido objetivada desde la subjetividad del sujeto, en relación a su experiencia migratoria enmarcada socioculturalmente.

En lo siguiente, se explica la movilidad emocional como modo de enfocar el análisis que destaque la cualidad dinámica de las emociones y cómo este enfoque abreva de los presupuestos socioestructurales. En un segundo apartado, se expondrá la metodología y las técnicas empleadas para el análisis etnográfico. Más adelante, se presenta el marco contextual migratorio en el mercado Mesón Estrella de la ciudad de Monterrey y una breve caracterización de los «migrantes sin redes», grupo al que pertenece el caso analizado y cuya etnografía se expone en un cuarto momento. Para concluir, se dará paso a algunas consideraciones finales.

ENFOQUE MOVILIDAD EMOCIONAL: GUÍAS TEÓRICO CONCEPTUALES

 

Se propone un análisis enfocado en la «movilidad emocional», para comprender el carácter procesual de las emociones, es decir, la conformación en proceso de un estado emocional. De esta manera, al indagar en una emoción (o en varias) que proveerá información sobre un fenómeno, es imperativo poner en el centro de la atención analítica la naturaleza dinámica de tal experiencia emocional. Esto es: la coexistencia de esa emoción analizada, con otra(s) emociones que se van suscitando en la experiencia subjetiva, pero fundamentalmente, que están vinculadas a las circunstancias externas que enmarcan el contexto sociocultural donde se desenvuelve el sujeto. Estos dos ámbitos o «espectros», el subjetivo y el sociocultural, deben ser tomados en cuenta para comprender cabalmente su incidencia recíproca en la configuración de aquella emoción que se analiza.

Un espectro emocional subjetivo es el repertorio íntimo de emociones, generado a lo largo de las historias de vida particulares, como parte de una «economía psíquica» personal (Torregrosa 1984Torregrosa Peris. José R. 1984, «Emociones, sentimientos y estructura social», en José R. Torregrosa y E. Crespo (eds.), Estudios básicos de psicología social. Madrid: CIS-Hora. ). El conjunto de emociones que pueden ser desplegadas por el sujeto, han sido aprendidas e incorporadas mediante la socialización en diversas escalas identitarias (familiar, comunitaria, nacional, laboral, etc.). Por sí solo, el espectro subjetivo sería competencia del campo psicoanalítico, sin embargo, desde una perspectiva antropológica, la subjetividad se nutre, en primera instancia, acorde a los códigos emocionales dispuestos en un abanico de posibilidades proveído por la cultura (le Breton 2012Le Breton, David. 2012. «Por una antropología de las emociones». Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad - RELACES 10: 67-77. ), es decir, por el espectro emocional sociocultural.

A lo que llamamos espectro emocional sociocultural, es a ese cúmulo de emociones cargadas de sentido, valores y significados, que permiten hacer inteligible la expresión emocional entre sujetos, pues identifica la pertenencia al grupo cultural. Son «todas estas expresiones colectivas, simultáneas, morales y vinculantes de los sentimientos del individuo y del grupo, son, más que meras manifestaciones, signos de expresiones entendidas; en definitiva, un lenguaje» (Mauss 2021 [1921]: 79Mauss. Marcel. 2021 [1921]. «La expresión obligatoria de los sentimientos», en María Gabriela Lugones, María Cecilia Díaz, Agustín Liarte Tiloca et. al., Sobrevivencias escritas II. Universidad Nacional de Córdoba, Colección Versiones. ). El espectro emocional sociocultural, se identifica con una «cultura afectiva» en tanto se trata de un saber que circula de manera difusa en la sociedad y enseña a los sujetos, según su sensibilidad personal, las impresiones y actitudes que deben tomar ante las vicisitudes que experimenta en su vida personal (le Breton 2012Le Breton, David. 2012. «Por una antropología de las emociones». Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad - RELACES 10: 67-77. ).

El acervo emocional que significa el espectro sociocultural, se mantiene gracias a la repetición de esos saberes, por parte de los sujetos, de tal suerte que es imposible disociar un espectro del otro. Las emociones no están fincadas permanentemente en uno u otro espectro; no se trata de estados emocionales inamovibles que las personas repitan de manera homogénea en cada caso ante las mismas circunstancias, aún cuando les vincule el pertenecer al mismo grupo sociocultural. Pues si bien los códigos convencionales que dan forma al espectro emocional sociocultural, suscitan interpretaciones identificables colectivamente, no llegan a opacar las singularidades propias de cada sujeto (Mier 2000: 26Mier, Raymundo. 2000. «La antropología ante el psicoanálisis: las iluminaciones tangenciales». Cuicuilco 7(18): 1-43.). Dicha relación interdependiente entre individuo y sociedad, apunta a desestructurar el supuesto carácter privado de las emociones, aunque en efecto, sean experimentadas de manera íntima.

El devenir individual exige a cada sujeto echar mano del abastecimiento de códigos emocionales contenidos en el espectro sociocultural, conforme su personalidad se va transformando, en tanto actor social con diversos roles y grados ganados a lo largo de su vida. Un espectro emocional subjetivo está en permanente transformación, por lo tanto, nunca será el mismo del inicio de su conformación hasta la muerte de la persona, como tampoco incluirá todos los códigos y matices comprendidos en el espectro emocional sociocultural, inmensamente más amplio de lo que puede experimentar un sujeto en toda su vida.

Por su parte, los espectros socioculturales, si bien presentan transformaciones de manera más paulatina que los subjetivos, de igual manera se hallan en constante modificación, pues sus marcas revelan la inscripción a una época; es decir, la manera de experimentar y expresar la vida emocional, también es una forma en que los sujetos evidencian su pertenencia a un momento sociohistórico dado (le Breton 2012Le Breton, David. 2012. «Por una antropología de las emociones». Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad - RELACES 10: 67-77. ). Cabe entonces destacar que, las emociones no son estados anquilosados cuyo diseño se plasmó de una vez y en definitiva para siempre, no son productos que pertenecen al pasado, como siguen algunas tendencias objetivistas de la cultura y la sociedad (Williams, en Hirai 2014Hirai, Shinji. 2014. «La nostalgia. Emociones y significados en la migración transnacional». Nueva Antropología 27(81): 77-94. México: Asociación Nueva Antropología AC. ).

Ahora bien, un individuo es incapaz de transformar por sí solo las estructuras que sostienen el espectro socioestructural que ha recibido de otros: ésa es una actividad llevada a cabo por la comunidad en conjunto, a través de sucesos procesuales imperceptibles por paulatinos o, por el contrario, a partir de acontecimientos de quiebre social que representan parteaguas diacrónicos. Sin embargo, un individuo sí es capaz de someter a juicio el espectro socioestructural en el que se desenvuelve, puesto que las categorías culturales pertenecen a la cosa pública (Douglas 2007Douglas, Mary. 2007. Pureza y peligro. Un análisis de los conceptos de contaminación. Editorial Nueva Visión.).

Por lo tanto, desde la perspectiva de la movilidad emocional, el diálogo interespectral subjetivo-sociocultural, se halla atravesado por la comunidad como sistema. La comunidad se edifica, entre otras, con base en estructuras que fungen como regímenes sociales, aplicados de manera desigual para los sujetos. La comunidad, en tanto estructura, realiza una función de mediación y de distribución de posibilidades emocionales3Al respecto, una de las propuestas posteriores al presente escrito, igualmente contenidas en la propuesta del enfoque de la movilidad emocional, sería la agencia del sujeto e-motivo, que refiere a la dimensión ética y política de la expresión emocional. Por el momento, no será desarrollada, porque no forma parte esencial de los objetivos de este trabajo. .

No obstante, antes que reificar el sistema «comunidad», debemos recalcar que somos los individuos quienes soportamos la comunidad, en su doble acepción de sostener y de tolerar. Como lo han resaltado los aportes socioestructurales (Kemper 1978Kemper, Theodore. 1978. «Toward a Sociology of Emotions: Some Problems And Some Solutions». The American Sociologist 13(1): 30-41. , Barbalet 2010Barbalet, Jack M. 2001. Emotion, Social Theory and Social Structure. A Macrosociological Approach. Cambridge: Cambridge University Press. ), para comprender el rol mediador de la comunidad, es fundamental abordar las nociones de poder y de estatus de cada clase de sujeto. En el marco de las interacciones sociales, cada individuo detenta cierto grado de poder que le permite imponerse sobre otros, obligarlos a acatar sus direcciones o deseos; mientras que el estatus se trata del respeto u honor otorgado voluntariamente a alguien, es el prestigio concedido de manera libre. Ambos, poder y estatus, existen en tanto son reconocidos por los otros y por sí mismo, ubicando al sujeto en un lugar determinado dentro de las jerarquías de la estructura sociocultural donde se llevan a cabo las interrelaciones.

Al ser parte constitutiva de las estructuras sociales, el poder y el estatus son grados facultativos ganados por diversos medios a lo largo de la vida y, por lo tanto, pueden ser perdidos. No son fuerzas permanentes; cambian, varía su potencia, son mensurados en concomitancia a la trayectoria personal que a su vez es legitimada por los valores que priman en cada socioestructura. Tampoco pueden ser transferibles sin conflicto de una sociedad a otra, pues las estructuras que respaldan el poder y el estatus, asimismo cambian de cultura en cultura.

En este sentido, «lo que los individuos esperan antes de interactuar con otros y lo que realmente reciben, influye en el flujo de emociones» experimentadas (Turner y Stets 2006: 216Turner, Jonathan. H. y Jan F. Stets, 2006. The Sociology of Emotions. Nueva York: Cambridge University Press. ) o, dicho desde un enfoque de la movilidad emocional: las fluctuaciones que emergen de la experiencia migratoria, transforman el espectro emocional subjetivo con el surgimiento de emociones inéditas. Verbigracia, si el migrante experimenta tristeza, no sería la primera vez en su vida, pero nunca antes con estos matices, pues la experiencia de la migración lo reposiciona en todo su ser político, social y psíquico. Entonces, para entender cómo se insertaría esa «nueva» tristeza como elemento inédito en su espectro emocional subjetivo, además de rastrear las emociones adyacentes con las que esa tristeza convive (que la alimentan, la potencian, en fin, que también la delinean), es condición necesaria hurgar en los canales por los que se efectúa el diálogo interespectral subjetivo-sociocultural.

Este último, entre otras, otorga información esencial acerca del individuo. Es decir, de las emociones disponibles en el acervo emocional que representa el espectro sociocultural, las que experimente el sujeto, informan de él sus características interseccionales: edad, origen, clase, género, etc.; sobre los aspectos socioespaciales: las condiciones externas que propiciaron el surgimiento de la emoción: un marco histórico y diacrónico; y dota de información en términos socioestructurales: la posición que ocupa el sujeto en la estructura sociopolítica que propicia la emoción, esto es, la cuota de poder y estatus que detenta en ese caso dado.

METODOLOGÍA MÓVIL

 

El grupo de análisis del que forma parte el protagonista de este escrito, está conformado por sujetos migrantes tanto internos del centro-sur de México, como migrantes extranjeros centroamericanos. En estas circunstancias, aunque no comparten el origen, afirmamos que pueden y deben ser considerados como un grupo, dadas las afinidades y coincidencias en otras escalas que son más relevantes que la nacionalidad, mencionadas más adelante.

Los límites territoriales, locales y nacionales, siguen siendo un factor relevante, mas no exclusivo ni delimitativo en su totalidad. La tendencia a encuadrar excesivamente en los márgenes jurídico administrativos para explicar los fenómenos migratorios, es un mecanismo señalado como de «nacionalismo metodológico» desde una perspectiva transnacional (Besserer y Nieto 2018Besserer, Federico y Raul Nieto. (eds). 2015, La ciudad transnacional comparada. Modos de vida, gubernamentalidad y desposesión. México: Juan Pablos Editor. ). En su lugar, se aprecia la influencia de los estados, pero en la medida en que marcan tendencias políticas y económicas que estimulan estructuralmente la migración (Osterling 2017Osterling, E. 2017. «Migraciones», en D., Zunino Singh, G. Giucci y P. Jirón, (eds.), Términos clave para los estudios de movilidad en América Latina. Buenos Aires: Biblos.).

El transnacionalismo es una propuesta potente, en tanto desarticula la excesiva atención en dichas fronteras y en los procesos macroestructurales para interesarse más en las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales, en una escala mucho más próxima a la experiencia de los sujetos migrantes (Rouse 1989Rouse, Roger. 1989. Mexican Migration to the United States: Family Relations in the Development of a Transnational Migrant Circuit. Tesis Doctoral, Stanford: Departamento de Antropología, Stanford University.; Glick Schiller, Basch y Blanc-Szanton 1992Glick-Schiller, Nina, Linda Basch y Cristina Blanc-Szanton. 1992. «Transnationalism: A New Analitic Framework for Un-derstanding Migration», en Nina Glick-Schiller, Linda Basch y Cristina Blanc-Szanton. (eds.), Towards a Transnational Perspective on Migration: Race, Class, Ethnicity and Nationalism Reconsidered. Annuals of the New York Academy of Sciences 645: 1-24.; Portes 1997Portes, Alejandro. 1997. Globalization from Below: The Rise of Transnational Communities. Princeton University.). En este tenor, encontramos una utilidad importante en la teoría transnacional para lograr delinear grupalmente a nuestros sujetos de estudio de origen heterogéneo.

La metodología privilegiada por los estudios de migración transnacional, es la multisituada (Marcus 2001Marcus, George. 2001. «Etnografía en/del sistema mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal». Alteridades 11(22): 111-127. ), cuyo objetivo es «seguir», en términos literales, un elemento de análisis (personas, objetos, metáforas, tramas, conflicto, biografía), para hacer un mapeo de las circunstancias y transformaciones de tal elemento en el transcurso del trabajo de campo. No se trata de delinear un sistema en su totalidad, sino de identificar las manifestaciones de las estructuras globales que emergen de las conexiones establecidas en una multiplicidad de situaciones y espacios, donde las relaciones de poder, de desigualdad, conflicto y negociación, surgen por derroteros culturales más variados que sólo por los sistemas económicos y políticos (Marcus, 2001: 112Marcus, George. 2001. «Etnografía en/del sistema mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal». Alteridades 11(22): 111-127. ).

A través de la metodología multisituada se busca distinguir otros sitios y mecanismos de producción y de consumo cultural distintos a aquellos sitios de producción tradicionalmente hegemónicos. Siguiendo a Marcus, la premisa es que existe una variedad mucho más amplia desde donde se reproducen los trazos del sistema socioestructural total, pero mediante relaciones más complejas «difusas, descentradas o multisituadas» (ídem) que mediante un mecanismo lineal de las macroestructuras a las micro. Como se ha explicado antes, precisamente la expresión de la movilidad emocional es un modo de producción cultural que trasluce las variaciones socioestructurales padecidas por los actores sociales.

Para llevar a cabo el presente análisis, se han seguido y analizado los discursos orales en torno a lla emoción del coraje en un caso migrante sin redes; es el caso de Mayo, de 50 años, originario de San Luis Potosí, México. El registro etnográfico se ha hecho mediante técnicas cualitativas, tales que entrevistas a profundidad, registro audiovisual y observación participante en movimiento, acompañando al sujeto en sus labores diarias en el espacio del mercado Mesón Estrella, así como fuera de horario laboral, pero igualmente circunscrito a esta zona, que es su espacio de ocio.

El método para profundizar en su experiencia emocional, ha sido «desmenuzar» en las narrativas la emoción del coraje. Dicho desmenuzamiento, parte de ejercicios de reflexión en diálogo emic-etic, donde las acepciones de la palabra «coraje», son el punto de partida para lograr una definición propia de la misma. La elección se justifica por las reiteradas menciones espontaneas sobre el coraje, por parte del sujeto que protagoniza el caso presentado, para significar momentos clave de su movilidad migratoria; así como porque las diversas acepciones de «coraje» en español, dotan de información acerca del marco socioestructural, socioespacial y de la interseccionalidad del informante. Lo que se ha perseguido al indagar profundamente en la manera cómo él caracteriza la emoción y las contingencias que la han propiciado, es «intentar trazar las relaciones y sustentos sociales de asociaciones que están más claramente vivas en el lenguaje» (Marcus: 119Marcus, George. 2001. «Etnografía en/del sistema mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal». Alteridades 11(22): 111-127. ).

MARCO CONTEXTUAL MIGRATORIO EN MONTERREY: MIGRANTES SIN REDES

 

Las migraciones tanto interna como internacional, han sido un fenómeno constante en la historia del Estado de Nuevo León. Sin embargo, en los últimos años se ha registrado un aumento por encima de décadas precedentes. Sólo entre 2015 y 2020, arribaron cerca de 300 mil migrantes provenientes de otros Estados de la República, mientras que los migrantes internacionales aumentaron de 29,295 en el año 2010 a 49,500 en el 2020. En ambos casos, tanto internos como internacionales, los migrantes se asientan mayormente en la capital Monterrey y su área metropolitana4Área Metropolitana de Monterrey se integra por doce municipios: Apodaca, Cadereyta, El Carmen, García, San Pedro Garza García, Escobedo, Guadalupe, Salinas Victoria, San Nicolás de los Garza, Santa Catarina, Santiago y Monterrey. (Anuario de Migración y Remesas México 2021Anuario de Migración y Remesas México 2021. Gobierno de México, Secretaría de Gobernación, CONAPO, Fundación BBVA. ). A pesar de estos datos oficiales, es difícil precisar la cantidad sin lugar a dudas, dado que la mayoría de las personas ingresa al país de manera irregular (CONAPO 2019CONAPO, 2019. La situación demográfica de México. México: Consejo Nacional de Población-SEGOB.) y el posterior establecimiento en Monterrey, temporal y espacial, es muy variable.

Las características de la ciudad, la hacen atractiva para diversos migrantes: por su ubicación geográfica estratégica, en la frontera texana y en el corredor industrial del TLC Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, existe una amplia oferta laboral en el sector servicios y en el sector industrial; además de ser un centro de negocios nacionales e internacionales, y contar con gran afluencia en las instituciones de educación superior. Según el PNUD 2019PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 2019. «Informe de Desarrollo Humano Municipal 2010-2015». Transformando México desde lo local. Ciudad de México: PNUD., es el segundo Estado con el mejor índice de desarrollo humano y una de las tres ciudades con mejor calidad de vida del país (pág. 16). Por estas razones, Monterrey constituye un importante centro de atracción migratoria para «extranjeros en situación administrativa regularizada, indígenas, población mestiza de otros estados, […] cada vez más migrantes centroamericanos, con o sin documentos administrativos que legalicen su estancia que deciden establecerse en el AMM» (Doncel y Lara 2021: 95Doncel de la Colina, José Antonio y Alma Adriana Lara Ramírez 2021. «Construcción social del sujeto migrante y lógica organizativa en las “casas de migrantes” del Área Metropolitana de Monterrey (Nuevo León, México)». Revista de Estudios Sociales 76: 94-110.).

En esta multiplicidad de grupos, se circunscribe un sector que no ha sido plenamente identificado por los estudios de migración en Monterrey al cual pertenece el sujeto protagónico de este texto y al que le hemos identificados como «migrantes sin redes». El trabajo paradigmático de Larissa Adler Lomnitz (1977)Lomnitz, Larissa Adler. 1977. Networks and Marginality. Life in a Mexican Shantytown. Academy Press. en cuanto a redes solidarias entre migrantes rurales hacia la ciudad, demostró que las relaciones familiares extensas, así como las relaciones de compadrazgo y los favores devueltos, conforman redes con base en el efecto de la reciprocidad. Las dinámicas solidarias permiten la sobrevivencia de los migrantes y su inserción social en los destinos migratorios, mediante el reforzamiento de lazos entre la comunidad y permite, también, mantener su propia condición identitaria.

Las redes solidarias, el «capital social» o «capital de redes» (Elliot y Urry 2010Elliott, Anthony y John Urry. 2010. Mobile Lives. Londres: Routledge. ) ya sea en contexto rurales, urbanos, nacionales o internacionales, cumplen una función relevante para aminorar la dificultad del proceso de inserción de los migrantes y los costos que suponen. Los paisanos, familiares o amigos, orientan sobre los desplazamientos, acogen al recién llegado y administran sus capacidades humanas en ciertas labores que más tarde se convertirán en recursos económicos y políticos, útiles tanto para el nuevo migrante, como para aquéllos quienes lo sustentan en primer término. Previamente a la salida de los sitios de origen, los allegados al migrante ya establecidos en los destinos migratorios cuentan con mayor poder adquisitivo y pueden facilitar los bienes monetarios para el traslado, así como encauzarlos por un itinerario geográfico estratégico más certero gracias a su experiencia.

La importancia de las redes es muy amplia, se extiende más allá de los bienes y recursos tangibles, hasta las relaciones sociales que posibilitan sostener las marcas de identidad individuales y comunitarias, a través del mantenimiento de las tradiciones y costumbres, de la lengua y el reforzamiento de los lazos afectivos entre ambas comunidades. Incluso, la producción y consumo de objetos y servicios propios de las comunidades migrantes que se desarrollan en nuevos contextos, generan paisajes recreados que ponen en movimiento toda una industria translocal (Hirai 2009Hirai, Shinji. 2009. Economía política de la nostalgia: un estudio sobre la transformación del paisaje urbano en la migración transnacional entre México y Estados Unidos. México: Juan Pablos Editor y UAM- I.), a través de la circulación de dinero, de símbolos, de personas y de cosas de toda índole.

Por lo tanto, el tipo de migración que ejecutan los varones migrantes del Mesón Estrella representa un caso muy peculiar dentro de los estudios de migraciones tanto interna como transnacional, ya que los varones emprenden el trayecto desde el centro-sur de México y desde Centroamérica en solitario o acompañados por otros esporádicamente durante el trayecto con otros que van conociendo en el camino. Sus redes de apoyo solidario, tanto en Monterrey como en los países destino, son nulas o extremadamente limitadas; es decir, no cuentan con amigos, familiares o conocidos previos en Monterrey (que representa una ciudad meramente de paso) ni en los lugares de destino final en Estados Unidos o Canadá (éste en menor medida). Uno de los lugares donde se asientan temporalmente y se insertan sociolaboralmente, es el mercado Mesón Estrella, ubicado en el centro de Monterrey.

En este sentido, cuando hablamos aquí de «migrantes sin redes», nos referimos en concreto a la carencia de dichos complejos entramados de relaciones de reciprocidad y supervivencia material, identitaria y afectiva a que hace referencia el concepto antropológico en los términos ya explicitados. Es decir, los migrantes sin redes del Mesón Estrella no representan una suerte de comunidad desarticulada del extenso social donde establecen su estancia temporal, sino que el tejido de redes sociales se va realizando de manera simultánea a su salida, tránsito y adaptación, lo cual les significa cuotas sociales, políticas, económicas y emocionales más demandantes en comparación de las de aquellos migrantes que sí cuentan con capitales sociales previos, ya sea en Monterrey o en los destinos finales.

No existe un registro oficial de la cantidad de migrantes sin redes en El Mesón Estrella, precisamente porque no han sido reconocidos por otros estudios como grupo migrante en la ciudad. Los datos provienen enteramente del trabajo de campo comenzado en ese mercado desde 2019 a la fecha. Además de siete casos con los que he trabajado a profundidad, he tenido contacto con 36 hombres migrantes, mexicanos y centroamericanos, que laboran en el mercado.

Comienzan el trayecto en edad promedio entre 17 y 26 años y, dada su posición familiar, responden al rol de proveedores (son padres, esposos, hijos solteros o casados con dependientes definidos). Esta responsabilidad asumida y administrada estructuralmente, es la motivación principal de su migración. Como grupo migrante en tránsito en Monterrey, les vincula el trabajar y habitar en la misma zona del Mesón. Los anhelos, objetivos y estrategias de adaptación y de movilidad, se replican en todos los casos, aunque, paradójicamente, de los siete casos estudiados, ninguno se conoce entre sí. No acuden a refugios, casas migrantes ni solicitan asistencia de ningún tipo, sino que ejecutan sus estrategias de manera individual. Los informantes confirman que al Mesón llegaron «por casualidad», «preguntando dónde hay trabajo», «dónde está barato para vivir» en lo que continúan el trayecto al norte.

El Mesón Estrella recibe alrededor de 6 mil personas diariamente, entre administradores, compradores y trabajadores; ofrece a los migrantes trabajo por día como cargadores en los comercios fijos dentro del inmueble o en los comercios fijos y ambulantes en un margen de 4 calles alrededor del mercado, zona que asimismo se llama «del Mesón». Su ubicación (a 1.8 km de la central de autobuses, conectado con rutas urbanas, a medio kilómetro del Metro y a 3 minutos de la Alameda5La plaza pública Alameda Mariano Escobedo se ha convertido en las últimas décadas en espacio de encuentro para diversos sectores migrantes en la ciudad, principalmente internos, pero cada vez más, también extranjeros.), los bajos costos de vivienda por día o semana y de servicios, incluidos los de ocio, lo hacen un espacio asequible y útil para su proyecto de inserción temporal.

El centro de Monterrey, donde se halla el mercado, en los últimos treinta años ha sufrido un «éxodo de familias, proletarización de la población, terciarización de la economía y envejecimiento de las personas en condiciones de precariedad» (Aparicio, Ortega y Sandoval 2011Moreno Aparicio, Carlos Eduardo, María Estela Ortega y Efrén Sandoval. 2011. «La segregación socio-espacial en Monterrey a lo largo de su proceso de metropolización». Región y Sociedad 23(52).). Las casas habitacionales han disminuido, los comercios proliferan, la inseguridad, descuido de la infraestructura e insalubridad, prevalecen. En este contexto, la individualidad en la que operan los migrantes sin redes, los hace sujetos a la discriminación, a la marginación social, a la explotación laboral y vulnerables ante el crimen organizado (coyotes, estafadores, secuestradores); razones por las cuales su movilidad extralaboral igualmente se circunscribe al Mesón, pues una vez aprendidos los códigos internos, aunado a la abundante movilidad de gente, les faculta para el anonimato.

Si en términos generales, la movilidad migratoria «trastoca las señas de identidad propias y ajenas, confronta al yo con la otredad y modifica el sentido de pertenencia; procesos todos con hondas repercusiones en la vida afectiva» (Ariza 2017: 66Ariza, Marina. 2017. «Vergüenza, orgullo y humillación: contrapuntos emocionales en la experiencia de la migración laboral femenina». Estudios Sociológicos 35(103): 65-89. México: El Colegio de México, A.C. ), en el caso de los migrantes sin redes, conlleva un esfuerzo de adaptación mayor y un desgaste emocional adicional, dadas precisamente sus circunstancias de soledad. La tristeza, el miedo, la nostalgia y el coraje, son emociones habitualmente experimentadas, a las cuales, sin embargo, deben sobreponerse si han de proseguir el objetivo migratorio inicial.

Estas emociones adversas son producto de su vida reciente y van siendo experimentadas a la par que su propia historia se va delineando por la movilidad migratoria. Se trata de emociones reconocidas por sí mismos, que forman parte de su espectro emocional subjetivo. Sin embargo, esta experiencia emocional íntima, cobra tonalidades antes desconocidas y otros significados, debido a la pérdida del reconocimiento de sus cualidades y roles adquiridos en el lugar de origen, pues no hallan su legitimación de parte de los otros. Asimismo, la inserción temporal en la sociedad receptora, exige la adaptación a normas y códigos desconocidos. Todas estas circunstancias suscitan que el espectro emocional subjetivo, que había sido construido con antelación al parteaguas que significa la migración, se modifique.

Paralelamente, en la cotidianidad del día a día, las emociones necesariamente fluctúan en varios estados según los sucesos y las actividades realizadas, aunque destacan las de tono negativo. Como ejemplo, en época precedente, Mayo, migrante sin redes en el Mesón Estrella de Monterrey, de 50 años de edad, necesariamente había experimentado coraje, pero, su experiencia de vida reciente, hace que predomine una clase de coraje que determina en gran medida su propia identidad; asimismo, el coraje ha estado en el centro de la toma de decisiones en torno a su experiencia migratoria.

Atendiendo a la realidad de sus circunstancias como me han sido referidas por él, es prioritario abordar el caso bajo un tratamiento que contemple el desarrollo constitutivo de las emociones antes que ubicarme en la emoción ya construida, esto es, ¿cómo se va construyendo subjetivamente la emoción del coraje que permea su vida actual y que es una emoción producida por la movilidad migratoria?

DE LA CANDIDEZ AL CORAJE: UN PROBLEMA POLÍTICO

 

Mayo6El nombre real del informante ha sido cambiado para respetar su privacidad., originario de Matlapa, San Luis, es el primogénito de seis hermanos. Llegó a Monterrey en 1988 cuando tenía 17 años, con el objetivo de pasar la frontera hacia los E.U. en la primera oportunidad, trabajar y sostener a sus padres y hermanos. Lo conocí en noviembre de 2018, a sus 47 años, encargado de un puesto de quesos veracruzanos en el mercado Mesón Estrella del Centro de Monterrey.

La primera etapa migratoria de Mayo en Monterrey se extendió desde los 17 hasta sus 25 años de edad. En ese período, realizó toda clase de labores para sostenerse: fue cargador, repartidos de volantes, se enlistó como soldado, guardia en una mueblería, mesero y nuevamente cargador. Todas estas actividades -excepto la milicia- así como su lugar de vivienda, las realizó en el mercado Mesón Estrella. Transcurrieron ocho años de su vida en esta ciudad que jamás deseó habitar, sin que se diera la tan anhelada oportunidad de cruzar la frontera.

Finalmente, en 1996, un día que Mayo paseaba por la Alameda, coincidió con John «el gringo». La plaza central Alameda, muy cercana al Mesón, es punto de encuentro y paseo de migrantes. John había ido en busca de trabajadores para su rancho en Nebraska, entre otros, necesitaba hombres conocedores del cuidado y crianza de caballos. Justamente el oficio que Mayo, su padre y abuelo, desempeñaban en Matlapa. No tuvo dificultad en cruzar la frontera en la camioneta de John, como uno más de sus empleados y entonces: «Me fui a vivir a Nebraska, a un lugar que se llama Franklin. […] Allá pasé 13 años. Los 13 años más felices de mi vida».

Mayo ganaba suficiente para sostener a la familia que comenzó en Nebraska con La Güera y sus dos hijos, un varón y una niña; también para enviar dinero cada mes a su familia en San Luis, gracias al desempeño en un trabajo que disfrutaba, con varios hombres a su cargo, entre animales y al aire libre. Algunos fines de semana iba a un restaurante mexicano en Red Cloud, ubicado en la frontera con Kansas, a escuchar música mexicana, a beber cerveza y para conversar en español con paisanos quienes, como él, frecuentaban el restaurante en búsqueda de un ambiente que les fuera familiar en el país ajeno. Un viernes de agosto de 2009, a ese restaurante, acudieron agentes migratorios que detuvieron a Mayo junto con otros sin más explicaciones ni posibilidad de defensa. En palabras de Mayo: «fue el regalito que Obama nos hizo a mí y a un chingo de mexicanos».

A mediados de diciembre de ese año, Mayo fue deportado en Reynosa, Tamaulipas. Se acercó a una casa migrante donde le ayudaron y desde ahí, junto con otras personas, se lanzó a cruzar por el Río Bravo. De esa experiencia recuerda que:

Nos tardamos más en esperar que cayera la noche, que lo que tardaron en cacharnos. Nos echaron unas lucezotas y pa’trás. Yo traté de esconderme debajo del agua (suelta una carcajada), pero me dije «ya, Mayo, no le pegues al valiente. Guárdate el coraje para después». […] Ya no me quedé en Reynosa, me vine pa’cá pa’ Monterrey. […] Me vine al Mesón. Aquí siempre hay algo qué hacer.

Una vez más, en 2011, intentó cruzar, ahora por el desierto, pero casi le cuesta la vida. También fue deportado y nuevamente regresó a Monterrey y al Mesón. Realizó varios trabajos con la intención de juntar dinero y pagar a un pollero para que lo pasara escondido en el suelo falso de un tráiler. Quería regresar a su vida en Nebraska, con sus hijos y con la Güera. Sin embargo, no lo logró y perdió contacto definitivo con ellos desde 2014.

Cuando ya me desengañé y todo se lo llevó la sonaja, tenía coraje, oiga; mucho coraje. Rabia de veras. Me decía, ¡cómo chingados no vas a ir por ellos si son tus hijos, Mayo! ¡Míos!, ¿me entiende? ¿No le digo que casi me muero en el desierto? Andaba como perro, buscando un peso para ellos. Y mi Güera… La Güera era ley, pero se cansó. Pero, ¡negarme a mis hijos! Eso, ¿cómo le diré? Haga de cuenta que me puso la mano aquí (se toca el pecho) y me puso freno. ¿Ya a qué iba? Ellos son «americanos», allá está su lugar y tienen más oportunidades. ¿A qué me los iba a traer? ¿Al pueblo? ¿A pasar hambre? […] Y de puro coraje quería llorar, pero no puedo llorar.

Mayo es un sujeto afable y divertido entre compañeros del mercado. Sin embargo, muchos de ellos dudan de la veracidad de sus anécdotas. Aunque él aún mantiene cierto prestigio como trabajador en su puesto de quesos y logra argumentar en su defensa contra los más jóvenes, cada vez le es más difícil superar el descreimiento de sus compañeros. En El Mesón Estrella, residen también hombres mayores, migrantes deportados o que nunca lograron cruzar, cuyas historias migratorias resultan inverosímiles para algunos escuchas. Muchos de ellos, padecen el alcoholismo que es un grave problema social y de salud en el Mesón. Para los más jóvenes, representan una alerta latente de cuál puede ser su destino si no logran pronto el éxito migratorio. Mayo también fue joven y estuvo ilusionado por ese sueño. Más allá de meramente señalar que fueron las azarosas circunstancias las que delinearon su situación actual, ¿cómo este hombre inquieto aceptó que su destino sea permanecer en El Mesón, sin anhelos de retornar a su pueblo o a otro país?

Para comprender cómo se fue transformando el espectro emocional subjetivo de Mayo a partir de su migración, realizamos un ejercicio de reflexión de sí mismo, de las circunstancias vividas, en relación con su movilidad migratoria, que fueron clave en su historia personal para el surgimiento del coraje. La reflexión se extendió por algunas semanas, luego de reescuchar entrevistas y encontrar la insistente aparición del coraje, surgida de manera espontánea en las narraciones de Mayo. La reflexión entonces fue puesta en diálogo de dos maneras: una guiada por mí, encauzando las preguntas en torno a su persona y el coraje. Otra forma fue repetirle sus propias narraciones días o semanas más tarde, para lograr una explicación de sus discursos con sus propias palabras.

Para lograr comprender algunas de sus explicaciones, también he aportado sugerencias semánticas, significados etimológicos, comparaciones lingüísticas, en aras de lograr la mayor inteligibilidad posible entre ambos. Es decir, que he echado mano de espectros emocionales socioculturales más amplios, que exceden los nuestros. Ello también para reducir el riesgo de sobreinterpretación de mi parte, desde mis propios valores y presupuestos contenidos en mi propio espectro emocional subjetivo. Este ejercicio intelectivo emic-etic representa una negociación previa a la sistematización de los datos recabados, para los cuales el actor social ha tenido la última palabra al describir sus experiencias emotivas.

Ante la pregunta ¿cómo era usted antes de que tuviera tanto coraje por todo lo que le pasó, como ahora me dice que tiene? Mayo se recuerda a sí mismo, por los días que llegó con 17 años a Monterrey, como:

Un monito con muchas ganas, muy pazguato, pero muy movido. Yo creía que todo iba a ser fácil […] Unas cosas sí fueron [fáciles], pero otras, ¡ay, carajo, oiga usted!, todavía siguen siendo duras […] Es el coraje que me queda: que yo hice buenas cosas y hice [sic] dinero, pero al final no se pudo. ¿Y ahora qué? Mi tiempo ya pasó, ¿ya para qué tanto coraje, tantas ganas? Ya nomás me queda la muina.

Los adjetivos o sustantivos que acompañan a la emoción propiamente dicha, son eficaces para ir delineando el coraje con el que están en relación. Uno de los modismos que distinguen su habla personal es «monito» para referirse a alguien muy joven y al mismo tiempo, alguien muy pequeño corporalmente, asignándole, desde su propia reflexión, valores de delicadeza, de falta de fuerza física y de vulnerabilidad. El adjetivo «pazguato», está cada vez más en desuso en el habla regiomontana y, diría, en general, en el habla urbana de México. Es un término que emplean más frecuentemente o bien, las personas mayores o bien, las personas que provienen de zonas rurales. El diccionario lo define como «simple, que se pasma y admira de lo que ve u oye» (RAE)7<https://dle.rae.es/pazguato?m=form>. .

Le pedí que «desmenuzara» esta descripción de sí mismo. En referencia al adjetivo «pazguato», coincide con la definición académica, pero Mayo da más detalles de lo que significa para él, en tanto él era un joven pazguato y, en la actualidad, ya no lo es. Él aportó: bueno de corazón, asustadizo, bruto, impresionable. Yo planteé ¿cándido? Esta palabra, Mayo dijo no conocerla de antemano, pero le pareció totalmente adecuada, porque, recordó, es similar a «candy», en inglés «dulce». Finalmente, Mayo aprobó la definición de la RAE para «cándido» incluso por encima de «pazguato». Cándido: «ingenuo, que no tiene malicia ni doblez. Simple o poco advertido8<https://dle.rae.es/c%C3%A1ndido?m=form>.. «Entonces yo antes era cándido», afirmó.

Ahora bien, siguiendo la descripción del sí mismo del pasado, en referencia a los estados, las condiciones y las acciones, el «tener muchas ganas» y «ser muy movido». Esto, para Mayo es significado de activarse con toda su potencia física, emocional y psíquica, a conquistar los objetivos propuestos con el proyecto migratorio. En sus términos: «no dejar que ninguna barrera se ponga en medio. Uno no se puede enfermar, uno no se puede poner triste. Concentrado nomás en chingarle», para, en el orden mencionado por él: 1) conseguir un trabajo para mantener a su familia en San Luis, 2) poder casarse (o unirse), tener hijos y sostenerlos económicamente, 3) estar tranquilo, ser feliz, sin preocupaciones grandes.

El «tener muchas ganas y ser muy movido» se interpone el adversativo «pero» muy pazguato. Es decir, su propia candidez le dificultaba puntualizar sus propósitos9Es importante puntualizar que los anhelos por cumplir, en todos los casos estudiados de los migrantes sin redes, siempre se dirigen hacia terceros (padres, hijos, esposa, etc.), son una forma de responder al rol de proveedores que exige una norma socioestructural masculina hegemónica, sin embargo, no se profundizará en ellos en esta ocasión.. Si antes era cándido y ya no lo es, ¿cómo es ahora, Mayo? -«Pues soy como soy. Más cabrón, ya no me creo de la gente ni de la vida». Le recordé sus palabras anteriores («Es el coraje que me queda: que yo hice buenas cosas y hice [sic] dinero, pero al final no se pudo. ¿Y ahora qué? Mi tiempo ya pasó, ¿ya para qué tanto coraje, tantas ganas, tanta muina?»). Y entonces me explicó:

Estaba enojado mucho tiempo. Todavía me enojo, pero no así como antes, que me enchilaba por todo lo que pasó y estaba piensa y piensa cómo hacerle. […] Cuando pensé que me iba a morir en el desierto, sí me asusté. Luego pensé, «¿y para qué, Mayo? Si como quiera ya no vas a poder pasar». Ese tiempo ya se acabó. […] Ya no estaba joven, ya había tenido a mis hijos, mi trabajo, mis animales. ¿Cómo le diré? Ya había sido feliz. […] Pero los de arriba ya no quisieron, ¿y yo me iba a morir para darles gusto? […] Por eso le digo que se me acabó el coraje y me quedó la muina.

«Tener coraje», de forma generalizada en el habla mexicana, se refiere a enojo o ira, provocada por algo o alguien. La segunda acepción de esta emoción, como «ímpetu, valor o decisión», también se conoce en México, pero es mucho menos común en el habla coloquial y se emplea más bien en lengua escrita. Sin embargo, en el coraje experimentado por Mayo, se expresan ambos sentidos para distinguir etapas de su vida. Tenemos, por un lado, un coraje que le dio el valor para intentar revertir los efectos negativos de su deportación. Este coraje, en el sentido de arrojo, lo había ya experimentado antes, cuando había logrado instalarse en Monterrey durante su primera etapa migratoria y estaba totalmente enfocado en irse a los Estados Unidos.

Sin embargo, ese coraje ya reconocido previamente como parte de su bagaje emocional personal, se matizó en forma de un -en sus propias palabras- «enchilamiento», a partir de su deportación en 2009 y se mantuvo como experiencia emocional principal desde entonces y hasta que la relación con su pareja e hijos terminó en 2014. A partir de ahí, cuando Mayo consideró que ya no habría posibilidades de volver a su vida feliz, el arrojo, valor y determinación contenidos en el coraje, es decir, el enchilamiento que lo encendía e impulsaba, cedió en potencia para implantarse, en su lugar, un coraje que es una «muina». «Muina» es un mexicanismo que significa enojo, disgusto o irritación, que frustra a quien la padece. Estar enmuinado, hacer muinas, es similar a los berrinches que manifiestan disconformidad, pero paralizan. Por eso Mayo resaltó para su estado actual: «no estoy enojado, estoy enmuinado».

Como en el caso del adjetivo «pazguato», «muina» es una expresión poco conocida y, prácticamente, abandonada en el habla de las nuevas generaciones urbanas. Ambos vocablos proveen información acerca de la interseccionalidad del actor social: origen rural y pertenencia a un grupo etario adulto (o adulto mayor). Las formas de hablar, de argumentar, de razonar, es decir, los sociolectos particulares, también son construidos culturalmente, son formas lingüísticas que permiten identificar grupos sociales. Lo mismo sucede con los espectros emocionales socioculturales que posibilitan la expresión emocional subjetiva. Como hemos venido elaborando: «enojo» pertenece a un espectro emocional sociocultural más amplio, el «coraje» entendido sólo bajo ciertas acepciones regionales, reduce ese espectro. Aún más estrecho es el espectro que alberga «muina», pues los valores sociales y culturales que expresa, refieren a un grupo específico. Las posibilidades emotivas que nutren el espectro emocional subjetivo, posibilitan la expresión del sujeto, pero además, son una forma de expresar la identidad.

Ahora bien, las condiciones socioespaciales que enmarcaron la transformación de su vida, se dividen, según el propio Mayo, en un antes y un después entre la dichosa pausa que significaron, como él puntualizó: «los 13 años más felices de mi vida» en Nebraska. El parteaguas que significó la migración, se halla contextualizado temporal y espacialmente a través de la comunidad. Estas marcas geográficas y diacrónicas, representan el marco de la comunidad como sistema, la cual, se edifica con base en estructuras que fungen como regímenes sociales, aplicados de manera desigual para los sujetos. La comunidad, en tanto estructura, realiza una función de mediación y de distribución de posibilidades emocionales.

Con esto nos referimos a que, desde la perspectiva de la movilidad emocional, la conformación del espectro emocional subjetivo de Mayo, con el coraje como emoción predominante, está en estrecha relación con las condiciones socioestructurales de la comunidad de la que formaba parte en los momentos analizados. Son las condiciones que posibilitan o niegan a los sujetos la agencia política, la capacidad de toma de acción, el estatus social, la libertad de tránsito, entre otros. Si bien la individualidad desde la que opera el actor, imposibilita transformar la estructura de la comunidad cuando las condiciones les son desfavorables, sí es capaz de examinar y enjuiciar esa misma estructura; es decir, tomar una consciencia política de su lugar en dicha estructura.

En el caso de Mayo, la consciencia política de ese rompimiento que trastocó su historia, puede advertirse, por lo menos, en dos referencias: «Los de arriba ya no quisieron, ¿y yo me iba a morir para darles gusto?», así como en su sarcástica expresión: «fue el regalito que Obama nos hizo a mí y a un chingo de mexicanos». Durante la administración de Barak Obama como presidente de los Estados Unidos (2009-2017) se manifestó una política antiinmigrante:

Con la implementación de programas, el incremento del presupuesto en materia de seguridad fronteriza, el aumento en el número de efectivos de la patrulla fronteriza, el reforzamiento físico y virtual de la frontera México-Estados Unidos, la tolerancia en la aprobación de leyes estatales antiinmigrantes, así como el crecimiento del número de detenciones y deportados (Villafuerte y García 2017: s/pVillafuerte Solís, Daniel, y María del Carmen García Aguilar. 2017. «La política antimigrante de Barack Obama y el programa Frontera Sur: consecuencias para la migración centroamericana».Migración y desarrollo15(28): 39-64.)

Sólo en 2009, primer año de administración de Barack Obama y año de la primera deportación de Mayo que trastocó su vida, fueron expulsados 391 mil 438 migrantes ilegales y un total de 2.8 millones en los ocho años de su gestión total (elfinanciero.com.mx)10<https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/con-millones-obama-es-el-que-mas-ha-deportadoindocumentados/> (Clemente, Anabel. 2016. «Con 2.8 millones, Obama es el que más ha deportado indocumentados». El Financiero).. Las arbitrariedades y abusos de los que Mayo fue objeto durante su detención, forman parte de estas medidas políticas que afectaron macroestructuralmente la relación entre naciones y, particularmente, las relaciones íntimas y familiares de muchísimos migrantes, así como de quienes, en México y Centroamérica, dependían económicamente de aquéllos que laboraban en el país del norte.

Las condiciones migratorias para el paso informal de mexicanos hacia los Estados Unidos a mediados de los noventa -cuando Mayo logró cruzar la frontera-, aunque se hallaban lejos de ser fáciles, no presentaban los obstáculos tan definidamente como sucedió décadas más tarde. En 1994, la devaluación del peso mexicano frente al dólar y el declive económico nacional, favorecieron el incremento del flujo migratorio hacia los Estados Unidos. En promedio, ingresaron 380 mil mexicanos no regularizados por año entre 1994 y 1996 (Gaspar, 2012: s/pOlvera, Selene Gaspar. 2012. «Migración México-Estados Unidos en cifras (1990-2011)». Migración y desarrollo 10(18): 101-138.).

El coraje de Mayo fue naciendo a la par que la paulatina pérdida de su candidez y ello fue a partir de la toma de decisiones políticas internacionales, las cuales trastocaron su vida en diversas escalas socioestructurales. En principio, al ser deportado, perdió el reconocimiento de ciudadano, aunque no estuviese regularizado, por lo menos en el entorno de Franklin y de Red Cloud donde se desenvolvía, y recibía un trato digno. La pérdida de su trabajo conllevó la imposibilidad de sostenerse económicamente a él y a sus varios dependientes en México y en los Estados Unidos. El poder detentado como proveedor diligente, así como su estatus de hombre casado y padre de familia, se vieron anulados como efecto de la deportación.

De aquellas pasadas relaciones familiares, laborales y sociopolíticas legitimadas por los otros, sólo perviven, a distancia, las relaciones con su familia de San Luis. Su labor como capataz, siendo jefe de varios trabajadores, ahora se pone en duda en su nuevo entorno circunscrito al Mesón Estrella de Monterrey y es objeto de mofa entre los jóvenes cargadores del mercado, con quienes Mayo debe competir por trabajo y por respeto. Pero esta actitud de parte de los otros, es también un reflejo de su propia historia y de la consciencia de cómo operan las estructuras de la comunidad. Entre los migrantes más jóvenes, por ejemplo, resulta inconcebible traspasar fronteras, relativamente fácil, como lo hizo Mayo, cuando las condiciones macroestructurales eran distintas en los noventa del siglo pasado.

La suspicacia de los compañeros significa la no legitimación de la vida e historia de Mayo. Las variaciones de poder y estatus que surgen de esta interrelación desigual, motivan emociones negativas en nuestro sujeto. Estas relaciones reflejan, en escala micro, la fluidez de la vida emocional más amplia entre grupos y sociedades atravesadas por dichas condiciones macroestructurales que asimismo están en relación de desigualdad. El potencial de destacar el dinamismo emocional y la naturaleza relacional de las emociones (es decir, que siempre son motivadas por un agente externo), mediante el enfoque de la movilidad emocional, radica en que permite ver de manera más clara la influencia indisociable de los factores socioculturales y macroestructurales, en la conformación de los espectros emocionales subjetivos.

Y, como se ha venido manifestando, las emociones ya sean positivas o negativas que exhiben el tipo de desarrollo de los individuos, no sólo pertenecen al ámbito privado de la subjetividad, sino que, en ciertas circunstancias críticas de interés antropológico, como son los fenómenos migratorios, a cierta clase de sujetos les son negadas las condiciones de vida que propicien el surgimiento de emociones favorables. Por lo tanto, el análisis de la expresión emocional a través de espectros emocionales, es una forma de analizar los modos en que se institucionalizan las formas de hacer de las comunidades, así como una forma de abordar la construcción de las realidades sociales.

CONCLUSIONES

 

La propuesta del enfoque de la movilidad emocional surge, como se dijo antes, de lo que consideramos una limitante en los estudios de antropología de las emociones: analizar las emociones vistas de manera estática, ya objetivadas, antes que indagar en el proceso de constitución de esa emoción, así como tomar la nomenclatura de las emociones como la vivencia misma de la emoción. En este caso, al contrario, en lugar de posicionarnos frente a la emoción ya construida o asumir una progresión natural de emociones, del coraje al enojo por ejemplo, se matiza esa escala con base en la vivencia contextual y situacional.

Llevar a cabo el análisis de las emociones basado en preconcepciones tácitamente consensuadas de la objetivación emocional, colocaría a la emoción en el campo de la inmanencia. En otras palabras, la objetivación emocional exigiría que el individuo se adecue material y subjetivamente a la naturaleza pre-dada de la emoción, pues se presume que en efecto existiría el coraje en estado puro, que éste afecta la experiencia vital de manera similar en todos los casos y que siempre van acompañado de gestos y expresiones corporales ad hoc.

Para el caso que aquí se ha analizado, por ejemplo, haber abordado el caso desde la experiencia del «enojo», una emoción que ha sido mucho más trabajada teóricamente que el coraje, sin embargo, poco hubiera dicho sobre la experiencia íntima y social del sujeto, puesto que la nomenclatura de la emoción puede mantenerse, pero la experiencia nunca es igual. El problema de abordar la Emoción como una sustancia, deriva en considerar a las emociones como estados emocionales fijos, pues obnubila el dinamismo de la experiencia emocional, en lugar de resaltar su movilidad en términos subjetivos y socioculturales.

En aras de reducir significativamente el riesgo de sobreinterpretación o de una asunción ligera por parte de quien investiga, al ir construyendo el cúmulo de datos a través del enfoque de la movilidad emocional con asiento en los espectros emocionales, se posibilita una comprensión amplia de lo que es esa emoción: cómo se siente, dónde se ubica, hacia dónde impulsa, cómo se materializa, en el centro del proceso de constitución de un estado emocional. Otro de los valores de realizar este tipo de ejercicio reflexivo sobre una emoción, es que coloca a quien investiga, de frente ante su propia emocionalidad, encarando sus presupuestos intelectuales y valores subjetivos, al tiempo que ofrece información acerca del estado de la relación emic-etic.

El caso etnográfico del presente descrito, representa una muestra de las dificultades que atraviesan los «migrantes sin redes» establecidos temporalmente en el Mesón Estrella de Monterrey. Es apremiante continuar el estudio para visibilizar las complejidades que conlleva este tipo de movilidad migratoria, así como comprender sus estrategias de adaptación sociolaboral y socioemocional desde su dimensión política. La carencia de redes de apoyo y la soledad, como condición permanente de esta etapa de su vida, por un lado, los convierte en sujetos particularmente vulnerables en la sociedad receptora, de la cual desconocen normas culturales indispensables para una plena inserción laboral, social y política.

Por otro lado, les propicia un estado emocional y psíquico sumamente agobiantes al verse reposicionados estructuralmente. Los roles que cumplen en sus lugares de origen (como trabajadores con un oficio, como padres, esposos, deportistas), no hallan reconocimiento en el nuevo contexto y se ven deprivados del prestigio y poder asociados a esos roles, puesto que su cualidad no es legitimada desde la otredad.

Esta clase de afecciones permean la cotidianidad de los sujetos, puesto que su vida actual, con las vicisitudes materiales y subjetivas que conlleva, refleja, día con día, que su realidad no es una que deseen: nunca ha sido su objetivo habitar Monterrey. El transcurrir del tiempo en esta ciudad, es evidencia del aún fallido intento de cruzar la frontera, de concretar los objetivos, de reunirse de nuevo con la familia y del inminente riesgo de que su estancia se alargue indefinidamente, como ha sucedido en el caso analizado de Mayo.

Podemos decir, a partir de lo expuesto que, de entre el espectro emocional subjetivo de Mayo desde su salida de Matlapa a los 17 años, lo que destacaba, era la candidez de la juventud y el desconocimiento de los códigos urbanos. Dicha candidez más tarde sería opacada por la emoción del coraje, el «enchilamiento», en sentido de arrojo, que lo movilizó a irse en primer lugar y lo movilizaba luego a seguir intentándolo. Finalmente, el arrojo cedió, para erigirse en un enojo que es muina, un coraje sin el ímpetu de la acción en esta etapa adulta de su vida, nacida de la lucha del individuo contra una maquinaria que le obstaculiza, cada vez más cruentamente, el retorno a una vida afectiva feliz.

Y, aunque sí logró establecerse en el país del norte por un largo período de su vida, después de dos deportaciones y un sinfín de travesías, regresó al Mesón Estrella de Monterrey. En este sentido, será relevante analizar el lugar que ocupa el Mesón Estrella dentro del circuito migratorio sin redes, pues representa un refugio capital al ser un lugar de llegada, un lugar de salida, pero también, un lugar de reinicio del proyecto migratorio. En este ir y venir, de sus proyectos iniciales, de su vida laboral y familiar, con su pareja e hijos, así como de los logros alcanzados como capataz en un rancho en Nebraska por trece años, ahora sólo le quedan la soledad y el coraje.

El análisis a partir de la movilidad emocional, ha permitido explicar que la conformación de los estados emocionales que definen momentos clave de su vida, son el resultado de la interacción entre sujeto y el espectro emocional sociocultural que le otorga identidad, en una relación que se halla atravesada por la comunidad en tanto estructura.

En este tenor, no se trata de plantearnos una visión polarizada entre individuo y sociedad, cuyos linderos resultarían vacilantes al intentar demostrar motivaciones individuales de repercusiones sociales; al contrario, pretendemos alejarnos de presupuestos teóricos para los cuales el individuo y, por ende, la emoción, existen fuera de la sociedad (Bolaños, 2016Bolaños Florido Lady Paola. 2016. «El estudio socio-histórico de las emociones y los sentimientos en las Ciencias Sociales del siglo XX». Revista de Estudios Sociales, 55 (enero-marzo): 178-191. Bogotá: Universidad de los Andes. ), puesto que «cada acción individual depende de toda una serie de otras al modificar, a su vez, la figura misma del juego social» (Elias, citado en Ibídem: 182Bolaños Florido Lady Paola. 2016. «El estudio socio-histórico de las emociones y los sentimientos en las Ciencias Sociales del siglo XX». Revista de Estudios Sociales, 55 (enero-marzo): 178-191. Bogotá: Universidad de los Andes. ). Aquí podemos invocar el carácter público e intercambiable de las emociones, formulado por Mauss (1921)Mauss. Marcel. 2021 [1921]. «La expresión obligatoria de los sentimientos», en María Gabriela Lugones, María Cecilia Díaz, Agustín Liarte Tiloca et. al., Sobrevivencias escritas II. Universidad Nacional de Córdoba, Colección Versiones. , quien reconoció los aspectos socioculturales y psicológicos para la conformación de la expresión emocional de los sujetos, así como la obligatoriedad a la que son sometidas las expresiones afectivas; las emociones como un lenguaje completo, como un hecho social total.

De esta manera, el enfoque de la movilidad emocional posibilita dichos alcances totales, localizándola en términos socioespaciales, así como el lugar de la experiencia en términos socioestructurales y destacar las características interseccionales a través del lugar de enunciación de los sujetos. Es importante destacar este carácter construido de las emociones, como reflejo de un contexto sociohistórico dado, ya que hablar de emociones en clave antropológica, es abordar la experiencia emocional de individuos en sociedad. Antes que atribuirles una naturaleza inmanente, conforman un ethos en términos de Bateson (1958)Bateson, Gregory. 1958. Naven. The Culture of the Iatmul People of New Guinea as Revealed through a Study of the Naven Ceremony. Stanford University Press., esto es un sistema culturalmente organizado de emociones, que permite el vínculo entre el individuo y su entorno social, que en este caso, hemos planteado en diálogo interespectral atravesado por la comunidad como estructura.

Como decíamos, de este escrito enfocado en la movilidad emocional a través del análisis del coraje, derivan compromisos analíticos que deberán ser resueltos posteriormente. Uno de ellos es destacar el papel tamizador de la comunidad en la administración de las emociones a través de cuotas de poder y prestigio, que se efectúa mediante una ruta escarpada y dispar. Se requeriría poner a prueba nuestro enfoque para examinar cómo es que las emociones son o se convierten en recursos dosificados; es decir, que a cierta clase de sujetos le estarían negadas ciertas emociones.

Si la noción de persona -y de Humanidad por extensión- es relacional, lo mismo que la experiencia emocional, entonces, son los estados emocionales legitimados para ciertos individuos en ciertas circunstancias, los que le otorgan la categoría de persona. Siguiendo un esquema socioestructural, habríamos de plantear que los individuos accionamos motivados por la retribución social. Restaría comprobar que lo que subyace a la emoción se finca en una agencia del sujeto e-motivo; entonces, es un elemento de justicia ética o, dicho de otra forma, que la dimensión emotiva de la vida social, descansa en una acción ética.

NOTAS

 
*

Este trabajo fue financiado por ANID - Programa Iniciativa Científica Milenio - NCS17_027.T

1

Acerca de las emociones en las etnografías clásicas, en las que se trata de manera implícita su relevancia, en las que se analizó la vida afectiva de los grupos estudiados o bien, en donde hay atisbos de reconocimiento de la dimensión afectiva como objeto de estudio social o, por el contrario, en el centro del debate se sopesaba si constituían un objeto pleno para el análisis antropológico, puede consultarse Bolaños, L. P. (2014)Bolaños Florido Lady Paola. 2016. «El estudio socio-histórico de las emociones y los sentimientos en las Ciencias Sociales del siglo XX». Revista de Estudios Sociales, 55 (enero-marzo): 178-191. Bogotá: Universidad de los Andes. . El estudio socio-histórico de las emociones y los sentimientos en las Ciencias Sociales del Siglo XX;Bourdin, G. (2016)Bourdin, Gabriel. 2016. «Antropología de las emociones: conceptos y tendencias». Cuicuilco 23(67): 55-74. Antropología de las emociones; Calderón Rivera, E. (2012)Calderón Rivera, Edith. 2012. La afectividad en antropología: una estructura ausente. CIESAS y UAM-I. . La afectividad en antropología: una estructura ausente; Fernández Poncela, A. M. (2011)Fernández Poncela, Ana María. 2011. «Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos». Revista Versión Nueva Época 26. . Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos.

2

A. M. Fernández Poncela (2012) enumera al menos veinte condiciones sociales y académicas que propiciaron el interés por el tema de la emocionalidad. Y afirma que: “En este aspecto parece que nos alejamos de la modernidad, pero no sólo en el interés hacia el tema, sino también su tratamiento, hoy hay una nueva mirada más abierta, curiosa y comprensiva” (A. M. Fernández Poncela, 2012: 2Fernández Poncela, Ana María. 2011. «Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos». Revista Versión Nueva Época 26. ).

3

Al respecto, una de las propuestas posteriores al presente escrito, igualmente contenidas en la propuesta del enfoque de la movilidad emocional, sería la agencia del sujeto e-motivo, que refiere a la dimensión ética y política de la expresión emocional. Por el momento, no será desarrollada, porque no forma parte esencial de los objetivos de este trabajo.

4

Área Metropolitana de Monterrey se integra por doce municipios: Apodaca, Cadereyta, El Carmen, García, San Pedro Garza García, Escobedo, Guadalupe, Salinas Victoria, San Nicolás de los Garza, Santa Catarina, Santiago y Monterrey.

5

La plaza pública Alameda Mariano Escobedo se ha convertido en las últimas décadas en espacio de encuentro para diversos sectores migrantes en la ciudad, principalmente internos, pero cada vez más, también extranjeros.

6

El nombre real del informante ha sido cambiado para respetar su privacidad.

7

<https://dle.rae.es/pazguato?m=form>.

8

<https://dle.rae.es/c%C3%A1ndido?m=form>.

9

Es importante puntualizar que los anhelos por cumplir, en todos los casos estudiados de los migrantes sin redes, siempre se dirigen hacia terceros (padres, hijos, esposa, etc.), son una forma de responder al rol de proveedores que exige una norma socioestructural masculina hegemónica, sin embargo, no se profundizará en ellos en esta ocasión.

10

<https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/con-millones-obama-es-el-que-mas-ha-deportadoindocumentados/> (Clemente, Anabel. 2016. «Con 2.8 millones, Obama es el que más ha deportado indocumentados». El Financiero).

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